Reducir el consumo de azúcar

Consumimos demasiada azúcar, especialmente los llamados azúcares libres, ¿debería el Gobierno tomar medidas frente a la Industria de la Alimentación para reducir su consumo?, dice el Prof. Peter Saunders

Por el Prof. Peter Saunders, 9 de diciembre de 2015

i-sis.org.uk

Azucares_libres

Si bien el azúcar siempre ha formado parte de la dieta humana, es sólo en los tiempos actuales cuando hemos empezado a consumir grandes cantidades de azúcares libres, es decir, azúcares que han sido hasta cierto punto refinados. Estarían incluidos el azúcar que añadimos cuando cocinamos o ponemos en el café o las infusiones, y las grandes cantidades que los fabricantes añaden a los refrescos, dulces y otros alimentos que nos sorprenden por ser excesivamente dulces, como muchos platos precocinados. Una cucharada de salsa de tomate contiene aproximadamente una cucharadita de azúcar y una sola lata de refresco puede contener hasta diez cucharaditas de azúcar. Los azúcares que se encuentran en los zumos de fruta y en la miel también son azúcares libres; en la miel el refinado ha sido realizado por las abejas.

Los azúcares libres tienen que ser considerados de forma distinta de aquellos otros que están presentes de forma natural sin refinar, ya que tienen un mayor efecto sobre la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llegado a la conclusión de que el consumo de grandes cantidades de azúcares libres aumenta el riesgo de obesidad, caries dental y enfermedades asociadas con el sobrepeso, como la diabetes tipo 2. Recomienda una reducción del consumo diario de azúcares libres, que debiera ser de menos del 10% de nuestra ingesta total de energía. Es menos prescriptivo sobre el límite inferior, porque hay muy pocas poblaciones con ingestas tan bajas y por lo tanto pocos o ningún estudio epidemiológico para respaldar mediante evidencias científicas [1].

El Comité Científico Asesor en Nutrición (CSN) ha recomendado el límite del 5%. Esto significaría que la ingesta total de azúcares libres debiera ser de unos 30 gramos, aproximadamente 6 cucharaditas, para cualquier persona de 11 años o más; menos en el caso de los niños menores [2]. Actualmente el azúcar representa alrededor del 15% de la ingesta media de energía en el caso de los niños y adolescentes en edad escolar [3], por lo que supondría una reducción considerable.

El Gobierno ha aceptado las recomendaciones de la CSN. Queda por ver si las va a poner en práctica.

¿Por qué tener en cuenta los niveles de azúcar?

La Industria Alimentaria se opone a las recomendaciones de la OMS y ha estado presionando en contra de ellas. Dicen basarse en argumentos supuestamente científicos. En primer lugar, afirman que el verdadero problema no es que comamos mucho, sino que hacemos poco ejercicio. En segundo lugar, si vamos a comer menos, no hay ninguna razón para fijarse en los azúcares y refrescos en particular. Por lo tanto, argumentan que si usted bebe una lata de Coca-Cola, que aporta 139 calorías, sería lo mismo que comer dos rebanadas de pan de trigo integral y en ambos casos debería dar un paseo de unos 20 minutos a paso ligero para quemar esa energía.

Este argumento no se sostiene. Piense en lo difícil que es perder algunos kilos, y si lo hace, lo difícil que resulta mantenerse en ese peso y no ganarlo de nuevo. Eso es así porque hay mecanismos que regular activamente el peso. Es como si el cuerpo decidiera cuál debe ser su peso, y hace todo lo posible para contrarrestar cualquier cambio en la cantidad que come o en su nivel de actividad. Así que no sólo es cuestión de restar energía mediante el ejercicio de las calorías que le aportan los alimentos que consume. La cuestión también es cómo lo que come y lo que hace afecta a los mecanismos que controlan el peso, y a pesar de los años de investigación todavía tenemos un conocimiento parcial sobre ellos.

