Batas blancas de alquiler

o Cómo algunos científicos defienden la inocuidad de productos químicos tóxicos

La Ciencia en venta: Cómo la investigación financiada por las Corporaciones está corrompiendo a los Tribunales y las Agencias de Regulación

Por David Heath, febrero de 2016

publicintegrity.org

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Sobre “La Ciencia en venta”

Cada vez se enredan más la Ciencia y las opiniones,

en gran parte debido a la influencia de las Corporaciones.

Como ya explicamos en “La Ciencia en venta”,

una serie de investigaciones del Centro para la Integridad

Pública y copublicado conjuntamente con Vice.com,

la investigación respaldada por la industria ha aumentado,

a menudo con el objetivo de ocultar la verdad,

mientras que la investigación pública se reduce.

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BELLEVUE, Ohio.- San Francisco, las dos y cuarto de la noche, un abogado de la defensa de una Corporación, medio insomne, termina de elaborar una teoría científica revolucionaria.

Ahora Evan Nelson, del bufete de abogados Tukcker Ellis & West, necesita un científico que esté dispuesto a publicarla en una revista médica. Si a su teoría se le diese validez científica, entonces Nelson la podría utilizar para ganar pleitos.

Nelson defiende a las Empresas que han expuesto a sus trabajadores al amianto, un mineral fibroso resistente al calor. El amianto causa varias enfermedades mortales, entre ellas el mesotelioma, un cáncer poco común que a menudo acaba en derrame pleural.

Nelson mostró frustración ante el argumento de que el amianto es la única causa conocida de mesotelioma. Pero después de barrer la literatura científica y aplicando su propia lógica, Nelson acertó a descubrir un nuevo culpable: el tabaco.

Nelson envió un correo electrónico a Peter Valberg de Cambridge, Massachussetts. Ex Profesor de la Escuela de Salud Pública de Harvard, Valberg era por entonces Director de la consultora Gradient Corporation, con oficinas en Harvard Square.

Podemos colaborar en la publicación de varios artículos clave, revolucionarios, que usted podrá descubrir en cuanto le envíe el material de que dispongo”, decía en su correo electrónico de 2008.

Citando algunos artículos científicos, Nelson estableció un vínculo entre la hipotética posibilidad de que el humo del cigarrillo pudiera contener partículas radiactivas y pruebas limitadas de que las personas expuestas a la radiación tendrían unas tasas mayores de mesotelioma.

Es sorprendente que nadie haya hecho una mueca (sic) antes que yo, pero estoy seguro de que usted estará de acuerdo en que es un hecho científico irrebatible que demuestra que el humo del tabaco causa mesotelioma – sólo hay que observar el tejido (sic) a través de la lente (sic) adecuada”.

Pero había un problema obvio con la Ciencia de Nelson. Los investigadores han analizado exhaustivamente los datos sobre la salud de cientos de miles de fumadores. Desde 1964, Surgeon General  ha resumido uno tras otro los resultados de los estudios, ninguno de los cuales muestra evidencia alguna de que el tabaco cause mesotelioma.

Valberg le contestó en cuestión de horas, señalando que la teoría científica de Nelson era “muy intrigante”. Estaba dispuesto a difundirla en revistas revisadas por pares. Más tarde envió a Nelson un contrato para la redacción de los tres primeros artículos, e incluso le ofreció un descuento del 10%. Y a partir de entonces, Valberg adoptaría la teoría de Nelson y actuaría como testigo experto en los juicios, usándolo contra las víctimas de mesotelioma, como Pam Collins, de Bellevue, Ohio.

Los mensajes de correo electrónico ofrecen una rara visión, la de un mundo donde los intereses de las Empresas pueden dictar su propia Ciencia y los científicos de alquiler ofreciéndose con agrado. Es un fenómeno que ha crecido en las últimas décadas, a medida que la investigación financiada con fondos públicos se reduce. Sus efectos se dejan sentir no sólo en los Tribunales, sino también en las Agencias de Regulación que dictan las normas para tratar de prevenir enfermedades.

Los Institutos Nacionales de Salud han visto disminuir su presupuesto para becas de investigación en un 14% desde el máximo alcanzado en 2004, según la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. Con unos recursos escasos, poco es el dinero para que se investiguen aquellos productos químicos que se estiman son tóxicos. Sin embargo, los funcionarios de las Agencias de Regulación y los abogados dicen que las Empresas tienen mucho interés en que se publiquen investigaciones favorables a la Industria.

Gradient pertenece a una estirpe de negocios relacionados con la consultoría científica que defiende a sus clientes, las Corporaciones, más allá de la credulidad, incluyendo sustancias exhaustivamente estudiadas, cuyos peligros nadie pone en duda, tales como el amianto, el plomo y el arsénico.

Los científicos de Gradient rara vez reconocen que un producto químico plantea problemas serios de salud pública. El Centro para la Integridad Pública ha analizado 149 artículos científicos y cartas publicadas por los principales científicos de la Empresa. El 95% de las veces señalaron como inofensiva una sustancia a los niveles a los que las personas suelen estar expuestas.

