¿Anarquía o Barbarie? El fetichismo del desarrollo y el Futuro Primitivo

Por John Zerzan, 30 de mayo de 2015

anarquia_barbarie3John Zerzan, licenciado en Ciencias Políticas e Historia, es uno de los principales pensadores del Primitivismo.

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El siguiente texto es una transcripción de la conferencia que dio en Madrid el 15 de enero de 2010, con ocasión de los “100 años de anarcosindicalismo en España”.

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¿Anarquía o Barbarie? El fetichismo del desarrollo

Todo cambia con excesiva rapidez; las crisis en todos los ámbitos se ahondan en este mundo cada vez más unificado, globalizado. Un mundo que avanza rápidamente hacia la industrialización, la homogeneización de la vida a medida que la tecnología define y deforma cada vez más la existencia social; una cultura postmoderna consumista que nos arrastra, creando más aislamiento, cinismo y una falta de experiencias directas.

Un mundo de masas, una sociedad de masas, de producción en masa, implica una cultura de masas, la de las grandes ciudades, donde toda la gente tiende a vestir de la misma manera, ver los mismos programas de televisión, y consumir los mismos productos estandarizados.

Sabemos que el consumo de masas ha contribuido a debilitar el papel radical del sindicalismo. Con mucha frecuencia, tanto a la izquierda como en otras tendencias, el énfasis principal se ha reducido a “Más mercancías para la gente”. Y vemos hacia donde nos lleva esta vehemencia ( que forma parte del propio capitalismo)

¿Y dónde están la libertad, la autenticidad, la felicidad, la vida en comunidad?

De la autoridad” es un breve texto de 1873 en el que Engels desafía a los anarquistas. Decía, resumiendo: “¿Queréis libertad? Id a las fábricas y decirme dónde se encuentra allí su concepto de la libertad”.

Y algunos de nosotros, y sobre todo un creciente número de jóvenes anarquistas, lo han entendido no como un llamamiento para redifinir la libertad y adaptarse a la realidad de las fábricas, sino como un alegato contra la fábrica, contra la vida industrial. En otras palabras, en lugar de un mundo cada vez más industrializado, un mundo cada vez más contaminado y de mayor esclavitud salarial, un mundo que detenga el crecimiento cancerígeno de la propia Industria.

El novelista Bruce Sterling nos explica que hoy en día el concepto mismo de futuro está en peligro. Todo cambia, pero no hay futuro. O puede ser, para ser más precisos, que nadie quiere el futuro que se nos ofrece, pero que se acerca con rapidez. Este es un sentir bastante universal ¿Quién no siente esto en su fuero interno?

¿Quién no afirma que las cosas no pueden seguir así? El tema central de la modernidad, particularmente a través de lo que nos dice la Ciencia y la Tecnología, es que la especie humana se dirige hacia un estado de perfección. La trayectoria de la modernización es que hay un proceso constante de mejora. Todos los problemas se acaban resolviendo. Pero algo ha salido particularmente mal. Hay unas consecuencias terribles en cada una de las soluciones ofrecidas por la sociedad de masas.

Es necesaria una nueva forma de ver las cosas. Tras el miserable fracaso de la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático, después del desencanto que nos ha producido Obama, con una realidad que insiste en que los problemas seguirán empeorando si no hay un cambio de dirección, nosotros, los anarquistas, debemos reexaminar gran parte de lo que se considera ya asumido o lo que se da por sentado.

Asentados en la tecnocultura, en esta carrera tecnológica que no para, se están produciendo algunos fenómenos extraños:

– En el año 2007, el diccionario de 10.000 palabras para niños, el “Oxford Junior Dictionary”, sufrió una revisión, a resultas de la cual algunas palabras fueron añadidas y otras suprimidas.

Palabras añadidas: blog, lector mp3, celebridad, mensaje oral, archivo adjunto, curriculum, ciudadanía, negociación, conflicto, alérgico, biodegradable, euro…

Palabras suprimidas: víbora, castor, jabalí, buey, guepardo, ciervo, hurón, leopardo, pantera, nutria, pelícano, albaricoque, bellota, nectarina, ruibarbo, violeta, castaña, coliflor, cardillo…

– A finales de abril, un artículo que nos explica cómo la secuencia genética de la vaca nos podría acercar a la “esencia de la bovinidad” (?!?), la esencia de la vaquidad. La locura de los científicos… estadounidenses.

