Por Richard Gutjahr, 5 de enero de 2014
“En caso de duda, estamos fuera de la ley”
George Mascolo conoce el funcionamiento interno de las Agencias de Inteligencia, tanto como cualquier otro periodista alemán. Hace unas semanas el ex editor en jefe de Der Spiegel entrevistó al analista Edward Snowden en Moscú. En la entrevista con el periodista, George Mascolo habla sobre sobre las consecuencias políticas y periodísticas del control de las comunicaciones y qué información todavía no ha sido desvelada.
Periodista (P): ¿Mete su teléfono en la nevera por la noche?
Georg Mascolo (GM): No
P: ¿Es qué no le preocupa que le controlen?
GM: Me temo que los periodistas poco podemos hacer en contra de un Servicio de Inteligencia profesional. Siempre tengo mucho cuidado con lo que digo en los correos electrónicos. Tampoco hablo de ciertas cuestiones por teléfono. Pero no escondo los teléfonos ni en la nevera ni en la caja de galletas.
P. ¿No cifra sus correos?
GM: Depende
P: El recientemente fallecido encargado de la Oficina de Protección de Datos del Gobierno Federal, Peter Schaar, dijo en una entrevista que teníamos que sentirnos vigilados ¿Comparte usted esta afirmación?
GM: Sí. Antes sólo suponíamos que nos vigilaban. Gracias a lo revelado por Edward Snowden, ahora estamos seguros de que así es. Sin embargo, hay que considerar lo siguiente: estamos vigilados como periodistas por las autoridades alemanas en Alemania. Disfrutaremos de muy buena protección, pero para los servicios extranjeros de inteligencia, estamos fuera de la ley, sin duda.
P: Ha conocido a Edward Snowden en Moscú y habló con él durante casi tres horas. Son cosas de las que no sabemos nada. ¿Qué le dijo?
GM: Él ha insistido en que lo dicho allí se trate como algo confidencial, por lo que también lo tendré en cuenta en esta conversación. De lo que le puedo hablar es de mi impresión sobre Edward Snowden. Es un hombre de 30 años de edad que ha decidido correr un enorme riesgo al compartir con nosotros una información tan importante. Se ha comportado de una forma nada usual. Una actitud que los denunciantes no suelen tomar.
P.: Ha actuado al margen
GM: Y lo ha hecho sabiendo desde el principio lo que iba a pasar. Su vida ha cambiado por completo, se ha convertido en algo vertiginoso, ya que si vuelve a Estados Unidos sabe que lo único que le espera es una larga condena en una prisión de máxima seguridad. Al preguntarle si lo volvería a hacer otra vez, me contestó : “Sí, lo volvería a hacer, porque me siento orgulloso de lo que he logrado hasta ahora…” Esa es una actitud que merece respeto.
P: ¿Podría la información que usted no desea compartir ayudar al Gobierno alemán a conocer el verdadero alcance de la vigilancia, y lo más importante, demostrar que se hizo?
GM: Ayudaría al Gobierno y al resto de mundo a comprender lo que pasó. Los expertos y periodistas no tienen ninguna duda de las operaciones de vigilancia de la NSA, y de los Cinco Ojos, y muchas otras agencias de inteligencia han realizado labores de control electrónico. Sin embargo, hay una notable diferencia entre no sospechar nada o probar que se está haciendo. Edward Snowden ha dicho en muchos sitios que existe un alto nivel de supervisión e incluso aquellos que han estado trabajando en esas labores se han sorprendido. La Industria de Internet ha prometido unos estándares de encriptación seguros, pero no existen. Ese código es entregado a la NSA bajo amenazas legales, o si no se rompe o es sustraído. Lo mismo digo para otras Agencias de Inteligencia. Estoy esperando con impaciencia a denunciantes también en Francia, en Gran Bretaña, en Rusia y en China.