Resultan ser el epítome de la bata blanca alquilada”, dijo Bruce Lanphear, profesor de la

Universidad Simon Fraser, cuya investigación demuestra que incluso pequeñas cantidades de plomo pueden producir daños a los niños, algo que ha sido puesto en duda por los científicos de Gradient. Un panel de expertos convocados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades concluyó en 2012 que no hay pruebas fiables sobre los niveles seguros de plomo.

Valberg y otros científicos de Gradient se negaron a ser entrevistados para dar su punto de vista en este artículo, del mismo modo que la Presidenta de la firma, Teresa Bowers. En su página Web, Gradient dice que “aplican unos conocimientos científicos consolidados y unos análisis rigurosos para ayudar a nuestros clientes a resolver difíciles problemas ambientales”.

Nelson, de 51 años de edad, perdió su trabajo en 2013 después de que su nueva firma de abogados descubriese los mensajes de correo electrónico que intercambió con Valberg. Tres años después, sigue sin empleo y vive con sus suegros.

Lo que dije sobre que la radiación presente en el humo del tabaco causase mesotelioma, eso es algo marginal. En todas mis conversaciones con Gradient estaba claro que mi pretensión es que conociesen los estudios científicos y que no hiciesen nada que la Ciencia no apoyase”, dijo en una reciente entrevista.

Las estrategias que Empresas de consultoría como Gradient emplean, son las mismas que la Industria del Tabaco: crear dudas acerca de lo que dicen los estudios científicos. Gradient no realiza sus propios estudios ni en animales ni en seres humanos, pero sí critica el trabajo que otros hacen.

Douglas Dockery, Presidente del Departamento de Salud Ambiental en la Escuela de Salud Pública de Harvard, cuyos trabajos sobre la contaminación del aire es objetivo frecuente de los científicos de Gradient, describe a sus críticos como “patéticos”.

Para un investigador no tiene ningún valor el volver una y otra vez para tratar de refutar unos estudios de baja o nula calidad. Los que queremos son avances reales”, dijo.

Observa que Gradient a veces ataca el trabajo de otros mediante cartas publicadas en revistas, que no pasan la revisión por pares, pero que tienen un aire de autoridad. Treinta de las 149 publicaciones analizadas por este centro eran cartas.

Estancamiento de la normativa

Casi la mitad de los artículos de Gradient que son revisados por pares, son publicados en dos revistas con estrechos lazos con la Industria: Critical Reviews in Toxicology y Regulatory Toxicology y Pharmacology, según ha podido comprobar este Centro de Integridad Pública.

Estos artículos a menudo se dirigen directamente a las Agencias de Regulación. El Departamento de Salud y el Programa Nacional de Toxicología, por ejemplo, estimaron que el estireno, utilizado generalmente para fabricar bandejas de poliestireno, “se puede razonablemente considerar un carcinógeno para los seres humanos”. Los científicos de Gradient respondieron con un artículo pagado por la Industria del estireno, diciendo que el hallazgo de los organismos gubernamentales estaba equivocado.

Además de la publicación de artículos, Gradient publica de manera rutinaria comentarios y asiste a las audiencias en las que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) revisa un producto químico para determinar su toxicidad. Esta Compañía es una de las muchas en las que confía la Industria Química para detener la normas de regulación.

Estas presiones han tenido un enorme éxito, sobre todo durante el Gobierno de Obama. Si bien hay más de 80.000 productos químicos disponibles para uso comercial, en los últimos 30 años la EPA sólo ha evaluado la seguridad de 570 de ellos. Estas evaluaciones científicas son necesarias antes de proceder a cualquier nueva regulación que vaya a ser promulgada. Así, la oficina de investigación de la EPA se ha convertido en un cuello de botella, allí donde apunta la Industria Química.

La Industria y el Congreso lanzaron aireadas críticas sobre el proceso de evaluación química de la EPA, lo que obligó a la Agencia a comenzar a revisar de nuevo docenas de productos químicos tóxicos. En muchos de ellos, como el formaldehído, el arsénico y el cromo hexavalente, había estado trabajando durante años.

Durante la Administración Bush, la EPA dijo que necesitaba evaluar por lo menos 50 productos químicos al año para mantener el ritmo. Sin embargo, en los últimos cinco años, el Sistema Integrado de Información de Riesgos de la Agencia ha completado sólo 6 evaluaciones, el menor nivel nunca alcanzado. El año pasado no pudo completar ni una sola.

Evaluaciones de seguridad de productos químicos realizadas por la EPA en los últimos años. La actividad de la oficina de investigación de la Agencia de Protección Ambiental, que emite los informes sobre la toxicidad sobre los productos químicos antes de que se apruebe la normativa que los regule, se encuentra casi paralizada durante los últimos años. La Agencia se enfrenta a las presiones del Congreso y de la Industria cada vez que pretende determinar si un producto químico presenta riesgos para la salud pública. La Industria contrata a científicos que no dudan en afirmar que carcinógenos muy conocidos, tales como el arsénico, el formaldehído y el cromo hexavalente, son seguros a los niveles actualmente permitidos. Este escrutinio está haciendo muy difícil que la EPA pueda realizar la regulación de los productos químicos.
Evaluaciones de seguridad de productos químicos realizadas por la EPA en los últimos años.
La actividad de la oficina de investigación de la Agencia de Protección Ambiental, que emite los informes sobre la toxicidad sobre los productos químicos antes de que se apruebe la normativa que los regule, se encuentra casi paralizada durante los últimos años.
La Agencia se enfrenta a las presiones del Congreso y de la Industria cada vez que pretende determinar si un producto químico presenta riesgos para la salud pública. La Industria contrata a científicos que no dudan en afirmar que carcinógenos muy conocidos, tales como el arsénico, el formaldehído y el cromo hexavalente, son seguros a los niveles actualmente permitidos. Este escrutinio está haciendo muy difícil que la EPA pueda realizar la regulación de los productos químicos.

