De cómo 400 camiones para alimentar a los palestinos de la Franja de Gaza se convirtieron en sólo 67

por Jonathan Cook, 24 de octubre de 2012

Dissident Voice

De eso ya hace seis años y medio, poco después de que Hamas ganase las elecciones nacionales palestinas y se hiciese cargo de la administración de la Franja de Gaza, cuando un alto funcionario israelí describió la política alimentaria de Israel: “La idea es poner a los palestinos a dieta, aunque sin hacerlos morir de hambre”.

Aunque Dov Weisglass fuese asesor del Primer Ministro Ehud Olmert, pocos observadores consideraron  aquellas palabras como otra cosa que una hipérbole, una cita jocosa  para describir el bloqueo que Israel estaba a punto de imponer al pequeño enclave.

La semana pasada, sin embargo, los hechos confirmaron que efectivamente esa es la política israelí. Después de una batalla legal de tres años interpuesta por un grupo de Derechos Humanos de Israel, Israel se vio obligado a revelar el contenido del documento denominado Lineas Rojas. Elaborado a principios de 2008, cuando el bloqueo se hizo aún más férreo, establecía las propuestas de cómo tratar a la Franja gobernada por Hamas.

Los funcionarios del Servicio de Salud hicieron un cálculo de cuántas calorías se necesitaban para alimentar a una población de 1,5 millones de habitantes, evitando la desnutrición, Esas cifras se tradujeron en un número determinado de camiones cargados con alimentos que Israel permitía pasar cada día.

Los medios de comunicación israelíes han tratado de maquillar estas escalofriantes discusiones que se mantuvieron en secreto. El periódico liberal Haaretz describe eufemísticamente esta forma extrema del recuento de calorías diciendo que “se aseguraron que no se muriesen de hambre”.

Sin embargo, surge un panorama radicalmente distinto cuando se lee la letra pequeña. Si bien el Ministerio de Salud determinó que los habitantes de Gaza necesitaban diariamente un promedio de 2.279 calorías por persona para evitar la desnutrición, es decir unos 170 camiones al día, las autoridades militares interpusieron una serie de pretextos para reducir gradualmente el número inicial de camiones que podían entrar en Gaza.

La realidad es que entran ahora un promedio de sólo 67 camiones, mucho menos de la mitad de lo que se necesita. Estas cifras son ridículas si las comparamos con los más de 400 camiones diarios que entraban antes del bloqueo.

Para lograr esta reducción, los funcionarios establecieron una cantidad muy elevada de lo que podía cultivarse localmente así como las “distintas experiencias en el consumo de alimentos en Gaza”, sin ninguna explicación lógica.

Gisha, organización que luchó para que se publicase el documento, señala que las autoridades israelíes ignoraron el hecho de que el bloqueo había deteriorado gravemente la industria agrícola de Gaza, escaseando las semillas y pollos para la cría, lo que había llevado a una dramática caída en la producción de alimentos.

El personal de la ONU también ha señalado que Israel no tuvo en cuenta la gran cantidad de comida que se descomponía de los 67 camiones antes de llegar a Gaza. Ello se debe a las restricciones israelíes en los pasos fronterizos, con retrasos, largas comprobaciones… Muchos alimentos se estropeaban mientras estaban expuestos al sol.

Y por si esto fuera poco, Israel ajustó posteriormente la fórmula: duplicó el número de camiones que podían transportar alimentos pocos nutritivos, como el azúcar, mientras que redujo a la mitad el número de camiones que podían transportar leche, verduras y frutas.

Robert Turner, director de operaciones de la Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas en la Franja de Gaza, ha dicho: “Los hechos constatados sobre el terreno en Gaza demuestran que las importaciones de alimentos cayó por debajo de las líneas rojas”.

No se necesita ser un experto para concluir que la imposición de una dieta al estilo Weisglass implica una desnutrición generalizada, sobre todo entre los niños. Y eso es precisamente lo que ha ocurrido, ya que el informe hecho público por el Comité Internacional de la Cruz Roja dice: “La desnutrición crónica es una tendencia en aumento y las deficiencias de micronutrientes es motivo de preocupación”. Esto recogía el informe de principios de 2008.

Las protestas de Israel diciendo que se trataba sólo de un borrador y que nunca se aplicó, no son creíbles, y de todos modos no vienen al caso. Si los expertos en materia de salud indicaron a los políticos y los militares que se necesitaban en Gaza por lo menos 170 camiones al día, ¿ por qué se permiten pasar sólo 67?