Según del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, los estadounidenses consumieron un promedio de 300 calorías más por día en el año 2000 que en 1985 [5]. No hay ninguna razón para suponer que eran más activos físicamente, así que si tomar una libra de grasa (0,45 kg.) supone cerca de 3500 calorías, en el año 2000 debiera de haberse producido un aumento de peso de cerca de 30 libras al año (13,61 kg.). Del mismo modo que muchas otras personas, los estadounidenses están cada vez más gordos, pero no a ese ritmo. A la inversa, si usted camina 20 minutos extra todos los días no va a deshacerse de 15 libras de peso si persiste en ello durante un año, diga lo que diga la Industria Alimentaria.

A pesar de que todavía no sabemos cómo se regula el peso, sí entendemos algunos mecanismos de su funcionamiento. Por ejemplo, cuando el nivel de glucosa en sangre es bajo, se siente hambre. Después de haber comido, sube la glucosa en la sangre y ya no sentimos hambre, por lo que dejamos de comer. Esto contribuye claramente a igualar la ingesta de alimentos con la cantidad de energía que se utiliza.

El aumento de azúcar en la sangre, sin embargo, no depende sólo de la cantidad de calorías presentes en la comida. Para tener en cuenta esto, los nutricionistas han desarrollado el índice glucémico (IG), una clasificación de los hidratos de carbono de acuerdo con el grado en que elevan los niveles de azúcar en la sangre después de haber comido [6]. Alimentos con un alto IG, como los que contienen azúcares libres y también las patatas, el pan blanco y el arroz blanco, se descomponen rápidamente y producen rápidos aumentos y disminuciones del nivel de azúcar en la sangre. Los alimentos con un bajo IG, entre los que se encuentran la mayoría de las frutas y las verduras, las legumbres y los alimentos integrales, son digeridos y absorbidos lentamente, y las subidas y las bajadas de los niveles de azúcar en la sangre se realizan más lentamente. Esto hace que estos alimentos sean más adecuados para el control del peso, ya que ayudan a controlar el apetito y retrasar el hambre. Por cierto, también son mejores para los diabéticos, porque tampoco producen grandes incrementos en los niveles de insulina [6].

Esto explica por qué los azúcares libres son tan importantes en el aumento de la obesidad. El aumento mundial en el consumo de refrescos ha sido enorme, ya que parece que somos capaces de beber grandes cantidades sin que se sacie nuestro apetito. Esto ha sido especialmente relevante en México, que tiene una tasa particularmente alta en el consumo de refrescos, y donde la obesidad está aumentando más rápidamente que en cualquier otra parte del mundo [7].

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El peso también se ve afectado por la flora intestinal, los 100 billones de microbios que viven el tracto gastrointestinal. Estos son los responsables de una parte importante del consumo de energía, debido a que algunos de ellos descomponen los alimentos que de otra manera serían indigestos. Las proporciones entre las diferentes especies están determinadas en gran medida en los tres primeros años de vida (otra de las razones por las que debemos tener cuidado en la administración de antibióticos a los bebés), pero también se ven afectadas por la dieta en la edad adulta, lo que indica que no solamente importa el número de calorías que se ingieren.

Hay evidencias de que el uso de antibióticos, tanto en la infancia como con posterioridad, contribuye a la obesidad. Esto no debiera de ser una sorpresa, ya que una de las principales razones para el uso excesivo de antibióticos en los animales de cría no es para combatir infecciones, sino exclusivamente para promover el aumento de peso [8].

