Fukushima: los peligros de la exposición interna a la radiación (II)

El material radiactivo lanzado en las explosiones de la Central Nuclear de Fukushima es entre cientos y miles de veces mayor que en la explosión de la bomba atómica de Hiroshima.

Por Yagasaki Katsuma, 15 de mayo de 2016

The Asia-Pacific Journal

Parte 1

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Yagasaki_KatsumaYagasaki Katsuma, nacido en 1943, es profesor emérito de la Universidad de Ryukyus. Lleva trabajando en la Universidad desde 1974, donde ha ocupado el cargo de Director de la Facultad de Ciencias. Está especializado en Física de la materia condensada. Desde 2003 viene declarando en los pleitos colectivos sobre la radiación interna de los sobrevivientes de la bomba atómica. En mayo de 2011, intervino como testigo en la Cámara Baja ante el Comité Especial de Ciencia y Tecnología y ante el Comité de Presupuestos de la Cámara. En febrero de 2012 recibió el Premio de la Cultura Médica. Entre sus obras: “Qué les pasa a los niños de Irak”, “Municiones con uranio empobrecido y Exposición interna a la radiación”; “Un argumento contra el Sistema ICRP desde el punto de vista científico”. Ha participado en la conferencia sobre Ciencia y Asuntos Internacionales de 2015.

Han pasado cinco años desde el accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi, y nos encontramos ante una situación anormal en la cual tanto TEPCO (la empresa propietaria de la central) como el Gobierno están obligando a la gente a aceptar de manera silenciosa su papel de víctimas.

La Ley Fundamental de la Energía Atómica señala que el límite anual máximo de exposición para las personas es de 1 milisievert. Pero a la gente se le está obligando a aceptar la nueva revisión del umbral, que se ha aumentado en 20 veces, es decir, que se ha establecido en 20 milisierverts al año.

En la Prefectura de Fukushima, la cancelación de las compensaciones económicas y el levantamiento de la prohibición de evacuación de regiones muy contaminadas, ha obligado a la gente a volver, del mismo modo que los apoyos a los evacuados también han finalizado. Por supuesto, no hay ningún tipo de medidas para tratar la radiactividad fuera de la Prefectura del Fukushima.

El accidente de la central nuclear de Chernobyl en 1986, llevó a Ucrania (también a Bielorrusia y Rusia) a establecer unas leyes de protección de los derechos humanos, algo que se ha mantenido y que contrasta con la situación de los derechos humanos que rodean al accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi.

Después de lo que está diciendo el Gobierno japonés, uno se queda sin palabras. “Si ha estado expuesto a menos de 100 becquerelios, venda el producto… Si no lo vende no será capaz de tener un medio de vida… Si habla de radiactividad no será capaz de vender sus productos… No hable de radiactividad”. Los mensajes que aparecen en los medios de comunicación están controlados por el Gobierno, y la gente lo único que puede hacer es permanecer en silencio.

La consideración de los efectos de la radiación como psicológicos

Los artículos publicados por los medios de comunicación con motivo del Quinto Aniversario del accidente de 11 de marzo de 2011 contienen muchas referencias a algo que aquí se denomina «fūhyō higai«, es decir, daños causados por los rumores sobre la radiación, algo que obstaculiza el proceso de reconstrucción ¿Por qué no se llama por sus palabras, por lo que es, daños por la radiactividad? El «fūhyō higai» es un término que se usa para considerar los efectos de la radiación como problemas psicológicos. Bajo mandato de la OIEA, Shigematsu Itsuzō (ya fallecido), ex presidente de RERF (antes ABCC), realizó una encuesta de salud entre los residentes de Chernobyl. Comentaba en un Informe que presentó en 1990 que “apenas hay enfermedades producidas por la radiación, pero se debe prestar atención al estrés psicológico que produce la continua angustia de saber si uno ha recibido o no radiación”. La teoría de que el estrés psicológico produce la enfermedad es un método usado para ocultar a las víctimas de la radiación en la Era Nuclear.

