Fundación de David Suzuki, 1 de octubre de 2015
Volkswagen ha sido descubierto engañando en las pruebas de emisiones realizadas por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), utilizando para ello un software ilegal que permitía a sus vehículos diésel pasar los controles de emisiones de óxido de nitrógeno, pero que en realidad eran 40 veces superiores a las permitidas legalmente. Este escándalo ha propiciado la caída de las acciones de la Empresa, la dimisión de su Director General, Martin Winterkorn, y la posibilidad de unas multas que podrían alcanzar los 18 mil millones de dólares, así como la retirada de los vehículos de los concesionarios, la presentación de demandas y las posibles responsabilidades penales.
Más allá de esta trampa y sus implicaciones legales y financieras, los efectos sobre la contaminación mundial son enormes. Volkswagen es la mayor empresa automovilística a nivel mundial en cuanto a ventas, y serían 11 millones de vehículos diésel los implicados. Según The Guardian: “El amaño de las pruebas de emisiones en los vehículos de VW habría añadido casi un millón de toneladas adicionales a la atmósfera al año, o lo que es lo mismo, las emisiones combinadas en el Reino Unido de todas las centrales eléctricas, automóviles, la Industria y la agricultura”.
La contaminación de óxido de nitrógeno produce unas partículas que causan problemas respiratorios y está vinculado con millones de muertes prematuras al año en todo el mundo. Es también un gas de efecto invernadero, más potente que el dióxido de carbono, por lo que contribuye al calentamiento global.
El escándalo de Volkswagen no sólo es perjudicial en sí mismo, sino que también plantea preguntas sobre el uso del automóvil, la contaminación, las normas sobre emisiones y las pruebas que se realizan, así como las implicaciones en nuestra rampante cultura del automóvil. Volkswagen ha engañado y no ha cumplido con las leyes diseñadas para proteger la salud humana y el medio ambiente, y las consecuencias son mayores tasas de asma, enfermedad pulmonar, cáncer y aumento de las muertes. Los coches matan y causan daño a millones de personas cada año: los accidentes, la contaminación, el cambio climático y otros daños ambientales. Los fabricantes de automóviles se resistieron a introducir mejorar en la seguridad, tales como los cinturones de seguridad y el airbag.
La introducción de un sistema ilegal en los vehículos para pasar las pruebas es algo que perjudica a todos, pero los vacíos legales crean problemas similares. Basa con echar un vistazo a los vehículos utilitarios. Hice un recuento de los muchos que pasan por mi oficina durante la tarde: casi todos están ocupados por un solo conductor, sin otros pasajeros ni mascotas. Según las leyes de emisiones de Canadá, Estados Unidos, Japón y otros países, los todoterreno están clasificados como “camiones ligeros” y por lo tanto están sujetos a unas normas de emisiones menos rigurosas que los coches. Sin embargo, la mayoría de las personas los trata igual que si fueran un utilitario.
Esto genera incentivos para los fabricantes de vehículos, que los hacen cada vez más pesados, o incluso diseñan coches como camiones., como el Chrysler PT Cruiser. Según The Economist: “Los vehículos de más de 3800 kilogramos están exentos de las regulaciones estadounidenses, de modo que los fabricantes comenzaron a producir vehículos enormes, como el Hummer para evitar las normas sobre consumo de combustibles”.
Incluso con las mejoras en la eficiencia de consumo de combustible, las emisiones de los vehículos se han duplicado desde 1970 y seguirán aumentando a medida que aumenta la demanda en países como China, la India o Brasil, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Los estudios muestran que debido al menor consumo la gente es más proclive al uso del coche. Está claro, que hacen falta mejores soluciones.
Es fácil decir que hay que empezar por uno mismo: todos podemos encontrar alguna manera de reducir el uso del auto personal. Pero las personas están muy influidas en su estilo de vida y el uso de combustibles fósiles. Hacen falta incentivos, regulaciones e infraestructuras para crear un cambio necesario y dejar de depender de un transporte ineficiente y que derrocha enormes cantidades de combustible.
Se han producido avances positivos en los últimos años. En mi ciudad natal, Vancouver, y en otras muchas ciudades, los programas para compartir coche o el desarrollo de infraestructuras para bicicletas y peatones se están desarrollando rápidamente. Las tecnologías de vehículos híbridos y eléctricos están haciendo grandes avances. El reconocimiento de la necesidad de un transporte público más eficiente también se está extendiendo por todo el mundo. YT los impuestos sobre los combustibles y las emisiones de carbono han demostrado su eficacia para reducir la dependencia de los automóviles privados.
Gravar el consumo de combustibles fósiles puede ser más eficiente que las normas de regulación de las emisiones, porque, según señala The Economist, los impuestos al combustible animan a la gente a adquirir vehículos más eficientes y a usarlo menos. Y “un impuesto sobre los combustibles no se basa en dudosas pruebas y ni genera distorsiones”. Los ingresos procedentes de los impuestos pueden invertirse en desarrollar tecnologías alternativas más limpias o, como se hace con el impuesto sobre el carbono en la Columbia Británica, para reducir los impuestos de la renta o ayudar para las personas con menores ingresos.
Resulta indignante que un fabricante de automóviles como Volkswagen haya realizado tales prácticas arteras para incumplir unas leyes diseñadas para beneficiar a las personas, pero en nuestra cultura impulsada por el automóvil, no es algo del todo sorprendente (otra señal de que va siendo hora de repensar la forma en que nos movemos nosotros mismos en nuestro entorno).
Por David Suzuki, con aportaciones de Ian Hanington
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Procedencia del artículo:
http://www.davidsuzuki.org/blogs/science-matters/2015/10/volkswagen-scandal-is-a-sorry-sign-of-the-times/
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