Una crítica al Aceleracionismo de derechas y de izquierdas (I)

Por Michel Luc Bellemare, 24 de noviembre de 2017

dissidentvoice.org

El proyecto postmoderno no está completo. La metanarrativa fundamental del Capitalismo continúa persistiendo y cautivando a una gran parte de la humanidad. Si la Postmodernidad se define por «una incredulidad hacia las metanarrativas» (1), entonces, la metanarrativa del Capitalismo es el último gran bastión de la Ilustración y las dos caras de su ideal: igualdad humana y emancipación cívica. En efecto, la metanarrativa del Capitalismo, la joya de la Ilustración, continúa prosperando y esclavizando, tanto mental como físicamente, el espíritu humano racional, con sueños de lujo material e inmaterial, opulencia y abundancia igualitaria, que como siempre son artículos fabricados sobre la explotación material y conceptual, dominación y la miseria de la fuerza de trabajo/la población .

Los hijos bastardos de la Ilustración, y su celo por la preservación y emancipación humanas a través de un conjunto cada vez más limitado de mecanismos racionales confinados en una camisa de fuerza, están compuestos por dos facciones actualmente en boga. La primera facción incluye las oscuras y fascistas pesadillas de la corriente de derechas de la Ilustración Oscura que anhelan un vasto conjunto de mecanismos represivos bajo algún tipo de dictadura fascista, corporativa, etc., para restablecer las viejas dicotomías de la Ilustración, donde las personas son colocadas en su lugar a través de la coerción, si es necesario. Más o menos, la Ilustración Oscura es un pacto con el diablo en el sentido de que es un canje de libertad por autopreservación; es decir, seguridad. Es como lo declaran Horkheimer y Adorno, «el intercambio de libertad por la búsqueda de la autopreservación» (2), con lo cual, la «racionalidad tecnológica es la razón de la dominación, en sí misma» (3).

Los partidarios de la Ilustración Oscura creen que es a través de un totalitarismo duro por el cual el Capitalismo puede llegar a su máximo potencial; como resultado, de acuerdo con la Ilustración Oscura, todos los «opuestos políticos democráticos deben fusionarse en uno y exigir una obediencia entusiasta a los ritmos totalitarios del férreo sistema,… ese es el poder absoluto del capitalismo» (4).

Se trata de un Estado corporativo-fascista, desprovisto de Democracia, en el que todas las voces disidentes, incluida la población en su conjunto, «se ven implacablemente forzadas a entrar en una línea de férrea uniformidad» (5). En contraste, la segunda facción de la Ilustración, actualmente en boga en este momento, incluye a los astutos, ingeniosos, izquierdistas, tecno-utópicos, que se hacen pasar por comunistas, que anhelan una sociedad democrática. Es decir, «una izquierda orientada hacia el futuro y guiada por el objetivo de la emancipación universal» (6) a través del consenso racional, el término políticamente correcto para denominar la homogeneidad ideológica totalitaria, carente de verdaderas diferencias, bajo la forma del consenso.

Ambas facciones caen en errores de juicio y son el producto de una Ilustración Mítica, del pensamiento absurdo, es decir, «el retroceso de la Ilustración a la mitología» (7). Estas dos posiciones/facciones simplemente repiten la nauseabunda circularidad de la dialéctica de la Ilustración, que Horkheimer y Adorno delinearon tan bien, con lo cual «hoy… estamos acelerando el avance hacia un mundo totalmente administrado». Como resultado, ambas facciones están hipnotizadas y atrapadas dentro de la dialéctica de la Ilustración y/o la meta-narrativa del Capitalismo, que a través del Aceleracionismo de varios tipos y clases, de izquierdas y de derechas, sin darse cuenta, intentan unificar capitalismo y/o la Ilustración para alcanzar sus desastrosos potenciales, a través de la plena implementación de la radicalidad: la racionalidad instrumental.