Las revisiones recurren a la literatura científica publicada. La Industria argumenta que sus investigaciones no son tenidas en cuenta, ejerciendo de este modo presión sobre la EPA y hacer valer cada uno de sus estudios. La EPA ha respondido a las críticas diciendo que sus revisiones de sustancias químicas han sido mantenidas en secreto durante la celebración de las frecuentes reuniones públicas, que están dominadas por los científicos de la Industria.

Los científicos que trabajan para Gradient han desempeñado un papel muy activo para tratar de evitar que se establezcan unas regulaciones más estrictas.

En el año 2010, provocaron una demora de varios años en la revisión por parte de la EPA del arsénico, una sustancia que la mayoría de los estadounidenses consume regularmente en el agua, en el arroz, los zumos de fruta y otros alimentos. Los científicos de la Agencia estuvieron a punto de informar que el arsénico plantea mayores riesgos para la salud de lo que se pensaba, incluso en la cantidad permitida por la EPA en el agua potable. Estimaron que por cada 10.000 mujeres que estuvieran expuestas a diario a las cantidades de arsénico permitidas por la ley, 73 de ellas desarrollarían cáncer de vejiga o de pulmón.

Los científicos de Gradient argumentaron que la EPA no tuvo en cuenta investigaciones más recientes sobre el arsénico y que debía realizar un nuevo análisis. Esta omisión se debió principalmente a los retrasos por parte de la Oficina de Administración y Presupuesto del Gobierno de Bush, que tenía que aprobar todos las revisiones científicas de la EPA. Algunos miembros del Congreso recogieron el argumento de Gradient para acusar a la EPA de tener en cuenta sólo los datos que más les interesaba. Lograron que la Agencia tuviera que realizar una nueva revisión.

La EPA se disponía a prohibir el uso de aquellos plaguicidas que contienen arsénico, a principios de 2013, sin embargo, sin una revisión científica, tuvo que posponer la prohibición de manera indefinida.

Gradient también colaboró para persuadir a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para que declarase que otra sustancia química ubicua, el bisfenol A, era inofensiva. Esa polémica decisión fue tomada en 2008. Casi todos los estadounidenses están expuesto de manera rutinaria al bisfenol A, ya que está presente en los alimentos enlatados, en las botellas de plástico y los tickets que nos entregan al hacer la compra.

Cientos de artículos científicos han relacionado el bisfenol A (BPA) con problemas de salud en los seres humanos, entre los que se encuentra infertilidad, diabetes, cáncer y enfermedades cardíacas. El el año 2006, los científicos de Gradient publicaron un artículo atacando a docenas de estudios que señalaban problemas reproductivos en ratas y ratones alimentados con bisfenol A. La FDA citó el artículo de Gradient y algunos otros estudios de la industria para tomar su decisión.

Gradient sostuvo que los seres humanos están expuestos a cantidades menores de bisfenol A que los animales de esos estudios. Frederick vom Saal, profesor de la Universidad de Missouri, que lleva investigando el bisfenol A desde hace varias décadas, dijo que este argumento “era completamente absurdo”.

Se presenta toda una falsa relación de hechos, y luego se desprecia toda una literatura científica”, dijo vom Saal.

Fue tal la indignación de un grupo de investigadores por el artículo sobre el bisfenol A escrito por Julie Goodman y Lorenz Rhomberg de Gradient, que escribieron una larga respuesta en la que se enumeraban todas las falsedades que se decían en él.

En este artículo no hay nada que sea verdad. Es ridículo. Es su forma de actuar”, dijo vom Saal.

Rhomberg, que trabajó en la EPA, ahora forma parte de un panel que revisa todas las evaluaciones de productos químicos tóxicos de la Agencia, antes de que se den por finalizadas.

Adam Finkel, investigador principal de la Law School de la Universidad de Pennsylvania y ex funcionario de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) de Estados Unidos, fue muy amigo de Rhomberg durante muchos años. Pero ahora dice sentirse perplejo al ver cómo se ha transformado su amigo desde que empezó a trabajar en Gradient.

En 1997, el Dr. Rhomberg presentó brillantes observaciones a la OSHA para la regulación del cloruro de metileno (un disolvente), descartando las pretensiones de la Industria de desechar como irrelevantes para los seres humanos las observaciones de que una exposición a este producto en los animales producía ciertos tipos de cáncer”, dijo Finkel. “Hoy en día, le veo envuelto en las mismas observaciones rutinarias y los mismos argumentos poco convincentes para que ciertas sustancias se consideren de poco riesgo”.

