Por Vandana Shiva, 8 de octubre de 2014
El conflicto entre el libre comercio y el derecho a la alimentación salió a relucir de nuevo en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en septiembre,cuando la India no cedió en su postura de buscar una solución permanente sobre la seguridad alimentaria antes de firmar el Trade Facilitation Agreement (TFA).
El TFA está diseñado para facilitar aún más el libre comercio, socavando la seguridad alimentaria en la India. Estados Unidos desafió a la India en la reunión Ministerial de la OMC celebrada en Bali en 2013 diciendo que la Ley de Seguridad Alimentaria aprobada por la United Progressive Alliance (UPA) podía aumentar las subvenciones a la alimentación en la India por encima de los niveles permitidos por la OMC.
Las normas permiten unas ayudas de un 10% sobre el valor de los productos agrícolas. Curiosamente, el año base para la India se ha fijado en el periodo 1986-1988. India, con razón, exige que esta fecha pueda cambiar para así reflejar la realidad de los precios de los alimentos en la actualidad. Esta doble rasero que emplea la OMC queda bien a las claras cuando uno percibe que las subvenciones de la India son de 12 mil millones de dólares para sus 500 millones de agricultores y son consideradas como una “distorsión del comercio”, mientras que los subsidios en Estados Unidos son de 120 mil millones para sus 2 millones de agricultores y no se consideran tal. Las subvenciones en la India son de 25 dólares por agricultor, mientras que las ayudas en Estados Unidos son de 60.000 dólares por agricultor, es decir un 2.400% más elevado que las ayudas en la India. Sin embargo, Estados Unidos amenaza a la India exigiendo que elimine esas ayudas a la pequeña agricultura o marginal.
Estas no son las reglas del comercio, sino las reglas de una manipulación forjada durante la Ronda Uruguay (1986-1994) de negociaciones comerciales que llevaron a la creación de la OMC por parte de las empresas de agronegocios, que desean aprovecharse del gran mercado de alimentos y de la agricultura de la India. El debate de la OMC sobre la agricultura y las subvenciones en realidad lo que pretende es que la India deje de subvencionar a sus agricultores a través de la adquisición por un Precio Mínimo de Sustento (MSP), para así dejar a 1250 millones de indios, incluyendo los 810 millones de agricultores cubiertos por la Ley de Seguridad Alimentaria, en manos de las grandes Corporaciones Multinacionales.
Estados Unidos ha afirmado que la India ha duplicado el Precio Mínimo de Sustento en los últimos 10 años. Pero lo que no se dice es que los costes de producción se han multiplicado por más de 10. A pesar de este precio mínimo, los agricultores no son capaces de recuperar su gastos de producción. En 2011-12, los costes de producción del arroz en el Punjab fueron de `1700 por quintal, mientras que el precio mínimo de sustento fue de `1285. Ese mismo año, los costes de producción del trigo fueron de `1500, mientras que el MSP fue de `1110. En Haryana, los costes de producción de arroz fueron de `1613, mientras que el MSP fue de `1350.
En el Nordeste, los costes de producción se han incrementado en un 53% entre 2008-2009 y 2011-12, mientras que el precio mínimo de sustento sólo lo ha hecho en un 20%. Este saldo negativo se traduce en deudas y las deudas que no se pueden pagar se traducen en suicidios. La deuda se contrae debido a la dependencia hacia las multinacionales que venden semillas y productos químicos muy costosos.
Las normas de la OMC están, de hecho, escritas por la Corporaciones para transformar los bienes públicos en mercancías objeto del comercio internacional y la captura de nuestras economías en su propio beneficio. Monsanto, la mayor empresa mundial en la producción de semillas, escribió los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio de la OMC (ADPIC), lo que abrió las puertas a las patentes de semillas y otras formas de vida. Se viene bloqueando la revisión obligatoria del Artículo 27.3(b) de 1999, por la que los Gobiernos, entre ellos el de la India, solicitan que no haya patentes sobre las formas de vida. Cargill, otro gigante de la producción de semillas, escribió las normas del Acuerdo sobre la Agricultura (AOA) y sería el más beneficiado si la India detiene las ayudas a los pequeños agricultores.
La producción de alimentos es un derecho fundamental, una necesidad básica, sustento de la mayoría de los indios. Las normas que lo rigen deben estar basadas en la sostenibilidad y la justicia, y no deben buscar el simple beneficio de las multinacionales en el comercio de semillas y alimentos.
Es hora de revisar tanto el Acuerdo sobre los ADPIC como el Acuerdo sobre Agricultura de la OMC, ya que están destruyendo la tierra, los medios de vida de nuestros agricultores y negando a los pobres y más vulnerables el derecho a la alimentación. Sólo hay que observar las evidencias: desde la liberalización del comercio forzado por la OMC desde 1995, 300.000 agricultores se han suicidado en la India, debido a la deuda que han contraído por la compra de semillas y costosos productos químicos. Uno de cada cuatro indios pasa hambre, y uno de cada dos niños está malnutrido.
La ingesta media de calorías en las zonas rurales ha disminuido de 2.221 kcal en 1983 a 2.020 kcal en 2009-10; la ingesta de proteínas se ha reducido de 62 gr a 55 gr por día en el mismo período. En las zonas urbanas la ingesta de calorías era de 1946 kcal en 2009-10, descendiendo de las 2.089 kcal de 1983. La ingesta de proteínas se redujo a 53,5 gr de los 57 gr en el mismo período. Estas son consecuencias directas de la reglas de liberalización del comercio, que han transformado el derecho a la alimentación en una mercancía para el comercio y la obtención de beneficios.
Atendiendo a la doble epidemia, suicidios de agricultores y el hambre, es preciso reescribir las reglas del comercio en base a la sostenibilidad y la justicia. La negativa de la India a desmantelar sus sistema de seguridad alimentaria para no beneficiar aún más a las multinacionales, es una oportunidad para redefinir el comercio mundial sobre la base de los derechos de las personas en lugar de la ganancias de las Corporaciones.
La soberanía sobre las semillas es la base de la soberanía alimentaria. Los suicidios de los agricultores están vinculados con el monopolio de las semillas y su alto coste. Las semillas se deben poner de nuevo en manos de los agricultores a través de la creación de bancos de semillas en las aldeas y participar en su mejora para hacer frente al cambio climático.
A nivel internacional, la soberanía sobre las semillas requiere una revisión del Artículo 27.3 (b) de los ADPIC. La soberanía alimentaria implica que los agricultores no se endeuden y sean capaces de obtener unos ingresos dignos y justos. Aunque defendamos el apoyo a los agricultores a través del MSP, es evidente que estos precios mínimos ya no cubren los gastos de producción. El Gobierno tiene congelado el MSP desde 2013-2014. La alternativa es reducir los costes de producción mediante la reducción de la dependencia de los productos químicos y las semillas de las Corporaciones mediante una producción ecológica. Esta es la razón por la que la agricultura ecológica, basada en los principios de la agroecología, se ha convertido en un imperativo para la soberanía alimentaria.
La doctora Vandana Shiva es una física hindú, ecologista y Premio de la Paz 2010 de Sydney.
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Procedencia del artículo:
http://www.commondreams.org/views/2014/10/08/food-farmers-and-wtos-doublespeak
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