La facción derechista anhela acabar con la Ilustración; es decir, la Democracia, mientras que magnifica la regulación social y los mecanismos del Capitalismo, manifestando la supervivencia del más apto, el ganador se lleva todo, un conjunto de condiciones socio-económicas fundadas en el interés propio y la racionalidad instrumental. Esto es fascismo totalitario. En contraste, la facción izquierdista anhela acabar con el Capitalismo, mientras magnifica los mecanismos racionales de la Ilustración, donde «lo que no se ajusta a la regla de computación y utilidad es sospechoso» (9) y el «poder [del consenso ideológico es] el principio de todas las relaciones [societales]» (10). Es decir, un comunismo tecnocrático y totalitario. Un socialismo totalitario basado en una desquiciada racionalidad instrumental, empeñado en el consenso universal, para producir un alto nivel tecnológico, tecnocrático, lujoso, utópico-estalinista, en el que predomina un consenso universal e irremediable y que domina una pluralidad ideológica y una minoría socioeconómica.

Por lo tanto, contrariamente al Aceleracionismo de derechas y de izquierdas, el objetivo es acabar con la Ilustración y el Capitalismo por completo. Esta es la tercera opción. La opción más radical, más allá del Aceleracionismo de izquierdas/derechas, que intenta eliminar tanto la metanarrativa del Capitalismo como la metanarrativa de la Ilustración, ya que ambas son sinónimas y se reflejan mutuamente. Como resultado, el objetivo de este ensayo filosófico es delinear esta tercera opción revolucionaria en contraste con el aceleracionismo de izquierdas/derechas. El objetivo no es el de acelerar el Capitalismo, ya sea desde la izquierda o desde la derecha, incluyendo sus mecanismo de explotación y dominación, buscando alguna estrategia de salida o un horizonte de sucesos, donde el Capitalismo estallase en llamas, a través de sus dispositivos de explotación, y/o se transformase en una dictadura Capitalista Corporativa, como en Singapur.

En contraste, el objetivo final es anular tanto el capitalismo como la Ilustración, no acelerarlos. Tanto los aceleracionistas de izquierda/derecha renuncian a la revolución y postulan la responsabilidad del cambio social radical sobre la maquinaria capitalista, ya sea ésta Inteligencia Artificial, o algún otro galimatías tecnocrático, postulan un organismo revolucionario dentro de la maquinaria capitalista más que dentro del organismo humano. Como resultado, ambos aceleracionismo de izquierda/derecha expresan el epítome del fetichismo capitalista y de la creación de la Ilustración Mítica, que se genera erróneamente a partir de la maquinaria, donde, como afirma Marx, «los productos de la industria humana… y el poder del conocimiento [sin duda aparecen como] el desarrollo del capital fijo [es decir, la maquinaria]» (11) en lugar de la conciencia humana y la actividad humana, de las que en realidad surgió la maquinaria.

En consecuencia, se trata de someter la narrativa del Capitalismo y de la Ilustración para llevarlas a la periferia de la vida socioeconómica. El objetivo no es «sólo interpretar el mundo de varias maneras; el objetivo… es cambiarlo» (12). Como dice correctamente David Harvey, «el Capitalismo nunca caerá por sí solo, tendrá que ser empujado. La acumulación de capital nunca cesará, tendrá que ser detenida » (13), lo que significa que no importa cuánto capitalismo se acelere, nunca funcionará mal, como argumentan los aceleracionistas de izquierdas. Sin embargo, puede convertirse en una dictadura fascista como argumento del aceleracionismo de derechas, lo que es algo no deseado. El mismo diagnóstico se aplica a la Ilustración. No estallará por sí solo. Habrá que abolirlo rotundamente en nombre de una racionalidad múltiple y polivalente. Cualquier noción de que la Ilustración pueda ser rehabilitada y perfeccionada, con o sin capitalismo, es un engaño total en el sentido de que la «Ilustración es totalitaria» (14), debido al hecho de que «la Ilustración se comporta hacia las cosas como una dictadura frente a los hombres… en la medida en que las manipula» (10), según sus propios objetivos mercenarios e instrumentales. Consecuentemente, el aceleracionismo de derechas y de izquierdas conduce inevitablemente al totalitarismo. Por lo tanto, es ingenuo del aceleracionismo de izquierda/derecha pensar que el totalitarismo podría ser más productivo, más seguro y más estable que el Capitalismo Democrático de Estado, ya que cualquier fe en los poderes limitadores de la racionalidad instrumental es la «reversión de la… civilización a la barbarie» (15), ya sea que se trate de un Estado totalitario corporativo-fascista o de un Estado totalitario-socialista.

