GMWatch, 5 de abril de 2014
En este artículo se muestra cómo Monsanto está intentando controlar y silenciar las investigaciones y el debate sobre los riesgos de los transgénicos, aquellos que incorporan la tecnología del ARN de interferencia (ARNi).
Las moléculas de microARN presenten en dichos transgénicos están diseñadas para silenciar ciertos genes o afectar a la expresión génica.
En el artículo se describe cómo los grupos de presión de la Industria Agroquímica y a favor de los transgénicos, caso de ILSI, están tratando de evitar la aprobación de un artículo científico sobre la evaluación de riesgos del ARNi.
ILSI está especializada en el diseño de metodologías de evaluación de riesgos relacionados con la Industria de los Transgénicos, los aditivos alimentarios y los pesticidas, para la aprobación de normas reguladoras en todo el mundo. A menudo esto se realiza a través de conferencias y trabajos científicos en los que los investigadores de la Industria colaboran con el organismo regulador y los científicos del sector público, para promover las herramientas de regulación que sean precisas.
De hecho, ILSI, ha diseñado la base para la evaluación de los riesgos de los transgénicos en Europa. Mientras que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha tratado de excluir de su plantilla a todos aquellos expertos que han tenido vínculos con ILSI, lo cierto es que todavía persiste en aquélla sus reglas de evaluación de riesgos de los transgénicos.
http://www.testbiotech.org/en/node/431
Nos damos cuenta de la frustración de los destacados científicos que aparecen a continuación, que se muestran desconcertados ante la actitud de Monsanto sobre la evaluación de los riesgos de los transgénicos, sin embargo pone poco empeño en asegurarnos que sus transgénicos son seguros.
“Estoy sorprendida del tiempo y la energía empleada por Monsanto para tratar de aplastar mi investigación, porque pone un punto de contraste. Soy una profesora que dirige un pequeño laboratorio de investigación en Carolina del Sur”. – Vicki Vance, profesora de la Universidad de Carolina del Sur.
“¿Por qué no tienen en consideración que puede haber un peligro para la gente en sus plantas transgénicas? Incluso si sólo hubiera una pequeña posibilidad de que sean peligrosas “ – Vance hace una pausa, ya que se encuentra frustrada tras numerosas conversaciones con Monsanto- “No entiendo su modo de pensar”, suspira.
—-
Enmudecida por Monsanto
Por Caitlin Rockett, 3 de abril de 2014
Boulder Weekly
http://www.boulderweekly.com/article-12640-you-are-confused-cs.html
Después de casi 30 años estudiando cómo las plantas utilizan sus genes para defenderse de los virus, Vicki Vance, profesora en la Universidad de Carolina del Sur, no ve en la modificación genética de las plantas un esfuerzo malévolo o una actitud arrogante de creerse dioses.
“El ADN pasa de unos organismos a otros; es algo de lo más natural. Si ese fuese el problema con las plantas transgénicas, no sería una buena razón para estar en contra de ellas”, dice Vance.
Sin embargo, tiene problemas con las grandes Corporaciones, que utilizan su dinero y su poder para ocultar los riesgos de las nuevas tecnologías empleadas en la modificación genética.
“No soy una persona que esté en contra de los transgénicos, ni tengo sentimientos en contra de Monsanto, pero…”, dice ella, a medida que su voz se va apagando.
Eso fue antes de que se hiciese pública una investigación realizada en China, antes de que recibiera algunos toques de atención por parte de Monsanto, antes de que ella se diera cuenta de que no podía obtener financiación para su trabajo de investigación, que creía podría cambiar la forma en que tratamos el cáncer y otras enfermedades. Su investigación supuso un encontronazo con las Corporaciones más poderosas del mundo.
Vance no es una desconocida en el mundo de la investigación del ARN. En una conferencia celebrada en junio de 2011, organizada por el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI), se reunieron un grupo de académicos, de profesionales de la Agencias de Protección Ambiental, del Departamento del Programa de Análisis de Riesgos Ambientales en la Agricultura, y miembros de la Industria Biotecnológica, en Washington DC. Vinieron para evaluar los riesgos ambientales de una nueva técnica, muy prometedora, para proteger los cultivos de los insectos, una tecnología que establece un proceso de regulación de genes mediante el ARN de interferencia.
