Por el Prof. Peter Saunders, 23 de julio de 2012
La reducción de la radiación solar que llega a la Tierra va a tener consecuencias significativas más allá de la disminuación de la temperatura media del planeta, ya que también se pueden reducir las precipitaciones anuales, sobre todo en América y el norte de Eurasia, dice el Prof. Peter Saunders.
Los geoingenieros de Harvard se proponen esparcir en la atmósfera partículas químicas para intentar enfriar el planeta, lo que harán desde un globo a 80.000 pies de altura por encima de Fort Sumner, Nuevo Mexico (1). El investigador jefe, David Keith, gestiona un fondo de varios millones de dólares concedido por el fundador de Microsoft, Bill Gates. Ya se ha encargado un estudio realizado por una empresa aeroespacial de Estados Unidos, que hizo un gran despliegue tecnológico en la aplicación de tecnologías para la gestión de la radiación solar. El experimento, que será dirigido por James Anderson dentro de un año, esparcirá decenas de cientos de kilogramos de partículas para medir el impacto en la química del ozono y probar el tamaño adecuado de los aerosoles de sulfato.
Muchos científicos se oponen a los experimentos de geoingeniería, prefiriendo estudiar los impactos del polvo sulfúrico emitido por los volcanes, y usar modelos para identificar los riesgos. Una prueba de campo en Gran Bretaña, que suponía bombear desde un globo y con una tubería agua en la atmósfera, como parte del proyecto Stratospheric Particle Injection for Climate Engineering ( véase [2] Skyhook to Save the Climate?), fue cancelado después de una protesta pública.
Pero hay buenas razones que debieran ser consideradas sobre la Geoingeniería
Por qué no a la Geoingeniería
La manera obvia de combatir el cambio climático es enfriando el planeta mediante la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y eliminándolos de la atmósfera. Eso significa usar menos energía, sustituyendo los combustibles fósiles por energías renovables, detener la deforestación y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles. Como se documenta en anteriores artículos publicados por IsiS [3, 4] Food Futures Now: *Organic *Sustainable *Fossil Fuel Free , Green Energies – 100% Renewable by 2050, todas las tecnologías necesarias están disponibles y cada día son más baratas, pero falta la voluntad política de llevarlas a cabo.
La Geoingeniería ofrece una solución alternativa rápida reduciendo la cantidad de radiación que llega a la superficie terrestre, como primera opción. Hay varias sugerencias de cómo se podría hacer esto, por ejemplo, colocando espejos en el espacio o partículas de azufre en la estratosfera, o aumentando el brillo de las nubes mediante la pulverización de sal marina en ellas ( (véase [5] GeoEngineering A Measure of Desperation, SiS 41). La Geoingeniería implica la realización de cambios a escala planetaria [5,6].
Un gran inconveniente de la Geoingeniería, ya se trate de la gestión de la radiación solar (SRM) u otras medidas tales como la fertilización de los océanos, con la esperanza de aumentar la absorción de carbono por el fitoplancton, es que es probable que sea muy difícil de revertir. Si lanzamos pequeñas partículas a la estratosfera ¿ no podría suceder que se desplazasen fuera de su posición, o se fusionaran, volviendo a bajar antes de lo previsto? No sólo supondría un enorme desperdicio de unos valiosos recursos, sino que se podría producir un daño irreparable en el planeta.
Pero si pudiéramos poner en la atmósfera lo que se diseño para poder llevarlo a cabo, reducir la radiación que llega a la Tierra, con sólo la cantidad necesaria que compense el efecto invernadero ¿lograrían resolver los problemas del cambio climático sin tener que hacer frente a los problemas políticos y económicos de las medidas más convencionales?
Desafortunadamente el clima de la Tierra es un sistema muy complejo, y responde a más variables que la mera cantidad de energía y la energía promedio de las cuatro estaciones en toda la superficie del planeta. Las variaciones espaciales y temporales en la distribución de la energía pueden tener efectos muy diferentes sobre el clima mundial, y distintas medidas de SRM darán lugar a diferentes efectos. Por otra parte, las medidas de SRM no son de ninguna manera equivalentes a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y si las medidas SRM fallan, todavía tendremos todos los gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera.
No es difícil ver por qué las diferencias nos deben importar. Por ejemplo, un factor importante en la gestión del tiempo atmosférico son las diferencias en la temperatura y la presión entre zonas vecinas. Las brisas que son tan comunes en las zonas costeras en el verano aparecen debido a que el aire sobre la tierra está más caliente, y por lo tanto a una presión más baja que el aire sobre el mar. El diferencial de temperatura también puede provocar la aparición de nubes cerca de la orilla, donde las dos masas de aire se encuentran. Ni la brisa ni las nubes estarían allí si la temperatura fuera la misma sobre el mar que sobre la tierra, aunque la temperatura media de la zona fuera la misma.