El Aceleracionismo, desde la izquierda y desde la derecha, es un sinsentido de la Ilustración Mítica, en el que «el pensamiento se objetiva a sí mismo para convertirse en un proceso automático, autoactivador; una suplantación de la máquina». (16). Es la reducción del ser humano a procesos mecánicos inertes y dígitos binarios. Es el fetichismo de la maquinaria elevada al punto en que «el espíritu [racional] se convierte en el propio aparato de dominación» (17). Mientras persista la fe en la Ilustración, cualquier tipo de aceleracionismo conduce al totalitarismo, al totalitarismo-socialismo totalitario desde la izquierda, y al totalitarismo-corporativo-fascismo desde la derecha. Cualquiera de los dos, o ambos, el aceleracionismo de izquierdas o de derechas, resultan en una esclavitud despótica, a pesar del hecho de que «la Ilustración siempre ha tenido como objetivo liberar a los hombres del miedo y establecer su soberanía. La tierra completamente ilustrada irradia un desastre triunfante «(18). Por lo tanto, ya sea desde la izquierda y/o la derecha del espectro político-económico, a menos que las metanarrativas del Capitalismo y de la Ilustración sean desechadas, la máxima autonomía y un cierto nivel de estabilidad socioeconómica nunca serán logradas de manera efectiva debido al hecho de que la racionalidad instrumental reduce el mundo y la existencia humana a» una esquematización total » (19) porque» la esencia de la Ilustración es la dominación» (20).

El Aceleracionismo de izquierda/derechas son las dos caras de la misma moneda de la Ilustración, dos caras que representan la metanarrativa del Capitalismo, la joya de la corona de la dialéctica de la Ilustración, de las dos polaridades opuestas e inherentes a la Ilustración. Por un lado, la brillantez de los ideales de la Ilustración, sin Capitalismo, dejando de lado las pesadillas de la Ilustración del siglo XX, específicamente el totalitarismo-socialismo/comunismo. Por el otro, el lado oscuro de los ideales de la Ilustración, expresando un deseo de muerte por el totalitarismo corporativista-fascista para engendrar seguridad total, estabilidad total, y la reducción total de la humanidad a la calculabilidad; es decir, donde «la lógica formal… provee a la Ilustración… con el esquema de la calculabilidad del mundo…[sobre el cual] el número es el canon» (21).

Cualquiera o ambas conducen al despotismo y a la dominación, a un totalitarismo fascista y/o al comunismo totalitario. Tanto el Aceleracionismo de izquierda/derecha es fraude y engaño, un sinsentido sistemático, diseñado para promover la metanarrativa de la Ilustración y los mitos capitalistas tradicionales de facto a través de la dialéctica de la Ilustración, que «con cada paso se hunde más profundamente en la mitología» (22), a través de una deriva oscilante inherente a la dialéctica de la Ilustración. El objetivo es deshacerse de todo esto, es decir, tanto de la metanarrativa de la Ilustración como la metanarrativa del Capitalismo, para no alentar estas metanarrativas con nuevos disfraces de moda como el Aceleracionismo de izquierda/derecha.

Por lo tanto, el proyecto postmoderno no está completo. No es un hecho consumado. Porque el proyecto postmoderno no ha alcanzado su cenit revolucionario, es decir, no ha acabado con la Ilustración y el capitalismo simultáneamente y de forma generalizada. No ha desensamblado las grandes narrativas de la Ilustración y el Capitalismo, que siguen dominando y explotando la totalidad de la existencia humana, en diversas formas y formatos, como la forma y el formato del Aceleracionismo de izquierda/derecha. En consecuencia, es imperativo que los seres humanos abandonen la Ilustración y sus metanarrativas, especialmente el Capitalismo, que continúan influyendo tanto en el pensamiento de la derecha como en el de la izquierda. En suma, debemos abrazar la verdadera opción revolucionaria, lejos de la Ilustración y de la metanarrativa del Capitalismo, debido a que esta tercera opción revolucionaria es la que realmente conduce a la salida de esa camisa de fuerza conceptual y material de la Ilustración y de sus progenies capitalistas degeneradas.

