Por el Dr. Mercola, 25 de septiembre de 2016
“La Guerra de los Transgénicos” es un premiado documental realizado por el periodista francés Paul Moreira, quien ha realizado un recorrido por Europa y América Latina observando los efectos de los cultivos transgénicos en el ganado y la salud humana.
También habla de otras preocupaciones, como son el aumento en el uso de herbicidas a base de glifosato, atrazina y 2,4-D, este último ingrediente del conocido y devastador defoliante Agente Naranja, utilizado con profusión en la guerra de Vietnam.
Monsanto fue el más importante productor del Agente Naranja durante aquella guerra, aunque no es su única contribución a la guerra: participó en el Proyecto Manhattan y en el desarrollo de la bomba atómica. Esta ayuda explica por qué Monsanto es defendido de manera acérrima por el Gobierno de los Estados Unidos.
Una alianza destructiva y a menudo incomprensible que se mantiene hasta nuestros días, con el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos en el desarrollo y difusión de los cultivos transgénicos y de productos tóxicos por todo el mundo, de los que ahora se dice que son necesarios para la agricultura.
Monsanto es la empresa líder en semillas transgénicas y en los productos químicos asociados, algo que recibe adecuada atención durante todo el documental. El ex ecologista Patrick Moore, que pasó de formar parte de Greenpeace a ser un apologista de los transgénicos y entrar a formar parte de los lobbies, también aparece.
En un buen documental [1] que ha recibido más de 1,4 millones de visitas. En el documental también aparece el momento en el que Moreira le ofrece un vaso de Roundup a Patrick Moore, para comprobar su afirmación de que el glifosato es inofensivo. Moore se niega, diciendo que él no es tonto.
Criadores de ganado porcino de Dinamarca luchan contra una misteriosa enfermedad
El documental comienza en Dinamarca, donde los criadores de cerdos están luchando para determinar la causa de una misteriosa enfermedad que afecta a los cerdos, que se denomina simplemente “la muerte amarilla”. La enfermedad provoca una fuerte diarrea, y a menudo es letal para los cerdos a los que afecta.
Prácticamente todos los cerdos son alimentos con soja transgénica, y muchos sospechan que éste puede ser el origen del problema. Borup Pedersen es un criador de cerdos de Dinamarca con bastantes años de experiencia.
Cuando empezó a alimentar a sus cerdos con soja transgénica en la década de 1980, la mezcla sólo contenía aproximadamente un 20% de soja transgénica. Con los años la proporción ha ido aumentando, y ya en el año 2002 el 90% de la soja empleada para la alimentación era transgénica.
Del mismo modo que otros ganaderos, Pedersen se esforzó por erradicar la muerte amarilla, una enfermedad que podía llegar a matar hasta el 30% de los lechones nacidos cada año; hasta que un día decidió prescindir de la soja transgénica en la alimentación de sus cerdos. En muy poco tiempo los cambios fueros notables. No volvió a darse ni un solo caso de diarrea entre sus cerdos.
Durante los tres años que lleva alimentando a sus cerdos con piensos no transgénicos, no ha vuelto a aparecer ningún caso de muerte amarilla. Pedersen ha logrado suscitar dudas acerca de la seguridad de la soja transgénica entre los ganadores daneses. Pero Pedersen incluso puede haber profundizado más en el problema, al darse cuenta de dos intrigantes conexiones:
1.- Cuando la soja transgénica procede de Argentina, los ganaderos comprobaron la aparición de brotes de diarrea entre sus cerdos. ¿Qué es lo que hay en la soja transgénica de Argentina que es mucho peor que otras?
2.- Se han podido observar imágenes de niños argentinos con defectos de nacimiento, algo que médicos y científicos locales insisten en que está producido por los plaguicidas, ya que muchas personas viven rodeadas por campos donde se cultivan transgénicos y se emplean gran cantidad de productos químicos tóxicos, que se fumigan de manera impune.
Llama la atención la similitud entre estas deformaciones y las que muestran los lechones. ¿Podría ser que estuviese contaminada la soja transgénica con pesticidas y ser la causa de los problemas de los criadores de cerdos?
Aquí un avance del documental:
Soja transgénica: la destrucción de Argentina
Argentina es el tercer mayor productor mundial de cultivos transgénicos, y el segundo mayor productos de soja transgénica. Los cultivos transgénicos han alterado radicalmente el aspecto del país.
Los cultivos transgénicos han eliminado la necesidad de mucha mano de obra en las explotaciones agrarias, haciendo desaparecer pueblos enteros y extendiendo una pobreza masiva [2]. Ha acabo con la diversidad agrícola de Argentina, de lo cual presumía, reemplazándola por monocultivos transgénicos de maíz, soja y algodón.
