A la atención de D. José Bono Martínez, Presidente del Congreso de los Diputados:
Su personal discurso del 75 aniversario del golpe de estado ha sido una nueva oportunidad perdida para que, en calidad de presidente del Parlamento Español y depositario de la soberanía nacional, condenase usted y rompiese lazos con el régimen franquista, una dictadura fascista que se alzó contra el gobierno legítimo y contra la República, a la cual tanto Franco como el resto de militares golpistas habían jurado fidelidad. Su discurso volvió a colocar al mismo nivel moral y político a aquellos que permanecieron fieles a la legalidad y a la voluntad popular expresada en las urnas y a aquellos que fueron autores de crímenes de rebelión militar, genocidio, tortura, desapariciones forzadas o crímenes contra la humanidad.
Justifica usted su posición con un fragmento de un discurso del presidente Azaña, totalmente fuera de contexto. Azaña era muy pesimista respecto de la evolución de la guerra y en julio de 1938 intervino en el Ayuntamiento de Barcelona, donde pronunció su famosa frase: “paz, piedad, perdón”, invocando la generosidad del bando franquista ante un eventual desenlace fatal. Pero usted instrumentaliza este fragmento para justificar nuevamente el abandono de las víctimas republicanas. A su condena a muerte les añade usted la condena al olvido, Sr. Bono.
Cuando acabó la guerra los vencedores utilizaron todos los recursos del Estado para localizar, identificar y reparar las víctimas de la parte vencedora. Contra los vencidos hubo la Ley de Responsabilidades Políticas, la Causa General, el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo, los campos de concentración, las prisiones, el exilio, etc. Hoy, 36 años después de la muerte del dictador, todavía quedan más de cien mil víctimas de la barbarie franquista enterradas en fosas comunes sin identificar; el único juez que se atrevió a admitir denuncias por los crímenes del franquismo se sentará en el banquillo, acusado por Falange Española; quedan todavía calles y plazas que ensalzan a los autores del golpe de estado, Franco todavía es hijo ilustre o alcalde honorario de varias ciudades, la ley de la Memoria Histórica ha tenido un desarrollo tan pobre que ha quedado reducida a unas indemnizaciones puntuales, el gobierno continua sufragando el Valle de los Caídos y financiaba un Diccionario Historiográfico que decía que el dictador era Negrín y no Franco. Conviene recordar las palabras de Eduardo Galeano: “la dictadura nos hacía sordos y mudos y la democracia nos condena a la amnesia, pero no hay un lugar suficientemente grande para esconder toda la basura de la memoria”.
Su discurso, Sr. Bono, atenta gravemente contra el honor de las víctimas del terror fascista y contra sus familiares. Únicamente aquellos sectores políticos que no quieren romper sus lazos con la dictadura pueden sentirse satisfechos. Pero sobretodo vuelve usted a decir a los familiares de las víctimas republicanas que han de renunciar a su recuperación y rehabilitación y olvidarlas, que han de asumir las sentencias de los tribunales franquistas, que han de renunciar a la justicia y continuar disimulando su dolor. No entiende usted que la reivindicación de su memoria no se agotará hasta que sean reconocidas, hasta que realmente se practique una política de verdad, justicia y reparación. Solo entonces se podrán cerrar las heridas y pasar página.
Atentamente:
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