Vance no era una simple asistente al evento, iba a dar la conferencia inaugural. Había estudiado las pequeñas moléculas de ácido ribonucleico de interferencia, siRNA, durante la mayor parte de su vida profesional. Su nombre aparece a menudo en trabajos académicos y actas de congresos sobre el tema del silenciamiento génico, que es la función principal de la llamada tecnología ARNi.
En ese momento, las opiniones de Vance, y del resto de asistentes, era más bien positivo: “No veíamos riesgos plausibles en la utilización de los mecanismos del ARNi, en comparación con otras plantas modificadas genéticamente con rasgos similares”.
“En ese momento, estaba, qué demonios, segura ¿Cómo iban a ser peligrosas?”, dice Vance. “El gusano de la raíz del maíz ingerirá estos siARN, dejando de producir las proteínas esenciales que promueven las plagas. Al parece funcionaba muy bien. De lo contrario habría que utilizar plaguicidas, sustancias químicas que son tóxicas”.
Pero su postura sobre el ARNi utilizado como pesticida cambiaría poco después de esta Conferencia.
Controvertida investigación
El ARNi tiene aplicaciones tanto en el mundo de la medicina como en la agricultura. Pero estos dos mundos no tienen el mismo tratamiento en lo que se refiere al ARN. Mientras que la comunidad médica está tratando de perfeccionar los procesos para que el cuerpo humano acepte cadenas de ARN modificadas, las empresas agrícolas trabajan en el campos de los transgénicos, y están tratando de demostrar que sus cadenas de ARN no pueden ser asimiladas por el cuerpo humano.
Por ejemplo, algunos microARN interfieren en la división celular y el bloqueo del cáncer. Estos ARN supresores de tumores no están presenten en los pacientes con cáncer. Si pudieran ser sustituidos, mediante un tratamiento experimental que se conoce como terapia de reemplazo de los microARN, entonces los médicos podrían, en teoría, evitar la proliferación de las células cancerosas. Sin embargo, en la agricultura, el ARN está diseñado como un pesticida para matar los insectos que atacan los cultivos, como los esfuerzos de Monsanto para acabar con el gusano del maíz, una plaga muy destructiva que reduce la producción de maíz, siendo muy importante que el ARN presente en el maíz consumido por los humanos no se infiltre posteriormente en nuestras células, provocando no se sabe qué consecuencias indeseadas.
En resumen, el mundo de la Medicina necesita que el ARN modificado genéticamente sea asimilado por nuestro organismo, y en el mundo de la Agricultura, justo lo contrario.
En septiembre de 2011, tres meses después de que Vance hiciese la presentación de los ARNi en la Conferencia de ILSI, un equipo dirigido por Chen-Yu Zhang, de la Universidad de Nanjing en China, publicó un artículo en la revista Cell Research. Alegaba en su estudio que en su trabajo con mamíferos ( ratones, en su caso) observó que asimilaban pequeños ARN al consumir plantas. Estos ARN regulan la expresión de los genes en los mamíferos […]
Este equipo informó del hallazgo de pequeñas moléculas de ARN en la sangre y en los tejidos de los ratones y en los seres humanos. Encontraron que una molécula en particular del ARN presente en el arroz podía inhibir una proteína que se encarga de eliminar las lipoproteínas de baja densidad, el denominado colesterol malo de la sangre. Si realmente se ha constatado la presencia en los seres humanos, esto indicaría que el consumo de alimentos que contengan ARN modificado genéticamente, podría tener un vínculo con enfermedades cardíacas y otros problemas de salud relacionados con el colesterol.
“Eso nunca de había dicho antes. Nadie había pensado en eso. ¿Eso quiere decir que si comes una planta que tenga ese ARN se va a producir una regulación en la expresión de los genes? Creo que esto debe de tenerse en cuenta… Pero se ha producido una gran resistencia. Cuando aparece algo que es inesperado, se produce una gran resistencia”.
Ya la resistencia era evidente incluso antes de que se publicase el estudio del equipo chino. El artículo que pensaba publicar este equipo fue rechazado por revistas como Science, Cell and Molecular Cell. Zhang dijo a The Scientist Magazine que se pudo deber a que su descubrimiento era demasiado extraordinario.