En Chernobyl se distribuyó comida no contaminada entre los residentes en las áreas contaminadas. Los viajes de descanso también están pagados por el Estado. Y, sin embargo, en Fukushima hay una enorme presión para que se consuman los productos de la zona (tabete ouen) y la Administración ha puesto en práctica una política de cultivo en la localidad y de consumo de productos de la localidad por los niños en los comedores escolares. Japón no intenta evitar la exposición interna como hicieron los Estados afectados por la catástrofe de Chernobyl. En lugar de eso hacen lo contrario: exposición directa.

…la Administración ha puesto en práctica una política de cultivo en la localidad y de consumo de productos de la localidad por los niños en los comedores escolares. Japón no intenta evitar la exposición interna como hicieron los Estados afectados por la catástrofe de Chernobyl. En lugar de eso hacen lo contrario: exposición directa”.

Seguramente no haya mayor violación de los derechos humanos que forzar a los productores, en contra de su voluntad, a producir alimentos que podrían afectar negativamente a la salud humana por la contaminación radiactiva”.

¿Qué hay en el fondo de estos comportamientos? Habría que proteger a los residentes de la exposición a la radiación, desmantelar el núcleo fundido del reactor, o tratar la contaminación de las aguas subterráneas, pero no, hay muchas cosas que hacer para emplear los presupuestos ante los juegos olímpicos que se celebrarán en Tokio. El Gobierno japonés trata de vencer todos estos obstáculos gastando lo menos posible para evitar el sufrimiento de la gente. En la base de todo esto está el Utilitarismo, una Ideología que prioriza la economía por encima de los derechos y las vidas humanas, una filosofía que abandona a la gente a su suerte.

Después de lo que está diciendo el Gobierno, uno se queda sin palabras. “Si ha estado expuesto a menos de 100 becquerelios, venda el producto… Si no lo vende no será capaz de tener un medio de vida… Si habla de radiactividad no será capaz de vender sus productos… No hable de radiactividad”. Los mensajes que aparecen en los medios de comunicación están controlados por el Gobierno, y la gente lo único que puede hacer es permanecer en silencio.

Una de las misiones de la agricultura es la de proporcionar unos alimentos seguros. Seguramente no haya mayor violación de los derechos humanos que forzar a los productores, en contra de su voluntad, a producir alimentos que podrían afectar negativamente a la salud humana por la contaminación radiactiva. No hay otra solución ante esta injusticia que deshacerse de este sistema impuesto por decreto. Aunque las labores de los agricultores hayan hecho disminuir la contaminación radiactiva en sus productos, las tragedias seguirán mientras se considere una contaminación aceptable la de 100 becquerelios/kg.

una cantidad que se denomina “dosis efectiva”, un número que resulta de la división de la dosis de exposición por los diversos órganos corporales. Además, se ha hecho una estimación objetiva del tiempo que la gente permanece dentro y fuera de sus casas y crearon una nueva lectura, “dosis sustancial”, que reduce de nuevo los niveles en otro 60%. En el fondo de estas maquinaciones está la voluntad de mentir por parte de la Industria Internacional de la Energía Nuclear.

Tal estándar proviene de ese pensamiento que considera el dinero por encima de la salud. La radiactividad, incluso a pequeñas dosis, puede causar daño. La Comisión Internacional de Protección Radiológica dice que la carcinogénesis comienza con una mutación del ADN en una sola célula. La susceptibilidad humana a la radiactividad depende de los individuos y algunos son más vulnerables que otros, pero en particular lo son los fetos. Los niveles de abortos espontáneos involuntarios se han elevado en las cuatro prefecturas desde el 11 de marzo en un 13% (5).

