Tras cada accidente nuclear se echa por encima una pesada capa de cal

El fraude de Rupert Murdoch sobre el accidente de Fukushima

por Harvey Wasserman, 30 de agosto de 2012

Common Dreams

 

 Y el Wall Street Journal de Rupert Murdoch acaba de extender una nueva capa sobre el trágico y baldío panorama del fraude nuclear.

El artículo lleva el título de “Panic at Fukushima” (Pánico en Fukushima), y dice mucho de una Industria nuclear que ahora se desmorona desde su corazón mismo. Algo que encaja dentro del modelo histórico:

Cuando tras un accidente nuclear se produce una nube radiactiva – no importa cómo haya sido- la respuesta oficial siempre incluye la misma frase, “no hay ningún riesgo para la población”.

Cuando se observaron grietas estructurales en los reactores nucleares de Davis-Besse en Ohio, o en el de Crystal River en Florida, las autoridades de forma invariable rechazaron que aquello fuera motivo de preocupación. Un desprecio bien financiado. (N. del T:: Ejemplo de ello es esta noticia aparecida en el diario Diagonal: http://www.diagonalperiodico.net/La-central-nuclear-de-Garona-sufre.html)

Al igual que los generadores de vapor con fallos estructurales de la central de San Onofre, California, la seguridad queda relegada en favor del dinero extra que se pueda obtener, ofreciendo la Industria las mismas tesis. Protegida por las leyes federales, como las de quiebra, aunque se pueda producir la mayor de las catástrofes, no es para ellos motivo de preocupación.

A pesar de que los terremotos pueden afectar a los reactores de los Estados de Virginia y Ohio, amenazando a la población de Nueva York y de los Ángeles, la población “nunca está en peligro”. Del mismo modo se les dijo a los japoneses, que los reactores de Fukushima y Kashiwazaki eran “totalmente seguros”.

Pues bien, ahora que los terremotos han sacudido ambas centrales ya sabemos quién paga las consecuencias.

En Three Mile Island se dijo que “no se ha producido fusión del combustible nuclear”, hasta que nueve años más tarde las cámaras robotizadas mostraron lo contrario.

Nadie murió” en Three Mile Island, hasta que las pruebas epidemiológicas demostraron lo contrario. (En 1980 entrevisté a agonizantes y desconsolados en Pennsylvania central, lo que fue el origen de una posterior publicación en 1982, Killing Orur Own)

Lo de Three Mile Island fue una “historia de éxito” para el apologeta de la Industria Patrick Moore, cuyas habilidades contables lograron el milagro alquímico de transformar 900 millones de activos en un pasivo de 2000 millones de dólares.

Del mismo modo, la Unión Soviética dijo que no había motivo de preocupación por las nubes radiactivas procedentes de Chernobyl, que arrojaron su carga letal sobre toda Europa y su chorro de partículas por todo el hemisferio norte. Un científico señaló que el polvo radiactivo mejoraría la salud de las personas tanto en Ucrania como en Bielorrusia, hacia donde sopló en viento en sentido favorable, pero los estudios posteriores hablan de malformaciones de nacimiento y otros muchos problemas de salud ( Véase Las evidencias señalan que al menos se ha producido un millón de muertos por el accidente nuclear de Chernobyl)

La Unión Soviética murió… excepto en los corazones de los medios de comunicación corporativos que siguen repitiendo como loros lo que dijo el Politburó: que sólo 31 personas murieron en Chernobyl, el lugar del millón largo que señalan algunos informes).

En el caso de Fukushima, la inevitable capa de cal que echa Murdoch viene financiada por el magnate Koch, en nombre de un (ex) escéptico del clima, Richard Muller. Dice que el accidente de Fukushima no ha dañado prácticamente a nadie, excepto a la propia industria nuclear, que los japoneses tienen prácticamente cerrada. (http://online.wsj.com/article/SB10000872396390444772404577589270444059332.html)

El artículo de Muller entra dentro del universo pronuclear, al carecer de pruebas, meticulosamente diseccionado por SimplyInfo, frente al panorama de una tragedia sanitaria que está lejos de haber terminado.