– A finales de mayo: investigadores alemanes han sustituido un gen del ratón por el gen humano de la vocalización y han conseguido modificar los sonidos emitidos por el ratón.

– Una anciana japonesa que residía en un hogar de ancianos, la vemos en un dispositivo en forma de ataúd. Se trata de una lavadora. No necesita de ninguna manipulación humana.

– En una revista estadounidense, muy reciente, un artículo sobre el “ciberduelo” o “duelo en Internet”. Sería, presumiblemente, más eficaz que la presencia real, la posibilidad de atender o de reconfortar a la persona. Más confortable, menos intrusivo.

¿Y a dónde nos lleva todo esto?

Es la embestida de la tecnocultura galopante, que remodela y redefine la vida. A algunos esto no les preocupa, pero muchos de entre nosotros lo detestan. Otra cuestión también trepidante, es la destrucción de nuestro entorno físico: el colapso de los ecosistemas, la extinción de las especies, la acidificación de los océanos, la fusión de los casquetes polares y los glaciares ( por ejemplo, los del Himalaya), o fenómenos climáticos extremos.

Y, como una tromba, la descomposición o pauperización de la vida social y personal. La vida interior, del mismo modo que la vida exterior, está en estado de sitio: estrés, depresión, ansiedad. En Estados Unidos, decenas de millones de personas necesitan medicamentos para dormir, medicamentos para tener relaciones sexuales, medicamentos para poder concentrarse, todos ellos adictivos. La tecnocultura es algo hueco y vacío, carente de sentido, carente de texturas, carente de valores, en sus diversas formas. Huérfanos de experiencias directas.

Pero, por otra parte, ¿cuáles son las pretensiones de la tecnología?

¿Para qué nos faculta la alta tecnología? Más bien parece que nos incapacita (pérdida de autonomía, mayor dependencia de tecnologías cada vez más complejas, por lo tanto, poco fiables, sometidas a los riesgos de la mundialización, de los combustibles fósiles, y de todo el sector industrial.

¿Favorece la comunicación? Nos aísla, tenemos menos amigos. Cada vez hay un mayor número de hogares con personas que viven solas. ¿Los amigos de Facebook? (?!?).

¿La tecnología nos ofrece experiencias más ricas y variadas? Vivimos en la cultura más homogeneizada y estandarizada de toda la historia.

Pero muy a menudo escuchamos el argumento de que todo depende del uso que hagamos de la tecnología.

Las gentes, tanto de izquierdas como de derechas, insisten sobre el hecho de que la tecnología es neutra, una simple herramienta, que no tiene connotaciones políticas… sin embargo, hemos visto anteriormente varios ejemplos que sugieren lo contrario. La tecnología nunca es neutra, siempre tiene connotaciones políticas. Es la encarnación de la sociedad.

La Tecnología es la encarnación física de la sociedad, cualquier sociedad en cualquier momento. En la Tecnología uno ve las prioridades y los valores dominantes en la sociedad. Los sistemas técnicos de hoy en día expresan rasgos como la eficacia, el distanciamiento, una cierta frialdad, inflexibilidad, una dependencia hacia los expertos. Algo de lo humano todavía perdura, pero está siendo redefinido por un entorno cada vez más tecnológico. ¿La comunidad? Se trata de una comunidad virtual. No hay valores comunes, de modo que las verdaderas comunidades han sido despellejadas hasta casi desaparecer.

