Brasil: Capitalismo extractivista y el gran salto hacia atrás

Parte I

Por James Petras, 23 de julio de 2013

Dissident Voice

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Brasil ha sido testigo de uno de los más llamativos cambios socio-económicos del mundo de la historia moderna: desde el dinamismo de una industrialización nacionalista a una economía primaria de exportación. Entre mediados de 1930 y mediados de 1980, Brasil creció un promedio de casi el 10% en el sector de la fabricación, en gran medida debido a las políticas intervencionistas del Estado, subvenciones, protección y regulación de las empresas públicas y privadas. El cambio que propició un equilibrio entre la intervención estatal y el capital extranjero se produjo a raíz del golpe militar de 1964 y se aceleró después del regreso de la política electoral a mediados de 1980. La elección de políticos neoliberales, especialmente durante el régimen de Cardoso, a mediados de la década de 1990, tuvo un impacto devastador en los sectores estratégicos de la economía nacional: privatizaciones y desnacionalización de los ejes fundamentales de la economía y desregulación de los mercados de capitales (1). El régimen de Cardoso creó las condiciones para el flujo masivo de capital extranjero en los sectores agrícola y minero, las finanzas, el sector inmobiliario y de seguros. El aumento de las tasas de interés, según las exigencias del FMI y el Banco Mundial, y el mercado especulativo en el sector inmobiliario, aumentaron los costes de la producción industrial. La bajada en los aranceles aprobada por Cardoso dio por finalizados los subsidios al sector industrial y abrió las puertas a la importación de bienes industriales. Estas políticas neoliberales trajeron consigo una reducción en términos absolutos y relativos de la producción industrial (2).

La victoria en las elecciones presidencial del autoproclamado “Partido de los Trabajadores” en 2002 profundizó aún más el cambio promovido por sus predecesores neoliberales. Brasil volvió a convertirse en exportador de productos primarios, como la soja, ganado, hierro y otros metales, aunque disminuyeron las exportaciones de productos textiles, del sector del transporte y otros productos manufacturados (3). Brasil se convirtió en uno de los principales exportadores de materias primas extractivas del mundo. La dependencia de Brasil de la exportación de productos básicos trajo consigo la entrada masiva de multinacionales y de flujos financieros procedentes de bancos extranjeros. Los capitales y los bancos extranjeros se convirtieron en la fuerza motriz del crecimiento extractivista y la desaparición del sector industrial.

Para obtener una mejor comprensión del cambio de Brasil de una industrialización de dinámica nacionalista a una imperialista que depende de la extracción de materias primas del sector agrario y minero, es necesario revisar brevemente la economía política de Brasil en los últimos cincuenta años para identificar los puntos de inflexión y la centralización de la lucha política y de clase.

Modelo militar: modernización desde arriba

Bajo la dictadura militar (1964-1984), la política económica se basó en una estrategia híbrida, destacando una triple alianza del Estado, el capital nacional y del exterior (4), centrándose en las exportaciones industriales y en segundo lugar en los productos básicos agrícolas (principalmente los productos tradicionales, como el café).

Junta Militar de Brasil
Junta Militar de Brasil

El ejército descartó el modelo nacional populista en las industrias estatales y en las cooperativas campesinas que se desarrollaron durante la presidencia del izquierdista Goulart, y puso en marcha una alianza con los capitales industriales y agroindustriales. A la sombra de la expansión de los mercados mundiales, se produjo una represión de los trabajadores, disminuyendo sus salarios, las subvenciones y las políticas proteccionistas, la economía crecía dos dígitos a finales de 1960, así hasta mediados de 1970, es el llamado “milagro brasileño” (5). Los militares, mientras ponían a fin a cualquier amenaza de nacionalización, pusieron en marcha una serie de reglas de contenido nacional a las multinacionales extranjeras, que ampliaron la base industrial de Brasil y ampliando también los puestos de trabajo en las zonas urbanas, especialmente gracias a la industria automotriz. Aparecieron los sindicatos de trabajadores del metal y más tarde el Partido de los Trabajadores. El modelo de exportación basado en la industria ligera y pesada tuvo una base regional, en el sureste del país. La estrategia de modernización de los militares aumentó la desigualdades, integrando a los capitalistas nacionales y de las multinacionales. Se sentaron las bases para las luchas contra la dictadura y el regreso de la Democracia. Los partidos neoliberales ganaron terreno en ese giro hacia la política electoral.

