Por la Dra. Mae-Wan Ho, 14 de junio de 2011
ISIS (Instituto de Ciencia y Sociedad)
El veterano observador del mundo Lester Brown realiza una advertencia sobre la propagación de los disturbios políticos, los conflictos y la profundización de las diferencias entre ricos y pobres y de como los precios de los alimentos aumentan, mientras que la oferta disminuye siendo creciente la demanda, sin apuntar ninguna solución viable a este problema.
Aumento de los precios de los alimentos e inestabilidad política
El aumento de los precios de los alimentos fue uno de los principales desencadenantes de los disturbios que se han producido en el norte de África y Oriente Medio, que se iniciaron en Túnez en diciembre de 2010. La inestabilidad política también se ha extendido a Argelia, Egipto, Jordania, Libia, Siria, Yemen, y después por Burkina Faso, Níger, Nigeria, Camerún, Uganda y otros (1-4). También se habla de inestabilidad en América Latina (5) y de Gran Bretaña, sobre todo si los precios de los alimentos siguen aumentando (6). El Índice de Precios de los alimentos de las Naciones Unidas ronda los 231 puntos desde principios de 2011, alcanzando un máximo histórico de 238 puntos en febrero. El promedio de mayo es de 232 puntos, un 37% más alto que hace un año (7).
Richard Ferguson, jefe de la sección de Agricultura de Renaissance Capital, un banco de inversión especializado en mercados emergentes, dijo en el periódico The Guardian que es probable que los problemas se extiendan. “Los precios de los alimentos es algo fundamentales es la creciente inestabilidad. Si se tiene 25 años de edad, sin ingresos, viviendo en un ambiente político de represión, va a sentirse realmente indignado por el aumento del precio de los alimentos en la forma en la que lo está haciendo”. Está actuando como un catalizador de la inestabilidad política, a lo que se añade la ausencia de Democracia.
La escasez es la nueva norma
La alimentación se ha convertido de repente en el hilo conductor de la política mundial (8), dice Lester Brown, que también predice que las crisis van a ser cada vez más comunes. “La escasez es la nueva norma”.
Históricamente, el aumento de los precios de los alimentos se han debido a condiciones meteorológicas adversas, tales como escasez de monzones, sequías, olas de calor, etc, pero hoy en día se debe a un creciente aumento en la demanda y una disminución en los suministros. Con una población en rápida expansión que exige mayor cantidad de alimentos, los cultivos sucumben a las altas temperaturas y los acuíferos se agotan, haciendo muy difícil aumentar la producción. Por otra parte, el mundo está perdiendo su capacidad para suavizar los periodos de escasez. Estados Unidos, el mayor productor mundial de grano, fue capaz de suplir la escasez con sus excedentes de grano en el pasado, o de aumentar la producción con el cultivo de las tierras abandonadas. “Ahora no podemos hacer eso, el colchón de seguridad ha desaparecido”.
Es por esta razón que la crisis alimentaria de 2011 es real, dice Brown, lo que puede ocasionar más disturbios por los alimentos y nuevas revoluciones políticas. Túnez, Egipto y Libia no serán las últimas, sino el principio de otras muchas.
Brown no menciona la especulación que se está produciendo sobre los productos básicos agrícolas en los mercados financieros mundiales, que no sólo hacen subir los precios, sino que la volatilidad aumenta, lo que hace mucho más difícil para agricultores y consumidores hacer frente a esta situación ( ver Financiación del hambre en el mundo, SiS 46). Olivier de Shutter, ponente especial de las Naciones Unidos sobre el derecho a la alimentación, se ha referido a la crisis de 2007-2008 como “crisis de los precios” , no una “crisis de los alimentos”, provocada por la especulación, no vinculada a una producción insuficiente, al menos por ahora, como dice Brown.
La magnitud del problema es enorme (8). Por un lado la demanda, ya que los agricultores tienen que alimentar a 80 millones de personas más cada año, casi todas de los países en desarrollo. La población mundial se ha duplicado desde 1970, y se va camino de los 9 mil millones de habitantes hacia el 2050. Al mismo tiempo, las clases medias han crecido en China y otros países, aumentando mucho el consumo de alimentos, sobre todo de carne, leche y huevos, lo que hace que se requiera de más productos agrícolas primarios. Para agravar el problema, Estados Unidos está convirtiendo gran cantidad de grano en biocombustible. En 2010, se cosecharon alrededor de 400 millones de tonelada de cereales, de las cuales 126 millones de toneladas se usaron para producir etanol ( 16 millones de toneladas en el año 2000).
El calentamiento global está comprometiendo la productividad. Los controles que se han llevado a cabo directamente en el campo, han demostrado que el aumento de la temperatura durante la noche de 1ºC en la temporada de crecimiento redujo el rendimiento en un 10% (10). Al mismo tiempo, las capas freáticas están disminuyendo, sobre todo en los países durante vive más de la mitad de la población mundial (8). Los árabes de Oriente Medio son los primeros que han alcanzado su máxima producción de cereales, comenzando a declinar debido a la escasez de agua. También ha disminuido en Siria e Irak, y pronto disminuirá en Yemen. Pero las necesidades mayores de alimentos se encuentran en China y la India.