P: Dicen que esas operaciones se conocían
GM: Hay una cooperación muy estrecha entre la Industria de las telecomunicaciones y los Servicios de Inteligencia. En Estados Unidos, esto es cierto desde hace décadas, ya con las compañías de telégrafos se registraban todos los telegramas que habían sido enviados durante el día, y recogido en papel. Más tarde, se hizo en disquetes. Y hoy es probable que se tenga acceso directo a las líneas por donde se realiza el tráfico de datos. Ahora tenemos que sospechar que los Servicios de Inteligencia den un paso más allá en esa estrecha colaboración con la Industria de las Comunicaciones. También entran en aquellas áreas a las que tienen restringido por ley el acceso y las cuales la Industria no ha puesto a su disposición.
P: ¿Este hambre de datos por parte de Estados Unidos va a seguir siendo insaciable? ¿Cómo se le puede poner coto?
GM: El único ciudadano alemán que tiene hoy en día la garantía de Estados Unidos de que no está siendo espiado es la canciller alemana. Ha sido prometido en persona por el Presidente de Estados Unidos. Pero 80 millones alemanes siguen esperando la misma garantía. Con el apoyo del Gobierno alemán, se han hecho propuestas para que Deutsche Telecom y 1&1 tengan rutas de telecomunicaciones sólo dentro de Alemania, o al menos en el Espacio Schengen. No soy partidario de esta idea, pues supondría una balcanización de Internet, lo cual no puede ser bien visto. Ahora bien, si se hace con la idea de presionar a la Industria de las telecomunicaciones de Estados Unidos y a la Casa Blanca, entonces tiene su razón de ser.
P: ¿Puede la Casa Blanca presionar a Europa?
GM: Edward Snowden nos ha hecho entender algo muy importante, que Internet es el mejor regalo de nuestra generación. Pero ha sido construido por unas razones muy específicas, de modo que la casi totalidad del tráfico de Internet de todo el mundo pasa a través de servidores que se encuentran en los Estados Unidos. Adquiere de ese modo una posición de dominio. Por otro lado, permite que las Agencias de Inteligencia estadounidenses lo controlen. Ahora que sabemos esto, deberíamos preguntarnos como ciudadanos, como periodistas, o como dueños de una empresa: ¿Estamos dispuestos a enviar todos los datos a través de los servidores estadounidenses, sin un mínimo de protección, con la falsa promesa de que los datos y las comunicaciones son seguras? Esta es la gran batalla en la que estamos metidos actualmente. La Industria de Internet ha comprendido que la mayor amenaza para su negocio es la NSA. Por esta razón es por la que protestaron de forma tan airada ante Obama.
P: Usted ha pasado los últimos meses como profesor invitado en la Universidad de Harvard. ¿Qué dicen los estadounidenses de las revelaciones de Snowden?
GM: En Alemania la gente cree que los estadounidenses están al margen de estas cuestiones, creen que no ha habido una reacción, pero esa no es mi impresión. Muchos estadounidenses se han sentido indignados ante ese control de las comunicaciones, que también afecta a los ciudadanos de ese país. Ya George Bush lo inició bajo una orden Presidencial tras los sucesos del 11 de septiembre de 2001. The New York Times se enteró de esto y quiso publicarlo, pero la Casa Blanca amenazó: si lo publica vería las consecuencias. Un año más tarde todavía no se había publicado. Hoy en día, el Congreso debate sobre las recogidas de los metadatos, es decir, el almacenamiento de grandes cantidades de información sobre los ciudadanos estadounidenses. Una Comisión gubernamental designada por Obama ha solicitado cambios importantes: no se debe permitir que la NSA recoja y guarde datos.
P. Es un debate sobre el control que se realiza de sus propios ciudadanos, ¿pero qué pasa con el resto?
GM: Edward Snowden también nos ha abierto los ojos en otro punto crítico. Tradicionalmente las telecomunicaciones sólo estaban protegidas por la ley dentro del propio país. Esto también ocurre en Alemania: todos los alemanes están protegidos por las leyes alemanas. Incluso un extranjero que se encuentre en Alemania también está protegido por esas mismas leyes. Algo similar ocurre en Estados Unidos. Vamos a considerar mi caso, algo hipotético: siempre que he trabajado en Estados Unidos mis comunicaciones estaban protegidas porque me encontraba en ese país… Hace falta una orden judicial para poder hacerlo. Pero en el momento en el que uso mi teléfono en Alemania no necesitan de una orden judicial, y pueden espiarme. Así funciona el sistema. Lo mismo ocurre en otros muchos Estados. Usted tiene derechos como ciudadano en su propio país, y aquellos que vienen del extranjero, tiene su cortafuegos.
