Gene Drives: argumentos científicos para una prohibición total y perpetua

Por Jonathan Latham, 13 de febrero de 2017

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Uno de los asuntos centrales de nuestros días es el de cómo manejar con seguridad las innovaciones industriales. Los nuevos productos que incorporan nanotecnología, biotecnología, metales raros, microondas, nuevos productos químicos, todo ello entra a diario en el mercado. Sin embargo, ninguno de estos productos se presenta con un conjunto adecuado de datos científicos. Tampoco traen un marco intelectual de referencia en el cual podamos descifrar los riesgos, como lo demuestran las dispuestas sobre el principio de precaución. La mayoría de estos productos no reciben ningún tipo de supervisión por parte de las Agencias de Regulación.

¿Cómo se eliminarán estos productos? ¿Qué poblaciones y qué ecosistemas se pondrán en riesgo debido al uso de dichas tecnologías o productos? ¿Cuáles serán las consecuencias por un accidente durante su uso, fuera de los establecidos o ilegales? Ninguna de estas preguntas son respondidas de manera conveniente por las Agencias de Regulación, al menos que los ciudadanos presionen para que así se haga.

Como consecuencia de estas deficiencias, nos estamos exponiendo a nuevos riesgos cada vez que aparece uno de estos productos. Pero a pesar de su enorme importancia, quizás sea uno de los temas menos discutidos actualmente.

El espectro regulatorio

La regulación de los productos obtenidos en los procesos industriales es muy diversa. En un extremo estaría la Industria aérea estadounidense. Los aviones comerciales están sometidos a un estricto control normativo a lo largo de toda su vida, desde el diseño hasta la producción, el mantenimiento y su empleo. Cuando se producen accidentes de avión, se lleva a cabo una exhaustiva investigación independiente, sin mirar los costes en la búsqueda de las causas, llegando incluso a recuperarse los restos sumergidos en el fondo del mar.

Cuando concluye la investigación, se dan recomendaciones. Con escasa frecuencia se altera el diseño o el mantenimiento de la aeronave, pero a veces los aviones ya fabricados pueden incluso retirarse de la circulación.

Este proceso normativo se caracteriza por una amplia y continua retroalimentación entre todas las partes del sistema: tripulantes, Agencias de Regulación, equipos de mantenimiento, fabricantes, etc. Este tipo de supervisión reguladora iterativa se considera de amplio éxito e incontestable. De hecho, la Industria aérea tienen en su haber pocas muertes a pesar de la naturaleza intrínsecamente peligrosa y antinatural del vuelo.

Un contraste significativo supone la regulación de los productos de la Industria Química. El modelo estándar para los productos químicos sintéticos que no sortean por completo los sistemas de regulación suelen entrar en el mercado tras una única decisión. Esta decisión suele denominarse “aprobación” o “desregulación”. Una vez que se toma la decisión de aprobarlo, a veces se recogen datos adicionales y, a veces, se realiza un nuevo examen, pero la decisión de aprobación es en muchos sentidos irreversible, de modo que su retirada del mercado es prácticamente imposible. Este tipo de regulación, que también se aplica a los productos farmacéuticos, los cultivos biotecnológicos y los dispositivos médicos, se caracteriza por disponer de un componente iterativo mínimo. El contraste, en comparación con la seguridad de los aviones, con su examen sistemático y sus formalidades de retroalimentación y aprendizaje con respecto al producto, es significativo.

La cuestión de las variables

Otro contraste entre la seguridad de los aviones y la seguridad de los productos químicos ( o de los transgénicos) es la cuestión de las variables, es decir, los posibles peligros potenciales que deben tenerse en cuenta. La simplicidad relativa y el éxito de la seguridad aérea da como resultado un número escaso de resultados negativos y estos están bien definidos. Con la excepción del secuestro, un accidente aéreo es casi el único criterio de valoración de la seguridad de un avión.

Cada producto de la Industria Química y Biotecnológica tiene una enorme lista de posibles efectos negativos. En 2007, el Gobierno francés recibió un informe del profesor Dominique Belpomme sobre la salud de la población de las islas del Caribe, La Martinica y Guadalupe. De acuerdo con este informe, los 800.000 habitantes de la islas estarían enfrentándose a un desastre sanitario como resultado de la fumigación de las plataneras con el pesticida clordecona. La mitad de la población masculina desarrollaría cáncer de próstata, una disminución en la fertilidad, y todos los niños están contaminados. La clordecona estará presente en el suelo durante un siglo.

La clordecona forma parte de un patrón. A partir del plomo-arseniato, vía DDT y otros hidrocarburos clorados, y continuando sucesivamente a través de organofosfatos y neonicotinoides, una larga lista de familias de insecticidas químicos se están usando de manera profusa, cuando debieran ser prohibidos o abolidos por sus negativas consecuencias ecológicas y sanitarias.