 Revisión de las directrices por el Servicio Público de Salud

sobrepeso_UEA raíz de los informes de la OMS y del CSN, el Servicio Público de Salud del Reino Unido (PHE), una agencia ejecutiva patrocinada por el Departamento de Salud, llevó a cabo una revisión de las medidas para intentar reducir en el Reino Unido el consumo de azúcares libres [3]. Esto debiera de haber aparecido el pasado verano, pero no fue así. La revisión parece ser que ya estaba hecha, pero el Secretario de Estado de Salud (Jeremy Hunt, el mismo Ministro que provocó movilizaciones entre los médicos de centros hospitalarios) se negó a publicarla antes de que el Gobierno anunciase su estrategia para combatir la obesidad [9]. Ni el público y el Comité de Selección de Salud, que pidió de forma expresa tener acceso al documento, tuvieron acceso al documento hasta que el Gobierno anunciase sus planes, y en ese momento sería ya demasiado tarde para poder ejercer algún tipo de influencia. Finalmente, después de que el Presidente de la Comisión, la Diputada conservadora Sarah Wollaston, hiciese público el asunto, la revisión se publicó el 22 de octubre. Se proponen ocho medidas para ayudar a reducir el consumo de azúcares libres (ver recuadro) y se resumen las evidencias en que se basan estas medidas.

Acciones recomendadas en el Informe del Servicio de Salud del Reino Unido (PHE)

1.- Reducir y reequilibrar la cantidad y el tipo de promociones en los precios todos los puntos de venta, tales como supermercados y tiendas de conveniencia y el sector doméstico ( incluyendo restaurantes, cafeterías y comida para llevar).

2.- Reducir significativamente las ofertas en el mercado y la publicidad de los alimentos y bebidas con alto contenido en azúcar en los medios de comunicación, incluidas las plataformas digitales y los espacios patrocinados.

3.- Establecer de una forma clara los alimentos con un alto contenido en azúcar para ayudar a conseguir los puntos 1 y 2. Actualmente el único marco normativo para poder hacer esto es a través de los modelos de perfiles de nutrientes Ofcom, que se beneficiaría y fortalecería de realizarse una revisión.

4.- Ejecución de un programa amplio, estructurado y supervisado de forma transparente para la reducción gradual de azúcar en lo productos alimenticios y bebidas, junto con la reducción de las raciones.

5.- Incremento en los precios, en un mínimo de un 10% a un 20%, en los productos con alto contenido en azúcar mediante un impuesto o gravamen, como en los refrescos con azúcares, basándose en los efectos que esta medida ha tenido en otros países.

6.- Adoptar, implementar y supervisar la aprobación de normas por parte del Gobierno en los servicios de alimentación y hostelería en todo el sector público, incluidos los gobiernos nacionales y locales, y el Servicio Nacional de Salud para garantizar el suministro y venta de alimentos saludables y bebidas en los hospitales, centros de ocio, etc.

7.- Garantizar una formación acreditada sobre la dieta y hábitos saludables en todas aquellas personas que tienen la oportunidad de influir en la elecciones de alimentos en los sectores de fitness, hostelería, de ocio, y otros administrados por las autoridades locales.

8.- Continuar creando conciencia sobre la preocupación por los niveles de azúcar presentes en los alimentos entre los profesionales de la salud, empleadores, la Industria Alimentaria, etc., fomentando medidas para reducir la ingesta y dar pasos prácticos para ayudar a las personas a reducir el consumo de azúcar y el de sus familias.

De hecho, una de las recomendaciones de la revisión ya se había intentado llevar a cabo con anterioridad: un impuesto sobre dulces y refrescos. El Gobierno ha dejado claro que se opone a ello, argumentando que no tendría ningún efecto, y que en cualquier caso supondría un perjuicio para los más pobres.

Pero medidas similares llevadas a cabo en Noruega, Finlandia, Hungría, Francia y México, indica que un impuesto sobre los refrescos reduce el consumo. En México, un 10% de impuestos en las bebidas azucaradas llevó consigo una disminución en las ventas de un 6%. En cuanto al efecto sobre los menos favorecidos, esto no parece que sea tenido en cuenta por un Gobierno que no ha dudado en gravar la capacidad de recibir subsidios a las rentas más bajas, aquellos que reciban una media de 1300 libras o menos al año, lo que sólo hizo cuando la Cámara de los Lores estuvo dispuesta a provocar una crisis constitucional.