P. ¿Y no hay ningún tipo de cuestionamiento?
GM: Los estadounidenses quieren asegurarse el dominio de la Industria de Internet. Eso puede causar un daño político en Alemania, en Brasil, en México. Surgen de este modo propuestas como la de Telekom, que pretender volver a nacionalizar las telecomunicaciones. También se preguntan si Estados Unidos con la vigilancia no ha ido demasiado lejos. Sólo un Tribunal Federal de Estados Unidos ha considerado que la recogida de datos de ciudadanos estadounidenses es posiblemente inconstitucional. A diferencia de los alemanes, que son muy sensibles a las sentencias del Tribunal Constitucional, cuando se trata de metadatos u otro tipo de control, los estadounidenses se han basado en sentencias de los tribunales que tenían más de 70 años de antigüedad. Creo que los estadounidenses llegarán a considerar la recolección de metadatos como si fuera el almacenamiento de los propios contenidos. De ser así, las posiciones jurídicas en Estados Unidos y en Europa estarían mucho más cerca.
P: Observemos a Alemania, donde cada vez hay mayor vigilancia. Palabras clave: inventario de datos, troyanos… ¿Cree usted que hemos hecho como periodistas nuestro trabajo informando a los lectores sobre los mecanismos que están en juego?
GM: Creo que sí, hemos cumplido con nuestra obligación. Por desgracia no siempre ha sido fácil en los tiempos de un Gobierno rojiverde. Otto Schily no siempre estuvo convencido de que los periodistas deben ser protegidos de la persecución por parte del Estado. Es algo que he discutido con él. Pero al final encontramos un importante aliado, el Tribunal Constitucional Federal.
P: Según la Federal Network Agency hubo en Alemania más de 36 millones de solicitudes, sin una orden judicial y sin sospecha concreta, ni existencia de delito, de datos del inventario : número de PIN y contraseñas, a menos que se encontrasen depositados estos datos en las empresas de telecomunicaciones. Sin embargo, usted es de la opinión de que hace falta retener una mayor cantidad de datos. ¿Por qué?
GM: La consulta de datos del inventario se lleva a cabo desde que se aprobó la nueva legislación. Dado que es necesaria precaución tendremos que asegurarnos de que no se abusa de esos datos. Sobre la retención de datos, sí, estoy de acuerdo, siempre y cuando se cumplan todos los requerimientos del Tribunal Constitucional. Tienen fama de ser muy duros, lo cual es bueno. Por encima de todo, el Tribunal Constitucional advierte que la consulta de los datos debe ser una excepción y ni siquiera en casos de cualquier tipo de delito. El hecho es que los datos deben mantenerse seguros, no en manos del Estado, como ocurría antes en Estados Unidos. El hecho es que los datos sólo puedan almacenarse durante un corto período de tiempo, un período inferior a los seis meses. Si esto se consigue con la nueva ley, entonces la voy a apoyar, pero sólo en este caso. El problema de las leyes en materia de seguridad es que se recogen medidas que no suelen tener sentido. Primero se habla de terrorismo, pero luego se atenta contra los derechos civiles y en otras muchas áreas. Y también me gustaría que por una vez el Estado no lleve a cabo una ley ineficaz e irrazonable.
P: Si observamos lo ocurrido en el Reino Unido con el editor jefe de The Guardian, Alan Rusbridger, que preparó conjuntamente algunos documentos aparecidos en Wikileaks, que fue convocado por el Parlamento y sometido a presión. ¿Qué piensa de este asunto?