No hay ninguna duda de que la dieta ideada para Gaza, al igual que el bloqueo israelí en general, fue concebida como una forma de castigo colectivo, dirigido a cada hombre, mujer y niño. El objetivo, según el Ministerio de Defensa de Israel, era emprender una guerra económica que generase una crisis política, dando lugar a un levantamiento popular en contra de Hamas.

Cuando Israel llevó a cabo su retirada en 2005, se presentó ésta como el fin de la ocupación de Gaza. Pero la fórmula de las líneas rojas indica todo lo contrario: en realidad las autoridades israelíes intensificaron el control, gestionando la vida de los habitantes de Gaza casi a nivel microscópico.

¿Quién puede dudar, habida cuenta de las experiencias de Gaza en los últimos años- que existen en los archivos del Ejército Israelí otros documentos clasificados que establecen experimentos similares de Ingeniería Social? ¿Revelarán los historiadores que las autoridades israelíes también ponderaron el menor número de horas que los habitantes de Gaza necesitaban de electricidad para sobrevivir, o la cantidad mínima de agua, o el espacio para una familia, o los más altos niveles de desempleo?

Tales fórmulas posiblemente estén detrás de:

  • La decisión de bombardear la única central eléctrica de Gaza en 2006, impidiendo posteriormente su recuperación.
  • La negativa a aprobar la construcción de una planta de desalinización, la única manera de evitar la contaminación de las aguas subterráneas de Gaza.
  • La declaración de grandes áreas de cultivo como áreas prohibidas, obligando a la población rural a emigrar a las ciudades, ya de por sí superpobladas, o a los campamentos de refugiados.
  • Y el continuo bloqueo de las exportaciones, diezmando los negocios de la comunidad de Gaza, de modo que la población siga dependiendo de la ayuda.

Son precisamente estas políticas por parte de Israel las que llevaron a las Naciones Unidas a advertir que Gaza se convertiría en inhabitable en el año 2020.

La razón de ser del Documento de las Líneas Rojas y otras medidas, fue la de establecer una estrategia militar que encontró su punto culminante en la Operación Plomo Fundido, que supuso un ataque salvaje contra Gaza en el invierno de 2008-09.

La doctrina Dahiya fue un intento de Israel por renovar el principio tradicional del uso de la fuerza militar como medida de disuasión en el mundo cambiante de Oriente Medio, en un momento en el que el principal desafío era una guerra asimétrica. El nombre deriva de Dahiya, un barrio de Beirut que fue controlado en 2006 tras el ataque contra el Líbano.

Este concepto de seguridad predomina en el Ejército israelí, y consiste en la destrucción total de las infraestructuras de una comunidad para crear un grave problema de supervivencia, frente a otras preocupaciones, incluyendo la resistencia a la ocupación.

El primer día de la ofensiva en Gaza, Yoav Galant, comandante en jefe, explicó sucintamente el objetivo; “Se trata de enviar a Gaza al pasado”. Matan Vilnai debió de pensar algo parecido cuando meses antes de la Operación Plomo Fundido, advirtió que Israel se estaba preparando para infligir en Gaza una shoah, la palabra hebrea para designar al Holocausto.

Visto en este contexto, la dieta Weiglass “puede ser entendida como un refinamiento de la doctrina Dahiya: un intento de que toda la sociedad acepte el sometimiento a través de la violencia, la pobreza, la desnutrición y la lucha permanente por acceder a unos recursos muy limitados”.

Este intento de aumentar la desesperación de los palestinos es ilegal e inmoral. Pero parece que se precipita un desenlace: la visita del emir de Qatar otorgando cientos de millones de dólares en ayuda, la primera de un jefe de Estado desde 1999.

Los Estados ricos del Golfo necesitan influencia, aliados y la mejor imagen que pueden dar en un Oriente Medio sacudido por los levantamientos y las guerras civiles. Para Gaza es un premio, y al parecer están dispuestos a desafiar a Israel.

Jonathan Cook es escritor y periodista que vive en Nararet, Israel. Sus últimos libros son Israel y el choque de civilizaciones; Iraq, Irán y el Plan para rehacer Oriente Medio ( Pluto Press) y La desaparición de Palestina: Israel experimenta la desesperación en humanos (Zed Books). Visite el sitio web de Jonathan: http://www.jkcook.net/

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Procedencia: http://dissidentvoice.org/2012/10/israels-formula-for-a-starvation-diet/