Ante lo cual, Rhomberg respondió lo siguiente: “La discusión que se ha abierto acerca de cómo interpretar las evidencias es algo esencial para el conocimiento científico, y cualquier consideración de que ciertos comentarios críticos son ilegítimos redunda en un perjuicio del proceso científico”.

Finkel se muestra especialmente molesto con los argumentos de Gradient para evitar que la EPA (Agencia de Protección Ambiental) incluyese un producto químico poco conocido, el bromuro de n-propilo, como un peligroso contaminante del aire, dentro de la Ley de Aire Limpio. Goodman, de Gradient, escribió un largo comentario que hizo público en el año 2014, pagado por un fabricante del bromuro n-propilo. En él, Goodman argumentaba que un estudio del Gobierno que mostraba altas tasas de cáncer en las ratas expuestas a esta sustancia química no tenía ninguna relevancia para los seres humanos.

Finkel dijo que Goodman no ofreció ningún tipo de pruebas para apoyar sus argumentos, sino que “simplemente se inventó cosas”. Es más, encontró ofensivo dicho documento, ya que cientos de trabajadores están expuestos a esta sustancia química y algunos han sufrido graves discapacidades. En 2013, The New York Times contaba las historias de varios trabajadores de empresas de muebles de Carolina del Norte que tenían dificultades para caminar después de haber estado expuestos al bromuro n-propilo, a pesar de haber sido sólo durante unas pocas semanas.

Comercio Tóxico, un documental de The New York Times sobre los efectos en la salud por la exposición al bromuro n-propilo de los trabajadores de una fábrica de muebles.
Comercio Tóxico, un documental de The New York Times sobre los efectos en la salud por la exposición al bromuro n-propilo de los trabajadores de una fábrica de muebles de Carolina del Norte.

La defensa de un producto de este tipo, dijo Finkel, “no se hace en el mejor momento cuando estamos hablando de que está causando daños a la gente”.

Vínculos con Harvard

Gradient fue fundada en 1985, casi al mismo tiempo que dos de su principales competidoras; Environ y ChemRisk. Cuando la empresa fue comprada en 1996 por el grupo TI, una empresa dedicada al tratamiento de residuos peligrosos, sus ingresos anuales eran de 5 millones de dólares. Pero Gradient se vendió de nuevo a sus fundadores en 1999, y desde entonces ya no ha vuelto a conocerse el estado de sus cuentas.

La Empresa se jacta de sus estrechas relaciones con la Universidad de Harvard. Varios de sus científicos estuvieron en la Escuela TH Chan de Harvard de Salud Pública (antes Escuela de Harvard de Salud Pública). Algunos de ellos continúan enseñando allí como profesores adjuntos.

Entre los clientes de Gradient se encuentran algunos de los más poderosos grupos de presión de Washington, como el Instituto Americano del Petróleo o el American Chemistry Council. Otros frecuentes clientes son Navistar, un fabricante de camiones diésel, y la Comisión de Texas sobre Calidad Ambiental, un organismo regulador que tiene una larga trayectoria de alinearse con la Industria.

Gradient se ha convertido en una voz científica que dirime en asuntos como la aprobación de una normativa sobre la contaminación del aire. Esto hace que sus científicos estén en desacuerdo con sus antiguos colegas de la Escuela de Salud Pública de Harvard, como Dockery.

Dockery se encontraba entre el grupo de científicos de Harvard que tras el embargo árabe de petróleo en 1973, se propuso evaluar los efectos en la salud de la quema del carbón nacional en lugar de petróleo para generar energía. Con fondos de los Institutos Nacionales de Salud, los científicos de Harvard reclutaron más de 8000 voluntarios, en 6 ciudades, que vivían cerca de las plantas de energía que quemaban carbón. Se instalaron puestos de medición del hollín y otros contaminantes del aire.

Estuvieron recogiendo datos durante 15 años, y los mismos investigadores no se podían creer lo que habían descubierto. Las personas que vivían en las ciudades con el aire más contaminado morían, de promedio, dos años antes que los que respiraban aire más limpio. Eso significaba que la contaminación del aire podía aumentar la esperanza de vida en algunas ciudades, algo así como haber encontrado una cura para el cáncer.

Los resultados del Estudio en Seis Ciudades fueron tan impresionantes que los investigadores decidieron no publicarlos sin una corroboración, dijo Dockery. Los científicos de Harvard fueron capaces de convencer a la Sociedad Americana del Cáncer para compartir los datos sobre la salud de 1,2 millones de voluntarios examinados desde 1982. Los investigadores también estudiaron los datos de la EPA sobre el hollín, con resultados similares.

Al principio, estos estudios casi no atrajeron la atención de nadie. Pero eso cambió en 1997, cuando la EPA, bajo la presión de los Tribunales para hacer valer la Ley de Aire Limpio, utilizó los estudios de base para aprobar nuevas normas sobre la contaminación del aire.