GM: Es una gran persona y un destacado editor jefe. Eso le permite soporta tanta insolencia… Lo que está ocurriendo en el Reino Unido me parece preocupante. Sobre el asunto de Wikileaks, había preocupación en The Guardian sobre si el Gobierno británico podría intervenir debido a una falta de protección constitucional a la prensa británica. Esta fue una de las razones por las que The Guardian optó por cooperar con The New York Times. La actuación del Gobierno y del Parlamento británicos resulta indignante. Mis colegas de The Guardian se sienten de la misma forma. Queda por ver si se recurrirá a la fuerza o se iniciará por el contrario una investigación formal.
P: ¿Y cómo cree que se va a desarrollar?
GM: Eso lo sabremos en el transcurso de 2014. Creo que las advertencias de las autoridades británicas a The Guardian están fuera de lugar. Rusbridger ha hablado con más de un centenar de autoridades estadounidenses y británicas. Los periodistas de New York Times, del Washington Post y Der Spiegel, son muy responsables. Los periodistas de Der Spiegel Holger Stark y Marcel Rosenbach son excelentes. Antes publicar un artículo sobre la NSA o sobre el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno británico, se les ofrece la oportunidad de hacer observaciones o formular objeciones. A los periodistas se les presentaron objeciones sobre ciertos cosas que consideraban debían de permanecer en secreto. Yo sé que en ningún artículo aparecido en The Guardian se ha ido demasiado lejos. Más bien se trata de lo contrario. Se comportan, en lo que sé, de una forma responsable y cumpliendo el equilibrio entre la información y su propia responsabilidad como periodistas. Los secretos de Estado no deben ser los secretos de Estado del periodista. ¿En qué clase de mundo viviríamos si el Estado tuviese la decisión final sobre estos asuntos? Las prisiones secretas de la CIA eran secreto de Estado.
P: El informante de que se estaban cometiendo torturas mediante ahogamiento simulado ¿no está ahora en la cárcel?
GM: Mark Felt, agente del FBI, fue el que reveló todos los escándalos de la Administración Nixon. La cobertura que hizo Der Spiegel del asunto Flick no habría sido posible si no se hubiera tenido acceso a los expedientes de investigación de la Oficina del Fiscal. Hay una constante tensión por asuntos como éste, por el hecho de que el Estado considera qué es lo que los periodistas están autorizados a publicar. Nosotros que tenemos que decidir bajo nuestra responsabilidad y asumir las consecuencias de su publicación. Supongo que con el material entregado por Edward Snowden ocurra lo mismo y haya cosas que no se puedan publicar. Algo parecido a lo ocurrido con el caso Wikileaks. Muchas cosas se han publicado, otras se han retenido.
P: ¿Qué es lo que no se puede publicar?
GM: Un ejemplo sencillo: había en los documentos muchos nombres de los informantes de las fuerzas de la OTAN en Afganistán. De haber publicado su nombre, se les habría expuesto a peligro. En los cables diplomáticos se enumeraban las llamadas infraestructuras críticas de prácticamente todos los Estados. Las embajadas de Estados Unidos habían recogido estos datos: centros de Internet, suministros de aguas, etc. Estas listas no pueden caer en las manos equivocadas. No creo que sea una información de interés público. ¿Es algo realmente relevante? No publicamos algo solamente porque sea secreto, sino porque es relevante para la información pública.
P: Relevante o no, los informantes, los denunciantes, incluso periodistas, son enviados a la cárcel. ¿Esta política de disuasión estadounidense no termina en nosotros?
GM: Estamos en una situación en la que los Estados están tratando de intimidar a los periodistas y denunciantes. Esto ya lo vimos con la nueva ley de seguridad aprobada en Japón y en Turquía. Lo hemos visto a diferente nivel en China, donde los corresponsales extranjeros están siendo amenazados con retirarles el visado, después de que los periodistas locales fueran censurados al intentar informar de las relaciones entre la Industria y los cuadros del Partido. Lo hemos visto en el Reino Unido con las advertencias a The Guardian. Y también en Estados Unidos… Allí la situación es muy contradictoria: existe por un lado intimidación y por otro lado se dice que una cosa así no se va a volver a repetir. Si James Risen, el periodista del New York Times se niega a revelar sus fuentes, se puede ver expuesto a ir a la cárcel.