En la India, los agricultores han perforado unos 20 millones de pozos de riego, y según informes del Banco Mundial, 175 millones de hindúes están siendo alimentados con granos que se producen por un exceso de extracción. En China, las extracciones se concentran en la llanura del Norte, que produce la mitad del trigo de China y un tercio del maíz. Se estima que unos 130 millones de chinos están alimentados por un exceso en la extracción de agua.
Las imágenes obtenidas por satélite muestran dos nuevas regiones que se desertizan, una que se extiende por el norte y el oeste de China y el oeste de Mongolia; la otra, por el África Central. Cada año, unos 1400 kilómetros cuadrados de tierra del Norte de China se convierten en un desierto. En Mongolia y Lesotho, las cosechas de cereales se han reducido a la mitad durante las últimas décadas. Corea del Norte y Haití también están sufriendo grandes pérdidas de suelo, y ambos países se enfrentan a una hambruna si no reciben la ayuda alimentaria internacional.
Los rendimientos de los cultivos de arroz en Japón no han aumentado en los últimos 16 años. En China, los rendimientos parecen estabilizarse. Mientras tanto, los rendimientos de los cultivos de trigo se han estabilizado en Gran Bretaña, Francia y Alemania, los tres mayores productores de trigo de Europa Occidental.
Mientras escribo esto, el Reino Unido está experimentando la peor sequía desde 1990, y los agricultores el Gobierno están negociando sobre este asunto (11). Los fenómenos meteorológicos extremos serán cada vez más comunes a medida que se calienta el planeta.
Una lucha mundial entre la oferta y la posesión de la tierra
Durante la crisis alimentaria de 2007-2008, muchos países exportadores trataron de controlar el aumento de los precios internos de los alimentos mediante la restricción de las exportaciones, entre ellos Rusia y Argentina, los dos principales exportadores de trigo. Vietnam, el segundo mayor exportador mundial de arroz, prohibió la exportaciones por completo durante varios meses en el año 2008. Se produjo el pánico entre los países importadores, y varios de ellos trataron de llegar a acuerdos de larga duración de suministro de cereales con los países exportadores. Argentina negoció un acuerdo con una duración de tres años con Vietnam, por una cantidad de 1,5 millones de toneladas de arroz por año. Yemen trató de suscribir un acuerdo similar con Australia, pero tal acuerdo fracasó.
Algunos de los países más ricos, liderados por Arabia Saudí, Corea del Sur y China, comenzaron a comprar o arrendar tierras en otros países para cultivar cereales para su propia suministro ( ver también “Land Rush”, cómo se intensifica ante la amenaza a la seguridad alimentaria, SiS 46). La mayoría de las adquisiciones se han hecho en África, donde algunos Gobiernos las arriendan por menos de 1 libra por acre al año, principalmente en Etiopía y Sudán, donde millones de personas ya han tenido que mantenerse mediante el programa de alimentos de las Naciones Unidas.
A finales de 2009, se habían negociado cientos de ofertas de adquisición de tierras, alguna de ellas de más de un millón de hectáreas. Un análisis del Banco Mundial en 2010 indicaba que había unos 140 millones de hectáreas involucradas, lo que hace una superficie mayor que las tierras dedicadas al cultivo combinado de maíz y trigo en Estados Unidos. Las adquisiciones también suelen incluir los derechos sobre el agua, así que la adquisición de tierras también afecta a todos los países situados aguas abajo. El agua que se extrae de la cuenca alta del río Nilo para regar los cultivos en Etiopía o Sudán, por ejemplo, es agua que ya no llega a Egipto.
La posibilidad de un conflicto es alto. Mantenido en secreto, las ofertas de tierras en la mayoría de los casos hacen referencia a las tierras utilizadas por los pobladores, y han sido vendidas o arrendadas. Y como normalmente no existe ningún título formal de propiedad de la tierra en muchos países en desarrollo, los agricultores con pocos recursos han perdido sus tierras.
La hostilidad local hacia la posesión de las tierras es la regla, no la excepción (8). En 2007, los precios de los alimentos comenzaron a subir, y en ese momento China firmó un acuerdo con Filipinas para arrendar 2,5 millones de acres de tierras de cultivo para la obtención de alimentos, que luego serían enviados a China. Una vez que se conoció este hecho, se produjeron protestas públicas de los campesinos filipinos en Manila, obligando a que se suspendiera el acuerdo. Algo similar ha ocurrido en Madagascar, donde una empresa de Corea del Sur, Daewoo Logistics, ha producido una tormenta política contra el Gobierno y se le ha obligado a romper el acuerdo.
La posesión de la tierra no es la solución
La adquisición de tierras se calcula que representa en Estados Unidos unos 50 mil millones de dólares. Pero no es una solución a la crisis alimentaria. Requeriría de muchos años el aumentar la producción de forma considerable. Una infraestructura pública para la agricultura moderna orientada hacia el mercado aún no existe en la mayor parte de África. En algunos países se precisaría de varios años para construir las carreteras y los puertos necesarios para traer, por ejemplo, los fertilizantes agrícolas y luego exportar los productos obtenidos. El análisis del Banco Mundial indica que sólo el 37% de los proyectos están relacionados con los cultivos alimentarios. La mayor parte de los terrenos son comprados para producir biocarburantes y otros cultivos industriales.
