Slavoj Žižek sobre Grecia: Esta es una oportunidad para que Europa despierte

Los griegos están en lo cierto: la negación de Bruselas de que esta sea una cuestión ideológica pone al descubierto la Ideología más pura y sintomática del proceso político conjunto.

Por Slavoj Žižek, 6 de julio de 2015

newstatesman.com

Imagen: es.euronews.com
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El inesperado y mayoritario NO en el histórico referéndum griego, responde a una situación desesperada. A menudo recurro a una conocida broma sobre la Unión Soviética y Rabinovitch, un judío que quiere emigrar. El burócrata de la Oficina de Emigración le pregunta por qué, y Rabinovitch responde: “Hay dos razones. La primera es que temo que en la Unión Soviética los comunistas pierdan poder, y el nuevo poder, me temo, eche todas las culpas de los crímenes comunistas a nosotros, los judíos. Habría otra vez un progromo antijudío”.

Pero eso es un tontería. Nada puede cambiar en la Unión Soviética. El poder de los comunistas durará siempre”, le interrumpe el burócrata.

Bueno, esa es precisamente la segunda de mis razones”, responde Rabinovitch con calma.

Dicen que anda circulando por ahí una versión de esta broma en Atenas. Un joven griego visita el consulado australiano en Atenas y solicitado un visado de trabajo. “¿Por qué quieres dejar Grecia?, le pregunta el funcionario. “Por dos razones, en primer lugar porque me preocupa que Grecia salga de la UE, lo que llevaría a Grecia a más pobreza y caos en el país”, responde el griego. “Pero, eso es una tontería: Grecia permanecerá en la UE y se someterá a su disciplina financiera”, le interrumpe el funcionario. “Bueno, esa la segunda de mis razones”, responde con calma el griego.

¿Cualquiera de los dos opciones es mala, parafraseando a Stalin?

Ha llegado el momento de ir más allá de esos debates irrelevantes sobre los posibles errores y fallos de apreciación del Gobierno griego. Las apuestas ahora han llegado demasiado alto.

Que resulten incapaces de llegar a una fórmula de compromiso en las negociaciones en curso entre Grecia y los Administradores de la UE es algo bastante sintomático (N. del T: Este artículo se escribió antes de que el Gobierno griego aceptase las condiciones impuestas por los acreedores para la concesión de un nuevo rescate), ya que no se debe a problemas financieros reales, pues a este nivel las diferencias son mínimas. La UE acusa generalmente a los griegos de hablar siempre en términos generales, de hacer vagas promesas y sin especificar los detalles, mientras que los griegos acusan a la UE de tratar de controlarlos incluso en los más mínimos detalles e imponiendo a Grecia unas condiciones más duras que las impuestas a los Gobiernos anteriores. Pero, lo que está detrás de estos reproches, es otro conflicto mucho más profundo. El Primer Ministro Alexis Tsipras, comentó recientemente que si se reuniera a solas con Angela Merkel, por ejemplo durante una cena, llegarían a un acuerdo en un par de horas. Hace esta afirmación porque él y Merkel son dos políticos y tratarían los desacuerdos desde el punto de vista político, en contraste con esos administradores tecnocráticos, como el Presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Si hay un personaje negativo en toda esta historia, ese es Dijsselbloem, cuyo lema es: “Si entro en las cuestiones ideológicas de las cosas, no voy a lograr nada”.

Esto nos lleva al meollo de la cuestión: Tsipras y el ex Ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, quién renunció el pasado 6 de julio, hablan como si formaran parte de un proceso político abierto en el que las decisiones tuvieran en última instancia un carácter ideológico ( en base a unas preferencias normativas), mientras que los tecnócratas de la UE hablan como si todo fuese una cuestión de medidas reguladoras muy detalladas. Cuando los griegos rechazan este enfoque y plantean problemas políticos más importantes, se les acusa de mentir, de evitar soluciones concretas, y así sucesivamente. Está claro que la razón está en este caso del lado de los griegos: la negación de que haya razones ideológicas, como propugna Dijsselbloem, es Ideología en estado puro. Se enmascaran decisiones basadas en medidas reguladoras consignadas por los expertos en lo que efectivamente son decisiones político-ideológicas.

