¿Podría ser Australia Occidental el campo de pruebas para la aplicación de la Genética Dirigida?

Por Katherine Wilson, 24 de febrero de 2018

smh.com.au

La utilización de la genética dirigida podría acabar con la plaga de ratones de un solo golpe, dice el títular de  The Conversation en 2017. Foto: Supplied

Louise Sales, coordinadora de las campañas de Amigos de la Tierra, alquiló un despacho en la parte trasera de un edificio de ladrillos en Hobart. Estando allí recibió un correo electrónico para localizar un gran número de documentos digitales (1200 correos electrónicos, contratos y actas de reuniones).

Me quedé conmocionada”, dijo Sales, bióloga, con un máster en biodiversidad y conservación. “Y luego indignada: ya había empezado a oler a podrido”.

Unos meses antes, un artículo en The Conversation describía las nuevas tecnologías genéticas que, decía, ofrecen “una forma humana y selectiva de eliminar especies exóticas que provocan plagas, como los ratones… Los conservacionistas estarán, y es algo comprensible, emocionados”.

Los documentos mostraban que los científicos de la CSIRO (Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation) estaban siendo financiados por la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación de Defensa (DARPA), una rama del ejército estadounidense, para desarrollar ratones mediante ingeniería genética en sus laboratorios de Geelong, descritos en un informe de 2017 como “instalaciones de bioseguridad en el empleo de ratones”.

El Informe estaba firmado por la CSIRO, la Universidad de Adelaida, el Departamento de Conservación de Australia Occidental y sus asociados de Estados Unidos, para formar un grupo llamado Genetic Biocontrol of Invasive Roents (GBIRd), que recibía financiación por parte de DARPA, “en torno a 6,4 millones de dólares repartidos de manera casi uniforme” entre los participantes.

Un correo electrónico hablaba de un viaje “de gran éxito” de CSIRO a Washington, “difundiendo las tecnologías de genética dirigida en varias agencias gubernamentales”. El GBIRd gestionó la financiación “que requerirá de un avance agresivo de la genética dirigida en ratones”.

CSIRO ha confirmado a Fairfax que recibió la primera fase de la financiación de “aproximadamente 280.000 dólares”.

Este asunto es uno de los más feroces debates que enfrentan a los conservacionistas, de si estas tecnologías genéticas sirven avanzar en la causa que todos ellos defienden.

La genética dirigida es un controvertido proceso que implica al ADN que puede interferir en las leyes naturales de la herencia. Es un proceso que altera los rasgos genéticos en sucesivas generaciones.

Hola Margaret:
Acabo de regresar de una estancia de una semana en Washington, con mucho éxito, en la que he difundido las tecnologías de la genética dirigida en roedores a varios gobiernos y partes interesadas (por favor, mantenga esta información confidencial por ahora).
Algunos miembros clave del equipo de colaboración visitarán Australia en el mes de mayo, y ¿sería posible llevarlos a los probables objetivos insulares de Australia Occidental, si es que todavía estás interesada? Si es así, ¿tienes tiempo para una rápida reunión? (Correspondencia de CSIRO sobre la tecnología de genética dirigida en roedores en Washington. Obtenido por Edward Hammond/ Third World Network bajo las leyes de acceso a la información).

Los científicos de GBIRd están presionando a los organismos reguladores para que les permitan diseñar “una inversión del sexo en los ratones” para “eliminar los ratones domésticos invasores de los ecosistemas de la isla”.

Teóricamente, los ratones liberados producirían sólo descendencia masculina, lo que finalmente garantizaría el colapso de la población. Siendo algo incontrolable, esto podría condenar a los ratones domésticos a la extinción. “Uno de los lugares propuestos para la liberación es la isla de Boullanger, un destino turístico a sólo un kilómetro del continente australiano”, dijo Sales. “No hay forma de restringir la liberación de ratones transgénicos a este espacio en concreto”.

El impacto ecológico “podría ser catastrófico”, agregó.

Un portavoz de CSIRO dijo: “CSIRO lidera la evaluación de riesgos ambientales, sanitarios y sociales… para prevenir la extinción de especies nativas en las islas amenazadas por las plagas de ratas y ratones”.

Uno de los asociados de GBIRd es el ingeniero del genoma del CSIRO Mark Tizard, que trabaja en el Laboratorio Australiano de Salud Animal (AAHL, por sus siglas en inglés) de Geelong, una fortaleza de hormigón construida a la medida “para ayudar a proteger las multimillonarias industrias ganadera y acuícola de Australia”.

Allí, Tizard ha explorado el potencial de CRISPR, una herramienta de edición de genes con la que, dice, es posible eliminar los genes de toxicidad de los sapos de caña, determinar el sexo de los pollos o del ganado sin cuernos. CRISPR ha sido descrita en la publicidad de un reciente foro celebrado en Melbourne como el haber provocado “una tormenta en la comunidad científica”, según el sitio web de noticias tecnológicas The Verge.

