La desaparición de las abejas y los neonicotinoides

Pocos desastres ecológicos son tan confusos como la extinción masiva y devastadora de las abejas de todo el mundo. El llamado Colapso por Desorientación de las Colonias, por el cual las abejas mueren desorientadas lejos de las colmenas, ha atraído la atención de los científicos, apicultores y otros en busca desesperada de la causa. Después de todo, la abeja intervine de forma directa en la naturaleza, polinizando los árboles de los que obtenemos alimento, lo que supone 15 mil millones de dólares en ingresos anuales por parte de la agricultura estadounidense.

La lista de sospechosos es larga, e incluye parásitos, virus, hongos y pesticidas, particularmente el llamado neonicotinoide, una neurotoxina que mata a lo insectos atacando su sistema nervioso. Durante años, el fabricante líder, Bayer Crop, una filial del gigante farmacéutico Bayer AG, se ha visto envuelto en pleitos por parte de apicultores enojados que alegan que los pesticidas desorientan a las abejas, que mueren. La compañía responde que, si se usa correctamente, los pesticidas suponen poco riesgo.

El jueves pasado The New York Times publicaba un artículo en primera página en el que se decía que se había resuelto el problema: Científicos y militares solucionan el misterio de las abejas. En este artículo se señala una causa diferente de la extinción: la combinación de un hongo con un virus. Es estudio, escrito en colaboración con científicos del ejército del Centro Biológico de Baltimore, analizaron proteínas de abejas que tenían los síntomas, y su utilizó un nuevo sistema de software usado por el ejército. Los pesticidas de Bayer no son mencionados.

Lo que el artículo de The New York Times no revela, tampoco el estudio realizado, era la relación del principal autor de estudio, el doctor de Montana, Jerry Bromenshenk, y la empresa Bayer Crop. Con anterioridad el doctor Bromenshenk recibió subvenciones para investigación de la empresa Bayer para estudiar la polinización de las abejas. Antes de recibir los fondos por parte de Bayer, Bromenshenk estaba del otro lado: actuó de testigo de los apicultores en la acción popular contra Bayer, en 2003. Entonces abandonó, y a continuación recibió la financiación.

La compañía de Bromenshenk desarrolla dispositivos portátiles acústicos que sirven para descubrir las dolencias de las abejas, obtendrá más beneficios que la causa de la enfermedad no son los pesticidas. Hace dos años, Bromenshenk reconocía la conexión entre el neonicotinoide y el síndrome de las abejas, en la revista Nast Portfolio.

Bromenshenk defiende su estudio y subraya que no examinó el impacto de los pesticidas: No estaba este asunto sobre la mesa, porque hay otros fondos para hacer esto, señalando que no utilizó fondos de Bayer para hacer su estudio. Niega rotundamente que la financiación de Bayer para el estudio de la polinización de las cebollas por las abejas fuera el motivo de retirarse del pleito contra Bayer: No conseguí ningún dinero de Bayer. No hice ningún trabajo para Bayer. Bayer nos enviaba cartas de advertencia de sus abogados.

Un representante de Bayer dijo hace poco que no estaba autorizado a comentar este asunto, y enviaba a los representantes oficiales de la compañía.

Un reportero de The Times, Kirk Johnson, decía en un correo electrónico que el doctor Bromenshenk no dijo qué fuentes le financiaban su investigación. El correo citado decía que el estudio científico no había pasado las oportunas revisiones y que comunicaba con cautela los resultados obtenidos. El estudio no dice que los pesticidas no sean la causa de la vulnerabilidad subyacente de las abejas a los hongos y virus…

Al menos un científico pone en duda el estudio. El doctor James Frazier, profesor de entomología de la Universidad de Penn State, que investiga el impacto letal de los pesticidas en las abejas, dijo que mientras que el estudio de Bromenshenk da algunos datos útiles, al mismo tiempo Bromenshenk tiene conflictos de interés como presidente de una compañía que desarrolla métodos de diagnóstico de las enfermedades de las abejas. Podría beneficiarse económicamente si estos dispositivos se comercializan, dijo Frazier, y se encontraría en una difícil situación. He comprobado en mis investigaciones que los pesticidas afectan a las abejas, de múltiples maneras.

La causa subyacente de la muerte de las abejas todavía no está aclarada.

El doctor Jennifer Sass, un científico que pertenece al Consejo de Defensa de los Recursos naturales, dice que mientras que el estudio de Bromenshenk es interesante, queda en el aire una pregunta subyacente: ¿Por qué mueren las colonias de abejas? ¿Es porque se hacen débiles? La gente que tiene VIH no muere de VIH, sino por otras enfermedades que su sistema inmunológico no pueden combatir, haciéndoles muy susceptibles. En otras palabras, los pesticidas podrían debilitar a las abejas, de modo que los hongos y los virus acabarían con ellas. Sin embargo, esta opción no está recogida en el nuevo estudio.

