La guerra de los mangos

Por Meredith Rector, 13 de marzo de 2017

cuslar.org

En el Estado de Oaxaca, uno de los principales centros agrícolas de México, el crimen organizado se ha apoderado de la producción del mango, con peligrosas consecuencias para la población local y el ambiente.

El cultivo del mango en el Estado del sur de México, Oaxaca, está provocando un enorme gasto sociopolítico, mucho mayor que el precio de la fruta en los supermercados. Para el cártel mexicano de la droga, que ha de encontrar nuevas vías para tratar de comercializar sus productos en el mercado estadounidense, esconder las drogas en los envíos de mango es una práctica de riesgo pero viable. Pero para la gente de Oaxaca, sin embargo, esta infiltración en una de las industrias más importantes de la región supone una amenaza para una vida controlada por la violencia y los amplios efectos sobre la sociedad.

El narcotráfico es un problema complejo y multifacético, y ha proliferado a medida que México se sigue enfrentando a los problemas económicos y a la ingobernabilidad. Varios sectores de la economía mexicana se han visto sumidos en el fracaso como resultado directo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor en 1994. Según Clint McCowen en su informe Globalización y el mercado mexicano, el período posterior a la aplicación del TLCAN provocó una enorme pérdida de empleos, alcanzado la tasa de desempleo más del 55%. Parte de esta pérdida de empleo fue debido a que muchas empresas mexicanas no podían competir con los productos subvencionados importados después de la eliminación de los aranceles y las barreras comerciales y la privatización de la empresas que antes eran estatales. Este golpe también afectó a las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y dejó al sector agrícola en manos de las Corporaciones, lo que costó a los agricultores mexicanos la cantidad de 12.800 millones de dólares entre 1997 y 2005.

Un sector de la economía mexicana que sí creció durante este período de estancamiento fue el sector informal, es decir, la actividad económica que no tributa ni está regulada por el Gobierno, entre la que se encuentra el narcotráfico. El progreso de estas industrias en sus respectivos campos y el control del sector agrícola por los cárteles de la droga ha llevado a la aparición de un híbrido socioeconómico, “la narcoagricultura”. Diferentes tipos de frutas han servido a las operaciones del cártel de la droga en los últimos años. Pero el sector más reciente donde se ha infiltrado es el mercado del mango.

Oaxaca ha sentido especialmente los efectos de la infiltración del cártel de la droga porque es un gran productor de mangos dentro de la economía mundial. Ha exportado 32.000 t0neladas de mangos a Canadá y los Estados Unidos, sólo en la temporada de 2016, de modo que ninguna otra región ha conseguido tales niveles.

Según Will Cavan, Director Ejecutivo de la Asociación Internacional del Mango, las explotaciones de mango no sólo sirven para que los cárteles de la droga laven su dinero, sino que también les permite el control de los precios en el mercado y los beneficios.

Los cárteles regionales pueden ordenar una paralización en la producción para así elevar los precios. Las tácticas como la intimidación, el secuestro, el asesinato y la extorsión se utilizan para influir en la cantidad de mangos que deben estar disponibles en el mercado, a conveniencia de los cárteles. Gran parte de los beneficios nunca van a parar a los productores, según Cavan.

Además de estas tácticas violentas típicas de los cárteles en la última década, los cabecillas de los cárteles están implicados en la producción o restricción de productos con el fin de blanquear el dinero y diversificar sus operaciones. E incluso antes de que se manipulen los mercados, los cárteles pueden manipular la contratación de una mano de obra gratuita o muy barata para el proceso de recolección. Los oaxaqueños a menudo emplean mano de obra agrícola para aliviar la pobreza extrema muy común en las zonas rurales de México.

Muchos aceptan unos salarios muy bajos en complicidad con los cárteles para que ellos y sus familias puedan subsistir. Además de la mano de obra local, los inmigrantes centroamericanos se ven  forzados frecuentemente a trabajar para los cárteles en esta región, según uno de los  líderes de desarrollo comunitario. Debido a que los inmigrantes no tienen a menudo documentación legal para estar en México, pueden ser detenidos y no son una prioridad para el sobrecargado sistema judicial mexicano. En general, la combinación de viejas tácticas y otras nuevas se están utilizando para infiltrarse en la industria del mango, desde el cultivo y la recolección hasta el envío y la distribución.

Aparte del control sobre el producto, el éxito del mercado y el acceso a mano de obra barata, el mercado del mango tiene otro beneficio para los cárteles. Esta industria permite el contrabando de drogas, ya que los agentes de la patrulla fronteriza no pueden inspeccionar todas las cajas.

En su libro Los cazadores de frutas, Adam Leith Gollner conversa con un profesional de la Industria frutícola de Montreal sobre la dejadez en el control de las grandes cantidades de fruta y el soborno a las patrullas de control fronterizo. Con una adecuada preparación de todas estas circunstancias, los cárteles pueden garantizar el paso de sus productos, ya sean legales o ilegales.

Esta concurrencia del comercio ilegal de drogas con la agricultura mexicana destinada a la exportación, ha provocado nuevos desafíos: impedir los efectos dañinos de los cárteles de la droga y su cultura del miedo y la violencia, permitiendo que uno de los sectores más brillantes de la economía mexicana prospere. Abordar un problema regional tan complejo requiere de una mutua comprensión entre las autoridades de los Estados Unidos y de México.

¿La reciente elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos permitirá tal colaboración? La Administración de Trump puede optar por limitar las transacciones con México en todos los ámbitos. El TLCAN, el acuerdo de colaboración más importante entre los dos países, está en peligro.

Una de las promesas más importante de las campaña presidencial de Trump fue la de que cancelaría el TLCAN, porque afirma que es “quizás el peor acuerdo comercial jamás firmado en cualquier lugar, pero efectivamente firmado en este país”.

Sin embargo, la cancelación del acuerdo comercial TLCAN tendría efectos perjudiciales. De acuerdo con la Red Bloomberg, incluso la aplicación de unos nuevos aranceles tan bajos como del 3% podría causar una reducción del 10% de las exportaciones de México en un sólo año. Según la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, 6 millones de empleos de los Estados Unidos dependen del tratado de libre comercio con México y podrían perderse. Aunque Trump se oponga al acuerdo que contribuyó en buena medida a un descenso del nivel de vida de las clases trabajadoras de los Estados Unidos y de México, también se deben observar las implicaciones de sus decisiones políticas. Un acuerdo económico firmado hace ya más de 20 años se ha integrado en la economía estadounidense.

La inestabilidad provocada por tal decisión podría aumentar los problemas que Trump pretende abordar, entre ellos la inmigración irregular y el narcotráfico.

Las medidas que quiere tomar Trump respecto al TLCAN parece una decisión reaccionaria, temeraria y esencialmente basada en una ingenua esperanza de que los empleos de manufactura bien remunerados recaerían en trabajadores estadounidenses, una vez que el acuerdo comercial TLCAN fuese cancelado.

Sin embargo, la economía global ha cambiado, y la mayoría de estos trabajos están siendo realizados por robots, no por mexicanos. A la luz de esta nueva realidad estructural, debemos examinar seriamente el TLCAN y otras políticas, y concretar nuestros recursos para asegurar que se cuide a los más vulnerables de la región. Por el bien de la cooperación regional, en aras del crecimiento social, y por el bien del mercado de los mangos.

Meredith Rector es una estudiante de último año en el Colegio Elmira, con especialización en Estudios Internacionales y en Español, con una licenciatura en Ciencias Políticas.

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