Entrevista al Dr. Ávila Vázquez: está aumentando el número de muertes producidas por el glifosato

El glifosato es el plaguicida más utilizado en todo el mundo, tanto en los cultivos de soja como de algodón de Argentina. Según el pediatra Ávila Vázquez, está causando más cánceres, abortos involuntarios y defectos de nacimiento.

Por Gero Rueter, 15 de abril de 2016

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Deutsche Welle (DW): ¿Cuál es su experiencia con el herbicida glifosato, particularmente en lo que se refiere a Argentina?

Dr. Ávila Vázquez (AV): Se puede ver con claridad un aumento de personas enfermas y la aparición de nuevas enfermedades, todo ello debido al glifosato. Muchas de ellas padecen cáncer, sobre todo de pulmón, de mama y de colon. Hemos analizado esta relación en varios estudios.

La gente que vive en las zonas rurales padece hasta tres veces más cánceres que antes, siendo el cáncer la principal causa de muerte en algunas zonas donde se cultiva la soja. Por ejemplo, en la pequeña localidad de Monte Maíz, en 2014 se produjeron 35 casos de cáncer. Según el Ministerio de Salud sólo se habrían producido 11 casos, pero nosotros encontramos otros 24 casos adicionales.

DW: Los niños y los aún no nacidos se ven particularmente afectados por las toxinas ambientales ¿Cuál es su análisis de esta situación?

AV: Alrededor de 12 millones de argentinos viven en las regiones donde se cultiva la soja. Viven en pueblos rodeados de campos de soja, en los que se fumiga glifosato. Son los llamados pueblos fumigados. En esos lugares, hemos observado que el número de abortos involuntarios ha aumentado considerablemente. En términos generales, la tasa de abortos involuntarios en los seres humanos y los animales es del 2%, pero en estos lugares la tasa de aborto se sitúa entre el 5% y el 6%.

Además, el número de defectos de nacimiento en esos lugares también se ha incrementado mucho. En la provincia de Chaco, donde se cultiva la soja, se ha encontrado que el número de casos de defectos de nacimientos se ha cuadruplicado entre 1997 y 2008. Durante ese mismo período de tiempo, el cultivo de soja se multiplicado por siete. Yo trabajo en una clínica pediátrica, y veo muchos niños que mueren.

DW: ¿Y cuál es la respuesta política?

AV: El problema es que los políticos protegen el comercio de la soja y el glifosato. Obtienen muchas ganancias con los cultivos de soja y el Estado recibe cuantiosos ingresos por los impuestos. El Gobierno resta importancia a estos problemas de salud, y trata de ocultarlos. Pero cada vez le resulta más difícil, ya que el problema sigue aumentando.

DW: ¿Qué problemas se pueden presentar en un futuro?

AV: Este tipo de agricultura tiene unos enormes costes en términos de salud, que sin embargo no pagan aquellos que contaminan. Eso supone un problema. Por otra parte, vemos que los alimentos están contaminados por el glifosato, superando los límites legales permitidos.

Incluso el algodón contiene grandes cantidades de glifosato, encontrando residuos de glifosato en los tampones y apósitos estériles. Esto es muy peligroso, porque el glifosato es cancerígeno.

DW: ¿Cuáles son las alternativas?

AV: La agricultura tiene que estar libre de productos tóxicos. Tanto nuestros hijos, como vecinos y conciudadanos deben consumir unos alimentos sanos, no contaminados. Por esta razón, el glifosato debe ser prohibido. Una agricultura con menor cantidad de estos productos es posible, aunque quizás requiera de más cuidados y atención.

DW: ¿En qué dirección cree usted que va a ir el debate sobre el glifosato en Argentina?

AV: Hay un fuerte movimiento que rechaza la fumigaciones con glifosato. Algunos pueblos han prohibido las fumigaciones en su región, y levantan obstáculos para que los equipos de fumigación no entren en los pueblos.

Se trata de un conflicto entre el pueblo y las grandes empresas agroindustriales como Monsanto, Syngenta y Bayer. Los ciudadanos solicitan una protección por parte del Estado. Se trata también de un conflicto entre el derecho humano a la salud y la agroindustria, que quiere hacer dinero de manera rápida.

Hasta ahora, los Gobiernos de América del Sur y de la Unión Europea vienen protegiendo los intereses comerciales. Pero los Gobiernos deberían actuar. Una sociedad con una buena reputación debiera proteger los derechos humanos y no sólo los intereses del Capital.

Medardo_avila El Dr. Medardo Ávila Vázquez trabaja en un hospital de Córdoba, Argentina. Es farmacólogo y especialista en Pediatría, y está llevando a cabo una investigación epidemiológica sobre los efectos de los plaguicidas sobre la salud. Pertenece a la Red de Médicos de Pueblos Fumigados de Argentina.

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