En 2008 el NRDC demandó a la Agencia de Protección Ambiental después de que ésta dijese que los estudios de Bayer probaban la seguridad de su neonicotinoide. Desde entonces la NRDC está examinando cuidadosamente los estudios de Bayer, según un portavoz de este organismo.

La Agencia de Protección Ambiental aprueba los neonicotinoides por el hecho de que las cantidades encontradas en el polen y el néctar eran muy bajas como para ser letales en las abejas. Pero los estudios han mostrado que en dosis bajas, los neonicotinoides tienen efectos subletales que perjudican el aprendizaje de las abejas y su memoria. El principal investigador de la USDA, Jeff Pettis, dijo en 2008 que los pesticidas eran definitivamente agregados a la lista como uno de los responsables que hacían de las abejas más vulnerables a otros factores, como los parásitos y las bacterias.

En 1999, Francia prohibió el uso de Imidacloprid después de que murieran un tercio de las abejas. El informe del Ministerio de Agricultura francés comprobó que incluso cantidades muy pequeñas de este producto desorientaba a las abejas, poniendo en peligro a la colonia entera. Otros países como Italia, han prohibido el uso de neonicotinoides.

Bayer contra los apicultores

En cuanto a la conexión entre Bayer y Bromenshenk, en 2003 un grupo de 13 apicultores de Dakota del Norte llevaron a juicio por acción popular a Bayer, alegando que los neonicotinoides de la compañía, el Imidacloprid, que había sido usado en campos cercanos, eran los responsables de la pérdida del 60% de su cosecha. Mis abejas se emborrachan, dijo un apicultor en Carrington, N.D., y otro demandante dijo en 2008: Las abejas se perdían fuera de la colonia, no podían trabajar.
Charles y otros apicultores de Dakota del Norte llevaron a Bromenshek como testigo experto. Bayer no cuestionó que Imidacloprid no fuese encontrado entre las abejas. La compañía sostenía simplemente que no había suficiente cantidad del producto como para matarlas.

A medida que avanzaba el pleito de los apicultores, un testigo experto, el doctor Daniel Mayer, experto en abejas por la Universidad de Washington, observó a diferentes abejas muertas y otras con convulsiones, lo que parecía que era un envenenamiento con Imidacloprid. Encontró campos tratados con este producto, las abejas llevaban el pesticida a la colmena, aumentando en la cera.

Los apicultores trataron de conseguir más expertos, pero no lo lograron, ya que algunos de ellos habían recibido dinero de Bayer, y no quisieron declarar contra la compañía. Bromenshek apoyó en principio a los apicultores, pero después se retractó, consiguiendo con posterioridad la financiación de Bayer, aunque Bromenshek dice que no existe ninguna relación: Fue una decisión personal. En conciencia no podía prestar un servicio adecuado a los apicultores. Finalmente los abogados dejaron de llamar. No me fui, simplemente dejaron de llamar.

En junio de 2008, un juez del tribunal del distrito de Pensilvania estudio el pleito de los apicultores contra Bayer, examinando los resultados de la pruebas de un laboratorio de Jacksonville, Florida, que había encontrado cantidades significativas de Imidacloprid en las abejas.

Ese mismo año intentó Bromenshenk una reunión entre Bayer y los apicultores, debido a la creciente frustración de la acusaciones contra Bayer. Gracias a sus esfuerzos, se sentaron en el Lago Tahoe, Nev, con un pequeño grupo de apicultores. Por entonces dijo Bromenshenk: “¿Podemos confiar en los resultados de las pruebas de Bayer? Generalmente, tanto apicultores como científicos critican el diseño de los estudios de Bayer, sospechosos por saber quién está o no en la nómina de Bayer.

Después de la reunión, Bayer consistió en designar un consejo consultivo de apicultores para ayudar al replanteamiento de los estudios, de modo que estos pudieran confiar en los resultados. Para muchos apicultores esto fue una astucia de Bayer, ya que con la concesión de dinero pudo acallar a sus enemigos: La industria de la abeja no se mantuvo entonces tan unida, dice Jim Doan, uno de los apicultores más florecientes, hasta que el síndrome de las abejas diezmó su negocio. Los investigadores entran en el asunto, menos en lo relativo al pesticida.

El estudio de Bromenshenk reconoce que la investigación no define claramente si el virus y el hongo, que se encontraron en las muestras de abejas, son un marcador, la causa, o la consecuencia del síndrome de las abejas. El misterio está todavía lejos de resolverse: Estamos preocupados, ya que los apicultores ahora usan más pesticidas para tratar a estos virus.

http://preventdisease.com/news/10/101110_ccd_biased_study.shtml