Daños colaterales de la fractura hidráulica

Por Walter Brash, 6 de abril de 2012

Dissident Voice

 

No hay nada que indicase que Kevin June se fuera a convertir en un líder. Ni por sus estudios en la Escuela Secundaria, que abandonó después de estudiar el primer año. Ni por su trabajo como mecánico en carrocerías de automóviles, donde estuvo durante más de 35 años. Ni por sus dos matrimonios que terminaron en divorcio. Tuvo dos hijos: un varón de 31 años y una hija de 28 años de edad.

June admite que la mayor parte de su viva la ha vivido en estado de ebriedad, cuando alrededor de los 14 añosa empezó a beber, siempre cerveza, en exceso. Puede contar las semanas que ha estado sobrio. Ahora tiene 56 años, lo cual dice con orgullo.

En octubre de 2008 tuvo un accidente automovilístico, cuando a raíz de un volantazo para evitar chocar contra un ciervo, fue a dar contra un roble. Fue entonces cuando a raíz de las pruebas de resonancia magnética a las que se sometió se comprobó que estaba sufriendo artritis degenerativa. Con lo del accidente y la artritis, no acudió al trabajo durante tres meses. En mayo de 2009 fue despedido, cuando la empresa se trasladó a otro lugar.

Los dolores que sufre son tan severos que después de 10 minutos tiene que sentarse.

Incapaz de trabajar, sobrevive con los ingresos que obtiene por su incapacidad permanente, unos ingresos de 1300 dólares al mes, sólo 392 dólares por encima de la línea de la pobreza. Vive en un una caravana en Riverdale Mobile Home Village, al lado del rio Susquehanna, cerca de la Costa de New Jersey. El pueblo tiene una gran zona verde donde acuden familias de picnic, a descansar o disfrutar, compartiendo el espacio con los gansos y otros animales.

Durante 6 años June estuvo viviendo en el pueblo, en contacto con sus vecinos, pero nada sugería que tuviese carisma de líder. Lo más que puede recordar es de hace casi dos décadas, cuando ejerció de presidente de un club de automóviles.

El 18 de febrero, los vecinos se enteraron de que el propietario había vendido el parque por un artículo publicado en el Williamsport Sun-Gazette. Los residentes se quejaron por la venta y preguntaron la razón para hacer algo así. El vendedor se reunió con las 37 familias, confirmando que había vendido el parque y que tenían dos meses para trasladarse a otro lugar. Fue algo muy repentino. “Sabíamos que tenía la intención de vender, pero todos pensábamos que sería a alguien que nos seguiría permitiendo quedarnos”, dijo June.

Cuatro días después los residentes recibieron la orden de marcharse mediante cartas oficiales certificadas. El propietario había vendido el parque a Aqua PVR, una división de Aqua America, con sede en Bryn Mawr. El precio de la venta, 550.000 dólares. Puede haber sido una venta a precio de ganga, en vista de los precios que van adquiriendo los solares debido al boom del gas natural de esquisto que se está extendiendo por gran parte de Pensilvania y otros cuatro estados de los alrededores.

Aqua había recibido permiso de la Susquehanna River Basin Commission (SRBC) para extraer tres millones de galones de agua al día del río Susquehanna (unos 11.350.000 litros), donde las 37 familias que vivían en caravanas no eran más que un estorbo. La compañía tenía la intención de construir una estación de bombeo e instalar un sistema de tuberías para proporcionar agua a las empresas de gas natural que utilizan la fractura hidráulica,, el método preferido para extraer gas natural de una profundidad de 10.000 pies por dejado del suelo (unos 3000 metros). El proceso conocido como fractura hidráulica requiere de una mezcla de arena, productos químicos, muchos de ellos tóxicos, y de 1 a 9 millones de galones de agua, que se inyecta en el suelo a alta presión. En la Costa de New Jersey se encuentra el campo de Marcellus Shale, donde se cree que hay alrededor de 500 billones de pies cúbicos de gas natural.

Aqua no es la única compañía que va a realizar extracción de agua de la zona. Anadarko E & P y Co. Range Resources también planea retirar otros tres millones de galones de agua al día del río Susquehanna. Mientras que del río Delaware, los estados de Nueva York y Maryland han impuesto una moratoria para el uso del su agua para la fractura hidráulica hasta que se evalúe el impacto sobre la salud y el medio. Pennsylvania y GRC han entrado los permisos sin más.

La mayoría de los residentes tenían un conocimiento muy vago sobre la fractura hidráulica y lo que está produciendo en el suelo. “Ahora tienen muchas más información”, dice June, con una mayor conciencia política y ecológica.