P: Un precio muy alto
GM: Es evidente la preocupación en muchos Estados… Hay un intento de criminalizar a los periodistas. Y también una persecución contra las fuentes de donde obtienen la información los periodistas. Esto también ocurre en Estados Unidos, donde curiosamente hay un Presidente, Barack Obama, que demostró comprensión hacia los denunciantes, por lo menos antes de ser Presidente. Estados Unidos tiene una de las leyes más progresistas para proteger a los denunciantes. Incluso se pueden obtener recompensas financieras por hacerlo. Otra de las áreas completamente excluidas son: la militar y los Servicios de inteligencia. Quien revela información sobre estas áreas será considera un traidor. Esto no es muy lógico, la verdad.
P: Se han convertido en enemigos no sólo los terroristas, sino también los periodistas y denunciantes, cuyo único delito es el sacar a la luz los entresijos del poder. ¿Cómo es posible esto?
GM: Para entender la dureza de las reacciones sólo encuentro una explicación: Estados Unidos se está encontrando con un tipo de denunciantes que antes no existían. En el pasado, el denunciante era una persona que te llamaba y te permitía acceder a la información. En en otros casos, era una persona que podía copiar una cierta cantidad de información. Los denunciantes de ahora pueden sacar a la luz todo el funcionamiento interno de un Gobierno y hacerlo público. Y eso está relacionado con la capacidad actual de almacenar gran cantidad de información. En la historia de la NSA, en lo que recuerdo, hubo una denunciante, Katharine Gun, una traductora de mandarín que trabajaba en los servicios de Inteligencia británicos, que se hizo con un sólo documento. El documento mostraba que la NSA debía controlar de forma específica a todos aquellos países del Consejo de Seguridad de la ONU que aún no habían decidido votar a favor de una intervención en la guerra de Irak. La Casa Blanca dispuso de información para saber los hilos que tenía que mover. Es un documento único. Edward Snowden nos ha dicho que ha tenido acceso a 1,7 millones de documentos. Bradley Mannig ( que ahora se llama Chelsea Manning) grabó en un CD miles de documentos, lo que hacía en sus turnos de noche. Vivimos en una época en que la información puede ser recogida en grandes cantidades. Se puede presentar un inventario completo de todos los documentos.
P: ¿La revelación de secretos no es lo mismo que una política de querer abarcarlo todo?
GM: Así es. Sin embargo, Edward Snowden, dice haber visto y comprobado cada uno de los documentos. ¿Es una información que debe ser publicada? Me parece que con tan gran cantidad de documentos es algo muy difícil. Pero como no conozco el material no soy quien para juzgarlo. Este tipo de filtraciones de información es lo que hace que los Gobiernos se pongan muy nerviosos.
P: Cuando miramos hacia atrás, vemos que se han roto muchos platos de porcelana. Lo que queda es una desconfianza de la gente contra el Estado, también contra muchos medios de comunicación, las empresas de Internet y de Telecomunicaciones. ¿Cómo puede recuperar la sociedad la confianza que ha perdido y cuál es el papel de los periodistas?
GM: No se trata de un juego. Nuestra tarea es la publicar todo el material cedido por Snowden que sea de interés. Y recordar a los que han dicho que esto no va a volver a repetirse.
P: ¿Cuál será la función del periodista en los cambios y procesos críticos que se están produciendo?
GM: Tuve la fortuna de pasar el otoño en el Centro Woodrow Wlson y luego fui a Harvard. Mi tema principal era el del tratado Transatlántico, pero el asunto de la NSA era el tema candente. Tuve acceso a ciertas áreas que de otra forma no habría tenido. Fue un gran privilegio. Pero es hora de que vuelva a ejercer la que es mi profesión.
P: Así que como no guarda su teléfono en la nevera, ¿cree que valdría la pena llamar a la NSA y preguntar por lo que está haciendo el señor Mascolo?
GM: Sí, con eso seria suficiente.
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Sobre el autor:
Richard Gutjahr es un periodista independiente y blogger. Aparece en la Televisión de Baviera y tiene una columna en el Diario de Múnich.
Procedencia:
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