“La mayoría de las personas, aquellas que especulan acerca de nuestro trabajo, no se lo creyeron, porque la idea dominante en ese momento quedaba desbaratada con los resultados obtenidos”, dijo Zhang a Boulder Weekly, en una reciente entrevista de Nanjing. “No piensan aceptar estos resultados hasta que se tengan nuevos datos o que otros equipos reproduzcan y obtengan resultados parejos. Y, por supuesto, hay otras personas que por razones que no quiero decir…ni siquiera lo tienen en consideración. Van en contra de nuestro descubrimiento, sin importarles lo que esto representa”.
Este trabajo ha creado tanta polémica que otra importante revista, Nature Biotechnology, hizo movimientos muy poco usuales. Publicaron una carta de otro equipo que había obtenido conclusiones negativas. En otras palabras, se trataba de un estudio que no presentaba nuevas conclusiones, sólo un intento que acabó en fracaso al intentar reproducir los resultados de Zhang.
“El nuevo informe, resultado de la colaboración entre miRagen Therapeutics y Monsanto, señalaba los hallazgos controvertidos del estudio de Zhang. El estudio provocó un intenso debate, ya que había detectado la presencia de microARN en el plasma sanguíneo de los seres humanos, e indicaba que uno en particular, el miARN 168 A, se encontraba en el arroz, al ser ingerido alcanzaba la circulación sanguínea de los ratones, produciendo una modulación de los genes objetivos del miARN”.
El artículo continúa diciendo que en el estudio de miRagen/Monsanto se utilizaron tres grupos diferentes de ratones para el control y comparación, no encontrando la presencia de miARN 168 A en el plasma sanguíneo ni el tejido hepático de los ratones alimentados con una dieta de arroz, y atribuía los cambios en los niveles de lipoproteínas de baja densidad en la sangre de los animales a las diferentes dietas que habían recibido los ratones de los diferentes grupos.
“Uno de los problemas de comer sólo arroz, sin ningún otra fuente de proteínas, es que el metabolismo muestra la carencia de una dieta equilibrada, en lugar de achacar los cambios al microARN y la expresión de genes de otras especies”, dice William Marshall, Presidente y Director ejecutivo de miRagen Therapeutics. miRagen es una compañía de investigación del ARN utilizado en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, enfermedades metabólicas y la fibrosis.
Marshall dice también que cree que es importante que la revista Nature Biotechonology rompiese la tradición y publicase el estudio de miRagen/Monsanto.
“Es una tendencia general que las publicaciones científicas no publiquen muy a menudo los estudios que contradicen otros. Las revistas de Ciencia quieren informar sobre las innovaciones y los éxitos. Pero la publicación en Nature Biotechnology se hace para intentar destacar estos resultados, porque si no se dice que existen dudas sobre la validez de un estudio, este estudio se puede acabar convirtiendo en una cosa dada por cierta. Así es como funciona la literatura científica. Y creo que es importante que nos replanteemos este viejo sistema, algo muy importante en la Ciencia de hoy en día”.
Sin embargo, Marshall dice sentirse decepcionado por no poder reproducir los resultados obtenidos por Zhang.
“miRagen se muestra entusiasmada con el hecho de poder desarrollar fármacos con microARN. Lo lamentable del resultado es que no pudimos observar que un microARN en particular, el miARN 168, estuviese presente en el tránsito intestinal ( tanto en los intestinos como en el flujo sanguíneo hacia las células). Es algo decepcionante, porque veíamos una oportunidad de ampliar el horizonte de todos los medicamentos a base de ácidos nucleicos. Iba a ser algo innovador, pero hasta ahora no hemos sido capaces de reproducirlo. Y en ausencia de pruebas en nuestro estudio, va a ser muy difícil que se vuelve a repetir”, dice Marshall.
Monsanto/miRagen no fue el único equipo que no pudo reproducir los resultados del estudio de Zhang. En mayo de 2012, los investigadores de Brighan y del Hospital Femenino de Boston, fueron incapaces de detectar microARN en la sangre de atletas sanos alimentados con fruta con ARN. El equipo tampoco pudo encontrar rastros de ARN ni en ratones ni en abejas.