Aqua había ordenado que los residentes se tenían que haber marchado antes del 1 de mayo, pero luego el plazo se alargó hasta final de mes. Se les otorgaba una indemnización de 2500 dólares por su reubicación en otro espacio.

Sin embargo, mover un remolque a otro parque cuesta entre 6000 a 11000 dólares, o un poco más si dispone de cobertizos y rampas exteriores de acceso a personas discapacitadas. Pero la mayoría de los remolques no se pueden mover. “Son los grandes remolques”, dice June. El suyo es de 12 x 70, construido en 1974, con el techo de hojalata y un revestimiento de estaño, y hay otros similares, no lo suficientemente resistentes como para soportar un traslado. Pero incluso, si se pudiese, no habría lugar para colocarlo. Los parques quieren remolques más nuevos, y además la mayor parte de los parques ya están llenos.

 

 Por lo tanto, los residentes comenzaron a buscar en la sección de alquiler de viviendas de los anuncios clasificados. Debido a que las empresas de gas natural están contratando a miles de empleados para las tareas de fractura hidráulica, hay escasez de viviendas, la mayoría de ellas con los precios muy inflados para obtener más beneficios de los empleados bien pagados, técnicos y encargados. Durante los dos últimos años, los alquileres de viviendas se han duplicado y hasta triplicado. “Ninguno de nosotros puede pagar mil dólares o más al mes”, dice June. Los actuales propietarios de casas móviles pagan unos 200 dólares al mes por la ocupación de espacio en los parques.

No mucho tiempo después de haber recibido la orden de desalojo, June tuvo un sueño. Algunos pueden decir que se trata de una pesadilla, aunque otros dirían que fue una experiencia religiosa: “Fue Jesús el que me viniendo hacia mí me dijo que tenía que hacer algo”.

June está en constante movimiento, pasando de una caravana a otra para ayudar a las familias que fueron desalojadas de forma precipitada. Cualesquiera que sean sus necesidades, Kevin June trata de ayudar de forma constante, haciendo llamadas telefónicas que no sabe si podrá pagar, pero lo hace de todos modos, por el bien de sus vecinos.

Están Betty y Whyne William. Betty tiene 82 años. Comenzó a trabajar como camarera a la edad de 13 y ahora, ya jubilada, hace árboles artificiales de navidad. Tiene un tumor canceroso en el mismo lugar en el que se le extirpó un pecho, en 1991. William tiene 72 años, fue electricista, carpintero, fontanero y antes de jubilarse tuvo un ataque al corazón, tiene que acudir a un centro de diálisis tres veces por semana, de cuatro horas cada sesión. Ellos vinieron con su remolque Fleetwoood poco después de la inundación de 1972. Al igual que el resto de residentes, que no pueden permitirse el lujo de trasladarse, no pueden encontrar una vivienda adecuada: “Hemos buscado en un radio de 30 millas”. Ganan 1478 dólares al mes por su jubilación, sólo 252,17 dólares por encima de la línea de pobreza. Uno de sus hijos está en New Jersey, pero ellos no quieren irse de esta zona.

Están April y Eric Daniels. Ella cuida de sus dos hijos, y él es conductor de camión, cuyo horario de trabajo se ha visto reducido. Tiene un remolque de 14×70, valorado en 13.200 dólares, y estaban a punto de remodelarlo, para lo cual ya habían pagado 5000 dólares por la mejoras, y estaban a punto de construir un segundo baño. April Daniels creció viviendo en casas de acogida, “ así que ya sé lo que es trasladarse de un lugar a otro, pero este fue mi primer hogar, y no quiero irme”. Su remolque le proporciona un hogar confortable, pero no puede moverse. “Estuvimos a punto de derribar el remolque y vivir en una caravana”, dice ella. “ No sabemos lo que va a pasar. Debido a la falta de sensibilidad de Aqua vamos a perder mucho dinero, sin importarles nuestra situación”.

Doris fravel, de 82 años de edad, viuda con unos ingresos fijos de 1326 dólares al mes, lleva viviendo en el pueblo 38 años. Está orgullosa de su remolque con techo de hojalata. “Lo pinto todos los años”. En junio pagó 3580 dólares por un nuevo acondicionador de aire, y otros 3000 por un nuevo zócalo de aislamiento, y además tiene alfombras nuevas. A diferencia del resto sí encontró una vivienda en alquiler por 450 dólares al mes, pero es mucho más pequeña que su remolque. Ha encontrado un comprador para el remolque, pero sólo le da 2500 dólares por él, mucho menos de lo que vale. “No puedo hacer otra cosa. No puedo mover los muebles a mi nuevo apartamento”. Al igual que otros residentes, recibe ayuda de otras familias, pero no es mucha la ayuda que éstas pueden proporcionar. “Nunca me imaginé que tendría que marcharme, pero me gustaría ver llegar a esos hombres del gas y darles un buen puñetazo”.