Por supuesto, si el impuesto tuviera el efecto deseado en la reducción del consumo, tanto los ricos como pobres gastarían menos en refrescos. Se beneficiarían tanto en su salud como en sus bolsillos. Los perjudicados serían los fabricantes, ya que verían reducidas sus ventas.

Para concluir

El Comité de Selección de Salud de la Cámara de los Lores acaba de publicar un informe sobre la obesidad infantil [10]. Sus recomendaciones son, en general, similares a las del Servicio Público de Salud, incluyendo un impuesto a las bebidas azucaradas. El Gobierno no dará a conocer su estrategia sobre la obesidad hasta principios de año nuevo, por lo que hasta ese momento no sabremos qué recomendaciones se aceptarán ni cuáles se convertirán en ley, ni cuáles serán recomendaciones para que los fabricantes las tomen en consideración o no, según su criterio. En concreto, el Primer Ministro, así como la Industria Alimentaria, se oponen a un impuesto sobre el azúcar, así que es muy probable que no llegue a aplicarse.

Hasta ahora, el debate en los medios de comunicación se ha centrado casi en su totalidad en el impuesto al azúcar, pero no debemos permitir que esta controversia desvíe la atención sobre el resto de recomendaciones de la revisión realizada por el Servicio de Salud y el Informe de la Comisión Especial.

Reducir el consumo de azúcares libres es una forma barata y fácil de mejorar nuestra salud. Y también podría suponer un ahorro sustancial para el Gobierno: la obesidad y sus consecuencias se estiman en un coste aproximado para el Servicio Nacional de Salud de 5.100 millones de libras al año (unos 7000 millones de euros) [3], por lo que estamos hablando de mucho dinero.

Referencias

  1. “WHO calls on countries to reduce sugars intake among adults and children.” WHO press release, 4 March 2015,  www.who.int/mediacentre/news/releases/2015/sugarguideline/en/  25/11/15
  2. “Expert nutritionists recommend halving sugar in diet.” SACN press release, 17 July 2015,  https://www.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/446188/SACN_Carbohydrates_Press_Release_July_2015.PDF
  3. Tedstone A, Targett V, Allen R et al. Sugar Reduction: The Evidence for Action. Public Health England, London, 2015, https://www.gov.uk/…/Sugar_reduction_The_evidence_for_action.pdf
  4. http://www.coca-colaanswers.co.uk/en/qtile.html/health/how-many-calories-are-there-in-a-330ml_can–of-coca-cola/  25/11/15
  5. Putnam J, Allshouse J. and  Kantor LS. US per capita food supply trends: more calories, refined carbohydrates and fats. Food Review 2002, 25 (3) Economic Research Service USDA.  www.ers.usda.gov/publications/FoodReview/DEC2002/frvol25i3a.pdf 25/11/15
  6. “What is the glycaemic index (GI)?” NHS Choices. 23 August 2015. http://www.nhs.uk/chq/pages/1862.aspx?categoryid=51
  7. “How one of the most obese countries on earth took on the soda giants.” Tina Rosenberg, The Guardian, 3 November 2015, http://www.theguardian.com/news/2015/nov/03/obese-soda-sugar-tax-mexico
  8. Cho I, Yamanishi S, Cox L, Methé BA, Zavadil J, Kelvin L, Gao Z, Mahana D, Raju K, Teitler I, Ji H, Alekseyenko AV and Blaser MJ. Antibiotics in early life alter the murine colonic microbiome and adiposity. Nature 2012, 488, 622-629. Doi:10.1038/nature11400.
  9. “Hunt should practice what he preaches.” Sarah Wollaston, The Telegraph, 27 October, 2015, http://www.telegraph.co.uk/news/health/news/11925833/Jeremy-Hunt-should-practise-what-he-preaches.html
  10. House of Commons Select Committee on Health. Report HC465: Childhood obesity – brave and bold action. The Stationary Office, London 2015,  http://www.publications.parliament.uk/pa/cm201516/cmselect/cmhealth/465/465.pdf

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Procedencia del artículo:

http://www.i-sis.org.uk/Cut_Down_on_Sugar.php

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