LA AGRICULTURA ECOLÓGICA NO PUEDE ALIMENTAR AL MUNDO SI NO SE CAMBIA EL SISTEMA POLÍTICO.
La agricultura ecológica nos debiera llevar hacia una sociedad más justa que en la que vivimos actualmente. Existe un movimiento social amplio, aunque no muy organizado, que trae una nueva visión de la sociedad. La agricultura ecológica no puede hacerse sin los campesinos, que tienen que deshacerse de la Agricultura Industrial, que sólo acelera la desaparición del mundo campesino.
La agricultura ecológica atrapada por los grandes distribuidores
Los productos ecológicos han aparecido en los estantes de los supermercados. Pero detrás de la etiqueta de “ecológico” también hay enormes explotaciones que contratan trabajadores muy mal pagados y sin derechos, y que se exportan a todo el mundo. Dentro de la etiqueta “ecológico” también se encuentran productos químicos y otras muchas cosas. El periodista Philippe Baqué (1) en su libro Lo ecológico, entre la visión de empresa y un proyecto de sociedad ha denunciado las derivas de la Industria de lo ecológico. Hay toda una parafernalia detrás de este nuevo negocio.
Hay más productos ecológicos en los supermercados, sin embargo la superficie que se destina al cultivo ecológico sigue estancada en los mismos niveles de hace unos años ( Nota del traductor: hace referencia a la superficie cultivada en Francia. En España, si nos atenemos a los últimos datos, se está incrementando la superficie destinada a este tipo de cultivos, alcanzando los niveles más altos de la UE: http://www.magrama.gob.es/es/prensa/ultimas-noticias/notas-de-prensa-din.aspx?tcm=tcm:7-170676-16)
¿Cómo explicar este contrasentido?
Philippe Baqué: Se asiste desde hace 15 años a un desarrollo fulgurante de la agricultura ecológica. Habría unos 40 millones de hectáreas de cultivo ecológico en todo el mundo, según la Agencia de Cultivo Ecológico ( o su equivalente en Alemania y Suiza). Los dos tercios de esta superficie son praderas que pertenecen a grandes explotaciones, donde se alimentan rebaños, la mayoría de los cuales no se venden como ecológicos. Es el caso de Argentina, donde el 90% de los 4,4 millones de hectáreas etiquetadas como ecológicas son tierras destinadas a la cría de ovejas que pertenecen a inmensas explotaciones.
Aparte de estas áreas de cultivo, la mayoría de las superficies de cultivo ecológico certificado pertenecen a grandes explotaciones, especializadas en monocultivos de exportación: soja, aceite de palma, maíz o quinoa. Esta agricultura ecológica certificada está creciendo sobre todo en América Latina (el 26% entre 2007 y 2008), en Asia (10%), África (6%), allí donde la gente consume muy poco de lo que produce. Estos países exportan a Europa. Japón y América del Norte. Este modelo de Agricultura Ecológica reproduce el modelo Agrícola Industrial, con los agricultores del Sur al servicio de los consumidores del Norte, haciéndoles más dependientes.
¿Cuál es la estrategia de negocio de las empresas Bio?
Es una verdadera OPA de los supermercados, que han visto en lo ecológico un mercado emergente que hay que explotar a cualquier precio. Hoy en día, en Francia, el 50% de los productos ecológicos se venden en los supermercados. ¡Es una cantidad enorme! Los supermercados basan su estrategia en la “democratización” de los productos ecológicos. Desarrollan importantes campañas publicitarias, como los supermercados Auchan, que ofrecen 50 productos por menos de 1 euro. Esto lleva hacia la Agricultura Industrial Intensiva, con la importación de grandes cantidades de estos productos a precio reducido. Francia se ha convertido en el principal importados de productos ecológicos, después de haber sido un país exportador.
En el terreno de las frutas y las verduras ecológicas, los grandes distribuidores reproducen en lo ecológico lo mismo que hacen en el sector convencional. Hay zonas que se especializan en una determinada producción: la provincia de Almería se ha especializado en el tomate, el pimiento, el calabacín y la berenjena; en la provincia de Huelva, las fresas. Pero encontramos los mismos productos en la llanura de Agadir en Marruecos, o en el sur de Italia. Los productores de cultivos ecológicos están en plena competencia en toda la cuenca mediterránea. Si el coste del tomate es muy alto en Almería, lo buscan en Marruecos. El único coste que se puede ajustar es el de la mano de obra agrícola, a la que se explota, en su mayoría inmigrantes y con pocos derechos.
¿Esta estrategia de marketing no está en conflicto con la legislación europea? ¿La legislación laboral no se aplica en la agricultura ecológica?
El nuevo reglamento de la UE sobre la agricultura ecológica, que entró en vigor el 1 de enero de 2009, ha sido adaptado para apoyar el desarrollo de esta Agricultura Industrial Intensiva, y la competencia con otras áreas de producción. Se reduce a principios agronómicos, a técnicas y no establece criterios sociales. No se tienen en cuenta las condiciones de trabajo, ni el tamaño de las explotaciones.
El problema del transporte no se tiene en cuenta. El hecho de que los tomates o las zanahorias procedan de Andalucía o Israel, y se distribuyan mediante camiones por toda Europa no entra en contradicción con la normativa europea. Citemos por ejemplo el caso de la soja ecológica importada desde Brasil, que proviene de enormes explotaciones de 5.000 a 10.000 hectáreas sustraídas de los bosques primarios en el estado de Mato Grosso. El reglamento europeo no prohíbe que los productos ecológicos se cultiven en tierras deforestadas. Lo mismo ocurre con el aceite de palma que importa en grandes cantidades desde Colombia, donde los campesinos fueron desalojados de sus tierras a fin de poner en marchas este tipo de cultivos.
¿No hay riesgo para los consumidores, engañados por estos “productos ecológicos?
Si se sigue en esta línea, la gente no sabrá cuál es una cosa y cuál otra. Se está muy lejos del espíritu de la Carta de 1972 de la Organización Internacional de Agricultura Ecológica (IFOAM), que contenía fuertes principios agronómicos, ambientales, sociales y políticos. Era una cuestión de transparencia, de justicia en el precio, de solidaridad, de no explotación de otros países, de cooperación con el Sur, de diversidad y proximidad en el consumo. Hoy en día, las especificaciones de lo ecológico han escapado totalmente de la mano de los campesinos, aunque los colegios profesionales estén invitados en las discusiones. Al final, son los técnicos de Bruselas, sometidos a presión por los lobbies, los que definen las reglas. Prohíbe a los Estados adoptar reglas más estrictas. Existe el peligro real de que lo ecológico pierda totalmente su sentido.
Fuente: http://www.mleray.info/article-agriculture-biologique-114867792-comments.html#anchorComment
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