A causa de esta asimetría, el diálogo entre Tsipras o Varoufakis y sus socios de la UE a menudo se retrata como un diálogo entre un joven estudiante que quiere un debate serio sobre cuestiones básicas y un arrogante profesor que, en sus respuestas, hace caso omiso de las preguntas y humilla al estudiante en aspectos técnicos (No lo has formulado correctamente. No tienes en cuenta las regulaciones”). O incluso un diálogo entre una víctima de violación que cuenta desesperadamente lo que le pasó y un policía que interrumpe de forma constante con sus incisos administrativos.

Este paso de la Política a las decisiones de los neutrales expertos tecnócratas caracteriza todo nuestro proceso político: las decisiones estratégicas en las altas esferas del poder están cada vez más encubiertas por las regulaciones administrativas de cuyo conocimiento sólo saben los neutrales expertos, negociándose cada vez más en secreto y tomando decisiones sin una consulta democrática. La lucha en la que estamos inmersos en la lucha por la Leitkultur en la Economía y Política europeas (la guía cultural). Las potencias de la UE representan el estatus quo tecnocrático que ha mantenido a Europa en una inercia durante décadas.

En sus Notas para una definición de la cultura, el gran conservador T.S. Eliot comentaba que hay momentos en los que la única opción es la que existe entre herejía y la no creencia, es decir, cuando la única manera de mantener viva una religión es la de llevar a cabo una división sectaria a partir de la entidad muerta en que se ha convertido. Esta es nuestra posición actual con respecto a Europa: sólo una nueva herejía ( representada en este momento por Syriza) puede salvar aquello que merece la pena salvar del proyecto europeo, que a saber son la Democracia, la confianza en las personas, la solidaridad igualitaria. La Europa que se podría crear de ser hábil Syriza en las negociaciones, sería “una Europa con los valores asiáticos”, (que, por supuesto, nada tienen que ver con Asia, sino con la actual tendencia del Capitalismo contemporáneo de arramblar con la Democracia).

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A los europeos occidentales nos gusta mirar a Grecia como si fuéramos unos mirones que siguen con compasión y simpatía la difícil situación de la empobrecida nación. Tal punto de vista se basa en una ilusión profética: lo que está sucediendo en Grecia durante estas últimas semanas nos concierne a todos, es el futuro de Europa el que está en juego. Por eso, cuando leemos sobre Grecia, siempre debemos tener en cuenta que, como dice el viejo refrán, que la historia que cuenta el narrador sea la propia historia del narrador ( en otra situación, lo mismo se puede aplicar a usted).

Una idea emerge gradualmente de la reacción del establishment europeo ente el referéndum griego, y que muy bien quedaba reflejado en la reciente columna de Gideon Rachman en el Financial Times: “El eslabón más débil de la Zona Euro son los votantes”.

En este mundo ideal, Europa se deshace de este eslabón más débil y los tecnócratas van ganando el poder de imponer las medidas económicas que crean necesarias, y si se siguen celebrando elecciones sólo es para confirmar el consenso con los tecnócratas. El problema es que esta política basada en las decisiones de los tecnócratas se basa en una ficción: la ficción de ampliar y fingir (ampliar el período de recuperación, y fingir que es posible que toda la deuda sea pagada).

¿Por qué mantenerse en tan terca ficción? No es sólo que esta ficción de la ampliación de la deuda sea algo más aceptable por parte de los votantes alemanes, sino que también se debe a que la cancelación de la deuda griega podría traer consigo peticiones similares de Portugal, Grecia o España. Los que están en el poder saben que la deuda no puede ser pagada en su totalidad. Los acreedores de la deuda acusan a los países endeudados de no sentirse lo suficientemente culpables, al revés, se les acusa de sentirse inocentes. Esta situación se adapta perfectamente a lo que se denomina el superego en Psicoanálisis: la paradoja del superego, como indicó Freud, es que cuanto más obedecemos a los requerimientos, más culpables nos sentimos.

