Por James Petras, 2 de abril de 2011
Durante las dos semanas pasadas, Libia ha estado sometida al más brutal ataque por mar y por tierra de su historia moderna. Miles de bombas y misiles se han lanzado desde submarinos norteamericanos y europeos, desde buques de guerra y aviones de combate, destruyendo las bases militares de Libia, los aeropuertos, las carreteras, los puertos, los almacenes de petróleo, los emplazamientos artilleros, los tanques, los medios de transporte armado, aviones y efectivos militares. Docenas de agentes de la CIA y de las fuerzas especiales del SAS han entrenado, aconsejado y trazado un mapa de los objetivos para los llamados rebeldes libios, involucrados en una guerra civil contra el Gobierno de Gaddafi, sus fuerzas armas, las milicias populares y los partidarios civiles (New York Times, 30 de marzo de 2011).
A pesar de este apoyo militar masivo y el control total por parte de los aliados imperialistas del cielo de Libia y de la costa, los rebeldes no han sido capaces de movilizar al pueblo o las ciudades que han conquistado, y han dado marcha atrás ante el avance de las tropas del Gobierno libio y las milicias populares (Al Jazeera, 30 de marzo de 2011)
Una de las excusas más débiles para justificar la vergonzosa retirada de los rebeldes es la dada por la coalición Cameron-Obama-Sarkozy, repetida en los medios de comunicación. Dicen que sus “clientes libios” han sido “asediados y superados en número” (Financial Times, 29 de marzo de 2011). Obviamente Obama y sus acólitos no cuentan los ataques de la aviación, las docenas de buques de guerra y submarinos, los cientos de ataques diarios y los miles de bombas que se han lanzado sobre Libia desde el principio de la intervención imperial Occidental. La intervención militar directa de 20 de las mayores o menores potencias militares contra el Estado soberano de Libia, así como la complicidad de las Naciones Unidas, no contribuye a ninguna ventaja militar para los clientes imperiales, según la propaganda que se lanza diariamente a favor de los rebeldes. Los Angeles Times (el 31 de marzo de 2011), describe la situación como que “ muchos rebeldes montados en camiones dieron la vuelta y huyeron… aunque sus ametralladoras pesadas y sus cañones antiaéreos eran similares a los que posee cualquier vehículo del Gobierno”. En efecto, ninguna fuerza rebelde en toda la historia moderna ha recibido tanto apoyo militar de tantos poderes imperiales en su confrontación contra un régimen establecido. Sin embargo, las fuerzas rebeldes han dado marcha atrás, huyendo de forma desorganizada, indignando a su generales rebeldes y jefes, establecidos en Bengasi. Mientras tanto, los líderes rebeldes, elegantemente vestidos, hacen un llamamiento a la lucha, asistiendo a la cumbres de Londres, donde la “estrategia de liberación” consiste en su petición a los medios de comunicación de que las potencias imperiales envíen tropas terrestres (The Independent, Londres, 31 de marzo de 2011).
La moral entre los rebeldes de primera línea es baja, según informes creíbles del frente de batalla en Ajdabiya, “Los rebeldes… se quejaron de que sus antiguos comandantes no aparecían por ningún sitio. Se quejaron de que huyeron a la relativa seguridad de Bengasi… y que las fuerzas de Bengasi poseen las 400 radios de campaña donadas y más de 400 teléfonos de conexión por satélite…. precisados para el campo de batalla…. lo que rebela que los comandantes raramente visitan el campo de batalla y toman el mando, por lo que muchos de los soldados no confían en ellos”. (Los Angeles Times, 31 de marzo de 2011). Por lo visto “Twitters” no trabaja en el campo de batalla.
Las cuestiones decisivas en la guerra civil no son las armas, la formación o el mando, aunque seguramente estas cosas son importantes: la diferencia básica es la capacidad militar de las fuerzas libias a favor del Gobierno y de los rebeldes libios, apoyados tanto por las fuerzas imperialistas de Occidente como por los progresistas, sino su motivación, los valores y los avances materiales. La intervención de las fuerzas imperialistas Occidentales ha supuesto un aumento en las relaciones entre los ciudadanos libios, que ahora ven su confrontación anti-Gaddafi como una lucha para defender su patria… un potente incentivo para cualquier persona o ejército. Esto es una verdad para los rebeldes, cuyos líderes han vendido su identidad nacional y dependen completamente de la intervención militar imperialista para alcanzar el poder. ¿Qué luchadores rebeldes son estos que arriesgan su vida luchando contra sus compatriotas bajo una bandera imperialista o un régimen neo-colonial?