“Llegamos a la conclusión de que la transferencia horizontal de microARN a través de la ingestión alimenticia no es un mecanismo muy frecuente”, dijeron los autores del estudio.
En el mes de junio, un equipo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins publicó un artículo en la revista RNA Biology diciendo que los resultados de Zhang fueran probablemente un falso positivo, como resultado de la técnica utilizada.
En el estudio de Monsanto/miRagen, el equipo sugiere que los resultados de Zhang estaban sesgados, quizás por la contaminación ambiental de los equipos de secuenciación que se utilizan para detectar los microARN de plantas en los seres humanos.
“Ese microARN en particular se utilizó en el pasado para normalizar estos estudios y quizás podría haberse producido la contaminación en el laboratorio cuando fue utilizado para realizar una secuenciación profunda”, dice Marshall.
Pero el hecho de que Monsanto colaborase con miRagen en este estudio, sugiere algunas dudas sobre la credibilidad. La empresa agrícola tiene mucho que ganar con esta tecnología genética que mata al parásito, uno de los que más daño hace al grano más producido en el mundo. Pero, ¿y miRagen?
¿Qué está en juego?
Algunos científicos, como Kevin M. Folta, profesor asociado en el Departamento de Ciencias de la Horticultura en la Universidad de Florida, cree que miRagen no gana nada desacreditando el estudio de Zhang.
“miRagen tiene interés en identificar los mecanismos por los cuales tras la ingestión oral de miARN se detecta en los resultados fisiológicos”, decía Folta en noviembre de 2013 en un artículo publicado en un blog.
“Si miRagen hubiese obtenido los resultados del trabajo de Zhang et al, esto habría sido algo positivo para la empresa, ya que eso hablaba en favor de la viabilidad de sus terapias”, concluía Folta.
El artículo de Monsanto/miRagen establece con claridad que fue la empresa Monsanto la que solicitó a la compañía terapéutica con sede en Colorado la participación en la reproducción del estudio de Zhang. Marshall dice que Monsanto estuvo en contacto con miRagen, incluso desde antes de la realización del estudio, debido al interés de la Empresa Agrotecnológica en la tecnologías del ARNi, sobre todo en lo referente a la prevención de la regulación génica entre especies diferentes.
“Así que el estudio era algo en que podíamos ganar los dos, porque era una manera de comprobar si este microARN era capaz de transferirse una vez ingerido, y al mismo tiempo colaborar con Monsanto para comprender los mecanismos de cómo ocurría esto”, añade Marshall. “La idea era diseñar plantas que no produjesen una regulación génica entre especies diferentes (transkingdom), y comprender los mecanismos de este proceso”.
Vance no está muy convencida de la inocencia de la asociación de esta dos empresas.
“Creo que Monsanto estaba tratando de conseguir legitimidad al incorporar a personas de miRagen, porque quizás consideraba la posibilidad de que el microARN pasase a las personas – la empresa tiene un importante consejo consultivo”, dice ella.
“Pero Monsanto fue quien dirigió el estudio, y esta empresa figura como primer y último autor, mientras que ellos quedan en el medio. Esto quiere decir: no tenga en cuenta a Monsanto, no preste atención a sus científicos. Fíjese en el primer y último autor, eso es lo importante. Como primer autor figura el que ha realizado la mayor parte del trabajo, y el último autor es el científico que lo comunica, el que asume la responsabilidad del estudio. ¿Pero no es Monsanto quien desde atrás está impulsando el estudio?”, dice Vance.
Vance dice que ambas empresas tienen un interés financiero en desacreditar el trabajo realizado en China.
“Por otro lado, creo que miRagen tiene interés en desacreditar el trabajo de los chinos. Están tratando de utilizar microARN desde el punto de vista terapéutico, lo que es algo difícil de conseguir y todavía les queda mucho trabajo por hacer, y esas cosas son caras y presenta muchas desventajas. Lo que el trabajo chino viene a decir es: Bueno, usted no tiene que hacer nada, simplemente ingiere la planta”.
Este hallazgo tendría importantes implicaciones en la investigación y desarrollo de medicamentos caros y muy rentables que se podrían vender, en lugar de desarrollar alimentos que combatiesen ciertas enfermedades simplemente ingiriéndolos.
