Sobre las estrechas relaciones entre algunos científicos y las Corporaciones: entrevista a la periodista Carey Gillam

Por Paul Thacker, 10 de mayo de 2016

Huffington Post

 Imagen: personalliberty.com
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Durante casi 30 años Carey Gillam ha trabajado como reportera en el área de economía relacionada con las Corporaciones estadounidenses, los últimos 17 de los cuales lo ha hecho en la Agencia de Noticias Reuters, donde se especializó en escribir sobre alimentación y agricultura. En ese terreno se ganó cierta reputación por su escepticismo hacia los cultivos transgénicos ( organismos modificados genéticamente, OGM) y los pesticidas asociados a los mismos. Esta labor le ha llevado a recorrer todo el país, visitando a agricultores y ganaderos, laboratorios de alta tecnología y las oficinas de algunas de las Corporaciones Agroindustriales mayores del mundo.

Pero en los últimos años, el trabajo de Gillam ha resultado muy polémico a los ojos de algunos. Actuando a través de las redes sociales, por canales a veces un tanto turbios, estos críticos se han fijado en Gillam, junto con aquellos otros que tienen sus dudas sobre los alimentos transgénicos, los productos químicos que se utilizan en ellos y las Empresas que los comercializan. A medida que han aumentado los esfuerzos para que se etiqueten los transgénicos y que este asunto haya llegado al Senado de Estados Unidos, los ataques se intensificaron.

Recientemente dejó su empleo en la Agencia Reuters, pasando a desarrollar la labor de Directora de Investigación de la organización estadounidense Derecho a Saber, una pequeña organización sin ánimo de lucro financiada en buena parte por la Asociación de Consumidores de Productos Ecológicos, cuya misión es la de “conocer la verdad y actuar con transparencia” sobre la política alimentaria y la información que llega al consumidor. En el último año, Derecho a Saber ha presentado campañas en los medios de comunicación, ha solicitado información según la Ley de Libertad de Información para conocer las relaciones de algunos científicos aparentemente independientes con la Industria Biotecnológica. Artículos de Derecho a Saber han aparecido en The New York Times, en el Boston Globe y en Blomberg. En el mes de marzo, la Radio Pública de Chicago difundió unos documentos de Derecho a Saber sobre el profesor Bruce Chassy de la Universidad de Illinois, que no ha revelado el dinero que ha recibido de Monsanto.

En su casa de Kansas entrevisté a Gillam sobre estos temas, así como la creciente presión que está ejerciendo Monsanto en los últimos años. Esta en nuestra conversación, resumida.

Paul Thacker (PT).- Usted ha estado escribiendo sobre temas de agricultura desde hace casi dos décadas ¿Cuándo fue la primera vez que empezó a sentir la presión de Monsanto en las informaciones sobre los cultivos transgénicos?

Carey Gillam (CG).- La presión de Monsanto empezó en torno a 1999 o el año 2000, e incluso aunque no hablase de los cultivos transgénicos. Era el momento en el que Monsanto estaba en el proceso de transición de una Empresa de productos químicos, metida en varios litigios sobre los bifenilos policlorados (PCB), a una Empresa de productos químicos para la agricultura y las semillas transgénicas. También estaban fabricando el glifosato, ingrediente activo de su herbicida Roundup, y comercializaba la hormona de crecimiento bovino para las vacas lecheras. Había muchos interrogantes sobre todas estas cuestiones.

Monsanto hizo lo que hacen todas las Empresas sobre las informaciones de los periodistas: se enfadan, llaman al jefe, piden una rectificación o una aclaración. Pero su comportamiento era mucho más agresivo que otras Empresas. Me llamaban a casa, al teléfono móvil, y me acusaban de ser parcial. Querían saber por ejemplo si tenía leche ecológica en mi frigorífico (risas), ¿qué tipo de alimentación daba a mis hijos? Todo era un tanto extraño.

Por aquel entonces era conocido como Monsatán. Pero las cosas cambiaron cuando su equipo de comunicación empezó una campaña de relaciones públicas: invitaron a la gente a visitar su sede y pulieron su imagen para que resultase más favorable. Alrededor de 2012, cuando se solicitó en California el etiquetado de los alimentos transgénicos, pensaron más sus estrategias.