Política electoral, surgimiento del neoliberalismo y ascenso del capitalismo extractivista

El panorama electoral que surgió tras los regímenes militares estaba polarizado entre el libre mercado, una elite dedicada a la extracción de productos agrícolas y minerales aliada con las empresas extranjeras, y por otra parte los obreros, campesinos, trabajadores rurales y una clase baja, que intentaban promover la propiedad pública, el bienestar social, la redistribución de la renta y una reforma agraria. Militan Labor formó la CUT, los campesinos sin tierra la MST, y ambos se unieron a la clase media para forma el PT (Partido de los Trabajadores) (6).

La primera década de este período, desde 1984 hasta 1994, estuvo caracterizada por un tira y afloja entre el capitalismo estatista residual heredado del anterior régimen militar y la burguesía que apostaba por el libre mercado. La crisis de la deuda, la hiperinflación, una corrupción sistémica, la destitución del Presidente Collor y el estancamiento económico debilitó los sectores capitalistas y estatistas, lo que llevó a una alianza entre el capital financiero, tanto local como extranjero, vinculado a los mercados de ultramar, y el sector de la agricultura y minería. Esta coalición encontró a un líder político, Fernando Henrique Cardoso, un ex académico de izquierdas que se volvió un fanático del libre mercado.

La elección de Cardoso llevó a una decisiva ruptura entre las políticas estatistas nacionales de los sesenta años anteriores. Las políticas de Cardoso dieron un impuso decisivo hacia la desnacionalización y privatización de la economía, elementos esenciales en la reconfiguración de la economía brasileña y el ascenso del capital extractivista (7). Pero casi todos los indicadores de las políticas neoliberales de Cardoso llevaron a un precipitado salto hacia atrás, concentrándose en pocas manos los beneficios y las tierras y aumentando la propiedad de los sectores estratégicos en manos de capital extranjero. La Reforma de Cardoso de la economía a costa del sector industrial, la propiedad pública, trabajadores rurales sin tierra, provocó huelgas generalizadas y ocupaciones de tierra (8). La Economía extractivista, en especial la apertura hacia los sectores más lucrativos, agricultura, minería y energía, se llevó a cabo a expensas de las fuerzas productivas, reduciéndose el sector industrial, tecnológico y de servicios de alta gama. En particular, los ingresos por el trabajo se redujeron en el conjunto del PIB (9).

La tasa media de crecimiento de la industria se redujo a un ínfimo 1,4%. El empleo en el sector industrial cayó un 26%, el desempleo aumentó a más de un 18,4%, mientras que el “sector informal” aumentó de un 52,5% en 1980 al 56,1% en 1995 (10).

La privatización de las empresas públicas, como Telebrás, condujo al despido masivo de trabajadores y la subcontratación de mano de obra con salarios más bajos y sin beneficios sociales. Bajo Cardoso, Brasil tuvo una de las tasas más altas de desigualdad en todo el mundo (coeficiente de Gini).

Fernando Henrique Cardoso
Fernando Henrique Cardoso

Cardoso utilizó las subvenciones estatales para fomentar el capital extranjero, especialmente en la exportación agraria y minera, mientras que los pequeños y medianos productores agropecuarios eran incapaces de obtener crédito. Su programa de desregulación financiera condujo a la especulación monetaria y a fuertes ganancias de los bancos de Wall Street, ya que el régimen elevó la tasa interés por encima del 50% (11). La bancarrota de los agricultores se llevó a cabo por la expropiación de los capitalistas dedicados a exportación de productos agrícolas. La concentración de la tierra dio un giro decisivo, con el 0.7% de los propietarios con fincas de más de 2000 hectáreas, aumentando su superficie del 39,5% al 43% de las tierras agrícolas de Brasil (12).

