En países africanos, como Ghana, las nuevas leyes respaldadas por los Gobiernos occidentales y las grandes Empresas de Negocios Agrícolas quieren evitar que los pequeños agricultores puedan compartir las semillas
Por Heidi Chow, 15 de mayo de 2015
“Mi madre me dio algunas semillas para que las plantase. Y del mismo modo, yo doy esas a mis hijos para que las planten. Es un proceso que no se detiene cada vez que damos las semillas a nuestros hijos. Y esto lo hacen todas las mujeres. No las compramos, las producimos nosotras mismas”. Sentados bajo el sofocante calor de Ghana, Esther Boakye Yiadom me explica la importancia de las semillas en su familia y de la transmisión de conocimientos entre las distintas generaciones de mujeres.
Esther continúa explicándome la importancia de la comunidad para compartir y preservar las semillas: “Tengo semillas de tomate, pero no tengo de okra. Pero otra mujer las tiene. Voy a hablar con ella y le pido algunas semillas. Si otra persona necesita semillas de tomates, yo se las puedo proporcionar. Porque cada temporada se producen cambios, y tal vez las mías no se desarrollen tan bien. Pero quizás las de esa persona sí. De este modo conseguimos plantar para la próxima temporada. Por eso las cambiamos”.
La capacidad de guardar e intercambiar las semillas después de cada temporada de cultivo es una práctica milenaria que asegura que los pequeños agricultores tengan semillas para sembrar el próximo año. Las semillas son gratuitas para el agricultor y sabe qué semilla es la que necesita, bien por las condiciones o porque quiera complementar su alimentación con otros productos. Cuando uno no tiene una semilla en particular, puede pedírsela a otros agricultores de la comunidad. Es el modo de compartirlas.
Esta libertad es esencial para asegurar un medio de vida sostenible y para que la comunidad tenga acceso a alimentos nutritivos y relevantes desde un punto de visto cultural. Pero todo esto está amenazado por un proyecto de ley, conocida como Ley Monsanto, que se quiere aprobar en Ghana, y que reforzaría el poder de la Empresa multinacional de semillas, restringiendo el derecho de los pequeños agricultores a mantener e intercambiar sus semillas.
Este ataque a los agricultores de Ghana se debe a los compromisos que el Gobierno de Ghana ha firmado para formar parte de la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición del G7. A finales del año pasado ya expusimos el papel del Gobierno británico en este Nueva Alianza y su complicidad en este ataque, lo que originó una serie de preguntas en el Parlamento, así como una petición parlamentaria (Early Day Motion).
En este viaje de un par de semanas por Ghana he podido conocer a muchos agricultores y comunidades, compartiendo los sentimientos de Esther sobre las semillas y el papel fundamental que desempeñan para los agricultores y sus comunidades.
Cuando conocí a Patricia Dianon, Presidenta de la Asociación de Mujeres Rurales de Ghana, me habló de los aspectos espirituales y culturales de la semillas: “Las usamos en los funerales; las ponemos alrededor de los sitios funerarios. Es la forma que tenemos de despedir a los muertos”. Me dice que despedir a los seres queridos con semillas es para que las tengan en la otra vida (lo que subraya la importancia de las semillas como fuente de sustento).
Sin embargo, en la agenda de las Empresas de Semillas, que se han abierto paso con la Nueva Alianza, el trato hacia los agricultores es el de considerarlos consumidores pasivos de semillas, controladas por estas Corporaciones. Hacen caso omiso de la importancia cultural de las semillas y el impacto económico que esto puede tener en los pequeños agricultores rurales, que tendrán que gastar dinero todos los años para adquirir las semillas, lo que antes conseguían de forma gratuita. Esto significará depender de las Grandes Empresas de semillas.
Pero este Programa está siendo desafiado en Ghana, y durante mi viaje me he encontrado con grupos, sindicatos y agricultores que han formado redes para luchar activamente para proteger los derechos sobre sus propias semillas y la libertad de decidir su modo de vida. Sus protestas son incansables y han consiguiendo que se paralice la aprobación de la citada ley. Pero cualquier día esta ley podría volver al Parlamento, por lo que el movimiento está en constante alerta. Vamos a estar pendientes y mostrar nuestra solidaridad con el Movimiento por la Soberanía Alimentaria de Ghana, y denunciar la complicidad del Gobierno con el Reino Unido.
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Heidi Chow es una activista en favor de la soberanía alimentaria y forma parte de Justicia Global Ahora.
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Procedencia del artículo:
http://www.commondreams.org/views/2015/05/15/seed-freedom-under-attack-monsanto-backed-g7-initiative
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