La principal razón para que se haya dado una insuficiente previsión por parte de las Agencias de Regulación y los expertos, es que cualquier producto químico sintético, tal que un pesticida, puede potencialmente causar una gran cantidad y enorme diversidad de daños. Puede resultar en ser tóxico para la capacidad reproductiva, puede ser neurotóxico o carcinógeno, incluso para un número elevado de especies (a menudo desconocido). Además, estos daños pueden ocurrir cerca o lejos de los lugares donde se utilizó el producto químico. Incluso los productos farmacéuticos, en donde las variables se han limitado históricamente a pacientes individuales, pueden también depararnos sorpresas.

Por ejemplo, los anticonceptivos que entran en el sistema de alcantarillado pueden contaminar posteriormente los cursos de agua y así interferir en los sistemas endocrinos de los peces (Fick et al., 2010).

Algunos autores han argumentado que la historia de la regulación de los productos químicos, desde el punto de vista de la protección de la salud pública y la salud ecológica, se describe como una larga serie de fracasos provocados de manera inevitable por el hecho de que una multitud de variables superan con creces la práctica. Y las limitaciones económicas de la Ciencia. Esto se debe tanto a la potencial diversidad como al número de parámetros negativos, y por cada criterio de valoración se requiere realizar un experimento científico específico o al menos una recopilación específica de datos (3,4).

Por lo tanto, las variables exóticas como las consecuencias reproductivas en los peces por efecto de las hormonas anticonceptivas filtradas por el riñón humano (y luego dispersadas en el sistema de alcantarillado), deben ser considerados de manera explícita y estudiado experimentalmente como parte del sistema de regulación, para evitar mayores daños sanitarios y ecológicos. Sin embargo, las Agencias de Regulación se enfrentan con el verdadero e inevitable dilema de la gran cantidad de potenciales resultados. Hay, en varios órdenes de magnitud, demasiados. El número de posibles criterios toxicológicos de un solo producto químico es enorme, pero al no considerar y estudiar de manera explícita cada uno de ellos podría llevar a un desastre de salud pública a escala de lo ocurrido en La Martinica y Guadalupe o un desastre ecológico a escala de lo acontecido con los neonicotinoides (5).

En resumen, se puede demostrar que las regulaciones sobre los productos de la Industria varían en dos parámetros principales. Estos dos parámetros son:

1) La naturaleza iterativa (u otra) del proceso regulatorio que se les aplica, y

2) El número de potenciales variables negativas que necesitan ser consideradas de manera explícita.

La combinación de estos dos parámetros con algunas estimaciones relativamente incontrovertibles del éxito normativo, sugiere una hipótesis simple: que los productos que tienen menos parámetros de valoración y que están sujetos a procesos regulatorios de manera más iterativa son los que más probabilidades tienen de ser seguros.

La lógica que subyace es sencilla: la iteración permite corregir los errores, mientras que una menor cantidad de variables hace que la valoración sea más sencilla y manejable.

Los variables de la Biotecnología agrícola

En comparación con los productos químicos sintéticos, los transgénicos destinados para uso agrícola tienen un número similar, sino mayor, de variables peligrosas. Pueden dañar a los seres humanos y a otros seres vivos, los suelos, otros cultivos, insectos no objetivo, etc.

Sin embargo, los transgénicos para uso agrícola están en cierto sentido relativamente contenidos respecto a los daños que pueden causar por el hecho de que muchas variedades de cultivos transgénicos tienen limitado su poder reproductivo, o su sensibilidad a las heladas. Entre estos cultivos se encuentran el maíz y la soja, cultivos mayoritarios en los Estados Unidos. Esta contención biológica natural actúa como una severa restricción ante la posibilidad de provocar más daños, eliminando la mayoría de las interacciones a largo plazo fuera del sistema agroalimentario. Por lo tanto, el número de variables que deben considerarse para la evaluación de los riesgos se reduce considerablemente.

Sin embargo, hay algunas variedades de cultivos transgénicos que no están sujetos a esas limitación natural.

La hierba rastrera (Agrostis stolonifera) es una hierba de césped de la cual la Corporación Scotts (en colaboración con Monsanto) ha desarrollado una versión transgénica resistente al herbicida glifosato.