Su verdadera cara empezó a aparecer al mismo tiempo que surgía el movimiento a favor del etiquetado de los transgénicos y la votación de California. Un representante de la Industria me dijo que no podían seguir luchando Estado por Estado, tenían que resolver el problema a nivel nacional. Se formó una coalición de la Industria. Crearon un sitio web GMO Answers, con la ayuda de Ketchum P.R., para refutar las preocupaciones que se extendían por todo el país sobre los transgénicos.

PT.- Hay muchos sitios web y blogueros que atacan a cualquiera que critique las tecnologías de Ingeniería Genética o sus productos. Hay uno llamado Ciencia 2.0, o el Proyecto de Alfabetización Genética dirigida por Jon Entine ¿Quiénes son esas personas?

CG.- Bueno, habría que mirar hacia atrás, cuando Jon Entine, hace 10 o 15 años, tenía a Monsanto como cliente en las operaciones de relaciones públicas. Ha estado implicado en todo esto. O el caso de Bruce Chassy, profesor de Illinois, que administra un sitio web llamado Academics Review. Y dicen ser independientes.

PT.- Es interesante esa referencia a Academics Review. Si alguien pone en Google este nombre, una de las primeras cosas que aparece es la crítica hacia usted.

CG.- Derecho a Saber envió una solicitud, según establece la Ley de Libertad de Información (FOIA), sobre la Universidad de Chassy, y no pude contener la risa cuando leí los mensajes de correo electrónico. Él, Monsanto y un ex Ejecutivo de Relaciones Públicas de Monsanto enviándose correos electrónicos sobre la configuración de Academics Review, en el año 2010. Querían configurarlo para que sirviese como crítica hacia ciertas personas y el Ejecutivo de Relaciones Público mandó una lista de estas personas, aunque sólo como sugerencia. Ya tenían el nombre de dominio del sitio web y se lo transmitieron a Chassy. Un Ejecutivo de Monsanto dijo que no quería que se supiese que Monsanto estaba detrás de él (Risas).

Academics Review incluso fue detrás de la información publicada por The New Yorker sobre el ataque de la Industria a Tyrone Hayes, en Berkeley. De todos modos, la Radio Pública de Chicago ya había destapado que Bruce Chassy había recibido dinero de Monsanto a través de una fundación de la Universidad. Sólo había que seguir el rastro del dinero.

 PT.- Esto es interesante, porque Bruce Chassy ha criticado varias veces las solicitudes de la FOIA, incluso diciendo que se producía un acoso hacia los investigadores universitarios. El periodista Keith Kloor nunca ha escrito nada sobre la relación de Chassy con Monsanto. Keith Kloor también ha criticado sus artículos.

carey_gillamCG.- No sabía nada sobre Keith Kloor, ni siquiera le conocía, del mismo modo que no conocía a Jon Entine o a Bruce Chassy. Estas personas empezaron a dar señales de su presencia cuando la Industria Biotecnológica comenzó su campaña de relaciones públicas hace unos años para impedir que saliesen adelante las iniciativas de etiquetado. Fue entonces cuando comenzaron los ataques y las agresiones.

Alguien, no recuerdo quién, me llamó para que dejase de escribir mis crónicas. No sólo me he visto sometida a una gran presión, sino que seguí corriendo la cortina y vi a un grupo de individuos muy interrelacionado.

PT.- Hay un divertido incidente del que escribió Keith Kloor, sobre una conferencia en la Universidad de Harvard impartida por Calestous Juma. Durante la clase de Juma, Kloor discutió con él sobre el sesgo de sus informes. El Boston Globe escribió más tarde sobre los correos publicados a través de la FOIA, que demuestran que Juma redactó un documento normativo en apoyo de los transgénicos, en el que no dio a conocer su relación con Monsanto. Irónico, ¿no?

CG. Por supuesto (risas). Estoy un poco impresionada, porque es algo de carácter estratégico para Monsanto. Ese asunto del sesgo comenzó hace unos dos o tres años, cuando Monsanto comenzó a afirmar que la Ciencia ya lo había resuelto. Se supone que los periodistas debían decir que “la Ciencia ya había resuelto el tema de la seguridad de estos productos”. Eso es lo que quiere la Industria que se escriba, y se repite en muchos artículos publicados en los medios.

