El Partido de las Panteras Negras

por Ron Jacobs, 29 de septiembre de 2012

Dissident Voice

 El Partido de las Panteras Negras fue sin duda la organización revolucionaria más importante de los Estados Unidos de finales de 1960 y principios de 1970. Fue motivo de inspiración para millones de hombres y mujeres de todo el mundo, especialmente para aquellos que vivían en situaciones de colonialismo o neocolonialismo. Además fue un elemento clave en los movimientos en Estados Unidos contra el imperialismo y sus manifestaciones: la guerra y el racismo. Debido a esto, este partido fue objeto de una brutal campaña de represión, organizada en los niveles más altos del aparato de seguridad de Washington. Vigilancia, falsas acusaciones y arrestos, el uso de informantes y provocadores, incluso el asesinato. Ningún método era inadecuado para destruir al Partido de las Panteras negras.

Fundado en Oakland en 1967, los Panthers organizaron otras secciones en Los Ángeles y Seatle, poco después en Washington. La sección de Seatle fue una de las más duraderas e integrada en la comunidad afroamericana de izquierdas de esa ciudad. Fundada y dirigida por un joven de Seatle, Aaron Dixon, el legado de la sección de Seatle sigue todavía presente en la ciudad.

Al igual que otros muchos jóvenes que descubrieron la política de izquierdas en la década de 1960, mi experiencia estuvo muy influenciada por los Panthers. Para bien o para mal, sus chaquetas de cuero, sus boinas, así como la aparición en los medios como provocadores, me llamó la atención y la de muchos de mis compatriotas. Un caso que contribuyó a mi formación política y que nunca olvidaré se produjo en el verano de 1970. Asistía a una escuela de verano estadounidense en Frankfurt del Meno (Frankfurt), Alemania. Discutíamos en clase sobre la reciente invasión de Camboya por Estados Unidos, de las huelgas estudiantiles, de los asesinatos por parte de la Policía de jóvenes en Kent y Jackson State, y lo que Nixon representaba. Habían terminado las clases y pasábamos el rato en Gruneburg, un parque cercano a la escuela. En el césped del parque los hippies alemanes deambulaban y fumaban hachís. Venían jóvenes de otros lugares y se tumbaban sobre el césped, tocando la guitarra y los tambores, fumaban porros, se reunían, discutían de política y de música, y pasaban el rato.

Esa tarde mi amigo y yo acabamos juntándonos a un grupo de personas que discutían sobre los Panteras Negras. La discusión, más o menos, estaba acaparada por un hombre afroamericano de unos veinte años. Le había visto con antelación en el parque, pero nunca había hablado con él. A medida que hablaba, muchos de los que estaban en el corro se fueron, ya fuera porque estaban muy cargados como para escuchar sus ideas políticas o fuera por apatía. Yo me quedé. Finalmente sólo éramos tres: una muchacha de la escuela secundaria, el joven negro ya mencionado ( que parecía un viejo al lado mío, con sólo quince años) y yo. Sacó unos libros de su mochila y nos dio a cada uno un paquete. Como sabríamos después, se trataba de un soldado que hacía poco que había terminado su servicio en el ejército y estaba de viaje por Europa. Tenía varias copias del Libro Rojo de Mao Ze Dong y otras publicaciones de los Panthers de Oakland, para distribuir en sus viajes. Nos sugirió que leyésemos un par de artículos de las publicaciones de los Panteras Negras que nos había dado, y nos reuniríamos los tres otra vez en el parque para discutir sobre lo leído. Continuó su viaje. La chica y yo volvíamos de vez en cuando, incluso al año siguiente, a pesar de los diferentes círculos con los que nos relacionábamos.

He relatado la historia anterior como ejemplo de la influencia que los Panthers tenían. El libro de memorias publicado recientemente por Aaron Dixon cuenta una historia mucho más convincente, al tiempo que proporciona una historia del Partido a través de los ojos de uno de sus militantes más duraderos. Dixon fue líder y militante, un hombre inteligente que supo del racismo por su propia experiencia y que quiso terminar con él. Como joven adolescente participó en protestas contra el racismo, mientras que aprendía en las calles de Seatle. Sus padres trabajaron duro para mantener un nivel de vida de la clase media, mientras que se mordía la lengua muy a menudo cuando se topaba con actitudes racistas en la vida diaria. Como muchos otros de su generación, tras el asesinato de Martin Luther King, Jr., en 1968, le convenció de que las protestas no violentas ya no eran la única opción. Si se pretendía un cambio real en los Estados Unidos, tenía que ser a partir de las propuestas del Partido de las Panteras Negras, recién descubierto. Dixon y otros viajaron a la Bahía de San Francisco para participar en una conferencia de la Unión de Estudiantes Negros y se unió a los Panthers. Al mismo tiempo, fue nombrado capitán de la sección de Seatle.