Moreira visita Avia Terai, un pequeño núcleo rural rodeado de campos de cultivos transgénicos. En esta localidad se producen muchos nacimientos con raras enfermedades y otras degenerativas de origen desconocido. Una niña presenta enormes marchas por su cara y cuerpo, marcas que ha tenido desde su nacimiento.
Otra persona sufre una enfermedad degenerativa sin diagnóstico, de la que le dicen que es de origen genético, que se ve agravada por la exposición a los herbicidas. Muchos niños presentan deformaciones, y los ancianos mueren de cáncer.
La gente se refiere a Roundup de Monsanto como “el veneno” y hacen todo lo posible para que no sea rociado en los cultivos. Todos temen a los enormes tractores que fumigan los campos con herbicidas, y nadie sabe lo que están esparciendo.
Una mujer dice que se cierra en casa con sus hijos cuando oye el rugido del tractor. Aún así es difícil evitar los venenos cuando se está rodeado de campos y el viento dispersa los herbicidas, que se depositan en el agua potable y en la ropa colgada para secar.
Los agricultores argentinos reconocen que la soja transgénica no es apta para alimentación animal
Resulta revelador cuando un agricultor argentino, que es grabado en secreto por Moreira, dice que no alimenta con esta soja transgénica a sus animales: “Si usted alimenta a sus gallinas con ella, ya no podrá comer sus huevos”. Cuando se le preguntó por qué, dice que los huevos huelen tan mal que no se pueden comer. Esta es la razón por la cual se exporta la soja transgénica.
Mientras tanto, la gente de alrededor sufre las fumigaciones con regularidad. Los esfuerzos para dialogar con los productores de soja transgénica no han conseguido nada, y las empresas propietarias de los campos son tan ricas que las multas que les puedan imponer no les disuade de fumigar dentro del perímetro de seguridad en torno a las zonas residenciales.
En los 15 años de cultivos transgénicos en Argentina, sólo se han producido tres condenas por fumigación ilegal, a pesar de ser algo muy común. En el caso de Avia Terai, el pueblo se encuentra sólo a 200 metros de los campos de soja transgénica.
Por ley, no se permiten las fumigaciones a menos de 1,5 kilómetros de las zonas pobladas.
Pero no se trata de un caso único. De hecho, el problema es tan grave que el Gobierno de Argentina se ha visto obligado a subvencionar centros de discapacidad inducida por plaguicidas para gestionar la creciente crisis sanitaria. Estos centros están llenos de niños procedentes de pueblos donde la gente está expuesta a los productos químicos agrícolas. En general, los defectos de nacimiento son alrededor de un 350% mayor en estas zonas donde se cultivan los transgénicos en comparación con el resto del país [3].
Como señala una de las enfermeras de uno de estos centros de discapacidad situado en Sáenz Peña: “Exportamos nuestra soja transgénica a sus países para alimentar a los animales que luego se comen… Pero somos nosotros los que realmente estamos pagando el precio por ello”. La pediatra Dra. María del Carmen Seveso va más lejos y lo califica de genocidio, señalando que la situación en extremadamente preocupante.
Niños con deformaciones, cerdos con deformaciones, ¿son los herbicidas los culpables?
Fueron las imágenes publicadas en Internet de los niños con defectos de nacimiento lo que llevó a pensar a Pedersen, el criador danés de cerdos. Del mismo modo que otros criadores de cerdos, él también sufrió de muchos defectos de nacimiento en las crías.
Hasta entonces no había prestado mucha atención, aparte de reconocer que estas cosas suceden de vez en cuando, pero las deformaciones se habían convertido en algo muy común, y se vio impresionado por la similitud de las deformaciones que vio en los niños argentinos que habían estado expuestos a los pesticidas en el útero.
Cuando se trata de determinar qué pesticidas son los culpables, las preguntas son muy abiertas. El glifosato no es el único producto químico que se utiliza en los campos de soja transgénica de Argentina. A medida que ciertas plantas se hacen resistentes a estos herbicidas, muchos agricultores han recurrido a utilizar más productos químicos en la mezcla que se fumiga, y no está claro qué están utilizando.
La acción sinérgica de varios productos químicos normalmente aumenta la toxicidad de la mezcla, en comparación con un solo producto químico, pero no se han realizado estudios para determinar el nivel de riesgo de tales mezclas.
Moreira se dirige a un tractor que trabaja fumigando en un campo, y no sólo se encuentra que se está esparciendo Roundup de Monsanto, sino también la atrazina, que está prohibida en Europa, pero es muy utilizada en los Estados Unidos, y también 2,4-D.