Se realizaron varios ensayos entre 2001 y 2003 con la hierba transgénica de Scotts en campo abierto para su posterior comercialización. Sin embargo, se extendió a otros lugares desde los lugares de ensayo, ya bien por la dispersión del polen o de las semillas, pero actualmente se puede encontrar A. stolonifera tolerante al glifosato en varios condados de Oregón y el vecino estado de Idaho (6). La expansión de esta hierba transgénica está dando problemas para el control de las hierbas adventicias. Dado que A. stolonifera es una especie que se poliniza por el viento, podemos anticipar que si no se interviene de manera contundente, los transgenes de A. stolonifera se extenderán por todo el mundo donde quiera que crezca la hierba de forma natural.

La colza transgénica tolerantes a herbicidas (Brassica napus) ha sido aprobada para su cultivo en Canadá, los Estados Unidos y Australia. Pues bien, en estos países se han encontrado plantas silvestres de colza transgénica resistente a los herbicidas. En Gran Bretaña, Japón y Francia, también se han encontrado poblaciones silvestres de colza transgénica (7).

El tercer ejemplo de un cultivo transgénico que ha logrado expandirse es el maíz en México (8). Los países anteriores pueden considerarse algo afortunados de que haya sido una hierba rastrera y no la colza silvestre transgénica la que haya provocado problemas en la agricultura. El maíz transgénico contiene a menudo uno o varios miembros de la familia de proteínas insecticidas Cry. En gran parte de México, a diferencia de la mayor parte de los Estados Unidos, el cultivo del maíz no se ve restringido por las heladas, lo que significa que las plantas transgénicas que se reproducen se están extendiendo por diferentes suelos. Este maíz representa sin duda un elevado riesgo para los sistemas ecológicos y alimentarios, superando las amenazas de los herbicidas químicos.

Aplicación a la Genética Dirigida (Gene Drives)

La Genética Dirigida, tal como se considera actualmente, y como se explica en otra parte de este artículo, es una técnica para impulsar la herencia de unos alelos específicos. La Genética Dirigida depende de la introducción de CRISPR o ARN guía y proteínas del tipo Cas9, y lo que se pretende con ello es impulsar las frecuencias de un determinado gen. Su objetivo final es el de alterar la composición genética de las poblaciones, incluso con el propósito de disminuir o extinguir ciertas poblaciones.

Debido a que se basan en técnicas in vitro para la introducción de genes extraños, la Genética Dirigida forma parte de las técnicas de la Biotecnología. Sin embargo, desde el punto de vista actual de los riesgos, las principal diferencia entre organismos dirigidos genéticamente y la mayoría de los cultivos transgénicos, es que los los primeros están diseñados explícitamente para sobrevivir y reproducirse en el medio silvestre.

Se nos está diciendo que esta tecnología, la Genética Dirigida, puede ser regulada en el marco convencional estándar (9). Sin embargo, si consideramos los organismos en los términos aquí esbozados, estos organismos que impulsan la herencia de un determinado gen, nos estaríamos acercando a una tormenta perfecta. Son “productos” que probablemente no podrán ser erradicados, por lo que cualquier decisión que los apruebe debe presumirse que será algo definitivo e irreversible. Y sus capacidades reproductivas y de dispersión implican la necesidad de considerar un gran número de variables, tal vez incluso más que los productos químicos sintéticos y los cultivos transgénicos.

Algunos ejemplos y preguntas pueden ilustrar la diversidad de variables relevantes que se podrían considerar para estos organismos obtenidos mediante Genética Dirigida.

Por ejemplo, ¿supondrá un riesgo para los depredadores que se los comen, sean mosquitos o ratones obtenidos mediante la técnica de Genética Dirigida, ya que lo que se pretende es la erradicación de la especie presa (si esa es su intención) , y por tanto dañando a la especie depredadora? Los motivos científicos para plantear esta duda son importantes. Puede haber una imprevisibilidad en los procesos de Ingeniería Genética. Esta imprevisibilidad es especialmente preocupante en los organismos que producen plagas, ya que se supone que la Genética Dirigida se ocupa de ellos, y a que en gran medida no están caracterizados en comparación con las variedades agrícolas que son los objetos estándar de la Ingeniería Genética.

El segundo motivo de preocupación científica acerca de los riesgos de los organismos obtenidos mediante Genética Dirigida es la cuestión de los genes específicos añadidos. Por ejemplo, la polilla dorso de diamante (Plutella Xylostella), que ya está previsto que sea soltada de manera experimental en el estado de Nueva York, contiene ADN de varios patógenos virales, incluido el virus del herpes simple (HSV) (10, 11). Si los genes de los patógenos virales pueden ser insertados y utilizados con seguridad en otros organismos todavía es un cuestión no resuelta (12).