Si en mis artículos no seguía la línea marcada por la Industria Biotecnológica, hacían una llamada telefónica o enviaban un correo electrónico a mí o a mi editor. Así que tuve que tener mucho cuidado con la exactitud de cada palabra. No podían corroborarlo con los hechos, de modo que recurrían a lo del sesgo. No pudieron decir que estuviera haciendo mal las cosas, pero se quejaban de que no las presentaba desde ambos puntos de vista.

En febrero conocimos la noticia de que la FDA iba a realizar un estudio sobre la presencia de residuos de glifosato en los alimentos, una noticia que recogieron todos los medios del mundo. Y fui atacada por ello por los defensores de los transgénicos. No quieren que se publique nada que ponga el centro de atención en estos productos químicos o en sus cultivos.

PT.- Mark Lynas, de la Alianza de Cornell para la Ciencia, entabló en The New York Times un debate con una científica que trabajaba en el tomate Flavr Savr. Ella dijo que la modificación genética es sólo una tecnología y que cada producto debe evaluarse de forma individual. Resulta chocante que Lynas intente una línea de argumentación como esa. La Industria Farmacéutica nunca ha tratado de engañar a los consumidores diciendo: “Hay consenso sobre la seguridad de los productos farmacéuticos”. La gente diría: “¿Qué productos farmacéuticos?

CG.-Exactamente, hay muchos medicamentos, con diferentes usos y efectos secundarios. Si echamos un vistazo al glifosato, o Roundup, que es el herbicida más utilizado en algunos cultivos transgénicos, como el maíz, hay diferentes opiniones dentro de la comunidad científica sobre su seguridad y su impacto ambiental. La Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, el año pasado constató que el glifosato probablemente sea carcinógeno para los seres humanos.

PT.- Derecho a Saber se ha enfrentado repetidas veces a las críticas de la  Union of Concerned Scientists por la presentación de solicitudes de Libertad de Información para saber acerca de los académicos que están financiados por la Industria Biotecnológica. Incluso se aconsejó en un correo electrónico de febrero del año pasado que sólo las personas podían solicitar esa información. Ignoraron esto, y ahora conocemos algunos correos electrónicos que muestran cómo algunos científicos participaban junto a Monsanto en contra de las leyes de etiquetado, atacando a otros científicos, y otras formas de publicidad a favor de las Corporaciones. Esta lista sigue aumentando.

CG.- No deseamos utilizar esto como una herramienta de presión, sino con otro enfoque. No publicamos direcciones de personas o información personal. Utilizamos esa información, la que es relevante, en la política pública.

Creo que necesitamos tener transparencia y saber qué relaciones hay de unos con otros y por qué se dicen ciertas cosas. De esta manera la gente puede tomar sus propias decisiones.

[Nota para los lectores: después de realizar esta entrevista, The Boston Globe informó que la Union of Concerned Scientists está tratando de impedir que se conozca cierta información sobre algunos científicos].

PT.- Junto con Charles Seife de la Universidad de Nueva York, escribí un artículo para una revista científica sobre la importancia de la Ley de Libertad de Información (FOIA) para la protección de las personas mediante la transparencia y el descubrimiento de aquellas prácticas científicas viciadas. Fuimos atacados de inmediato por todos los lados, incluyendo un cofundador de la revista científica que tuiteó que Seife era un “culo” y sugirió que algunos periodistas debieran de hacer públicos sus correos electrónicos. Todo muy surrealista. Luego la revista acabó retractándose de la publicación de nuestro artículo, pero The New York Times publicó otro artículo en el que prácticamente recogía nuestros planteamientos. ¿Por qué hay tanta hostilidad entre los científicos hacia estos asuntos?

CG.- Creo que esto resulta especialmente embarazoso para algunos científicos. Kevin Folta, de la Universidad de Florida, ha acusado a mi organización de tratar de arruinar su carrera, algo que no es nuestra pretensión. Lo que pusimos en el disparadero, también The New York Times, era el dinero que procedía de Monsanto. Si no había nada malo en ello, entonces ¿por qué la Universidad decidió devolver ese dinero? Nosotros dimos a conocer esa información, también The New York Times, y la gente se horrorizó al saberlo. Si no había nada en los correos electrónicos, entonces ¿por qué la gente se escandaliza?