Mientras que Zhang se ha negado a comentar directamente la investigación de Monsanto, sí dijo que se sentía menospreciado por Nature Biotechnology.
Zhang publicó una respuesta a la correspondencia de Monsanto/miRagen en la que se criticaba el estudio de Zhang, mientras que Nature Biotecnology publicó la respuesta inmediatamente después de la crítica. Zhang dice sentirse decepcionado de que la revista no mencionarse su respuesta en el editorial, sobre la importancia de la reproducibilidad.
“No se menciona en absoluto nuestra respuesta, como si dijesen: Bueno, se reprodujo el estudio pero no se obtuvieron los mismos resultados. No me puedo creer que una revista científica, supuestamente de prestigio, tenga un comportamiento tan injusto y poco profesional”, dice Zhang.
“Sólo quiero decir que, obviamente, algo está pasando. Esto no es Ciencia. Sólo pienso que alguien está detrás de ellos para que actúen así”.
Hace una pausa y luego añade: “No quiero decir nada más”. Zhang parece sentirse incómodo al mencionar la palabra Monsanto, a la que a menudo menciona como “La Compañía”.
“No quiero trabajar con ellos. Cuando publicamos el artículo se pusieron en contacto conmigo. No quiero tener ninguna relación con ellos. Incluso ahora no quiero decir nada sobre los transgénicos ni los alimentos transgénicos”.
Toc, toc. ¿Quién está ahí? Es Monsanto. Ahora mostramos su investigación
Tras la publicación del trabajo de Zhang, Vance se mostró intrigada, así que sin financiación externa quiso diseñar un experimento similar para probar si podían detectar ARN de las plantas en los animales, simplemente dándoles de comer esas plantas.
“Diseñamos plantas que tenían tres ARN supresores de tumores y luego alimentamos con esas plantas a los ratones. Los alimentábamos una vez al día a lo largo de 28 días. La carga tumoral fue suprimida de forma significativa en los ratones. Estábamos muy entusiasmados con el trabajo realizado. Parece que hay un gran potencial en este tipo de terapia, y esto sugiere que el estudio realizado en China tenía razón”.
“No encontramos toxicidad, al menos en los resultados obtenidos en nuestro estudio, sólo algunos efectos terapéuticos sorprendentes”.
Pero Vance pudo comprobar que su entusiasmo no era el mismo que el de las revistas científicas.
“No hemos logrado publicarlo. No sé lo que vamos a hacer. Los revisores dicen siempre lo mismo: que es un trabajo que no puede ser replicado. ¿Cómo demostrar que los pequeños ARN presentes en las plantas se transfieren? El estudio chino ha generado mucha controversia; nadie se lo cree”, dice Vance.
Zhang también se ha ocupado de contestar a preguntas relacionadas con el ARN de las plantas y su presencia en la sangre y los tejidos humanos. Los investigadores escépticos dudan en cómo se puede diferenciar el ARN vegetal del ARN animal. Como los microARN son muy cortos, alrededor de 22 nucleótidos de longitud (en comparación con los millones que tiene el ADN), podrían encontrarse secuencias coincidentes entre los animales y las plantas.
A pesar del escepticismo dentro de la comunidad pública y científica, Vance y Zhang continúan con sus trabajos.
Vance dice que fue alrededor de un año después de aquella conferencia celebrada por ILSI cuando Andrew Roberts, subdirector de ILSI para la Evaluación de los Riesgos Ambientales, la llamó para preguntarle si ella sería la última autora, es decir, aquella persona a quien recurrir para realizar consultas, en un Libro Blanco sobre las conclusiones de la conferencia.
“Fue entonces cuando le dije – el trabajo de Zhang acababa de aparecer- que no quería que mi nombre apareciese en tal publicación”, dice Vance. “Fue entonces cuando Monsanto comenzó a llamarme”.
Una rápida caída
Antes de la publicación del estudio de Zhang y de la negativa de Vance de aparecer en el Documento de Evaluación de Riesgos de ILSI, Monsanto había invitado a Vance a dar una conferencia en el Simposio Internacional de Seguridad Biotecnológica de las plantas transgénicas, un encuentro internacional bianual organizado por la Sociedad Internacional para la Seguridad de la Investigación Biotecnológica.