Jennifer Doudna, una de las figuras clave propietaria de la tecnología CRISPR, habló en ese foro en el Centro de Convenciones de Melbourne a principios de este mes.

Describió la investigación para “desarrollar cerdos que serán en principio los mejores donantes de órganos… más parecidos a los humanos” y los peligros de usar CRISPR “para la eugenesia”. También se habla de utilizar la genética dirigida (un proceso facilitado por CRISPR) para eliminar a los gatos callejeros y provocar la extinción de los mosquitos portadores del paludismo.

“La belleza de la genética dirigida es su especificidad a la especie que va dirigida”, dijo Tizard a una audiencia en la Conferencia Australasian Vertebrate Pest Conference en Canberra. “Nos permite colocar un gen que se propagará en una especie que provoca plagas”.

Esto ofrece una alternativa a los cebos para ratones que se han colocado en las islas, que han matando a otras especies no objetivo.

Sin embargo, esta investigación en el campo de la genética tiene potenciales usos agrícolas, militares e industriales: armas biológicas, control de plagas y desarrollo de animales de cría modificados genéticamente.

En un correo electrónico obtenido por la Red del Tercer Mundo, el microbiólogo Royden Saah sugiere “encuadrar esta tecnología” como “una forma de preservar la biodiversidad de las islas”, mencionando “ligeras futuras aplicaciones “.

Pero DARPA “no se ha mostrado tímida en su interés por esta tecnología de manejo de los genes, y no precisamente en asuntos relacionados con la conservación”, informaba la revista Gizmodo.

DARPA es franca en señalar las “múltiples capacidades” de esta investigación, pero dice que su interés es más por motivos de defensa que de ataque: “bioseguridad y herramientas relacionadas con la bioseguridad”.

A lo largo de su historia, DARPA ha estado asociada con la Corporación Agrícola Monsanto para desarrollar productos que van desde armas químicas (incluyendo el Agente Naranja) hasta abejas robóticas. La propia DARPA comenzó como un equipo durante la Guerra Fría, concebido por el químico industrial Charles Thomas, Presidente y Director General de Monsanto.

El biólogo microbiano del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) Kevin Esvelt, que fue pionero en la genética dirigida, dijo que defender esta tecnología para la erradicación de especies fue “un vergonzoso error”. “¿Por qué confiar en los científicos?”, preguntó en el foro de Melbourne, “¿por qué trabajar con esta tecnología en secreto?”.

Sales cree que CSIRO y GBIRd se están desarrollando en secreto. “CSIRO y sus socios de GBIRd ya están desarrollando la genética dirigida en ratones y han seleccionado potenciales islas para su aplicación. Todo ello sin una discusión pública”.

En el mes de mayo, según un correo electrónico obtenido por la Red del Tercer Mundo, DARPA le pidió a GBIRd que “continuara la cooperación para retrasar la participación de los medios de comunicación… por favor, deniegue cortésmente las consultas de los medios de comunicación y remítalos al portavoz de Asuntos Públicos de DARPA”.

Poco antes de redactar este artículo, un portavoz de CSIRO dijo que “no era apropiado que comentásemos este asunto” y envió por correo electrónico una declaración de GBIRd en la que decía que era “importante ver todo esto en un contexto más amplio”.

“En el caso de los ratones de la isla, si no es factible utilizar los métodos tradicionales, como el uso de cebos envenenados, ¿estamos dispuestos a que se extingan las aves marinas?”, preguntó.

Una batalla de valores

En un lugar ajeno al desarrollo del Foro de Melbourne sobre genética dirigida, Sales repartió folletos advirtiendo que Australia podría convertirse en el primer país en permitir la liberación de organismos sintéticos. Dijo que esto representa “serias amenazas potencialmente irreversibles para la biodiversidad” y amenazas a “la soberanía nacional, la paz y la seguridad alimentaria”. Los estudios de Esvelt descubrieron que “las tecnologías de genética dirigida basadas en CRISPR probablemente sean muy invasivas en las poblaciones silvestres” y podrían devastar los ecosistemas.

Tizard estuvo de acuerdo con Sales, la cual enume4ró otras formas distintas a la modificación genética para combatir a las especies invasoras y la malaria. Explicó que tanto él como Sales llevan el medio ambiente en el corazón.

Es motivo de preocupación la preservación de la biodiversidad en Australia, donde más de 1800 especies y sistemas nativos están en peligro de extinción. Nuestro sistema de conservación es una “desgracia nacional” y está “en crisis”, según los científicos, que acusan al gobierno federal de “negligencia”. El informe más reciente sobre la Situación del Medio Ambiente concluyó que son necesarios con urgencia unos nuevos enfoques.