PT.- Pero no se trata únicamente de los científicos, Un periodista de Forbes reflexionaba sobre si las solicitudes de Libertad de Información sobre los científicos no resultan perjudiciales para la investigación académica. Me sorprendí al leer esto, y pensé: “¿Ahora también hay periodistas que critican una herramienta utilizada por los propios periodistas para destapar casos de corrupción?”. Tres días más tarde, la Associated Press publicó unos correos electrónicos internos que mostraban que Coca-Cola tuvo cierta influencia sobre los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado. Destrozó su argumento.

CG.- Se cumplen 50 años de la aprobación de la Ley de Libertad de Información, y es a través de esta herramienta que se ha descubierto información con la que se puede proteger al público. A veces, las Agencias de Regulación y los grupos de presión no quieren que sepamos qué está sucediendo tras el escenario, cuando no están poniendo en primer lugar el interés público. La FOIA permite saber qué está sucediendo realmente.

PT.- El Proyecto de Alfabetización Genética de Jon Entine y Academics Review de Bruce Chassy han estado copatrocinando conferencias junto a las Universidades y han patrocinado a periodistas para que asistiesen y para estar en los paneles. Una periodista escribió sobre el carácter ético de esta situación, asistiendo ella misma en calidad de patrocinada, señalando que sólo desde hace poco hemos sabido sobre los vínculos de Bruce Chassy con Monsanto, gracias a la FOIA. Mirando en perspectiva, cree que no debiera haber asistido.

CG.- Una vez más hay que decir que se trata de una jugada brillante por parte de Monsanto. Si usted es un periodista joven, sin experiencia en informar sobre la Industria, no va a poder discernir que está siendo abordado por informaciones no necesariamente equilibradas ¿Cómo se puede saber esto?

La única razón por lo que lo sé es porque he estado en el asunto de los transgénicos desde su inicio. He visto su evolución y giros, cómo a veces son aceptados y otras rechazados. He visto cómo hay productos que no funcionan, viendo la oposición por parte de algunos agricultores y cómo estos eran silenciados.

Es trabajo de los periodistas saber algo más sobre todos estos giros. Algunos periodistas son capaces de hacerlo, pero otros no.

PT.- Su organización ha sido descrito en varias ocasiones como antitransgénicos.

CG.- No somos antitransgénicos, estamos a favor de la transparencia. En mi despensa hay varios alimentos que contienen ingredientes transgénicos. A mis hijos les encanta. Sin embargo, hay dudas sobre estos productos, y ha sido mi trabajo el hablar con conocimiento de causa, hablando con científicos, Agencias de Regulación, agricultores y la Empresas que los producen. No creo que los transgénicos sean intrínsecamente buenos o malos. Como cualquier tecnología, existen riesgos asociados a los beneficios.

PT.- Su organización está financiada por la Asociación de Consumidores Ecológicos, que ha solicitado una moratoria sobre los cultivos transgénicos.

CG.- No nos mantenemos al margen de los problemas de los cultivos ecológicos, ni nos centramos exclusivamente en los transgénicos. También entran dentro de nuestra consideración los antibióticos, la Industria de las bebidas y de los animales. Pienso que la Asociación de Consumidores Ecológicos quiere un contrapeso dentro de este escenario, en términos de información.

Todos los días recibimos llamadas de personas que nos hacen preguntas. Las personas se preocupan por los alimentos que consumen.

PT.- ¿Cree que Monsanto ha sido eficaz en la labor de ejercer su influencia en los medios de comunicación?

CG.- Hay una larga lista de temas sobre los que habla la Industria, de modo que lo puede reconocer fácilmente en los artículos. Las campañas de relaciones públicas de la Industria están afectando a los medios de comunicación ¿Puede la gente discernirlo? No lo sé.

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Paul D. Thacker es un escritor que vive en España. Con financiación del Centro Emond J. Safra de Harvard, esta trabajando en un libro sobre su presencia en el Senado de Estados Unidos, destapando la corrupción y la introducción de posibles reformas en la Ciencia.

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Procedencia del artículo:

http://www.huffingtonpost.com/paul-thacker/peeling-back-the-curtain-on-monsanto_b_9867902.html 

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