El cuento de Los diez cerditos

por Martin Zupan, 1 de octubre de 2012

Dissident Voice

 Todos los niños han escuchado la historia de Los tres cerditos. Es hora de escuchar una historia más importante: la de Los diez cerditos. Es una historia triste, con un final triste, pues nueve de los cerditos se empeñaron desde el principio de sus vidas en ser socialistas, compartido su comida con los demás y trabajando por el bien común, mientras que el décimo cerdito creció deseando acaparar, codicioso, toda la comida y la riqueza para sí mismo.

Siendo que el cerdito capitalista quería todo para él, sabiamente tomó el control de los medios de comunicación para manipular la información que se daba sobre los otros nueve cerditos. Fue una idea genial, ya que pronto los otros cerdos peleaban entre sí para coger algunas de las migajas que caían de la mesa del gran y gordo cerdo.

Pronto la palabra socialista fue una palabra malsonante para casi la mitad de los cerdos ¿Por qué? Porque el cerdo gordo extendió un rumor: dijo al resto de los cerdos que los socialistas eran un puñado de cerdos perezosos que se negaban a trabajar para conseguir la comida y luego lo que querían es que el cerdo capitalista compartiese la suya con ellos.

Su argumento para no compartir la comida con los demás cayó en los oídos fértiles de aquellos cerdos que querían ser tan ricos como él. Así que estos cerdos avariciosos se unieron a él para demonizar a cualquier cerdo que se atreviese a hablar de compartir la comida. Decían que el Sistema Capitalista era muy superior al sistema socialista, mientras seguían luchando entre sí por la limitada comida disponible. Decían que todo lo que tenía que hacer un cerdo para triunfar en este mundo era trabajar duro, rezar al Gran Cerdo del Cielo y que muy pronto estarían viviendo en el Cielo con el este Gran Cerdo. Y si no lo conseguían, bueno, la culpa era suya por no haber trabajado lo suficiente.

Pero mientras que los cerdos ricos, gordos, codiciosos, continuaban acumulando más y más riqueza, los cerdos pobres, hambrientos y sin hogar seguían sufriendo cada vez en aquel Sistema llamado Capitalismo. Un Sistema que permitía que un cerdo tuviese más riqueza que todos los otros nueve cerdos en conjunto.

Pero un día ocurrió algo extraño

Pero al despertar un día con hambre y frío debajo de un puente, donde algunos de los cerdos dormían, uno de los cerdos más radicales ( llamado Ralph) gritó: “Esto es una mierda. ¿Por qué tenemos que vivir en condiciones tan degradas, mientras que el cerdito rico vive a lo grande? Debemos unirnos y pedir la parte justa de la riqueza que nos corresponde”.

Los otros cerdos se mostraron de acuerdo con Ralph, aunque pensaron que cualquier sistema que permitiese la existencia de la miseria debía ser un sistema equivocado. Pero viendo en la situación en la que se encontraban, no veían la forma de hacer algo para cambiarlo. “El gran Cerdo seguramente que nos echaría de la pocilga sin protestamos”, se quejaron.

  • Sí, probablemente, por lo que sólo tendremos que preocuparnos de que le cueste más el echarnos que cambiar las cosas. Todos sabemos lo poco que le gusta perder dinero, gritó Ralph.

  • Entonces, ¿qué tienes en mente?, preguntaron los otros cerdos.

  • Vamos a acabar con el Sistema, eso es lo que tengo en mente.

Bueno, esto es lo que aquellos cerdos socialistas decidieron y pronto se extendió un olor a tocino que chisporroteaba en las brasas cuando la rebelión de los cerdos se extendió por todo el país.

  • Si los cerdos macilentos sufrían, también lo harían los grasientos cerdos”, resopló Ralph.

Y eso fue lo que sucedió: que el precio de las acciones que poseían los cerdos entrados en carnes cayeron a unos míseros céntimos, una nada con lo que antes llegaron a valer.

Los Cerdos Ejecutivos estaban perdiendo millones de dólares al día y sabían que si la rebelión continuaba durante mucho más tiempo acabarían arruinados. Así que como último recurso negociaron un acuerdo secreto con los líderes de los dos partidos políticos principales, los Deamhogs y los Republipigs, prometiéndoles riquezas más allá de lo que pudieran soñar, pero para ello tenían que detener al resto de los cerdos. No fue sorprendente comprobar que rápidamente se unieron a aquéllos.

Y así terminó la Rebelión del Cerdo

¿Y qué pasó con todos los valientes cerdos que dieron su vida para hacer de la Tierra un lugar mejor para vivir? La mayoría de ellos, que habían permanecido aplastados por el Sistema Capitalista, se convirtieron en miembros adocenados de uno de los dos grandes partidos políticos.

¿Y qué fue de Ralph? Habiendo sido un cerdo que fue tenido en cuenta, y a pesar de tener unos pocos seguidores, Ralph se desvaneció lentamente en la oscuridad, y sólo se sabía de él cada cuatro años, más o menos.

¿Y cuál es la moraleja de esta historia?

Si usted está cansado de ser tratado sin ninguna consideración, deje de revolcarse en el lodo como un cerdo y… ¡SUBLÉVESE!

Marty es trabajador de la fundición de Seatle. Puede ponerse en contacto con él en martinlzupan@yahoo.com. Lea otros artículos de Martin.

Fuente: http://dissidentvoice.org/2012/10/american-capitalism/