Una cosa queda clara: la promesa de que los cultivos transgénicos iban a conducir a una agricultura más verde y a un menor uso de productos químicos, no se ha cumplido. En lugar de ello, cada vez se utilizan más para obtener nuestros alimentos y están presentes también en la alimentación del ganado.
Enemigos mutantes
Como los cultivos transgénicos se han apoderado de Argentina, las hierbas resistentes a los herbicidas se han convertido en un problema. Se cultivan en Argentina más de 30 millones de hectáreas de soja transgénica, y el glifosato se aplica en cada uno de esos cultivos al menos tres o cuatro veces al año. Esto ha dado lugar a la aparición de numerosas hierbas resistentes al glifosato, del mismo modo que también lo es el cultivo transgénico.
Para abordar el problema, los agricultores no sólo aplican más herbicida, sino que también los mezclan entre sí para prevenir esas plantas resistentes, ya que si no es uno será otro herbicida el que acabe con ellas. Como resultado, aparte del glifosato se añaden de 3 a 5 productos químicos más. Las nuevas semillas transgénicas están diseñadas para resistir estas tóxicas combinaciones (rasgos apilados).
Como se señala en el documental, no hay pruebas definitivas de que los productos químicos usados en la Agricultura sean los responsables de la crisis sanitaria en Argentina. Pero tampoco hay pruebas de lo contrario, de que no lo sean, y el Gobierno no ha hecho nada para determinar esa responsabilidad o ausencia de ella.
De hecho ocurre más bien lo contrario: el Gobierno de Argentina ha sido y continúa siendo un baluarte de la Industria de los Transgénicos, y los anuncios de Monsanto en la televisión de Argentina son algo común, donde aseguran que sus productos son seguros y efectivos. Sin embargo, se van acumulando cada vez más estudios para determinar si esta mezcla de productos químicos crea peligrosas interacciones o causan los graves problemas de salud que ahora se ven entre los niños de estas zonas agrícolas.
Un asombroso aumento de los casos de cáncer
La única investigación llevada a cabo de manera independiente sobre el impacto de los cultivos transgénicos ha sido realizada por estudiantes de la Universidad de Medicina de Rosario, encontrándose unas tasas de cáncer un 40% más altas en una de las localidades. En otra, la tasa de cáncer se disparó a unos niveles del 250% por encima de la media. Lo que estos dos pueblos tienen en común es que están rodeados por campos de cultivos transgénicos y se fumiga muy cerca de los lugares de residencia.
Desgraciadamente, la economía de Argentina depende ahora totalmente de los cultivos transgénicos. Según Alejandro Mentaberry del Ministerio de Ciencia, Argentina obtuvo en torno a 65 mil millones de dólares de los cultivos transgénicos entre 1996, año en que se introducen estos cultivos, y el año 2011. Mentaberry cree que el país debe su “milagrosa recuperación económica” a la exportación de los cultivos transgénicos.
Pero, ¿ a qué precio se ha producido esta bonanza económica? En abril de 2014, muchos argentinos salieron a las calles de la ciudad de Córdoba para protestar contra Monsanto y el uso de sus productos: ¡Fuera Monsanto, Sí a la vida, No a Monsanto, Monsanto nos envenena! ¡Monsanto es una empresa corrupta!, coreaban muchas personas mientras marchaban por las calles.
El documental pasa a examinar los poderes políticos que apoyan y dirigen a los países que aceptan los cultivos modificados genéticamente. Por ejemplo, Wikileaks reveló cómo los funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos hacían el trabajo sucio a favor de la Industria Agroquímica, lanzando veladas amenazas en caso de necesidad. También se ha podido comprobar cómo responsables del Gobierno de los Estados Unidos actuaban como grupos de presión y portavoces de la Industria Biotecnológica.
La Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP) también puede acabar con las prohibiciones que se mantienen en algunos países contra los cultivos y productos transgénicos y productos químicos, sobre todo en Europa, donde las leyes de protección de la salud humana y el medio ambiente son más estrictas que en los Estados Unidos. Dependiendo del resultado final de estos acuerdos, es posible que ningún país sea capaz de oponerse a los transgénicos en el futuro, sin importar su coste humano o para el medio ambiente.
Este documental se puede ver completo hasta finales de septiembre en la página web del Dr. Mercola:
http://articles.mercola.com/sites/articles/archive/2016/09/24/transgenic-wars-gmo.aspx
Fuentes y referencias:
[1] Youtube, Lobbyist Claims Monsanto’s Roundup Is Safe To Drink, Freaks Out When Offered A Glass
[2] Organic Consumers Association, GE Soybeans Are Destroying Argentina’s Agriculture
[3] BBC May 14, 2014
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