Pero hay una amplia variedad de valores que deben conservarse. En la última década, las intervenciones de poderosos grupos de presión, incluyendo los “ecomodernistas”, han logrado que retrocedan los avances científicos relacionados con la conservación, como se decía en un manifiesto en Nature: “en batallas vitriólicas y personal en las universidades, conferencias académicas, centros de investigación, organizaciones de conservación e incluso los medios…”. La carta estaba firmada por 240 científicos del campo de la conservación.

El conflicto proviene en gran parte del desafío que supone la invasión de hábitats. Muchos ecomodernistas provienen de campos ajenos a la conservación (entre los firmantes del manifiesto se encuentran economistas e ingenieros genéticos) y creen que los mecanismos del mercado y las “poderosas tecnologías, como la energía nuclear y la ingeniería genética en las plantas” podrían ayudar a los seres humanos a “aumentar su nivel de vida y mejorar el medio ambiente”. Un destacado ecomodernistas, el ex Ministro de Medio Ambiente del Reino Unido, Owen Paterson, argumentó que los humanos pueden “desligarse de su dependencia del medio natural”. Por el contrario, los conservacionistas “ecocentristas” tradicionales consideran a los seres humanos como parte de un ecosistema global, no como algo ajeno a él. Sales respondió al argumento de Paterson citando a Einstein: “No podemos resolver nuestros problemas con los mismos pensamientos que los creó”.

En 2010, el Convenio de la ONU sobre Diversidad Biológica (CDB) observó el inicio de una campaña bien financiada para modificar el papel de la Biología Sintética, pasando de ser vista como una herramienta industrial a una herramienta de conservación. Un grupo de 111 ONG (posteriormente 170) respondiendo solicitando una moratoria sobre la Biología Sintética, describiéndola como “una forma extrema de Ingeniería Genética”.

Otros 200 científicos emitieron una declaración que decía: “Ese consenso del que se habla sobre la seguridad de los organismos modificados genéticamente no es tal”.

Destacados científicos como David Suzuki y Vandana Shiva apoyaron esta moratoria, incluso cuando aparecieron ONG que hablaban del “rescate genético” [es una práctica científica que pretende devolver a la vida algunos de los animales que se extinguieron años atrás], con conferencias, reuniones estratégicas y foros encargados de formular las políticas conservacionistas.

Jim Thomas codirige el grupo conservacionista ETC group, que publicó los documentos obtenidos por Third World Network.

Recuerda haber asistido a uno de estos primeros eventos de “rescate genético”, “una reunión de lujo en Cambridge”. En ese momento dijo: “A pesar de que corría la bebida y la música ambiental, el cortejo no necesariamente transcurría sin problemas”.

Los organizadores de este evento biotecnológico se comportaron como “casementeros persistentes que volvían de manera obstinada a la pregunta de qué proyecto, esquema o técnica útil podrían los dos lados aceptar conjuntamente”.

También en la reunión de Cambridge estuvo Jon Hoekstra, que por entonces era científico en jefe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que la recuerda de una manera muy diferente.

La reunión fue “una de las primeras veces en que expertos en bioingeniería y ciencia de la conservación se reuniían… para explorar cómo estas áreas de investigación previamente separadas podían trabajar de manera conjunta”, dijo. Su reacción inicial fue “una mezcla de curiosidad y cautela”, pero se sintió atraído porque “el conjunto de herramientas actuales para la conservación no está a la altura, del ritmo, la escala y el alcance de la crisis”.

Se convenció de que la genética dirigida “podría darnos una oportunidad para salvar a especies en extinción”.

Gestión del mensaje

Hoekstra se encuentra formando parte del panel Island Conservation, un equipo que pretende exterminar a los roedores que han invadido las islas. Thomas dice que la idea de GBIRd surgió en un taller celebrado en California en 2015, con publicidad dirigida por el director de comunicaciones de Island Conservation, Heath Packard.

Los archivos obtenidos mediante la Ley de Libertad de Información (FOIA) por la Red del Tercer Mundo contienen los correos electrónicos de Packard. En primer lugar, le pide a GBIRd que “firme y supervise la actividad” de un grupo de ciencias genéticas “dominado por gente orientada hacia la conservación”. Advierte contra los detractores y escépticos que hay entre ellos: “Tenga cuidado, hay algunos periodistas vigilando la situación”.

Nombra a asesores del Foro sobre Biología Sintética del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB) y recluta a otros miembros del GBIRd. Tizard participa en el Foro de las Naciones Unidas, argumentando en contra de una “regulación rigurosa”, alegando que los ensayos de laboratorio pueden evaluar “vías plausibles que pudieran provocar un daño” antes de la liberación de organismos sintéticos.