Incluso si algunos de estos proyectos lograse aumentar con el tiempo la productividad de la tierra, es muy probable que contribuyese muy poco a la economía del país, sobre todo si casi toda la maquinaria agrícola, los fertilizantes, los pesticidas y las semillas se traen de fuera y los productos obtenidos se envían fuera del país. “Hasta ahora, la apropiación de tierras ha contribuido más a la producción de disturbios que al aumento de la producción de alimentos”.
Profundizando la brecha entre ricos y pobres
La brecha entre países ricos y pobres podría crecer aún más, y pronto. Brown así lo predice (8).
En enero de 2011, Corea del Sur, que importa el 70% de su consumo de grano, anunció la creación de una nueva entidad público-privada responsable de la adquisición de grano. Con una oficina inicialmente situada en Chicago, su plan consiste en pasar por alto a las grandes empresas de comercio internacional y comprar el grano directamente a los agricultores de Estados Unidos. Así fue cómo los coreanos adquirieron sus propios silos, firmando contratos de varios años con los agricultores para la entrega del grano, comprometiéndose al pago de un precio fijo. China, Japón y Arabia Saudí, y otros importadores podrían firman acuerdo con países exportadores, tales como Canadá, Australia y Argentina. Los 1400 millones de chinos, que cada vez consumen más, comenzarán a competir con los consumidores de Estados Unidos por las cosechas de cereales de Estados Unidos, por lo que “una comida barata, visto por muchos como un derecho de nacimiento en Norteamérica, podría estar llegando a su fin”.
Los países de bajos ingresos, donde se adquieren las tierras, o donde se importan cereales, es probable que cada vez tengan una situación más deteriorada.
No se está haciendo ningún esfuerzo para asegurar el suministro de alimentos
No hay ningún esfuerzo organizado para garantizar el suministro de alimentos en el mundo. De hecho, la mayoría de las negociaciones internacionales sobre el comercio agrícola se centraban hasta hace poco en el acceso a los mercados, con una necesidad urgente para que Estados Unidos, Canadá, Australia y Argentina abran sus mercados agrícolas, altamente protegidos. Pero en la primera década del siglo actual, el acceso a los alimentos se ha convertido en una cuestión de primer orden. El Programa Mundial de Alimentos ya ha proporcionado ayuda alimentaria a 70 países, con un presupuesto anual de 4 mil millones de dólares, lo que es insuficiente, y además existe muy poca coordinación internacional. Y además se dirige a aliviar los síntomas y no la causa de la escasez de alimentos.
“Estamos muy cerca de que se produzca una gran crisis del sistema alimentario, podría llegar en cualquier momento”, dice Brown. “Consideremos, por ejemplo, ¿ qué habría pasado si la ola de calor de 2010 que se centró en Moscú se hubiera dado en Chicago? En números redondos, si una caída en la producción del 40% en Rusia suponga unos 100 millones de toneladas en pérdidas, un 40% de la producción de Estados Unidos habría supuesto unas pérdidas de 150 millones de toneladas. (…) Esta producción habría sido la más baja de la historia,…”.
“La cuestión ahora es si el mundo puede ir más allá de centrarse en los síntomas de deterioro de la situación alimentaria y atacar las causas subyacentes. Si no podemos producir mayores rendimientos con menos agua y conservar las fertilidad de los suelos, muchas zonas agrícolas dejarán de ser viables. Y esto va mucho más allá que un mero problema de los agricultores. Si no se consigue estabilizar el clima, no se va a poder controlar el precio de los alimentos. Si no podemos controlar el crecimiento de la población, el número de hambrientos es casi seguro que continúe aumentando. Es tiempo de actuar ahora, antes de que la crisis alimentaria de 2011 se convierta en una nueva normalidad”.
Las recomendaciones de Brown son decepcionantes, falla de nuevo en no recomendar un cambio total a la agricultura ecológica, que, de acuerdo con el consenso científico, es capaz de hacer frente a la mayoría, si no a todas, de las causas subyacentes del deterioro de la productividad, así como la conservación del suelo y los recursos naturales, el agua, y detener el cambio climático [ ver (13,14)
El futuro de los alimentos: la agricultura sostenible. Combustibles fósiles, ISIS/ Una agricultura sostenible se necesita con urgencia. SiS 50]. Mejor aún, la agricultura agroecológica se puede combinar fácilmente con los recursos locales, incluso en una red de generación mediante energías renovables [(14). Energía verde, 100% renovable para el año 2050. Isis /publicación TWN], que puede servir para las empresas locales, estimulando sus economías y creando muchas oportunidades de empleo.
Una versión completa de este artículo se publica en el sitio web de ISIS y está disponible para su descarga aquí ( en inglés) .
http://foodfreedom.wordpress.com/2011/06/14/the-new-politics-of-food-scarcity/#more-8816
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