Imaginemos a un profesor depravado que manda a sus alumnos tareas imposibles y luego se mofa sádicamente de ellos al ver su situación de ansiedad y desesperación. El verdadero objetivo de prestar dinero al deudor no es el de conseguir el reembolso de la deuda con un beneficio, sino el de continuar indefinidamente con la deuda, manteniendo al deudor en una situación de dependencia permanente y de subordinación. Entre los deudores, ¡hay deudores y deudores!. No sólo Grecia, sino también Estados Unidos no podrá, teóricamente, pagar su deuda, algo que es de sobra conocido. Así que hay deudores que pueden chantajear a sus acreedores, ya que no se puede permitir que fallen ( los grandes bancos), deudores que pueden controlar las condiciones del reembolso ( el Gobierno estadounidense) y, por último, deudores a los que se puede maltratar y humillar ( el caso de Grecia).

Los acreedores de la deuda, básicamente, acusan al Gobierno de Syriza de no sentirse lo suficientemente culpable, se le acusa de sentirse inocente. Esto es algo que inquieta, esa consideración de la UE sobre el Gobierno de Syriza: que admite la deuda, pero sin un sentimiento de culpa. Han dejado a un lado la presión del superego. Varoufakis, personificando esta postura en sus relaciones con Bruselas, reconoció la cuantía de la deuda, y con un argumento bastante razonable dijo que la política de la UE no está funcionando, y que por tanto se debe encontrar otra opción.

Paradójicamente, tanto Tsipras como Varoufakis han dicho en varias ocasiones que la única oportunidad que tienen los acreedores de la deuda de conseguir al menos la devolución de una parte de su dinero es que gobierne Syriza. El mismo Varoufakis se preguntaba sobre ese enigma de que los Bancos dieran prestado dinero a Grecia y colaborasen con un Estado clientelista, conociendo el estado de las cosas. Grecia nunca se habría endeudado tanto sin la connivencia del establishment occidental. El Gobierno de Syriza es consciente de que la principal amenaza no proviene de Bruselas, sino de la propia Grecia, un Estado clientelista, corrupto como ningún otro. Se debería culpar a la burocracia de la UE porque si bien criticaba a Grecia por su corrupción e ineficiencia, apoyó con decisión al partido político que encarna esta corrupción e ineficiencia (Partido de la Nueva Democracia).

El objetivo del Gobierno de Syriza es precisamente el de acabar con esta situación (Véase la declaración programática de Varoufakis en The Guardian, que marca su objetivo estratégico:

De salir de la Eurozona los griegos, portugueses o italianos, pronto conduciría a una fragmentación del Capitalismo europeo, produciéndose excedentes en la región al este del Rin y al norte de los Alpes, mientras que el resto de Europa caería bajo las garras de una peligrosa estanflación. ¿Quiénes se beneficiarían de esta situación? ¿Los nazis de Amanecer Dorado, los neofascistas, los xenófobos y los parásitos? No tengo apenas ninguna duda de quien sacaría tajada de una posible desintegración de la Zona Euro. Yo, por mi parte, no estoy dispuesto a hinchar las velas en esa dirección, una versión posmoderna de la década de 1930. Si eso significa que nosotros, los marxistas erráticos, somos los que debemos salvar al Capitalismo europeo de sí mismo, bienvenido sea. No por amor al Capitalismo europeo, sino por la Zona Euro, por Bruselas, o por el Banco Central Europeo, y porque queremos minimizar el dolor humano innecesario que esta crisis está provocando”.

Las políticas financieras del Gobierno de Syriza siguen de cerca estas pautas: menos déficit, férrea disciplina, y más dinero recaudado a través de los impuestos. Algunos medios de comunicación alemanes han caracterizado a Varoufakis como un psicótico que vive en su propio universo diferente al nuestro ¿Por eso es tan radical?

Lo que les enerva de Varoufakis no es su radicalismo, sino su modesto y racional pragmatismo. Si leemos con detenimiento las propuestas de Syriza, uno no puede dejar de darse cuenta de que alguna vez formaron parte de la agenda Socialdemócrata moderada ( en Suecia de los años 1960, el programa del Gobierno era mucho más radical). Es el triste sino de nuestros tiempos: el tener que parecer un radical para aplicar aquellas políticas de antaño, unos tiempos oscuros, pero también una oportunidad de la izquierda para ocupar un espacio que hace décadas ocupaba la izquierda moderada.

