El rechazo de la Biología a abandonar la idea de que los organismos vivos se comportan como máquinas (I)

Stephen L. Talbott

Nature Institute

Contenido:

– Introducción

Las limitaciones para explicar el funcionamiento del corazón

– Formado desde fuera, ¿o desde dentro?

– Leyes, causas y máquinas

– Máquinas moleculares

– ¿Qué es una molécula?

– Misterios del agua

– El organismo no calcula

– ADN no digital

– Una receptividad flexible

– Nota final

Introducción

Cuando alguien sufre alucinaciones de forma persistente, viendo cosas que otros no ven, se dice de él que sufre algún tipo de alteración cognitiva, o incluso una enfermedad mental. ¿Qué decir entonces de todos esos biólogos que consideran que los organismos vivos actúan como las máquinas? ¿O de quiénes al observar órganos, células, orgánulos e incluso moléculas, no ven otra cosa que máquinas?

Dejaré que ustedes juzguen. Sin embargo, una cosa es cierta: se ha apoderado de la comunidad científica una visión errónea de la vida, y así llevamos décadas, lo que ha pervertido nuestra comprensión de los fenómenos biológicos.

Ya he intentado explicar con anterioridad por qué las analogías entre los organismos vivos y las máquinas fallan estrepitosamente. Pero al leer últimamente la literatura de las Ciencias Biológicas y encontrar de manera insistente esa correspondencia entre seres vivos y máquinas, algo contrario a todas las evidencias, hasta yo mismo me he sentido cerca de considerar las mías reacciones patológicas o llevarme incluso a una inútil exasperación. Así que he decidido expresar nuevamente mis ideas de una manera concisa y efectiva.

Y una buena manera de empezar es con un ejemplo muy concreto

Las limitaciones para explicar el funcionamiento del corazón

El corazón actúa como una bomba mecánica (1). Esto todo el mundo lo sabe. Mueve la sangre por todo el sistema circulatorio. Pero hay algunos retos técnicos, comenzando por los más 100.000 kilómetros de vasos sanguíneos que hay en el cuerpo humano. La mayor parte de estos vasos sanguíneos están formados por pequeños capilares microscópicos, algunos de ellos tan estrechos que los glóbulos rojos deben deformarse para poder atravesarlos.

También a través de todo este sistema se producen filtraciones, casi más allá de los imaginable. Cada día, en torno a 80 veces el volumen total de plasma sanguíneo se filtra fuera de los capilares hacia los tejidos circundantes, después de lo cual la sangre sigue una tortuosa ruta de regreso al sistema cardiovascular. La circulación del plasma sanguíneo, en otras palabras, es un flujo que se filtra de manera continua a través de la mayor parte del cuerpo, y de nuevo se vuelve a reunir.

Esto ya es suficiente para emitir una primera premisa: si bien todos saben que el corazón actúa como una bomba, algo extraño pasa. Puede hacer una prueba muy simple. Trate de soplar, no ya la viscosa sangre, sino agua a través de un tubo de goma de 30 metros de largo. Y no emplee un tubo de unas micras de grosor, sino de un milímetro de diámetro. O, para que sea más fácil, simplemente intente soplar a través el tubo. Pronto se dará cuenta de que si su corazón tuviera que ejercer tal fuerza mecánica para mover la sangre por este circuito de 10.000 kilómetros de longitud, su cuerpo explotaría.

Pero esto que acabamos de señalar apenas es el principio de los problemas que rodean la comprensión del funcionamiento del corazón. Aquí sólo puedo mencionar una o dos de estas singularidades. Por ejemplo, cuando el corazón se debilita o falla, el volumen y la presión de la sangre que regresa al corazón generalmente aumenta. El corazón, al parecer, no puede mantener el flujo de manera constante. En general, las personas con corazones fuertes pueden tener una circulación débil, mientras que las personas con corazones débiles o con mal funcionamiento, pueden tener una circulación vigorosa.