Bajo el título «The Truth vs The Wall Street Journal,» la disección que hace SimplyInfo es algo ya conocido. El otrora prestigioso diario también cae en el mismo tipo de errores y anacronismos al estilo del diario de Murdoch. En pocas palabras:

  1. El diario reduce asombrosamente al mínimo el número de muertos por las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki, en base a datos especulativos, desacreditados desde hace décadas. No tienen en cuenta las conclusiones de los científicos japoneses que dicen que en Fukushima se ha lanzado 30 veces más cesio radiactivo que en los dos bombardeos.

  2. Los datos que da el diario sobre la contaminación radiactiva en Fukushima tampoco son creíbles. Habla de dosis mínimas uniformes para todos. Las consecuencias han sido globales. El plutonio, el estroncio, el cesio y otros isótopos tienden a descender en grupos y racimos, arrastrados a unos mientras que otros faltan. Como en el caso de Three Mile Island, Chernobyl y ahora con Fukushima, dice que sólo algunos grupos de población, de forma desafortunada, estuvieron expuestos a la contaminación radiactiva. (Véase: https://noticiasdeabajo.wordpress.com/2012/06/12/la-radiacion-emitida-en-fukushima-es-comparable-a-la-de-chernobyl/)

  3. Chirría el argumento de que sólo las mujeres embarazadas, los niños pequeños y los ancianos son biológicamente sensibles. En Three Mile Island, los propietarios publicitaron que los habitantes de la zona sólo habían recibido una dosis de radiación comparable a la de una radiografía. Sin embargo la tasa de leucemia infantil se ha duplicado sólo de la administración de una radiografía al feto en el útero. Las mujeres embarazadas deben tener cuidado de estas pequeñas dosis. (Véase: https://noticiasdeabajo.wordpress.com/2012/06/03/los-inesperados-efectos-sobre-la-salud-a-dosis-muy-bajas-de-radiacion-el-efecto-espectador/)

  4. El diario dice que la central de Fukushima no estaba diseñada para soportar un terremoto de 9,0 en la escala y una ola de 50 pies. El epicentro del terremoto se encontraba a más de 100 millas de la costa, pero tres reactores de Fukushima resultaron dañados y explotaron. Diablo Canyon, San Onofre, Indian Point tampoco son centrales nucleares seguras. La presencia cercana de fallas podrían reducirlas a escombros, y la posterior contaminación, en zonas tan poblada, produciría incalculable número de víctimas.

  5. El diario publica una refutación corregida (el original se encuentra en http://www.nirs.org/fukushima/crisis.htm) de Michael Mariotte del Servicio de Información y Recursos Nucleares, señalando que al soplar los vientos en dirección al mar, salvaron a Japón, incluido Tokio, de registrar unos mayores índices de radiación. Pero como en Chernobyl, la radiación ha alcanzado nuestras cosas, con una cifra de víctimas potencialmente alta. ( Véase https://noticiasdeabajo.wordpress.com/2011/12/21/se-estima-en-unas-14-000-las-muertes-en-ee-uu-como-consecuencia-del-desastre-de-fukushima/)

El accidente de Fukushima ha sucedido 66 años después de las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki; 32 después del accidente de Three Mile Island y 25 después del de Chernobyl. Pero la Industria parece evolucionar bajo una curva inversa de aprendizaje.

Quizás podrían prestar atención a lo que dijo Jeffrey Immelt, presidente de General Electric, que advertía que la energía nuclear no tiene ningún futuro desde el punto de vista económico. GE está presente en toda la central nuclear de Fukushima. Ahora GE quiere unirse a Siemens para la creación de Solartopia, una empresa para el desarrollo de las energías renovables: eólica, solar y biocombustibles.

No hay palabras suficientes para limpiar lo que hace ya tiempo dijo la revista Forbes; “el mayor desastre directivo en la historia estadounidense”. Ni suficiente cal para tapar los errores y así convencernos de que la radiación es muy buena para nosotros y nuestros cuerpos.

Mientras que Rupert Murdoch trata de dibujar la cara feliz de una Industria en decadencia, de momento lo pagamos con nuestro dinero y nuestras vidas.

Fuente: http://www.commondreams.org/view/2012/08/30-6

Artículos relacionados:

Europa eleva a hurtadillas los niveles de seguridad de radiación en los alimentos