Otras preguntas clave se centran en torno a si la herencia genética se propagará solamente a las especies originales o a otras con las que a veces se pueden cruzar. En primer lugar, su importancia reside en que la Genética Dirigida es probable que afecte negativamente a estas otras especies. Es más, cualquier impacto no deseado e imprevisto de la Genética Dirigida se extenderá más allá de la especie en la que se tenía prevista la intervención, de modo que los genes se extenderán a otras especies.

Un tercer conjunto de preguntas deben ocuparse de si la trayectoria evolutiva de los organismos sometidos a las técnicas de Genética Dirigida puede ser adecuadamente controlada y predicha, dada la complejidad inherente en el concepto de Genética Dirigida.

El planteamiento de todas estas preguntas pone en primer plano un cuestión crucial subyacente: que el número de potenciales variables negativas que necesitan ser investigadas para establecer con seguridad una Genética Dirigida en las numerosas condiciones en que se encontrarán son vastísimas. Y especialmente cuando cada pregunta no puede ser considerada de manera aislada, ya que ninguna de ellas se da de manera aislada. La consecuencia es que ninguna nación tienen los suficientes medios económicos para operar tal programa científico, especialmente cuando estas preguntas sólo representan la punta del iceberg.

El principal problema es que una gran parte de estas variables no pueden ser investigadas de manera creíble fuera de ambientes ecológicamente realistas, y tales experimentos son sumamente costosos y laboriosos. Idealmente, necesitaríamos otro planeta para hacer dichos experimentos.

También hay que considerar que responder a estas preguntas requeriría protocolos científicos únicos y sin precedentes. Imagínense que quisiéramos probar los riesgos de los mosquitos sometidos a las Genética Dirigida en los murciélagos, o probar las características del comportamientos de los mosquitos de Genética Dirigida. Es poco probable que haya tales precedentes científicos, en términos de técnicas y experiencias, para la realización de dichos experimentos.

Estas son las duras realidades que las Agencias de Regulación están ignorando durante mucho tiempo. Habiendo fracaso en proteger a la población contra los productos químicos sintéticos y no protegiendo el medio ambientes de los daños producidos por los cultivos transgénicos, es ilógico esperar que una regulación organizada mediante estrategias convencionales nos proteja de la Genética Dirigida o de cualquier organismo transgénico obtenido mediante esta tecnología.

Esto nos lleva a una sola conclusión, a menos que se pueda inventar un sistema radicalmente nuevo de regulación: debemos olvidarnos de la Genética Dirigida. Del mismo modo que habría sido mejor abandonar pesticidas y fungicidas agrícolas porque los sistemas de regulación carecen de una total falta de rigor en su supervisión, los organismos obtenidos mediante Genética Dirigida no deben ser liberados al medio ambiente.

Referencias

1) ‘Health disaster’ in French Caribbean linked to pesticides.
2) Fick J et al. (2010) Therapeutic Levels
of Levonorgestrel Detected in Blood Plasma of Fish: Results from Screening Rainbow Trout Exposed to Treated Sewage Effluents. Environ. Sci. Technol., 2010, 44 (7), pp 2661–2666.
33 Thornton J. (1999) Pandora’s Poison: Chlorine, Health, and a New Environmental Strategy. The MIT Press
4) Latham JR (2016) Unsafe at any Dose? Diagnosing Chemical Safety Failures, from DDT to BPA.
5) IUCN Taskforce on Systemic Pesticides 2015
6) Zapiola ML et al., (2008) Escape
 and establishment of transgenic glyphosate-resistant creeping bentgrass Agrostis stolonifera in Oregon, USA:
 a 4-year study J. Appl. Ecology 45: 486–494.
7) Schafer, M G. Ross A A., Londo J P., Burdick C A., Lee E. H, Travers S E.,
Van de Water P K., Sagers C L. (2011) The Establishment of Genetically Engineered Canola Populations in the U.S.
8) D Quist & I H. Chapela (2001) Transgenic DNA introgressed 
into traditional maize landraces in Oaxaca, Mexico Nature 414, 541-543 doi:10.1038/35107068; Received 26 July 2001; Accepted 31 October 2001
9) de Andrade, Paulo Paes; Aragão, Francisco José Lima; Colli, Walter; Dellagostin, Odir Antônio; Finardi-Filho, Flávio; et al. 2016) Use of transgenic Aedes aegypti in Brazil: risk perception and assessment. Bulletin of the World Health Organization 94.10 (Oct 2016): 766-771.
10) This tiny moth is stirring up the GMO debate in New York.
Wallace, H. GeneWatch (Nov
2015) Oxitec’s genetically modi-fied moths: summary of concerns.
11) Latham JR, and AK Wilson (2008) Transcomplementation and Synergism in Plants: Implications for Viral Transgenes? Molecular Plant Pathology 9: 85-103.
(This article was originally published in GeneWatch Vol. 30, 2017)

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