 «El más violento de los grupos inconformes de Seattle venía de Eugene, Oregón, y sus afiliados se llaman a sí mismos anarquistas y se declaran discípulos de John Zerzan, un ensayista y pensador ácrata, cuyas razonadas diatribas contra la tecnología, la sociedad de consumo y las grandes corporaciones deshumanizadas han encontrado una audiencia creciente entre los jóvenes de Estados Unidos. Zerzan predica el anarquismo intelectual, no la acción violenta, pero no ha querido desautorizar a sus supuestos discípulos –que pulverizaron las elegantes tiendas de Pike Street–, y es probablemente el único beneficiario de la fallida reunión de la OMC, pues sus libros han alcanzado gracias al escándalo callejero de Seattle una considerable demanda.» (Mario Vargas Llosa, Aguafiestas en Seattle.
«El más violento de los grupos inconformes de Seattle venía de Eugene, Oregón, y sus afiliados se llaman a sí mismos anarquistas y se declaran discípulos de John Zerzan, un ensayista y pensador ácrata, cuyas razonadas diatribas contra la tecnología, la sociedad de consumo y las grandes corporaciones deshumanizadas han encontrado una audiencia creciente entre los jóvenes de Estados Unidos. Zerzan predica el anarquismo intelectual, no la acción violenta, pero no ha querido desautorizar a sus supuestos discípulos –que pulverizaron las elegantes tiendas de Pike Street–, y es probablemente el único beneficiario de la fallida reunión de la OMC, pues sus libros han alcanzado gracias al escándalo callejero de Seattle una considerable demanda.» (Mario Vargas Llosa, Aguafiestas en Seattle.

Para contraponer algo evidente: las herramientas más simples reflejan propiedades como la proximidad, la flexibilidad, autonomía, sobre todo cuando cualquiera es capaz de construir estas herramientas. No hay ninguna, o muy escasa, dependencia de los expertos y los técnicos.

En otro sentido, la no neutralidad de la tecnología surge de su misma raíz. ¿De dónde brota? Los artilugios aparecen lustrosos y brillantes, como si descendiesen del cielo, pero, dependen, todos ellos, de la industrialización. Vivimos en un mundo donde cada vez hay más fábricas ( por ejemplo, en China y la India). La industrialización masiva genera contaminantes en grandes cantidades y el aumento de las temperaturas medias mundiales, lo cual es algo evidente ( que comenzó en Europa en el siglo XIX, pero ésta es otra historia).

Pero, desde luego, todos los países tienen derecho a industrializarse, ¿no es así? Recuerdo un debate en una televisión pública en el cual se criticaba a Henry Kissinger por la Revolución Verde en Asia apoyada por Estados Unidos, que provocó la expulsión de muchas personas de su tierra y envenenó el suelo para colocar en su lugar un modelo agrícola masificado, Industrial. Kissinger fue atacado de forma minuciosa por el papel de Estados Unidos en esta política de desarrollo. Y en el momento en el que yo pensaba que nada pertinente podría decir a estas críticas, él respondió de esta manera: “Ustedes quieren un coche, un ordenador, una tarjeta de crédito, ¿pero no quieren lo mismo también para los habitantes de la India o China? ¡Sin voz! ¡Si no les gusta este mundo, entonces ustedes se quedarán sin voz!”.

La Izquierda, si no remontamos hasta Marx, ha definido el progreso como más producción y más consumo. Esto conduce a la superpoblación, entre otras cosas, como la destrucción sistemática de la biosfera. ¿Y qué genera la industrialización?: millones de personas en las minas, en las fundiciones, en las cadenas de montaje, en los galpones… La izquierda, que supuestamente es la referencia que nos libera, tiene un problema, y, particularmente, según mi consideración, los anarquistas y los antiautoritarios.

En otras palabras, ¿hay alguien en esta sala que desearía estar en estas minas, o en uno de estos empleos industriales? Ni uno sólo, me lo imagino, y, desde luego, tampoco yo. Estas personas, millones de personas, están obligadas a aceptar tales empleos. Si usted es un anarquista o un antiautoritario, el problema es aún mayor. ¡Y aunque usted no lo fuera, no deja por ello de ser un problema! No es tanto la libertad de todos nosotros lo que hace posible la tecnología ¿No queda claro?