Según la EPA, ninguno de sus reglamentos ha salvado tantas vidas como la Ley de Aire Limpio. La Agencia estima que en 2010 las normas aprobadas sobre el hollín y la contaminación del aire han podido salvar a 164.000 estadounidenses de morir de forma prematura, y en 2020 se espera que el número de vidas salvadas se eleve a 237.000.

Sin embargo, esta normativa resulta cara: la EPA estima que la Industria se habrá gastado un total de 65 mil millones de dólares en los controles de contaminación para el año 2020.

Casos prevenidos por las normas de Aire Limpio

Para el año 2010

Para el año 2020

muertes de adultos – hollín

160.000

230.000

muertes infantiles – hollín

230

280

Muertes – aire contaminado

4.300

7.100

Bronquitis crónica

54.000

75.000

Enfermedad del corazón

130.000

200.000

exacerbación del asma

1,700,000

2,400,000

visitas emergencias hospitalarias

86.000

120.000

días escolares perdidos

3,200,000

5.400.000

días de trabajo perdidos

13.000.000

17.000.000

Fuente: EPA

Costes y beneficios de la Ley de Aire Limpio

La EPA estima que la Ley de Aire Limpio tendrá un coste de 65 mil millones de dólares entre 1990 y 2020, pero el ahorro obtenido por un menor número de muertes prematuras, reducirá los costes en gasto sanitario y supondrá un aumento de la productividad, lo que supone unos 2 mil millones de dólares.

Frente a las intensas críticas de la Industria, los investigadores de Harvard accedieron a que terceros reanalizaran los datos. Se pusieron a disposición del Health Effects Institute, un organismo científico respetado, que está financiado tanto por la Industria de la Automoción como por la EPA.

Causó mucho nerviosismo la larga espera de tres años hasta que el Instituto dio los resultados, dijo Dockery. Pero finalmente, el nuevo análisis confirmó los hallazgos de los investigadores de Harvard.

Después de los resultados se hicieron públicos, pensamos que el problema estaba resuelto”, señaló Dockery.

Sin embargo, desde entonces los científicos de Gradient han asumido un papel principal en el intento de poner en duda las conclusiones de los estudios. Gradient ha publicado 37 artículos sobre diferentes aspectos de la contaminación del aire, financiados por el Instituto Americano del Petróleo, Navistar y la Asociación Internacional de Negro de Carbón, cuyos miembros están obligados por los reglamentos establecidos por la Ley de Aire Limpio.

En su testimonio del año 2012 ante el Congreso, Goodman acusó a la EPA de parcialidad por demasiado peso a los estudios de Harvard y de la Sociedad Americana del Cáncer, ignorando docenas de otros estudios epidemiológicos”, incluyendo muchos que no han encontrado problemas en la salud causados por los actuales niveles de contaminación del aire.

Goodman sólo citó seis estudios que no muestrarían efectos dañinos por el hollín. Pero dos de estos estudios fueron financiados por la Industria. Y los autores de los otros cuatro dicen que sus conclusiones apoyan el Estudio en Seis Ciudades.

Es incorrecto decir que no hemos encontrado efectos (en la salud)”, dijo el Dr. Bill McDonnell, ex científico de la EPA cuyo trabajo fue citado por Goodman. “Hemos encontrado una relación. Pareciera que pretende componer los hechos a su manera”.

La Sra. Goodman y la Empresa para la que trabaja tienen una reconocida reputación de tergiversar frecuentemente los conocimientos científicos”, dijo Bert Brunekreef, Director del Instituto de Ciencias de la Evaluación de Riesgos, de la Universiteit Utrecht de los Países Bajos, y coautor de dos de los estudios.

Un equipo de investigadores europeos encabezados por Brunekreef, analizó los resultados de más de 20 estudios realizados en Estados Unidos, Europa y Asia, encontrando que cuando las personas están expuestas a más partículas finales de hollín, son más propensas a morir de forma prematura, especialmente por enfermedades cardíacas. Para Dockery, el vínculo entre las muertes tempranas y el hollín está fuera de toda duda.

Una de las mayores decepciones sobre Gradient es que tienden a poner en duda una y otra vez cuestiones que ya se han discutido previamente. Esto no favorece el avance de la Ciencia”, dijo Dockery.

Desde el año 2013, la Comisión sobre Calidad Ambiental de Texas, un organismo regulador, ha pagado a Gradient 1,65 millones de dólares para que ponga en duda el análisis científico de la EPA sobre los beneficios de la reducción del ozono a nivel del suelo, también considerado un contaminante. Gradient ya había hecho un trabajo similar para el Instituto Americano del Petróleo.

Goodman ha criticado un estudio financiado por el Gobierno estadounidense, dirigido por un grupo de científicos de salud pública de la Universidad de California, Berkeley. El estudio exploró si el ozono estaba relacionado con un aumento de la mortalidad.

Michael Jerret, el autor principal del estudio sobre el ozono, explicó que los investigadores analizaron los historiales clínicos de 448.850 personas de la base de datos de la Sociedad Americana del Cáncer durante un período de 18 años. Los voluntarios vivían en 96 ciudades distintas.

Los investigadores encontraron que, del mismo modo que el hollín, la gente que vive en las ciudades con mayor contaminación mueren de forma prematura.

