docbuzz.fr; 12 de marzo de 2016
Fue hace 5 años. El núcleo del reactor de la central nuclear de Fukushima, gestionado por el grupo japonés Daichii, que sufrió los efectos de un terremoto y un tsunami, entró en fusión. Más allá de los sufrimientos humanos causados por una evacuación forzada, los traumas emocionales, o la pérdida de un puesto de trabajo, este accidente nuclear, del mismo modo que el accidente de Chernobyl, la irradiación de la población ha producido un fuerte aumento en varios tipos de cáncer, especialmente entre los niños, que son más vulnerables.
Hace algunos años, la Prefectura de Fukushima decidió poner en marcha una campaña de detección de enfermedades del tiroides. La radiación emitida por los productos nucleares tiene una gran afinidad por la glándula tiroidea. El esfuerzo por realizar una detección nunca había sido tan importante. Cuando los primeros resultados comenzaron a aparecer y mostraban que las anormalidades se presentaban en un niño de cada dos y que varios cientos habían sufrido ya cáncer de tiroides, la inquietud se generalizó. Muchas de estas anormalidades aparecieron después del accidente, lo que sugería que los niños recibieron dosis muy altas de radiación, bien por inhalación o por ingestión de yodo. Sin embargo, estos Informes fueron calificados de alarmistas, utilizados por los que se oponen a la energía nuclear, y por lo tanto atacados. Dillwyn Williams, especialista en cáncer de tiroides por la Universidad de Cambridge, dijo que estos cánceres no estaban relacionados con la radiación, sino que no se habían detectado con anterioridad. Por lo tanto, el aumento en el número de cánceres se explicaba por la realización de un estudio epidemiológico más exhaustivo. ¿Esto responde a la pregunta de por qué se están produciendo tantas alteraciones tiroideas en los niños de Fukushima?
Sin embargo, estos resultados están en consonancia con los resultados de los estudios realizados tras el accidente de Chernobyl de 1986. Los niños que bebieron leche de vacas alimentadas con pastos procedentes de zonas contaminadas con radiactividad acumularon yodo radiactivo en su tiroides. En el año 2006, la OMS reconoció que el accidente había causado unos 5000 casos en menores de 18 años, y que con el tiempo aparecerían más tipos de cáncer.
Esto explica la determinación de la Prefectura de Fukushima para llevar a cabo un nuevo examen de las 368.651 niños que participaron en el examen inicial, que comenzó en 2011.
Los primeros resultados, dados a conocer en agosto de 2015, muestran que el 50% de los 300.476 menores sufren anomalía del tiroides, con la presencia de un nódulo sólido o un quiste líquido en su tiroides.
Y mientras que aumenta el número de cánceres notificados, la preocupación por un vínculo directo entre la radiación y la aparición de estos cánceres se hace cada vez más evidente. Desde el año 2013, el epidemiólogo japonés Toshihide Tsuda viene denunciando en conferencias internacionales el incremento de los casos de cáncer. En octubre de 2015, publicó los resultados de su trabajo en la revista Epidemiology, mostrando que la incidencia del cáncer llegó a una tasa de 605 por millón, lo que representa un aumento de 30 veces en el número de cánceres en los niños. Este resultado está lejos de lo esperado por la irradiación que sufrieron las personas, que debiera de haber sido menor que en Chernobyl, y controlada por las autoridades. De hecho, el día posterior al accidente nuclear, las autoridades japonesas evacuaron a 150.000 residentes en un radio de 20 kilómetros, se distribuyeron pastillas de yodo entre la población y centró su atención en el riesgo de contaminación de los alimentos. Así mismo, la OMS, queriendo tranquilizar, hizo estimaciones en 2013 de que la exposición de las personas a la radiación había sido durante el primer año de sólo 12 a 25 milisieverts (mSv), y por lo tanto no había motivos para el pánico o para pensar que se iban a producir más casos de cáncer. Otros científicos, bajo el paraguas de la OMS, trataron de tranquilizar atacando a Toshihide Tsuda, citando datos de la imposibilidad de comparar el número de cánceres detectados mediante ultrasonidos, dando una tasas válidas de cáncer entre la población de 3 casos por millón de personas. Un equipo japonés publicó en el año 2014 las tasas de cáncer en tres regiones, incluyendo dos de ellas que no se vieron afectadas por el desastre, examinando a 4.400 niños. Se encontraron diferencias entre los 3 grupos en cuanto a las alteraciones tiroideas. Para Toshihide Tsuda su argumento es válido, ya que tuvo en cuenta el factor tiempo desde el momento en el que un cáncer de tiroides es detectado por los ultrasonidos de una ecografía y el momento en el que el cáncer se hace clínicamente detectable.
En la Prefectura japonesa también ha aumento el riesgo de aborto involuntario. Para Seiji Yasumura, Subdirector de salud, es algo saludable hacer caso omiso de las anormalidades tiroideas. Extirpar la glándula tiroidea cuando se presenta una anormalidad es algo corriente, aunque se precise tomar la hormona tiroidea durante toda la vida, parece que sería suficiente con observar y no hacer hasta que la anomalía se haya convertido en cáncer. Un estudio coreano publicado en 2014 mostraba los resultados de un estudio realizado en 1999. El Gobierno ofreció la posibilidad de detectar las anormalidades tiroideas mediante ultrasonidos. En 2011, la tasa de cánceres era 15 veces mayor de lo que era en 1999, sin que se hubiese producido un aumento de la mortalidad (Heyong Sik Ahn NEJM). Si bien es cierto que la mortalidad por cáncer de tiroides se ha reducido casi a cero, debido a que la extirpación de la glándula es suficiente para tratar a la mayoría de los pacientes.
Si las anormalidades del tiroides son más comunes de lo inicialmente estimado, el aumento del número de cánceres detectados por Toshihide Tsuda no puede ser ignorado, y los argumentos de sus críticos no deben impedir que se siga vigilando a estas poblaciones irradiadas por el accidente de la central nuclear, con un mayor riesgo de padecer un día cáncer, lo cual no se limita, por desgracia, al cáncer de tiroides. El accidente de Chernobyl es buena prueba de ello. Las centrales nucleares suponen sin duda un riesgo muy alto. Lo mismo piensan los muchos detractores de la central nuclear de Fessenheim. La ciudad suiza de Ginebra exigió su cierre debido al riesgo de accidente, algo que no conoce fronteras y tenemos dos pruebas claras de la incapacidad del hombre para controlar los productos tecnológicos que fabrica.
Fuentes:
Mystery cancers are cropping up in children in aftermath of Fukushima
Dennis Normale
Science Mag Mar. 4, 2016 , 10:45 AM
Thyroid Cancer Detection by Ultrasound Among Residents Ages 18 Years and Younger in Fukushima, Japan: 2011 to 2014.
Tsuda T1, Tokinobu A, Yamamoto E, Suzuki E.
Epidemiology. 2015 Oct 5. [Epub ahead of print]
SCREENING EFFECT? EXAMINING THYROID CANCERS FOUND IN FUKUSHIMA CHILDREN
MARCH 6, 2016
Quantification of the increase in thyroid cancer prevalence in Fukushima after the nuclear disaster in 2011—a potential overdiagnosis?
Kota Katanoda, Ken-Ichi Kamo, Shoichiro Tsugane
(2016) doi: 10.1093/jjco/hyv191First published online: January 10, 2016
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Procedencia del artículo:
http://www.docbuzz.fr/2016/03/12/123-fukushima-explosion-de-cancers-chez-les-enfants/
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