Packard advierte sobre “los detractores que intentan fomentar el miedo y la desinformación para reforzar sus objetivos de campaña y establecer moratorias de investigación en entornos políticos globales, como el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”. “Estamos ansiosos por ver una visión positiva de esta noticia que no apoye sus opiniones”.

Ofrece “apoyo en el caso de ser atacados en los medios [sic] por aquellos detractores preocupados por el “color” de la financiación de DARPA”. En otro lugar de los documentos, Emerging Ag, una empresa de relaciones públicas de Biotecnología, coordina la “lucha contra los defensores de una moratoria de la genética dirigida”, reclutando a científicos y responsables para los paneles de expertos de la ONU.

En mayo pasado, Todd Kuiken de GBIRd expresó su preocupación sobre DARPA, “que pretende llevar el campo de la Biología Sintética hacia aplicaciones militares”.

En julio, Packard instruyó al grupo para atacar a Kuiken con un “alcance específico” y “recordarle que está en el equipo de GBIRd, a pesar de sus opiniones personales sobre DARPA”. Envió un correo electrónico a Kuiken diciéndole que “amolde sus mensajes” y “evite criticar a GBIRd y su relación con DARPA”.

En otra parte, Kuiken confiesa sentirse “en conflicto” sobre el posible uso dual de las tecnologías, preguntando: “Qué podría significar en términos de tratados internacionales?”. (La convención Enmod de la ONU prohíbe el “uso militar o cualquier uso hostil de la técnicas de modificación ambiental”).

Ciencia y aprobación social

CSIRO ha asignado 3,5 millones de dólares para “investigación comunitaria relacionada con la biología sintética” para asegurarse la “aprobación social” de sus ambiciones en el terreno de la genética dirigida. Sales cree que en realidad se trata de “un ejercicio de marketing repleto de cinismo sobre una tecnología que ya han decidido usar. CSIRO no tiene ningún interés en un verdadero debate social”.

Un portavoz de CSIRO dijo: Como Agencia de Investigación Nacional de Australia, es necesario que CSIRO entienda que supone un beneficio para la nación, contribuyendo a la investigación en la tecnología genética, que está creciendo a nivel mundial”.

La Oficina de Regulación de Tecnología Genética (OGTR) de Australia tiene una estrecha relación de puertas giratorias con la Industria. Su primera autoridad reguladora, Sue Meek, ocupó un puesto simultáneamente en la Industria Biotecnológica, y Michael Leader, de AgBiotech, dirigió posteriormente el equipo de asuntos regulatorios de Monsanto. El actual regulador jefe, Raj Bhula, tiene experiencia en la industria de los pesticidas y militar, y el comité asesor técnico de OGTR está dirigido por muchas partes interesadas de la Tecnología Agrícola.

El OGTR fue invitado a comentar, pero no respondió.

Mark Tizard de CSIRO, que también es asesor de OGTR, está presionando para “excluir de la regulación ciertas nuevas tecnologías” en función de los resultados. Algunos científicos creen que la tecnología CRISPR (la herramienta que está detrás de la genética dirigida) asegura resultados “precisos” y “seguros” porque supera los riesgos de los métodos anteriores de modificación genética (que pueden dar como resultado nuevas proteínas o mutaciones inesperadas del genoma).

CRISPR funciona como unas “tijeras moleculares”, actuando de una “manera muy precisa que permite los cambios deseados”, dijo Doudna en el Foro de Melbourne. Algunos científicos han argumentado que estas nuevas tecnologías no deberían estar reguladas por las mismas normas que los procesos anteriores de modificación genética. Pero la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental rechazan esta idea, diciendo que los beneficios alegados por la utilización de CRISPR “no estas justificados científicamente”.

Incluso otros científicos han advertido de los “riesgos potenciales de todas las mutaciones fuera de objetivo provocadas por CRISPR”, ya que han aparecido estudios que muestran unos efectos aleatorios en el genoma. Pero estos estudios son discutidos.

En el libro Gene Editing, Law and the Environmente, el jurista Irus Braverman plantea sus preocupaciones de que la genética dirigida sea “regulada inadecuadamente”, pero Tizard dijo que debiera haber una política “menos restrictiva”, lo cual “alentaría las inversiones para la agricultura y la biotecnología australianas”. Un portavoz de CSIRO dijo que sus científicos “participan de manera rutinaria como expertos en la materia y asesores externos, y que se rigen por estrictos códigos de conducta y confidencialidad”.

Sales cree que esta influencia en las Agencias de Regulación supone “un serio conflicto de intereses. ¿Deberían los defensores de la edición de genes y la genética dirigida aconsejar cómo (o incluso si) estas técnicas deberían estar reguladas?”.

Información: Katherine Wilson tiene acciones fiduciarias en un producto biotecnológico. Emprendió la labor de consultoría para la ONG Gene Ethics hace una década.

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