Y volviendo a la crisis del medio ambiente, el calentamiento global y el Industrialismo, todo ello está en perfecta consonancia. El calentamiento planetario comenzó hace unos 200 años; la Revolución Industrial comenzó hace 200 años: lo uno es la medida exacta de lo otro. Mientras que el cáncer de la Industrialización comenzó a propagarse, la temperatura comenzó a aumentar. Hay pocas excepciones, pero Derechas e Izquierdas intentan ignorar esto. Es un hecho y, en realidad, un problema para aquellos que desean una sociedad masificada antes que la vida.

En el contexto de agravamiento de las crisis en todas las esferas y a todos los niveles, nos surge una duda. Un movimiento por el decrecimiento, en Francia, por poner un ejemplo, es un elemento de la oposición al paradigma dominante. Pero, permítanme decirles que si no se define con claridad, radicalmente, el paradigma dominante, este movimiento quizás no vaya demasiado lejos. Necesitamos una visión diferente.

También es necesaria una reorientación, que opere en el seno de los medios anarquistas, algo que pienso es digno de interés, incluso para aquellos que no están muy interesados por estos medios. También pienso que es algo instructivo. Al nivel más elemental, sería una cosa así. Los anarquistas de la izquierda tradicional, clásica, dicen: “Este truco del primitivismo no es algo solamente equivocado, sino algo también superfluo. El anarquismo ( no la anarquía) tiene dos eslóganes seculares o emblemas que dicen: Destruir el Estado y abolir el capitalismo, y si de una manera u otra hacemos ambas cosas, entonces todo está en regla, no necesitamos de ninguna más”.

La crítica universal de la cultura que Zerzan ofrece en su libro apoya sus alegatos en una amplia bibliografía, cuyo análisis arroja un resultado inicial que me parece muy significativo: el 98 por ciento de las obras citadas en su abundante bibliografía tiene fecha posterior a 1970. Es decir, puede hablarse de una voluntad de atenerse a la «bibliografía reciente», actual y «vigente» (por lo demás, todo hay que decirlo, debidamente seleccionada: aquí no se cita, por ejemplo, a Marvin Harris, pero sí a Lévi-Strauss; tampoco se cita a Frans de Waal, por ejemplo). Pero desde el punto de vista de la estilística bibliográfica, lo decisivo es que en la bibliografía de Zerzan sólo ocasionalmente aparecen referencias a los clásicos (no aparecen mencionados, por ejemplo, no ya Platón, Aristóteles o Polibio, sino tampoco Ferguson, Morgan o Tylor). ¿Cómo interpretar esta estilística bibliográfica? A mi entender de este modo: Zerzan no habría querido presentar su obra como una disertación filosófica o política, sino, más bien, como una especie de manifiesto doctrinal (otros dirían, con mayor dureza: un panfleto) cuyas tesis son presentadas como si se «desprendiesen» del estado actual de las investigaciones antropológicas «vigentes». Gustavo Bueno La nostalgia de la barbarie, como antiglobalización Antílogo al libro de John Zerzan, Malestar en el tiempo Ikusager, Vitoria 2001
La crítica universal de la cultura que Zerzan ofrece en su libro apoya sus alegatos en una amplia bibliografía, cuyo análisis arroja un resultado inicial que me parece muy significativo: el 98 por ciento de las obras citadas en su abundante bibliografía tiene fecha posterior a 1970. Es decir, puede hablarse de una voluntad de atenerse a la «bibliografía reciente», actual y «vigente» (por lo demás, todo hay que decirlo, debidamente seleccionada: aquí no se cita, por ejemplo, a Marvin Harris, pero sí a Lévi-Strauss; tampoco se cita a Frans de Waal, por ejemplo). Pero desde el punto de vista de la estilística bibliográfica, lo decisivo es que en la bibliografía de Zerzan sólo ocasionalmente aparecen referencias a los clásicos (no aparecen mencionados, por ejemplo, no ya Platón, Aristóteles o Polibio, sino tampoco Ferguson, Morgan o Tylor). ¿Cómo interpretar esta estilística bibliográfica? A mi entender de este modo: Zerzan no habría querido presentar su obra como una disertación filosófica o política, sino, más bien, como una especie de manifiesto doctrinal (otros dirían, con mayor dureza: un panfleto) cuyas tesis son presentadas como si se «desprendiesen» del estado actual de las investigaciones antropológicas «vigentes».
Gustavo Bueno
La nostalgia de la barbarie, como antiglobalización
Antílogo al libro de John Zerzan, Malestar en el tiempo
Ikusager, Vitoria 2001