La ingestión de 1 becquerel de C-137 (con un período de vida media biológica de aproximadamente 80 días) al día, supone una acumulación interna de 140 becquerelios en un período de unos 2 años. Si tuviésemos que establecer un patrón de radiactividad aceptable en los alimentos, deberíamos usar las pautas recomendadas por la Sociedad Alemana de Protección Radiológica: “Ningún alimento con una concentración de más 4 becquerelios de Cesio-137 por kg debe ser consumido por lactantes, niños y adolescentes. A los adultos se les recomienda no ingerir alimentos con más de 8 becquerelios por kilogramo de concentración de Cesio-137”. (6)

Las falsas mediciones de dosimetría

La filosofía del Gobierno japonés ha sido la de abandonar a su suerte a los ciudadanos y una respuesta negativa a confiar en ellos. En otras palabras, los ve como a personas poco inteligentes. Con el temor de que se extendiera el pánico, no anunció los datos SPEEDI (sistema de predicción de radiación en el aire), ni distribuyó pastillas de yodo sólidas. Es decir, se puso por encima la estabilidad emocional sobre la protección de los residentes del peligro de la radiación. Además, inmediatamente puso en práctica un cuidadoso control de la información.

Y no es que simplemente  vea a los residentes como ignorantes. El Gobierno ha traicionado, incluso de manera activa, su confianza. Un ejemplo típico de tales actuaciones por parte del Estado es la presentación de los datos de los niveles de contaminación radiactiva en el ambiente. El Gobierno estableció estaciones de medición en la prefectura de Fukushima y en las prefecturas vecinas e informaba dando los datos oficiales. Junto con Yoshida Kunihiro y otros del Proyecto de Seguridad y Confianza, en otoño de 2011, comprobamos las mediciones dadas por las estaciones de medición. Encontramos claras evidencias de que los datos públicos disponibles a partir de esas estaciones sólo mostraban el 54% de los niveles de contaminación que nosotros medimos.

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Comparación de las lecturas de las dosis de radiación a partir de los puestos oficiales de medición y las dosis medidas por nosotros.

Eje X: cantidad de radiación (microsieverts/hora)

Eje Y: dosis recibidas por los residentes y medidas aportadas por los puestos oficiales de medición

Línea de puntos negra: dosis real absorbida por los residentes

Línea de puntos roja: Medidas oficiales de los puestos de medición, sin descontaminación

Línea roja: Lectura oficial de los puestos de medición, con descontaminación

[Cuando ponemos juntos los datos de la radiación tomados por los autores en los puestos de medición (raya en negro; dosis absorbida por los residentes), y las dadas oficialmente en los mismos puestos de medición, se observa una diferencia de un 58% en caso de áreas no descontaminadas y de un 51% en las áreas descontaminadas]

[Otoño de 2011, mediciones realizadas con un contador escintilador certificado, modelo HITACHI-ALOKA YCS172B]

Además de todo esto, también se está produciendo un menosprecio deliberado en el procesamiento por parte del Gobierno de los datos numéricos. El nivel de contaminación en el suelo está directamente relacionado con la contaminación radiactiva del aire, y una medida objetiva de ésta se debe obtener de los niveles medidos en el aire. Sin embargo, suponen que hay unas dosis de exposición uniformes en todo el cuerpo, de modo que las lecturas se someten a una corrección, llegando al 60% de la cantidad total en base a la dosis proyectada, una cantidad que se denomina “dosis efectiva”, un número que resulta de la división de la dosis de exposición por los diversos órganos corporales. Además, se ha hecho una estimación objetiva del tiempo que la gente permanece dentro y fuera de sus casas y crearon una nueva lectura, “dosis sustancial”, que reduce de nuevo los niveles en otro 60%. En el fondo de estas maquinaciones está la voluntad de mentir por parte de la Industria Internacional de la Energía Nuclear.

De una encuesta de salud realizada por el Comité de Evaluación de la Salud de la Prefectura de Fukushima, se desprende que los problemas siguen aumentando y que ya serían 163 los casos de cáncer. Desde el punto de vista científico, está claro que estos casos están producidos por la radiactividad. También encontré, entre los casos de cáncer tanto en hombres como en mujeres, que el 75% de dichos cánceres fueron inducidos por la radiación. A pesar de todo esto, el Comité de Evaluación sigue afirmando de que no hay pruebas de que estos cánceres se deban al accidente de la central nuclear.

Como el Comité insiste en que los numerosos casos de cáncer de tiroides no se deben a la radiación, también intentarán enterrar bajo tierra el resto de efectos adversos en la salud.

Parte 3

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Procedencia del artículo:

http://apjjf.org/2016/10/Yagasaki.html

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