En vísperas de la Cumbre de la Tierra Río +20 se hace un llamamiento
para un cambio de paradigma
por Vandana Shiva, 2 de junio de 2012
En junio de 2012, los movimientos y los líderes se reunirán en la Cumbre de Río + 20, dos décadas después de la Cumbre de la Tierra que se celebró en 1992 para hacer frente a los urgentes desafíos ecológicos, tales como la extinción de especies, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. La Cumbre de la Tierra propició la aprobación de dos importantes leyes internacionales sobre medio ambiente: la Convención de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. También nos dejó los principios de Río, incluyendo el principio de precaución y el principio de que quien contamina paga.
El mundo ha cambiado radicalmente desde 1992, pero por desgracia no para mejor. La sostenibilidad ecológica ha sacrificada sistemáticamente por un modelo determinado económico, que a su vez está en crisis. En 1995 se produjo un cambio radical en los valores que guían nuestras decisiones y quién toma las decisiones. Río se basó en los valores de la sostenibilidad ecológica, la justicia social y la equidad económica entre países y dentro de los países. Adquiría forma a través de los movimientos ecologistas, la ciencia ecológica y los Gobiernos soberanos. El establecimiento de la OMC (Organización Mundial del Comercio) y el paradigma de la dominación mundial de las empresas, llamado de forma errónea “libre comercio” ( más exactamente descrito como globalización corporativa) ha cambiado los valores y las estructuras de gobernanza y de toma de decisiones.
La conservación de los recursos de la Tierra y la distribución equitativa, ha sido reemplazada por la codicia y la apropiación y privatización de los recursos. Las economías y las sociedades sostenibles han sido reemplazadas por sistemas de producción no sostenibles, y por una implacable campaña para propagar el virus del consumismo. La toma de decisiones se ha trasladado a las manos de las corporaciones mundiales, tanto directa como indirectamente. Por lo tanto, no es de extrañar que al reunirnos en Río +`20, la crisis ecológica es más profunda de lo que lo era en el momento de la Cumbre de la Tierra, y la voluntad y la capacidad de los Gobiernos es más débil.
Las Corporaciones han escrito las reglas de la OMC y del libre comercio mundial, pero también han subvertido las normas ambientales que se suponía iban a regular las actividades comerciales para asegurar la sostenibilidad. Han modificado las leyes ambientales que se suponen regulaban el comercio por leyes que favorecen la comercialización y mercantilización del recursos del planetas y las funciones ecológicas.
Beneficiándose de la contaminación
Se ha subvertido el Tratado sobre el Clima y el Convenio sobre Diversidad Biológica. En lugar de pagar los que contaminan y de ser regular a nivel nacional e internacional para detener la contaminación, los mayores contaminadores atmosféricos que más han contribuido al cambio climático están poniendo las reglas de cómo hacer frente al cambio climático. La Industria de la Biotecnología ha producido la contaminación genética por la liberación de organismos modificados genéticamente al medio, frente a las reglas de cómo manejar la biodiversidad y la forma de gobernar la Bioseguridad. El intento de introducir la BRAI, la Autoridad Reguladora de Biotecnología de la India, es un ejemplo.
El objetivo original del Tratado sobre el Clima era poner en marcha unos objetivos mediante una vinculación jurídica para reducir los contaminantes, que en el período preglobalización se concentraban en el rico Norte industrial. Este tratado fue destrozado en la Cumbre del Clima de Copenhague en su intento de sustituirlo por un acuerdo no vinculante. El Protocolo de Kyoto introdujo el comercio de emisiones, que en la práctica significaba que el que contaminaba pagase, pero no era castigado. Los grandes contaminadores industriales tenían por primera vez la posibilidad de obtener derechos privados sobre el patrimonio atmosférico común. Obtuvieron beneficios de este comercio del carbono.
Las ganancias aumentaron y las emisiones también. El caos climático es hoy mucho peor de lo que lo era en 1992. Los contaminadores buscan nuevas vías para ganar dinero y apoderarse de los recursos. Ahora quieren mercantilizar las funciones ecológicas y los servicios que ofrece la naturaleza. Éste será el principal debate sobre el clima en Río + 20.
