Investigadores estadounidenses culpan a los rusos de la publicación de las informaciones en contra de los transgénicos

Por Claire Robinson, 27 de febrero de 2018

GMWatch

Investigadores de la Universidad Estatal de Iowa afirman que Rusia está financiando artículos en contra de los transgénicos para dañar la agricultura de los Estados Unidos.

Parece que los rusos son los culpables de todo lo malo que sucede en Occidente, desde las bajas temperaturas en el Reino Unido hasta la elección de Donald Trump en los Estados Unidos, así que sólo era cuestión de tiempo de que también fueran acusados de intentar convencer a los ciudadanos estadounidenses y ponerlos en contra de los transgénicos.

Cómo se informó en un periódico local, el Des Moines Register, dos investigadores de la Universidad Estatal de Iowa (ISU) han publicado una investigación que mostraría que Rusia está financiando a algunos medios que “cuestionan la seguridad de los transgénicos en un esfuerzo de dañar los intereses agrícolas de los Estados Unidos y reforzar su alternativa ecológica a la comida modificada genéticamente”.

Shawn Dorius, profesor asistente de sociología de la Universidad Estatal de Iowa, dijo que poner a los Estados Unidos o al mundo en contra de los transgénicos “tendría un claro efecto negativo en la Industria de los Estados Unidos y podría beneficiar a Rusia”.

Tenemos una deuda de gratitud con Dorius y su coautora, Carolyn Lawrence-Dill, profesora asociada en el Departamento de Genética, Desarrollo y Biología Molecular de la ISU, por demostrar que en buena medida las informaciones negativas sobre los alimentos transgénicos provienen de Rusia, que como nos recuerda Des Moines Register es un “país excomunista”.

Por supuesto, los rusos también podrían decir que la Universidad Estatal de Iowa tiene un largo historial de aceptar financiación de las grandes empresas de Agronegocios y que incluso tiene representantes en las grandes Corporaciones como Monsanto o Pioneer.

Pero es un alivio saber que los artículos que se ceban con los cultivos transgénicos no tienen nada que ver con cuestiones como el colapso agrícola provocado por el herbicida dicamba que se expande de los campos de soja transgénica tolerante a dicamba y daña millones de hectáreas de los cultivos vecinos.

Tampoco tienen nada que ver con el colapso de los principales rasgos de los cultivos transgénicos: tolerancia a los herbicidas y toxinas insecticidas Bt, frente a malezas y plantas resistentes.

Tampoco estamos contentos de saber que se debe a esos artículos que la Industria Biotecnológica contamine con sus productos, mal probados y llenos de pesticidas, los suministros alimentarios mundiales. Y ponga “sin etiquetar” en el caso de los Estados Unidos, donde la Industria ha gastado millones de dólares en la lucha contra el etiquetado que los ciudadanos supieran que alimentos son transgénicos y cuáles no.

Tampoco está relacionado con la Industria la falta de reglamentación para tomar en consideración los hallazgos de daños producidos en animales de laboratorio y de granja alimentados con cultivos transgénicos. O los intentos de la Industria Biotecnológica y sus aliados de manchar la reputación de los científicos cuyo trabajo descubre daños y riesgos relacionados con los alimentos transgénicos y sus plaguicidas asociados.

Gracias a los profesores de la ISU y al Des Moines Register, ahora sabemos que estos artículos que promueven dudas no son más que invenciones motivadas por el infame egoísmo del viejo enemigo estadounidense de la Guerra Fría, que tiene un malvado plan para forrarse los bolsillos a través de la venta de alternativas “ecológicamente limpias” a los transgénicos, mientras que en el proceso fomenta la división entre el pueblo estadounidense.

¿Por qué ahora?

Según Sustainable Pulse, la publicación de esta investigación “parece haberse coordinado cuidadosamente para coincidir con la revisión del regulador antimonopolio de Rusia de la megafusión Monsanto-Bayer por un valor de 64 mil millones de dólares, que según se informa no está yendo nada bien para las dos empresas”.

A principios de febrero, Reuters informó que Bayer había llevado al regulador antimonopolio de Rusia ante los Tribunales por la investigación sobre la fusión entre Monsanto y Bayer. Un portavoz de Bayer dijo que la empresa alemana solicitó a la Corte de Rusia que se le diera más tiempo para discutir las demandas presentadas por la Agencia de Regulación sobre el acuerdo, que de llevarse a cabo formaría la mayor empresa de semillas y pesticidas del mundo.

Sustainable Pulse comentó: “El Servicio Federal Antimonopolio (FAS) de Rusia aún no ha emitido una resolución sobre al adquisición, pero es casi seguro que no permitirá que la fusión continúe en la forma que les gustaría a Bayer y Monsanto, lo que supondría un duro golpe para ambas empresas, ya que Bayer es un fuerza en crecimiento en Rusia”. Por lo tanto, es preciso tener un chivo expiatorio a quien echar la culpa, no sólo por toda la controversia en torno a los transgénicos, sino de cualquier resistencia a esta gigantesca fusión de dos Corporaciones de la Agricultura Industrial.

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