También se da el hecho de que dos tercios del consumo de oxígeno por parte del corazón es para generar calor más que fuerza mecánica. Así que una de las principales funciones del corazón es la de contribuir al calentamiento de nuestros cuerpos. Parece que la vieja idea de considerar el corazón como el sol, en el centro de nuestro cuerpo, no es del todo inapropiada. Uno se pregunta por qué derroteros habría ido la investigación científica si tales imágenes no mecánicas hubieran ocupado una parte de la imaginación del investigador.

Seguramente nadie tiene una completa comprensión del corazón y el sistema circulatorio. Pero algunas cosas sí se pueden decir. La contracción muscular del ventrículo izquierdo del corazón da el impulso necesario para que la sangre circule a través de las arterias del sistema cardiovascular ( lo que supone aproximadamente el 15% del total). Pero incluso aquí hay algunos factores involucrados. Las arterias se dilatan o se contraen para acomodarse a los cambios del volumen sanguíneo, y las contracciones onduladas de sus paredes pueden ayudar a que se mueva la sangre a través de ellas.

Esto viene a explicar por qué cuando a alguien se le trasplanta un corazón artificial y ya se ha adaptado razonablemente a él, un aumento en el bombeo del dispositivo no supone un aumento sostenido de la presión arterial o de la frecuencia cardíaca. Los vasos sanguíneos responden dilatándose, manteniendo así el flujo sanguíneo a un nivel que el cuerpo considera óptimo. Es decir, el dispositivo mecánico es subvertido y no se le permite actuar como un centro de control. El sistema circulatorio responde para mantener el estado deseable.

No hay, pues, una respuesta sencilla para decir qué es lo que mueve la sangre, especialmente a través del sistema cardiovascular de “baja presión”, que supone el 85% del total, incluidos los capilares, las venas, el lado derecho del corazón, la circulación pulmonar y la aurícula izquierda del corazón. También hay que tener en cuenta los fluidos que se mueven fuera de los vasos sanguíneos a través de los diversos tejidos corporales y componen un volumen dos veces el del plasma contenido en los vasos.

Un hecho crucial es que, mientras que el volumen de salida del corazón no es directamente proporcional a la frecuencia cardíaca o la presión arterial, sí es proporcional al oxígeno consumido en todos los tejidos corporales. Esto sugiere que el metabolismo corporal es un impulsor primario de la sangre. Mientras que el movimiento muscular, el movimiento de los pulmones y la succión que se produce en el lado derecho del corazón, juegan un determinado papel, los propios tejidos deben reponer de manera continua el volumen de sangre. Al hacerlo, realizan un importante servicio para permitir que la sangre vuelva al corazón. El corazón actúa como un regulador muy sutil de este flujo, incluso restringiéndolo o conteniéndolo hasta cierto punto. De este modo se genera un ritmo ( hay un complejo ritmo de avance, retroceso, pausa en el flujo arterial que sale del corazón), mientras que al mismo tiempo calienta la sangre, y en general detecta y responde a las condiciones generales de manera armonizada. Sólo en los corazones enfermos esta respuesta “musical” tiende a degenerar en un ritmo cardíaco mecánicamente regular, algo parecido a un metrónomo.

Cualesquiera que sean los enigmas de todo esto, y hay muchos, lo único que está claro es que imagen del corazón como una máquina de bombeo es totalmente inadecuada. ¿Cuántos millones de dólares de investigación se han mal empleado y cuántas vidas se han perdido como resultado de una percepción bastante falsa de lo que es el corazón?

Notas

1.- La información dada en este artículo forma parte de otro artículo más extenso “Siendo sincero” (Talbott 2002). Este artículo, que tiene sus correspondientes referencias, es una revisión de un libro titulado “El corazón dinámico y la circulación”, corregido por mi colega Craig Holdrege (2002). Para un tratamiento más técnico de todas estas cuestiones, véase Fusrt 2014.

2.- Respecto a esta estimación soy muy conservador: se habla hasta de 100.000 kilómetros.

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