Recordando al profesor Carrasco: Andrés Carrasco vs. Monsanto

GMWatch, 4 de octubre de 2014

Andres_CarrascoEl profesor Andrés Carrasco tuvo enemigos muy poderosos, pero también muchos amigos en un país que depende en gran medida de la soja transgénica.

A continuación mostramos el homenaje que le han rendido en un medio de comunicación de Venezuela. después de su muerte el pasado mes de mayo. La prensa corporativa argentina ha mantenido silencio sobre su muerte y su trayectoria, por las razones que se explican en el artículo.

Las investigaciones de Andrés Carrasco han sido fundamentales para que el mundo conociese los terribles daños que en la salud de las personas causa la fumigación de Roundup en los cultivos transgénicos.

Extracto: Las autoridades han estado rechazando de forma repetida las denunciadas presentadas, considerándolas como meras expresiones de paranoia o de exageraciones. Como los principales medios de comunicación, periódicos y canales de televisión, son parte interesada en el comercio agrícola, también les ha ignorado.

Andrés Carrasco tenía un gran sentido de la responsabilidad ética ante la sociedad: el papel del científico debiera ser el de trabajar por el bienestar general. Fue un feroz crítico de la idea de que la Ciencia debe estar al servicio de las empresas o del crecimiento económico per se.

Andres Carrasco vs. Monsanto

por Ezequiel Adamovsky

Telesur (Venezuela), 1 de octubre 2014

El profesor Andrés Carrasco se ganó muchos enemigos en un país que depende en gran medida de la agricultura, en su mayoría dominada por los cultivos transgénicos, ocupando la soja el primer lugar.

Cuando el profesor Andrés Carrasco murió el pasado mes de mayo, a los 67 años de edad, el Washington Post, publicó un artículo titulado “Muere el científico argentino que desafió a Monsanto”. Otros periodistas estadounidenses y de todo el mundo, desde el Times de la India a La Jornada de México, y docenas de sitios web (incluyendo Fox News y Salon), publicaron artículos similares. Hasta hace unos años, Andrés Carrasco, biólogo molecular de la Universidad de Buenos Aires y expresidente del Consejo Científico de Argentina (CONICET), era conocido únicamente entre los expertos en desarrollo embrionario, su campo de investigación. Pero a partir del año 2009 ganó notoriedad mundial por su estudio de los efectos del glifosato, uno de los herbicidas más utilizados en el mundo, y que comercializa Monsanto. Las investigaciones de Carrasco han demostrado que cantidades mínimas de glifosato pueden causar daños neurológicos en los embriones de rana, lo que sugiere muchos de los defectos de nacimiento que se han detectado en las comunidades agrícolas de Argentina. No en vano, sus descubrimientos se convirtieron en un grave problema de relaciones públicas con Monsanto, cada vez más preocupada por el aumento de las evidencias científicas que apuntan en esa dirección.

Contrariamente a la atención internacional, los lectores del periódico de Argentina más leído, Clarín, ni siquiera les informó de la muerte de Carrasco, que hasta el día de hoy no ha dicho nada sobre este asunto. La Nación, el segundo diario más leído en Argentina, sólo publicó un breve obituario cuatro días después del fallecimiento. La mitad de este texto se emplea en desacreditar las conclusiones de Carrasco, una cosa bastante extraña cuando se trata de un obituario. Ambos periódicos pertenecen a empresas con vínculos directos con los agronegocios y tratan de forma reiterada en desacreditar toda información crítica y opiniones relacionadas con las actividades de Monsanto en Argentina. De hecho, el profesor Andrés Carrasco se ganó muchos enemigos en un país que depende en gran medida de la agricultura, en su mayoría dominada por los cultivos transgénicos, entre ellos la soja ocupando el primer lugar.

La primera variedad de soja transgénica tolerante al glifosato (Roundup) fue aprobada por el Estado argentino en 1996 durante el segundo mandato del neoliberal Carlos Menem. El proceso de aprobación fue sorprendentemente rápido: los únicos estudios de toxicidad que se consultaron fueron los aportados por Monsanto. Desde entonces, la proporción de tierra agrícola argentina que va siendo ocupada por la soja transgénica creció de forma espectacular, hasta alcanzar el máximo hoy en día, que se estima en torno al 50%. Como todos estos cultivos requieren de fumigaciones con glifosato, sus efectos tóxicos se hicieron cada vez más evidentes. Al cabo de unos años, las comunidades rurales empezaron a notar un aumento de casos de malformaciones, generalmente raras, y de casos de cáncer, enfermedades neuronales y respiratorias. Pero su voz no se oía: como una gran parte de los ingresos del Estado provienen de los impuestos sobre las exportaciones agrícolas, de la soja en particular, ninguno de los posteriores presidentes hizo mucho por analizar seriamente la situación, mientras que los gobernadores y alcaldes de todas las tendencias políticas no están particularmente interesados en desafiar el poder de los agricultores y empresas que pagan impuestos. La actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, se ha convertido en una de las mayores fans de Monsanto, una Corporación que menciona en sus discursos de una forma amistosa, como un inversor que trae ingresos y tecnología. Así que las denuncias de las personas corrientes siguen siendo desechadas por las autoridades: meras expresiones de paranoia o exageraciones ambientalistas.