Es el único estudio hasta el momento que se ha ocupado de los “efectos a largo plazo sobre la mortalidad provocada por el ozono”, dijo Jerret.

En el año 2011, una carta publicada en Environmental Health Perspectives, Goodman describía la investigación como “un estudio sin corroborar, que probablemente haya malinterpretado las conclusiones relativas a los efectos del ozono”. A Jerrett no se le dio la oportunidad de contestar.

Sentía que esa carta no seguía las convenciones normalmente establecidas en los debates científicos”, dijo.

El estudio sobre el ozono fue publicado en el año 2009 en la reconocida revista New England Journal of Medicina. Jerret dijo que tuvo que superar dos rondas de revisión por pares con más de 50 páginas de preguntas y otras 40 páginas de respuestas.

No creo, en absoluto, que hayamos malinterpretado los resultados”.

 

Jason Collins sostiene una fotografía de su madre, Pam Collins. Trabajaba en una planta de General Electric en Bellevue, Ohio, donde durante 14 años llevó unos guantes de amianto. Años más tarde desarrolló un mortal mesotelioma, que es causado por la exposición al amianto, demandando al fabricante de los guantes. Sin embargo, un científico que trabaja para una empresa de consultoría científica escribió un Informe indicando que los guantes no eran la causa de la enfermedad, sino el tabaco. Era la teoría expuesta en primer lugar por un abogado en los correos electrónicos que envió al fabricante de los guantes.
Jason Collins sostiene una fotografía de su madre, Pam Collins. Trabajaba en una planta de General Electric en Bellevue, Ohio, donde durante 14 años llevó unos guantes de amianto. Años más tarde desarrolló un mortal mesotelioma, que es causado por la exposición al amianto, demandando al fabricante de los guantes. Sin embargo, un científico que trabaja para una empresa de consultoría científica escribió un Informe indicando que los guantes no eran la causa de la enfermedad, sino el tabaco. Era la teoría expuesta en primer lugar por un abogado en los correos electrónicos que envió al fabricante de los guantes.

Gradient en los Tribunales

Gradient no solamente se fija en investigadores de alto perfil de Harvard. También ayuda a las empresas a defenderse de personas como Pam Collins, una graduada en la Escuela Secundaria de Bellevue, Ohio.

En 1965, a los 21 años de edad, consiguió un trabajo en la planta de fabricación de bombillas de General Electric en Bellevue.

Era muy trabajadora. No se tomaba ningún descanso”, recuerda Gail Veith, que trabajó con Pam Collins.

Durante 14 años, el trabajo de Collins consistió en marcar el logotipo de GE en las bombillas de cuarzo utilizadas en los proyectores. Cada 15 minutos, se colocaba unos guantes y metía las bandejas con los bulbos de las bombillas en un horno industrial para que la tinta se secara.

Los guantes estaban llenos de polvo. “Cuando los dejaba sobre la mesa se podía ver el polvo que salía de ellos”, dijo años más tarde.

La crisis de la década de 1980 golpeó con dureza en las fábricas de Ohio. En 1985, GE cerró su fábrica de fabricación de bombillas.

Años más tarde, Collins sufrió de acumulación anormal de líquido en los pulmones, uno de los cuales colapsó. El 1 de octubre de 2007, el médico de Collins le dijo que tenía mesotelioma. Su pulmón derecho fue extirpado no mucho tiempo después en la Clínica Cleveland.

Collins, en ese momento, se sintió profundamente desgraciada, dijo su hermano, Tom Smith, no podía recuperar el aliento, siempre estaba cansada.

No se recuperó de la cirugía. Cada vez se encontraba peor”, señala su hijo menor, Jason.

Su madre se fue un tiempo a vivir con él. Pesaba sólo 45 kilos y necesitaba ayuda incluso para ir a la ducha. Con el tiempo, Jason vio que no tenía más remedio que enviarla a una residencia de ancianos. Llora cuando recuerda este hecho.

El polvo que se desprendía de los guantes que Collins utilizó en la fábrica de GE tenían amianto. Ella lo sabía, pero confiaba en que la Empresa no la expusiera a productos que la pudieran causar daño. Su hijo habla del choque emocional que su madre sintió al comprobar que la habían traicionado. Recurrió a un bufete de abogados de Cleveland para que la ayudasen con la demanda. Uno de los abogados del caso fue Shawn Acton, que ya había estado trabajando en casos de mesotelioma durante años.

La demanda de Collins comenzó de forma rutinaria. Pero rápidamente tomó un cariz muy distinto a todo lo que Acton había visto con anterioridad. Recuerda haber leído un Informe de un científico contratado por el bufete de abogados de la defensa del fabricante de los guantes. El Informe, redactado por Valberg, decía:

En primer lugar, con un grado razonable de certidumbre científica, en contra de lo que describe Pamela Collins en cuanto al uso de los guantes de amianto, es probable que no hayan contribuido al desarrollo del mesotelioma pleural.

En segundo lugar, con un grado razonable de certidumbre científica, el agente carcinógeno y las dosis de radiación que la Señora Collins recibió por exposición al humo del tabaco sea como más probable que aumentase el riesgo de desarrollar mesotelioma pleural”.