Durante los ocho años de mandato de Cardoso (1994-2002) su produjo un tsunami en la inversión extranjera: más de 50 mil millones de dólares se destinaron en sólo los primeros 5 años, diez veces el total de lo invertido en los 15 años posteriores (13). En el sector agrario y minero el capital extranjero acaparó a más de un tercio de las empresas del sector, y en crecimiento. Entre 1996-1998 las multinacionales extranjeras adquirieron las ocho principales empresas de producción de alimentos, de obtención de metales y de la minería (14).

Las políticas neoliberales de Cardoso abrieron de par en par las puertas al capital extranjero de sectores críticos, el industrial y bancario. Sin embargo, fueron los posteriormente elegidos del Partido de los Trabajadores, Lula Da Silva y Dilma Rousseff, los que completaron esa marcha hacia atrás de la economía brasileña, girando hacia el capital extractivista como fuerza motriz de la economía.

Desde el neoliberalismo al Capital Extractivista

Las privatizaciones de Cardoso se mantuvieron y profundizaron con el régimen de Lula. La escandalosa privatización por parte de Cardoso de la mina de hierro de Vale do Doce por una fracción de su valor fue apoyada por Lula, y lo mismo ocurrió con la privatización de facto de la petrolera estatal Petrobras. Lula adoptó políticas monetarias restrictivas, siguiendo las recetas presupuestarias del FMI (15).

El régimen de Lula (2003-2011) siguió con las políticas neoliberales de Cardoso como guía económica, reconfigurando Brasil en beneficio del capital extranjero y el capital nacional concentrándose actualmente en el sector de exportación de materias primas. En el año 2005, Brasil exportó por valor de 55,3 mil millones de dólares en materias primas y 44,2 mil millones en bienes manufacturados; en 2011 Brasil triplicó su exportaciones de materias primas, por valor de 162,2 mil millones de dólares, mientras que sus exportaciones de manufactura se quedaron en unos pocos 60,3 mil millones de dólares (16).

En otras palabras, la diferencia entre el valor de las exportaciones de manufacturas y el aumento de las exportaciones de materias primas, ha pasado de los 13 mil millones de dólares a más de 100 mil millones de dólares en los últimos 5 años del régimen de Lula. La desindustrialización relativa de la economía, el creciente desequilibrio entre el dominante sector de la extracción y el sector manufacturero, ilustra la reversión de Brasil a un estilo colonial de desarrollo.

Referencias:

James Petras and Henry Vettmeyer Cardoso’s Brazil: A land for Sale (Lanham, Maryland: Rowman and Littlefield 2003/Chapter 2). []

  • James Petras and Henry Vettmeyer, Chapter 1). []

  • James Petras, Brasil e Lula – Ano Zero (Blumenau: EdiFurb 2005) Chapter 1. []

  • Peter Evans, Dependent Development: The Alliance of Multinational State and Local Capital in Brazil (Princeton NJ: Princeton University Press 1979. []

  • Jose Serra “The Brazilian Economic Miracle” in James Petras Latin America from Dependence to Revolution (New York: John Wiley 1973) p. 100-140. []

  • Brasil e Lula, op cit. Ch. 1. []

  • Cardoso’s Brazil Ch. 5. []

  • Ibid, Ch.3 and 6. []

  • Ibid, Table A.12, p. 126. []

  • Ibid, Ch. 3. []

  • Ibid, Ch. 1, 2. []

  • Ibid, Ch. 5. []

  • Ibid, Ch. 2. []

  • Ibid, Table A. 6. []

  • Brasil e Lula, Ch. 1. []