Andrés Carrasco tenía un gran sentido de la responsabilidad ética ante la sociedad: el papel del científico debiera ser el de trabajar por el bienestar general. Fue un feroz crítico de la idea de que la Ciencia debe estar al servicio de las empresas o del crecimiento económico per se. Dándose cuenta de las preocupaciones de las comunidades rurales, decidió centrar sus investigaciones sobre los posibles efectos del glifosato en la salud humana, utilizando para ello embriones de rana. Al descubrir los efectos teratogénicos, dio a conocer estos resultados: se puso en contacto con Darío Aranda, uno de los pocos periodistas que estaban prestando atención a las comunidades rurales, y en abril de 2009 alcanza la primera plana del diario Página 12, el principal periódico progresista de Argentina. Su anterior vida tranquila de científico cambió para siempre. De inmediato abogados de CASAFE (una asociación que reúne a las principales corporaciones de agroquímicos, incluyendo a Monsanto) asaltaron literalmente su laboratorio en busca de documentos y pruebas de investigación. Pero siendo un hombre valiente y de fuerte temperamento, logró echarlos con rapidez. Después vinieron las amenazas anónimas y las intimidaciones por teléfono, Pero lo peor de todo fueron los ataques a su integridad y a su reputación como científico. Nada menos que el Ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, declaró públicamente que las investigaciones de Carrasco no merecían ninguna credibilidad. Por otro lado, el Ministro envió un correo electrónico privado a la Comisión Nacional de Ética en Ciencia y Tecnología, sugiriendo que debían evaluar el comportamiento de Carrasco por razones éticas. Pero al filtrarse el correo a la prensa, el Comité dio marcha atrás. Carrasco se defendió diciendo que el argumento del supuesto incumplimiento ético, es decir, la divulgación de información científica antes de ser publicada en una revista académica seria, no era válido, ya que el suyo fue un acto ético. La importancia del descubrimiento requería de medidas urgentes: no cabía esperar el largo proceso de publicación académica. Poco después anunció que su investigación estaba bajo consideración de una reconocida revista internacional ( no mentía, ya que se publicó en la revista estadounidense revisada por pares Chemical Research in Toxicology) Los funcionarios estatales argentinos no fueron sus mayores enemigos. Gracias a Wikileaks, Andrés Carrasco se enteró de que la Embajada de Estados Unidos en Argentina también había ejercido presiones contra él. Otras formas de hostigamiento continuaron durante los dos años posteriores. En agosto de 2010, casi fue linchado por una turba de hombres de negocios y políticos locales cuando iba a dar una charla en la provincia de Chaco. El último insulto le llegó en 2013, cuando la junta del CONICET declinó su petición de ocupar la categoría más alta dentro del sistema público de investigación ( algo para lo que tenía sobradas cualificaciones).

Sin embargo, Carrasco también hizo muchos amigos durante estos años. Desde 2009, los movimientos sociales, organizaciones campesinas, asociaciones de vecinos fumigados, los indígenas expulsados de sus tierras debido a la expansión de la Agroindustria, activistas y científicos afines, estudiantes y periodistas, se interesaron por su trabajo. Fue invitado a docenas de Universidades y dio multitud de conferencias científicas para presentar sus hallazgos, tanto en Argentina como en el extranjero; pero también lo hizo en escuelas rurales y en asambleas de vecinos de todo el país. Aprovechó cada oportunidad que le dieron para advertir a la gente de los efectos del glifosato, incluso cuando su salud empeoró. De ser un científico apenas conocido, en pocos años de convirtió en un figura pública, para muchos en un héroe.

El pasado mes de junio, la Escuela de Medicina de la Universidad de Rosario ( la tercera ciudad más grande de Argentina) estableció el día 16 de junio, el día del cumpleaños de Carrasco, como el Día de la Ciencia Digna (Día de la Dignidad en la Ciencia), para así celebrar el papel del conocimiento y los servicios prestados por los científicos a la comunidad ( no sólo el servicio de obtener ganancias). Otras Universidades argentinas ya han acordado conmemorar también ese día. Teniendo en cuenta que las Universidades y los científicos de todo el mundo están bajo presión para convertirse en un mecanismo de las empresas, que proporcionan una investigación barata, sería una gran oportunidad que en todo el mundo se conmemorase tal día: el Día de la Dignidad en la Ciencia.

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Procedencia del artículo:

http://www.telesurtv.net/english/opinion/Andres-Carrasco-vs-Monsanto-20141001-0090.html

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Un pequeño homenaje de todos los estudiantes y docentes que formamos parte de la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la UBA. Serás un eterno referente para aquellos que creemos que un cambio es posible y necesario!!!!
Queremos recordarte con alegría y por eso elegimos una Canción de Canario Luna y Tabare Cardozo » El tiempo me enseñó»

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