Casi me caigo de la silla”, dijo Acton en una reciente entrevista. “He hablado con algunos de los mayores expertos del país en la defensa. Y nunca había oído, incluso del abogado más acérrimo, afirmar que el tabaco causase mesotelioma. Nunca nadie había ido tan lejos como Peter Valberg”.

Acton, a continuación, estuvo investigando y descubrió que Valberg era coautor de un artículo publicado en la revista Journal of Environmental Radioactivity, en el que decía que el humo del tabaco emite radiación. Y se dio cuenta de que el artículo estaba financiado por el bufete de abogados que representaba al fabricante de los guantes.

Acton no tenía ni idea por entonces de que unos meses antes el abogado de la firma, Evan Nelson, había inventado una teoría científica que ahora Valberg utilizaba contra Collins. O que Valberg y su colega Goodman habían enviado de antemano por correo electrónico los borradores del artículo al abogado, ya que así se exigía en el contrato que habían firmado.

Acton se fue hasta Boston en abril de 2009 y le preguntó a Valbegr, bajo juramento, por qué había escrito el artículo y por qué el bufete de abogados de la defensa había pagado por él.

Valberg: Estoy interesado en los factores de riesgo de la radiactividad y Julie Goodman es una biólogo molecular… a los dos nos pareció que era un artículo útil de trabajo y dejar constancia de él por escrito y ver lo que el resto de la comunidad científica decía al respecto…

En términos generales, estos artículos requieren más tiempo de lo que realmente cobramos luego de la empresa. De este modo, Gradient contribuye a ellos como una forma de inducir a los científicos en su desarrollo profesional…

Acton: ¿Quién medió ante Tucker Ellis & West para que contribuyese, como usted dice, a la financiación de este artículo?

Valberg: Dijimos, este es un trabajo que podemos hacer. Así que podemos realizar una aportación…

Acton: ¿Discutió con alguna persona de Tucker Ellis & West aspectos del artículo antes de su publicación?

Valberg: No. Es decir, sabían que estábamos trabajando en ello. No tenían proyectos. No hicieron comentarios, ni observaciones científicas, etc.

Acton: ¿Así que nunca envió un documento a Tucker Ellis & West en forma de borrador antes de que el artículo fuese publicado y que está identificado como Anexo 24 de la demanda?

Valberg: No, que yo sepa, no.

Acton no descubriría hasta años más tarde que lo que Valberg le había dicho no era verdad.

Correos electrónicos condenatorios

Pocos días después de aquel testimonio, David Durham, de 67 años de edad, electricista retirado de Louisville, Kentucky, sería diagnosticado de mesotelioma. Durham estuvo expuesto al amianto en los trabajos que llevó a cabo en algunas de las mayores fábricas de Louisville, como sus abogados alegaron en la demanda.

Pero un médico que testificó a favor de las empresas culpó del mesotelioma de Durhan, en parte, a los tratamientos con radiación que recibió en 1967 para tratar un cáncer. El médico dijo que había tenido en cuenta las informaciones publicadas recientemente en varias revistas científicas, incluyendo Cancer Causes and Control. Entre los autores de esta revisión se encuentran Goodman y Valberg.

Cuando los abogados de Durham, Hans Poppe y Joseph Satterley, se dieron cuenta de que este artículo estaba financiado por Tucker Ellis & West, uno de los bufetes de abogados de la defensa, decidieron consultar todos los registros que hubiera en la empresa sobre este artículo.

Se sorprendieron mucho cuando descubrieron las 498 páginas de correos electrónicos entre Nelson, Valberg y Goodman.

Así no es como funciona el verdadero conocimiento científico. No puede ser que un abogado incoe una teoría”, dijo Poppe.

Nelson dijo al Centro que su antiguo bufete de abogados no debiera haber entregado los mensajes de correo electrónico, ya que eran confidenciales de conformidad con los privilegios entre abogado y cliente. Ha demandado a Tucker Ellis & West por daños y perjuicios. También dijo que se no dio a conocer otro mensaje en el que señalaba que no quería que Gradient publicase nada que no tuviese el respaldo científico.

Nelson reconoce que los estudios científicos que se utilizan en las demandas por amianto pueden estar manipulados.

De algún modo me alegro de estar alejado de los litigios sobre el amianto, porque creo que hay de por medio mucha corrupción”, incluso por parte de los abogados que trabajan en las demandas presentadas por las víctimas. “Es lo que he oído decir a otros abogados expertos. Yo tengo la misma opinión”.

Nelson dijo que nunca hizo tal cosa, y no piensa que Gradient haya hecho nada inapropiado en el caso de Collins. Ningún bufete de abogados quiere contratarlo, porque el abogado de la parte contraria siempre podría decir: “Miren lo que hizo Nelson en este caso, y ahora está tratando de hacer lo mismo”.

Los mensajes de correo revelaron que Valberg y Goodman tuvieron problemas para publicar los tres artículos encargados por Nelson que luego aparecieron en revistas. Dos de los tres fueron finalmente aceptados. Pero el artículo que relaciona el humo del cigarrillo con el mesotelioma nunca llegó a la imprenta.