Esta tercera opción revolucionaria, que se forjó con el advenimiento de la postmodernidad y su incredulidad hacia las metanarrativas, es una forma de postmodernidad radical que va más allá de la postmodernidad. Esta tercera opción revolucionaria es la revitalización de la incredulidad postmoderna hacia la metanarrativa en su forma más vanguardista y contundente. Es decir, es una incredulidad radical y revolucionaria hacia las metanarrativas específicamente del Capitalismo y la Ilustración, que incluye todas sus sutiles variedades de pensamiento, que provienen del fanatismo Capitalista por el lucro y del fanatismo de la Ilustración por el instrumentalismo reduccionista; es decir, la racionalidad instrumental:

«La Ilustración prometió el ideal de que a medida que la gente se volviera más instruida se volvería más civilizada y democrática. Esto se ha hecho añicos en el sentido de que a medida que la gente se ha ido instruyendo, ha aumentado sus sospechas en relación con el funcionamiento del Capitalismo Democrático de Estado, las redes dominantes, los microfascismos, las oligarquías y, lo que es más importante, sus propios convecinos. La razón es un énfasis estricto en la racionalidad instrumental. Como resultado, los seres humanos están cada vez más sujetos a la dominación y a la disciplina, tanto por el Capitalismo Democrático de Estado como por sus conciudadanos. En suma, la Ilustración es despotismo totalitario y dominación, por excelencia. La explotación y dominación capitalista se ha globalizado y subyuga cada vez más los microprocesos de la vida cotidiana. Por lo tanto, el complejo militar-industrial es ahora una formación socioeconómica totalitaria, instrumentalmente diseñada para mantener la desigualdad financiera, el feudalismo corporativo y las redes dominantes, microfascistas y oligárquicas; es decir, el status quo capitalista de manera indefinida» (23).

De hecho, la Ilustración y el Capitalismo significaron inicialmente la liberación del espíritu racional a través de un firme enfoque en la racionalidad instrumental, pero en su lugar, esto ha conducido cada vez más a la dominación y la esclavitud capitalista, siguiendo el imperativo de lucro del capitalismo y a los imperativos funcionalistas de la Ilustración. El resultado es una subyugación racional cada vez mayor de la humanidad hacia el Capitalismo y la Ilustración a través de cultos maquiavélicos como el Aceleracionismo de izquierda y derecha. El Aceleracionismo de izquierda/derecha es un síntoma y/o un subproducto de la dialéctica de la Ilustración y de la metanarrativa del capitalismo. Ambos representan la mitología de la Ilustración en diferentes formas y ambos anhelan realizar una de las dos formas de totalitarismo derivadas de la polaridad de dos caras de la dialéctica de la Ilustración.

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  1. Jean-Francois Lyotard, The Post-Modern Condition, Trans. Geoff Bennington and Brian Massumi (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1984) xxiv.
  2. Max Horkheimer and Theodor Adorno, Dialectic of Enlightenment, Trans. John Cumming (New York: Continuum, 2000) 40.
  3. Ibid, p. 121.
  4. Ibid, p. 120.
  5. Ibid, p. 124.
  6. Nick Srnicek and Alex Williams, Inventing The Future: Postcapitalism and a World Without Work, (New York: Verso, 2015) 23.
  7. Max Horkheimer and Theodor Adorno, Dialectic of Enlightenment, Trans. John Cumming (New York: Continuum, 2000) xiv.
  8. Ibid, p. x-xiv.
  9. Ibid, p. 6.
  10. Ibid, p. 9.
  11. Karl Marx, “Grundrisse”, The Marx-Engels Reader, ed. Robert C. Tucker (New York, New York: W.W. Norton & Company, Inc., 1978) 285.
  12. Karl Marx, “Theses on Feuerbach”, The Marx-Engels Reader, ed. Robert C. Tucker (New York, New York: W.W. Norton & Company, Inc., 1978) 145.
  13. David Harvey, The Enigma of Capital, (Oxford, United-Kingdom: Oxford University Press, 2010) 260.
  14. Max Horkheimer and Theodor Adorno, Dialectic of Enlightenment, Trans. John Cumming (New York: Continuum, 2000) 6.
  15. Ibid, p. xvi.
  16. Ibid, p. 25.
  17. Ibid, p. 36.
  18. Ibid, p. 3.
  19. Ibid, p. 35.
  20. Ibid, p. 32.
  21. Ibid, p. 7.
  22. Ibid, p. 12.
  23. Michel Luc Bellemare, The Structural-Anarchism Manifesto: (The Logic of Structural-Anarchism Versus The Logic of Capitalism), (Montréal: Blacksatin Publications Inc., 2016) 33.a) -33.b).

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