No sólo hay pocas viviendas disponibles, sino que las que hay son muy caras, y los residentes no quieren hipotecarse, las listas de espera para los centros de la tercera edad son muy largas así como para acceder a viviendas para personas con bajos ingresos. Todas las historias son iguales.

Nadie de Aqua se ha puesto en contacto con los residentes. Sin embargo, la compañía ha contratado a una agencia inmobiliaria local . La agencia afirma que se ha hecho un extraordinario esfuerzo para ayudar a los residentes a encontrar otra vivienda. Pero estos no están de acuerdo. April Daniels dice que “algunos agentes inmobiliarios han tenido malas actitudes con las personas y que no entienden que estamos en dificultades, por lo que nos acabamos enfadando con ellos”. Pero es que no pueden hacer gran cosa, el boom del gas natural ha convertido en obsoleto el precio asequible de las viviendas, tal y como se ha vuelto obsoleto el carbón de antracita que antes era el motor económico de la región.

Los residentes, con ingresos muy limitados, han vivido más o menos bien y son buenas personas. Pagan su rentas y deudas a tiempo, manteniendo un buen aspecto sus remolques y el espacio de alrededor. Trabajaron, intentaron sobrevivir, y ahora les llega el desalojo. Y ahora les toca un nuevo esfuerzo para salir adelante, pero ahora se escuchan unos a otros, se abrazan entre ellos, y los hombres, duros, no sienten vergüenza que otros les vean llorar. “El dolor en este parque a veces es excesivo”, dice June.

Si algo va mal, son ellos los que tienen que arreglarlo. Es a Kevin June al que llaman. Si no puede solucionar el problema, se busca a alguien que pueda hacerlo. En este parque de casas rodantes, como en otras comunidades, “ hay gente con talento, y nos ayudamos mutuamente”. Se aseguran que los residentes sobrevivan hasta que puedan trasladarse a otro lugar. “ He tenido al Espíritu Santo corriendo por mis venas durante mucho tiempo, pero ahora es cuando está ejecutando su plan”, dice

Media docena de familias ya se han ido, pero la mayoría dice que va a permanecer allí y luchar contra lo que ellos ven como una adquisición de una empresa que ha obtenido beneficios en su cabildeo político.

La semana pasada, Aqua PVR emitió un nuevo aviso de desalojo y al mismo tiempo emitía un comunicado de prensa en el que se jactaba de que sus ingresos en el año 20011 fueron de 712 millones de dólares, con un aumento del 4,2% con respecto al año anterior, y con unas ganancias netas de 143,1 millones de dólares, un 15,4% más que el año anterior. Pero por alguna razón la empresa no ha podido encontrar el dinero necesario para que los residentes tengan un nuevo asentamiento adecuado. “Sólo esperan a tirar nuestros remolques y que vivamos en tiendas de campaña”, dice June.

Fui a ver a un representante del estado para ver si nos podía ayudar, pero su secretaria me dijo que no había nada que se pudiera hacer, porque quien es dueño de la propiedad puede hacer con ella lo que quiera”. June no ha logrado hablar con ese representante del estado..

El estado de Pennsylvannia, controlado por los republicanos, ha aprobado leyes favorables a esta Industria. El gobernador republicano recibió más de 1,6 millones de dólares en contribuciones por parte de las compañías que realizan la fractura hidráulica, algo que amenaza la salud y el medio ambiente, pero aquél es mucho mejor negocio que el de cuidar de las personas.

Kevin June y otras 36 familias son solamente daños colaterales.

Walter Brash ha trabajado durante más de 40 años en los medios de comunicación, siendo miembro de varios sindicatos, tantos del sector público como privado. Es columnista de un periódico y autor de 16 libros, incluyendo With Just Cause: Unionization of the American Journalist. Su último libro publicado es Before the First Snow: Stories from the Revolution. Puede contactar con él en la siguiente dirección: walterbrasch@gmail.com, o visite el sitio web de Walter.

http://dissidentvoice.org/2012/04/collateral-damage-in-the-marcellus-shale-2/

Folleto editado por Asamblea contra la Fractura hidráulica de Burgos, en noviembre de 2011:

http://es.scribd.com/doc/77526657/FOLLETO-sobre-BURGOS