Pero estos modestos objetivos políticos de Syriza, tantas veces repetido, de la antigua Socialdemocracia, quizás sirva para que los Eurócratas finalmente se den cuenta de que no es un partido peligroso y pueda surgir una colaboración. Pero, efectivamente, Syriza es peligroso, porque supone una amenaza en las actuales orientaciones del UE: el Capitalismo, que no puede aceptar un regreso a los tiempos del Estado de bienestar.

Hay algo de hipocresía en esa supuesta modestia de los objetivos de Syriza: quiere algo que no es posible obtener dentro de las coordenadas del actual Sistema mundial. Habrá que trazar una serie de estrategias. ¿Y si hubiese llegado el momento de quitarse la máscara de la modestia y defender abiertamente un cambio más radical, que incluso sería algo necesario para asegurarse unas modestas ganancias?

Muchos críticos al referéndum griego afirmaron que se trataba de pura demagogia, y decían de forma burlona que no veían claro cuál era el objetivo de tal referéndum. En todo caso, el referéndum no trataba sobre elegir entre el euro o el dracma, sobre si Grecia debería permanecer en la Unión Europea o no: el Gobierno griego hizo hincapié en varias ocasiones de que quería permanecer en la UE y en la Eurozona. Una vez más, los críticos inmediatamente tradujeron una cuestión política fundamental planteada por el referéndum con una decisión administrativa sobre determinadas medidas económicas.

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En una entrevista publicada en Bloomberg en pasado 2 de julio, Varoufakis señalaba la verdadera apuesta del referéndum: o continuar con la política de la UE de los últimos años que han llevado a Grecia al borde la ruina, esa ficción de ampliar y fingir ( ampliar el período de recuperación, y fingir que con el tiempo se pagará toda la deuda) o hacer caso omiso de tales ficciones y establecer un plan concreto para iniciar una recuperación real de la economía griega.

Sin un plan concreto, la crisis va a volver a reproducirse una y otra vez. Ese mismo día, el FMI admitía que Grecia necesita un rápido alivio de la deuda, en una cantidad considerable, para obtener un respiro y poder reactivar su economía ( propone una moratoria de 20 años en el pago de la deuda).

El NO del referéndum griego es, por lo tanto, algo más que una simple elección entre dos enfoques diferentes sobre la crisis económica. El pueblo griego ha resistido la campaña del miedo para que se desenterrasen los más bajos instintos de autoconservación. Han visto la grosera manipulación de que han sido objeto: presentar el referéndum como una elección entre el euro y el dracma, entre Europa y el Grexit.

Su NO ha sido un NO a los Eurócratas, que no son capaces de sacar a Europa de su inercia. Ha sido un NO para que no se continúe con la especulación de costumbre, un grito desesperado que trata de decirnos que las cosas no pueden seguir por este rumbo. Ha sido una decisión de auténtica visión política en contra de esa extraña combinación de fría tecnocracia y clichés racistas. Ha sido una rara victoria contra el oportunismo y, en última instancia, autodestructivo. Lo que ha ganado ha sido un SÍ consciente de la crisis de Europa y la necesidad de comenzar de nuevo.

Corresponde ahora actuar a la UE ¿Será capaz de despertar de su inercia de autosatisfacción y comprender ese indicio de esperanza aportada por el pueblo griego? ¿O van a dar rienda suelta a su ira sobre Grecia con el fin de seguir su dogmático sueño?

Slavoj Žižek es investigador en la Universidad de Ljubljana, Eslovenia, y Director Internacional del Instituto Birkbeck para la Humanidades. Su último libro es “Problemas en el Paraíso: desde el fin de la historia hasta el fin del Capitalismo” (Allen Lane)

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Procedencia del artículo:

http://www.newstatesman.com/politics/2015/07/Slavoj-Zizek-greece-chance-europe-awaken

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