Por lo tanto, dos estrategias climáticas que reprodujeran modelos distintos de calentamiento y enfriamiento de la superficie de la Tierra podrían tener diferentes efectos sobre el clima. Lo que necesitamos saber es si esas diferencias serían lo suficientemente grandes como para ser importantes, y sólo un modelado detallado nos lo podría indicar. Ese trabajo ya ha comenzado, y hay un largo camino por recorrer antes de que podamos predecir con seguridad qué va a pasar, pero ya se está haciendo evidente que las medidas SRM tendrían graves consecuencias no deseadas sobre el clima.
Los modelos
El clima de la Tierra es un sistema muy complejo y por lo tanto muy difícil de modelar. Las conclusiones sobre los efectos y las aproximaciones diferirán de un grupo de investigación a otro. Por esta razón es importante contar con varios modelos climáticos en lugar de una simulación consensuada. Cuando los diferentes modelos hacen predicciones similares podremos tener muchas más confianza en los resultados. Dada la complejidad del clima y de los modelos, es de extrañar que los diferentes modelos se pongan de acuerdo que la temperatura se irá elevando a medida que aumenta la concentración de gases de efecto invernadero. Por otro lado, todos están de acuerdo en que la Tierra se calentará, y en una estimación razonablemente optimista de las emisiones de carbono en el futuro, al menos 2ºC. Es un resultado muy abultado y estaríamos mal aconsejados si lo ignoramos.
Comparando los efectos de limitar los gases de efecto invernadero, por un lado, y la reducción de la radiación incidente por el otro, es aún más difícil crear un modelo que prediga los efectos de un crecimiento de los niveles de CO2. El trabajo ha comenzado, siendo importante comparar los resultados de diferentes modelos, y muchos se están dedicando en averiguar en lo confiables que son los diferentes modelos (7).
Recientemente, un equipo internacional liderado por H. Schmidt, del Instituto de Meteorología Max Planck de Hamburgo, compararon cuatro modelos climáticos diferentes, uno del propio Instituto frente a los demás del Centro Hadley del Reino Unido, del Instituto Pierre Simon Laplace de Francia y del Instituto Meteorológico de Noruega, en Oslo, respectivamente (8). Para iniciar cada modelo, el nivel de CO2 se ajusta a cuatro veces su valor en la época preindustrial, la constante solar, la cantidad de radiación que alcanza la superficie de la Tierra, se ajusta la temperatura media de la Tierra a la que era en la época preindustrial. A continuación aplicaron esos modelos a un período de 50 años.
Como era de esperar, la temperatura promedio en toda la superficie de la Tierra es aproximadamente la misma en todos los modelos. Por otro lado, la variación de la temperatura a medida que se avanza hacia el norte o el sur se reduce desde la era preindustrial. Teniendo en cuenta la importancia de los gradientes de temperatura en la determinación del tiempo, no es de extrañar que se produzcan cambios en los patrones de las precipitaciones. Las precipitaciones se reducen de promedio en todo el planeta, con fuertes efectos en toda América y en el norte de Eurasia.
La nubosidad total mundial también se reduce en todos los modelos, Esto contribuye a un cambio en el albedo (reflectividad) del planeta, reduciéndose en un 2% en los cuatro modelos. Los modelos predicen un fuerte efecto sobre Europa, pero están en desacuerdo sobre lo que sucedería en muchas partes de los trópicos y zonas subtropicales. Téngase en cuenta que la reducción del albedo significa que menos radiación solar es reflejada por la Tierra, de modo que harían falta más partículas o espejos para reducir la radiación incidente lo suficiente como para mantener la temperatura media de la época preindustrial.
Por supuesto, hay muchas incertidumbres en los cálculos. La cuadruplicación de CO2 no es algo realista, aunque el aumento en cuatro veces el nivel de la época preindustrial se encuentra dentro de los límites de los modelos climáticos actuales, aunque en el extremo superior del rango de predicciones. […]
Conclusión
Una Tierra con un alto nivel de gases de efecto invernadero y un plan de geoingeniería que compense mediante la reducción de la cantidad de radiación solar incidente, no es igual que una Tierra con un menor nivel de gases de efecto invernadero y ningún escudo. La temperatura media anual como un promedio de todo el planeta puede ser la misma, pero no se tendrán en cuenta los cambios muy marcados entre unas zonas y otras. Es muy probable que las precipitaciones sean significativamente ( desiguales) menores, al igual que la nubosidad total. Más allá de esto, es demasiado pronto para decir lo que va a pasar, lo que es una razón para ser muy cautelosos sobre los proyectos de Geoingeniería.
Es obvio que si un proyecto de Geoingeniería va mal, el planeta podría ser dañado. Ahora estamos descubriendo que podría tener consecuencias muy dañinas, incluso si todo fuese según lo establecido.
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Fuente: http://www.i-sis.org.uk/Unintended_Hazards_of_Geoengineering.php