De acuerdo, echemos un vistazo a ambas consignas:

Destruir el Estado. Creo que si se pretende una moderna sociedad de masas entonces no querremos deshacernos de él. De este modo no habrá manera de acabar con el Estado. Se necesitan numerosos niveles de gobierno para ordenar y regular una sociedad compleja. Aquí es donde empezaría a haber inmensos problemas en muy poco tiempo si no hubiese una implicación del Estado, que renombra o no los niveles o los poderes.

La otra consigna también representa un problema irresoluble: abolir el capitalismo, o lo que es lo mismo, abolir el trabajo asalariado y la mercancía, es decir abolir el salario y el precio. ¿Sin dinero? ¿Cómo entonces las personas podrían adquirir algo en una sociedad compleja? ¿Quién les pagaría? ¿No recibirían un sueldo? Otra manera de formularlo, es decir que una sociedad compleja es el capitalismo. Hacer esto tampoco es posible.

Estas consignas son en realidad insignificantes.

Pensamos, pues, que de existir un futuro, éste sería “primitivo”.

¿Qué es el Primitivismo?

Es algo que nos incumbe a cada de nosotros tender hacia él, literalmente reconectarnos. En absoluto es un término peyorativo.

¿Y por qué no un mundo cara a cara? ¿Por qué no hay comunidades? Quién las ha borrado.

El veredicto indígena: la Civilización ha arrasado las comunidades. Algunos piensan que esto se debe principalmente a dos instituciones sociales:

La división del trabajo, la especialización. Coloca a las personas bajo la autoridad efectiva de otras. Separa a las personas en diferentes roles, provocando la aparición de una sociedad de clases. He aquí la primera causa.

La domesticación, lo que Jared Diamond ha llamado “el peor error: la emergencia de la voluntad de controlar, de dominar la naturaleza, y nosotros mismos. Miles de años de una lenta e imperceptible construcción; por otra parte, el origen de la propiedad privada.

Una trayectoria ininterrumpida: clonación, transgénicos, nanotecnologías.

Se trata pues de una crisis de hace 9.000 o 10.000 años. Los 2 millones de años precedentes, de sociedades de grupos, son una fuente para nuestra reflexión ( reconsideración), del mismo modo que la dimensión indígena que todavía pervive. Puede sonar utópico, pero es muy didáctico:

– No había violencia organizada, ni ejércitos, ni jerarquías, pequeños grupos.

– Poco trabajo

– Antes de la cosificación sistemática de la mujer.

– La filosofía de compartir, compartir los alimentos.

Contrastad esta adaptación humana al planeta, conseguida y abiertamente duradera, el modo de vida de los cazadores-recolectores, con el balance de la Civilización. Este balance parece extenderse al mundo desarrollado, a través de las culturas, sobre los planes sociales y personales.

Sobre todo en Estados Unidos y Europa, y también ahora en otros lugares, hay conatos de violencia en las escuelas, en los lugares de trabajo, en los centros comerciales. Masacres en las que nadie podría pensar. También hay padres, e incluso madres, que hieren a su propios hijos. Podría continuar describiendo este tipo de patologías de la sociedad contemporánea de masas. Se trata de destacar la desolación, el vacío, la carencia de sentido, y la ansiedad que producen la tecnocultura: desórdenes emocionales, autismo, obesidad. Nos alejamos unos de otros, del mundo natural, y del sentido.

El Primitivismo es una respuesta en el plano espiritual más que en el plano social o político. Un mundo vivo no globalizado, relocalizado, radicalmente descentralizado, el restablecimiento de la integridad, de lo inmediato, el contacto directo con la tierra misma.

Esta desviación del mundo industrial parece algo inimaginable. Pero sabemos que la actual trayectoria es desastrosa. Este cambio tiene la capacidad de inspirar, de ser una visión para la vida, para la salud, para la comunidad.

John Zerzan

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Traducción: noticias de abajo