Las cuentas de los periodistas Occidentales tienen un saldo a favor de las milicias a favor del Gobierno, que repelen los ataques de los rebeldes y hasta “un autobús cargado de mujeres (libias) surgió de repente (de un pueblo)… y comenzó a aclamar como si apoyaran a los rebeldes…” engañando a los rebeldes y viéndose envueltos en una emboscada mortal organizada por sus maridos, que luchan a favor del Gobierno (Globe and Mail, Canada, 3/28/11 and McClatchy News Service, 3/29/11)
Los rebeldes que entran en los pueblos son vistos como invasores, que rompiendo las puertas entran en las viviendas, detienen y acusan a los líderes locales de ser miembros de la milicia de Gaddafi. La amenaza de la ocupación militar rebelde, las detenciones y abuso hacia las autoridades locales y la intromisión en las viviendas, algo muy valorado entre el clan y las relaciones en la comunidad, ha motivado a las milicias libias locales a atacar a los rebeldes, que están apoyados por las potencias Occidentales. Los rebeldes son considerados forasteros en términos de lealtad al clan, por pisotear las costumbres locales, encontrándose ahora en territorio hostil. ¿Qué soldado rebelde quiere morir luchando en un territorio hostil? Tales rebeldes sólo pueden clamar por el poderío aéreo extranjero, que “libere” al pueblo para obtener el poder.
Los medios Occidentales, incapaces de mantener estos avances materiales debido a la oposición de las fuerzas que luchan a favor del Gobierno, atribuyen el apoyo popular a Gaddafi a la coacción, confiando en los reclamos rebeldes de que actúen de forma secreta en contra del régimen. Hay otra realidad material, que se ignora de manera incómoda: el régimen de Gaddafi ha utilizado la riqueza del petróleo de su país para construir una enorme red de escuelas públicas, hospitales y clínicas. Los libios tienen los ingresos per cápita más altos de África, situándose en 14.900 dólares al año (Financial Times, 2 de abril de 2011). Decenas de miles de estudiantes libios de bajos ingresos han recibido becas para estudiar en su país y en el extranjero. La infraestructura urbana ha sido modernizada, la agricultura subvencionada y los productores a pequeña escala y fabricantes, reciben créditos del Gobierno. Gaddafi ha supervisado la eficacia de estos programas, además de enriquecer a su propio clan y familia. Por otra parte, los rebeldes libios y sus consejeros imperiales han apuntado a la economía civil entera, bombardeando las ciudades, reduciendo el comercio y las redes comerciales, han bloqueado la entrega de alimentos subvencionados y el bienestar de los pobres, cerrando las escuelas y obligando a cientos de miles de profesionales extranjeros, profesores, doctores y trabajadores, contratados como expertos, a huir.
Los libios, que podrían ofenderse de la larga permanencia en un poder autocrático por parte de Gaddafi, se enfrentan ahora a la opción de elegir entre el apoyo a un Estado de bienestar avanzado, que funciona, o una conquista militar dirigida desde el extranjero. Muchos se han decidido, de forma racional, a favor del régimen.
El fracaso de las fuerzas rebeldes apoyadas por el poder imperial, a pesar de su ventaja técnica y su inmenso poderío militar, son considerados colaboracionistas, vistos en su papel de colonialistas internos, que invaden las comunidades locales y que están destruyendo un sistema de asistencia social que ha beneficiado a millones de libios durante dos generaciones. El fracaso de los rebeldes en su avance, a pesar del apoyo masivo de las fuerzas Occidentales, significa que la coalición Estados Unidos-Gran Bretaña tendrá que aumentar su intervención más allá del envío de fuerzas especiales, de consejeros y equipos de asesinos de la CIA. Considerando el objetivo indicado por Obama-Clinton de cambiar el régimen, no hay ninguna otra opción, sólo la de mandar tropas, enviar tanques y otros transportes armados, y aumentar el uso de bombas con uranio empobrecido de gran poder destructor.
Sin duda Obama, la cara pública de la “intervención armada humanitaria” en África, recitará salmos más grandes y grotescos, ya que muchos civiles libios caerán víctimas de la pesada carga imperial. El primer Presidente negro de Washington, ganará la infame marca dentro de la historia de los presidentes estadounidenses de ser el responsable de la matanza de cientos de libios negros y la expulsión en masa de millones de trabajadores africanos sub-saharianos, empleados de forma habitual por el régimen (Globe and Mail, 3/28/11).
Sin duda, los progresistas angloamericanos de izquierdas seguirán debatiendo (en tono civilizado) sobre los pros y los contras de la intervención, siguiendo los pasos de sus precursores, los Socialistas franceses y los New Dealers estadounidenses a partir de los años 1930, que debatieron los pros y los contras de apoyar a la España republicana… Mientras Hitler y Mussolini bombardearon la república apoyando a las fuerzas fascistas rebeldes bajo el mandato del general Franco, que sostenía la bandera Falangista de “Familia, Iglesia y Civilización”, un prototipo de fascista para la “intervención humanitaria de Obama” de parte de sus rebeldes.
James Petras, ex profesor de Sociología de la Universidad de Binghamton, Nueva York, lleva 50 años en el asunto de la lucha de clases; es asesor de los Campesinos sin Tierra y sin trabajo en Brasil y Argentina, y coautor de Globalización desenmascarada (Zed Books), siendo su libro más reciente Sionismo, Militarismo y la Decadencia del Poder estadounidense (Clarity Press, 2008). Se le puede escribir a la siguiente dirección: jpetras@binghamton.edu
http://dissidentvoice.org/2011/04/libya-and-obamas-defense-of-the-rebel-uprising/#more-31602