La primera frase de este artículo decía: “Fumar puede aumentar el riesgo de mesotelioma en personas no expuestas al amianto”

En declaración realizada por Goodman, trató de distanciarse de esa idea diciendo que reflejó la teoría científica de Nelson. Un abogado de una de las víctimas de mesotelioma le preguntó a Goodman si la empresa que había aportado los fondos había tenido alguna influencia sobre el artículo.

Goodman: No, y eso debiera ser algo obvio por el hecho de que nuestras opiniones son diferentes a las de Evan Nelson en muchos casos.

Poppe: ¿En qué medida?

Goodman: Bueno, por ejemplo, el creía que había pruebas epidemiológicas que mostraban una asociación entre el tabaquismo y el mesotelioma, algo que no asumo.

El artículo que Goodman y Valberg escribieron concluía diciendo que había datos que sugerían que fumar tabaco podía causar mesotelioma, de acuerdo con la teoría de Nelson. Goodman y Valberg reconocieron que ningún otro estudio realizado en fumadores había mostrado tal relación, pero dijeron que esos estudios eran estadísticamente muy pobres porque no habían incluido el suficiente número de fumadores.

Uno de los científicos a los que se solicitó revisasen el manuscrito, de la revista  Human and Ecological Risk Assessment, dijo estar sorprendido de esta explicación. “No es cierto” escribió este científico en todas las tapas.

Es práctica habitual que las revistas especializadas envíen los manuscritos a otros científicos, que comentan de forma anónima y hacen recomendaciones a favor o en contra de la publicación. En este caso, los tres científicos que hicieron la revisión señalaron con el pulgar hacia abajo.

Otro crítico dijo: “La lógica de este documento es muy difusa”.

Y el revisor definitivo dijo:

Este artículo presenta la que considero es una revisión muy sesgada de las evidencias de que la exposición al tabaco esté asociada con un mayor riesgo de padecer mesotelioma. Tengo la firme sospecha de que los autores trabajan con alguien que tiene un gran interés monetario en este asunto… Las pruebas de que el humo del tabaco esté asociado con mesotelioma son muy débiles y escasamente convincentes”.

Incluso Nelson cuestionó el compromiso de Goodman para publicar el trabajo. “Bien sabe Dios lo que lo intento”, dijo.

Goodman siguió declarando en los juicios por mesotelioma y escribiendo artículos en los que exoneraba al amianto. Publicó otra investigación financiada por la Industria, en 2013, diciendo que la forma más común del amianto, el crisotilo (amianto blanco), no era responsable de tasas más altas de mesotelioma y cáncer de pulmón en los electricistas.

Esto se ha convertido ya en el estándar por parte de la defensa en los casos de amianto. Sin embargo, es algo rechazado por la mayor parte de la comunidad científica. En 2012, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, que forma parte de la Organización Mundial de la Salud, llegó a la conclusión de que todas las formas de amianto causan mesotelioma. Ese mismo año, una coalición de nueve organizaciones epidemiológicas emitieron un comunicado conjunto solicitando la prohibición mundial del amianto.

Numerosas organizaciones científicas internacionales y nacionales, a través de un proceso imparcial y riguroso de deliberación y evaluación, han llegado a la conclusión de que todas las formas de amianto son capaces de inducir mesotelioma, cáncer de pulmón, asbestosis y otras enfermedades”, decía el comunicado.

En ese momento, Goodman pertenecía al Consejo de Administración de una de las organizaciones, el Colegio Americano de Epidemiología, que apoyó esta declaración. Estuvo intentando que no se emitiese dicha declaración. Después de revisar un proyecto, Goodman escribió:

No creo que este documento refleje con precisión los actuales conocimientos científicos. Antes de continuar, quisiera decir que estoy involucrada en litigios relacionados con el amianto. Si bien entiendo que algunos pueden pensar que mi posición personal es parcial, siento que estoy más cerca y más familiarizada con los estudios científicos que actualmente se hacen”.

Goodman continuó argumentando que hay una dosis segura de amianto.

Sin embargo, estaba en minoría con respecto a sus colegas. Pero tuvo que rendirse ante la aprobación de la declaración por parte de 227 organizaciones de salud pública y expertos.

Al año siguiente, citando otros estudios de la Industria, Goodman volvió a afirmar en Regulatory Toxicology and Pharmacology  que existe una dosis segura de amianto blanco. En el mismo artículo, que contradice el trabajo que hizo para Evan Nelson, escribió que “fumar no se ha asociado con el mesotelioma”.

El abogado de Pam Collins dijo que los consultores de la industria del amianto dirán cualquier cosa para eximir de culpa al amianto.

¿Por qué estas empresas dedican tanto dinero en investigaciones que se publicarán en revistas científicas y médicas años o incluso décadas después de que dejen de producir un producto?, se hizo esta pregunta retórica Acton. “¿Su propósito real es el de que avance la Medicina? ¿Realmente quieren hacer frente a un problema de salud pública? No, su propósito es el de ganar pleitos. Es decir, la Ciencia puesta a la venta”.

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Procedencia del artículo:

https://www.publicintegrity.org/2016/02/08/19223/meet-rented-white-coats-who-defend-toxic-chemicals

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