Ninguno de nosotros somos testigos, todos estamos inmersos en el procesos que están amenazando el planeta y nuestro propio futuro, de modo que hay que encontrar formas creativas para dar forma a un futuro justo y sostenible.
El objetivo original del Convenio sobre la Diversidad Biológica era la conservación de la biodiversidad y su uso sostenible y equitativo. El objetivo ha sido subvertido y está siendo sustituido cada vez más por los objetivos del comercio sobre los recursos genéticos, los beneficios y la privatización. El Protocolo de Nagoya sobre Acceso y Participación en los Beneficios, restringe el acceso sólo a las corporaciones mundiales, ignorando la participación de las comunidades locales. Se trata de la utilización sólo para investigación y el comercio, haciendo caso omiso de las necesidades de supervivencia de las comunidades locales. Es el caso de la biopiratería legalizada, que permite la trasferencia de la riqueza genética de las comunidades locales a las corporaciones mundiales, socavando los sistemas económicos y las culturas que han conservado la biodiversidad, y que son necesarios para conservarla en el futuro.
Sabemos que podemos cambiarlo
Tanto el Tratado sobre el Clima como el Convenio sobre Diversidad Biológica y el comercio, están reemplazando la conservaciones y los bienes comunes. Los Derechos de las empresas están sustituyendo a los derechos de la naturaleza y de los pueblos.
Y este cambio de valores, de la conservación y el uso compartido a la explotación y privatización, se justifica en nombre del Progreso Económico y el crecimiento económico. Sin embargo, el paradigma económico por el cual la Tierra y la Sociedad está siendo saqueada y destruida está metida en una profunda crisis. Sólo hay que ver los suicidios de los agricultores, el hambre y la malnutrición en la India. Sólo hay que mirar las protestas en Grecia, en España o el Movimiento Occupy en los Estados Unidos.
Los indignados españoles decían:
“No entendemos por qué tenemos que pagar los costes de la crisis, mientras que sus instigadores siguen registrando beneficios récord. Estamos hartos de soportar una injusticia tras otra. Queremos dignidad humana de nuevo.
Esta no es la clase de mundo que queremos vivir, y es que queremos decidir nosotros el mundo que queremos. Sabemos que podemos cambiar, y ya vemos el tiempo para que esto sea así”.
Se necesita desesperadamente un cambio de paradigma. Y no vendrá de los que han causado esta crisis, que están buscando nuevas formas de extender la codicia económica, la mercantilización y la privatización de toda la vida en la Tierra. Vendrán a Río + 20 para pintar la Economía Verde de la codicia, lo que llaman la Economía Verde. Y tendrán a los poderosos Gobiernos a su lado.
Los movimientos para la sostenibilidad ecológica, la justicia social y la democracia llegarán a Río + 20 con otro paradigma, bien centrándose en los Derechos de la Madre Tierra, bien en los derechos de la generaciones futuras, de las mujeres, comunidades indígenas y los agricultores.
Es una contienda entre un paradigma obsoleto y destructivo y una vida con un paradigma emergente, lo que se convertirá en el asunto más significativo de Río + 20. El resultado de la misma determinará el futuro de la humanidad. Es algo que no entra dentro de las negociaciones, que sólo puede ser el mínimo común denominador en el contexto actual de la influencia de las empresas. Pero va a proporcionar la energía para la Cumbre de los Pueblos y de muchas iniciativas. Esta contienda se prolongará más allá de Río, en todos los países, en cada pueblo y ciudad, en las granjas y lugares de trabajo, en cada casa y en la calle.
Ninguno de nosotros es inmune a este crisis y a responder ante la misma. Ninguno de nosotros somos espectadores al margen. Todos estamos inmersos en el proceso, con un planeta amenazado y futuro incierto, de modo que hay que buscar formas creativas para dar forma a un futuro sostenible y justo. Cada día es una nueva Cumbre de la Tierra en nuestras vidas. Y cada uno de nosotros está inmerso en el destino colectivo de la Tierra.
La doctora Vandana Shiva es una física hindú, ecologista y Premio de la Paz 2010 de Sydney.
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