Esta reunión, por extraño que parezca, se celebró en Saint Louis ese año, que es donde tiene su sede el gigante agrícola Monsanto. Según Vance, Monsanto se presentaba como la responsable de la seguridad de las plantas con ARNi.
“Me pidieron que mostrase un panorama sobre el ARNi parecido al que había expuesto en la Conferencia de ILSI. Ya se había pagado mi estancia, se habían hecho las reservas de hotel, tenía el programa y todo lo demás. Entonces es cuando surge todo este alboroto provocado por la publicación del trabajo de Zhang. Me llamaron y me preguntaron si pensaba hablar del estudio de Zhang en el Simposio. Les dije que sí, que es algo que debía tenerse en cuenta y ser discutido”, dice Vance.
Vance dice que Monsanto insistió en que no mencionase el trabajo de Zhang en su exposición. Su insistencia en este punto hizo que la situación se complicase.
“Tuve que participar en una teleconferencia, con los abogados presentes. Después me volvieron a llamar y me dijeron que no estaba invitada a este Simposio Internacional de Seguridad Biotecnológica de las plantas transgénicas”, dice.
Pero las llamadas no terminaron ahí.
“Insistieron en llamarme porque decían que yo disponía de datos coherentes con el trabajo de Zhang y me querían ayudar con los experimentos, porque tenían otros datos que entraban en conflicto con los resultados. Me dijeron que querían asegurarse de que estábamos haciendo los controles adecuados en los experimentos. Les dije: Llevo investigando durante 30 años, y creo que sé lo que estoy haciendo y cuando se publica un artículo puedo hablar sobre él”.
Según Vance, los representantes de Monsanto dijeron: “Teníamos esperanza de llegar a un acuerdo antes de que eso ocurra”.
Después de otra serie de llamadas telefónicas en las que Monsanto nos preguntaban si podían enviar sólo dos científicos en lugar de un equipo al laboratorio, Vance les dijo simplemente que no estaban invitados.
“Estoy sorprendida del esfuerzo y el tiempo empleado por Monsanto para tratar de silenciar mi investigación, porque supone un contraste en los resultados. Soy una profesora que dirige un pequeño laboratorio de investigación en Carolina del Sur. Quizás puede parecer paranoico, pero compruebo que hay un gran esfuerzo por parte de una gran Empresa, que tiene mucho dinero, para desacreditar el trabajo de este otro grupo y evitar que esta información se haga pública”.
Con el tiempo, recibí otra llamada de Andrew Roberts, subdirector del Centro de Evaluación de la Investigacón Ambiental de ILSI, que es el que había invitado a Vance a realizar la presentación en la Conferencia de 2011 sobre riesgos ambientales del ARNi. Vance le habló sobre sus recientes fricciones con Monsanto. Según Vance, Roberts se dirigió a Monsanto y les pidió que dejaran de llamarla, y a partir de entonces las llamadas cesaron.
Cuando BW llamó a Roberts, se negó a comentar las posibles interferencias de Monsanto en el trabajo de Vance. Cuando le preguntó si iban a apoyar a la investigadora de Carolina del Sur, dijo: “Sin comentarios, pero ninguna buena acción queda impune”.
Más pruebas
Vance y Zhang no son los únicos investigadores que afirman tener resultados prometedores que indican una posible regulación de genes entre especies de diferente reino (transkingdom). Eric Lam, profesor del Departamento de Biología Vegetal y Patología en la Universidad de Rutgers, ha estado investigando la transferencia de pequeños ARN de las plantas a las células animales durante más de una década.
“La idea era ver si podíamos expresar pequeños ARN, lo que llamamos ARN de silenciamiento o siARN, que se dirigen a los virus patógenos humanos, caso del virus de la gripe. Hay que desarrollar nuevas vacunas contra la gripe debido a que estos virus tiene una tasa neurogénica muy alta, lo cual significa que pueden evolucionar fácilmente a partir de los residuos de aminoácidos que escapan a las nuevas vacunas que se desarrollan cada año”, dice Lam.
Su proyecto consiste en producir plantas transgénicas de tomate que expresan un ARN dirigido a los virus de la gripe y de la hepatitis C.