Aaron Dixon, líder de los Panteras Negras de Seatle, en 1968. “Eh, jefe, he oído que están buscando policías negros”

 El libro de Dixon, titulado Mi pueblo se levanta, cuenta la historia de las protestas, de los tiroteos de la policía y sus títeres, y el cambio político. Al lector se le presenta una historia repleta de acción, política y amor. El ascenso del Partido de las Panteras Negras y su caída se revela a través de las experiencias de Aaron Dixon y los hombres y mujeres que trabajaron y vivieron juntos mientras duró aquello. Momentos de victorias y derrotas llenan las páginas, con testimonios personales y políticos. El libro se lee como un thriller de acción. La escritura de Dixon es descriptiva y urgente. Bien describe los preparativos para un ataque por parte de la Policía a una casa de los Panthers o la organización de un programa de comidas de los Panthers en Seatle. El lector se mantiene en vilo por saber cómo transcurrirán los sucesos descritos.

Los Panthers finalmente se vinieron abajo. El poder que tenía en la mitad de la comunidad afroamericana fue decayendo en la década de 1970, que por aquella época tenía su base principal en Oakland, pero terminó mucho antes en otras partes de Estados Unidos. Uno de los factores de su decadencia se debió a la represión ejercida por la Policía en el marco de COINTELPRO. Otro de los factores que llevó a la desintegración del Partido eran inherentes a la naturaleza misma del Partido. Durante su época de apogeo, muchas personas que se unieron a los Panthers vieron resurgir otras pandillas callejeras y se extendió la venta de drogas y el proxenetismo. Cuando la dirección del Partido se enteró de estas actividades llevadas a cabo en nombre de los Panthers, se atajaron de forma rápida y severa. Cuando en el partido empezó a disminuir el número de militantes, Dixon fue llamado a Oakland y se convirtió en miembro de uno de los cuadros que se dedicó a esta actividad. Siguiendo un programa cuestionable, se comenzó a perseguir a traficantes y proxenetas de los barrios de Oakland. Digo discutible no porque se persiguiesen a proxenetas y traficantes, sino por el empleo de armas y la violencia y la corrupción que todo esto involucró. Mientras tanto, el ala política del Partido se metió de lleno en la política electoral, apoyando a determinados políticos de Oakland, California. Desafortunadamente, ningún Panther fue elegido, a pesar de que algunos candidatos tuvieron un gran respaldo. Hacia 1978, el Partido prácticamente había desaparecido.

Coda: En 1978 un amigo y yo hacíamos autostop en Oakland. Nos dirigíamos a Santa Cruz. Un hombre afroamericano que conducía un Buick Regal nos cogió y nos preguntó que dónde nos dirigíamos. Le dijimos que a Santa Cruz y nos dijo que nos llevaría allí, pero antes tenía que hacer una parada en una casa de las colinas de Oakland. Mi amigo y yo nos encogimos de hombros y se dirigió hacia allí. Entró en la casa, estuvo dentro durante unos quince o veinte minutos y luego salió a toda prisa camino de la Carretera 17 en dirección a Santa Cruz. Una vez que estábamos en la carretera sacó un porro y lo encendió. Fumamos la hierba sentados cómodamente. Luego sacó una botella de brandy y nos pidió que la abriéramos. Después de unos cuantos sorbos se nos soltó la lengua y nos pusimos a hablar de Oakland. Mi amigo y yo sólo habíamos estado en California durante unos cinco meses, y se lo dijimos. Él se había criado allí. A medida que la conversación derivó hacia el terreno de la política, el tema de los Panthers se sacó a colación, pero no quiso hablar de ello. Insistimos queriendo contarle la historia del principio de este artículo. Se rió y dijo que él también había sido así hace algún tiempo. Después de trabajar para el Presidente, todo lo que tenía que decir es que los Panthers habían resultado ser nada menos que un grupo de gangsters. No discutimos aunque no estábamos de acuerdo. Cambiamos de tema.

Las memorias de Aaron Dixon son las primeras de otras muchas memorias de los Panthers en las que se habla de la desaparición de este Partido. Se discute el papel de COINTELPRO, la aparición de gangsterismo y el fin de los principios revolucionarios del Partido. No se anda con rodeos, ni tampoco desconoce lo que el partido significó para millones de personas. En un párrafo al final del libro, Dixon no se disculpa de nada y se refiere al Partido de las Panteras Negras como “hombres y mujeres que se levantaron al unísono para… escribir un nuevo futuro, audaz para la América Negra”. Esa es la verdad que se desprende del libro y lo que dice la historia.

Ron Jacobs es autor de The Way The Wind Blew: A History of the Underground. Recientemente ha publicado una serie de ensayos y reflexiones tituladas Tripping Through the American Night. Su última novela, The Co-Conspirator’s Tale, ha sido publicada por Fomite. Su primera novela, Short Order Frame Up, fue publicada por Mainstay Press. La tercera novela de esta trilogía está previsto que aparezca en la primavera de 2012. Lea otros artículos de Ron Jacobs:

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 Fuente del artículo: http://dissidentvoice.org/2012/09/the-black-panthers-no-bullshitting/