Pero los científicos que han realizado la revisión no están convencidos de la fiabilidad del estudio preliminar de Lam, y dijeron que no estaban claros los métodos de secuenciación empleados por el equipo, es decir, el proceso para determinar el orden exacto de los nucleótidos de las moléculas de ARN ( en realidad intentaban detectar pequeños ARN de las plantas en los conejos utilizados durante el ensayo.
“Se trata de pequeños ARN, que tienen 21 nucle de longitud. Eso es algo muy pequeño en términos de secuenciación. Hay que tener muchas copias, no sea que la detección sea fruto de la casualidad, simplemente coincidencia encontrada en la secuencia”, dice Lam.
Lam dice que los argumentos empleados por Mosanto/miRagen son los mismos que hizo sobre el trabajo de Zhang.
“El problema que originó la controversia fue de si sólo se detectan un par de variantes de un pequeño ARN, ¿no podría ser un error de secuenciación? La cuestión es de si se trata de un secuencia errónea o de si se trata del microARN de la planta presente en el animal. Ese es el quid de la cuestión del estudio publicado por Monsanto/miRagen en Nature Bitech”.
Lam dice que su grupo ha capaz de producir una planta de tomate que contiene un fragmento de 400 pares de bases del virus de la gripe.
“Sabemos que hay fragmentos de 21 bases. Estamos analizando las muestras de ARN presentes en la sangre de los conejos para tratar de averiguar si múltiples siARN que se encuentra en los alimentos siguen presente en la sangre. No uno solo, sino múltiples. Creo que tenemos la capacidad suficiente para resolver esta controversia”, dice Lam.
Lam no se siente menospreciado porque su investigación esté bajo escrutinio.
“Acepto la revisión (afirmaciones extraordinarias necesitan datos extraordinarios para respaldarlas). Así es como se hace la Ciencia en los Estados. Soy consciente de que sobre este asunto hay mucha controversia y discusión, y si se demostrase que esto es cierto, realmente podría cambiar la forma de hacer medicina y cómo nos relacionaríamos con nuestros alimentos. Pero para que un hallazgo tal se considere importante, hace falta un escrutinio muy cerrado”.
Jonathan Lundgren, entomólogo de investigación en el Laboratorio de investigación de Agricultura del Ministerio de Agricultura estadounidense, está de acuerdo que el ARNi necesita un mayor control, especialmente si se utiliza como pesticida.
“La mayoría de nuestros estudios con ARNi y los riesgos que plantea, se han realizado en una placa de Petri o en personas enfermas. Con el ARNi utilizado como pesticida, a la escala que estamos hablando, los cultivos transgénicos ocupan un 9% de la superficie de cultivo de nuestro país (Estados Unidos), se comprende la importancia de conocer los riesgo que plantea la tecnología ARNi. Se puede estar o no seguro, pero antes de que se extiendan hay que conocer sus riesgos”.
Vance aún tiene esperanzan en el potencial de las plantas transgénicas. A diferencia de otras muchas personas, no cree que los científicos “jueguen a ser dioses”, y de hecho ve el proceso como algo natural.
“Muchos beneficios se pueden obtener de las plantas transgénicas, pero tengo mis reparos ante la forma de actuar de Monsanto, ya que los riesgos potencial podrían evitarse. Soy científico y desarrollo plantas transgénicas, y no me siento como que estoy jugando a ser Dios. Si es una cosa útil, debemos hacerla. Si surge un nuevo riesgo, se debe luchar contra él. Si los nuevos datos muestras que es riesgo es posible, hay que considerarlo”.
Un paso muy simple, en opinión de Vance, sería el diseñar plantas de maíz que expresasen un ARN específico en la raíz de la planta, que es donde se alimenta el gusano que lo ataca, evitando su consumo por los seres humanos.
“Por qué tiene que expresarse el ARNi en las semillas de maíz? No tiene por qué. Se podría poner únicamente en las raíces, lo cual no es algo difícil de hacer. ¿Por qué no desarrollar unas plantas que no sean peligrosas para la gente? Incluso si hay una pequeña posibilidad de que sea peligroso”. Vance hace una pausa, ya que se siente frustrada por tantas conversaciones con Monsanto.
“Será que no entiendo su forma de pensar”, suspira.
Procedencia del artículo: http://gmwatch.org/index.php/news/archive/2014/15377-muzzled-by-monsanto-over-gene-silencing-technology