Crisis mundial del capitalismo ¿Quién se beneficia?(I)

Por James Petras, 19 de febrero de 2012

Axis of Logic

 

 Desde el Financial Times hasta la extrema izquierda, se han derramado toneladas de tinta escribiendo sobre las “crisis del capitalismo global”. Mientras que se difiere en las causas, consecuencias y remedios, según su punto de vista ideológico, existe acuerdo en que la crisis amenaza con poner final al sistema capitalista tal y como lo conocemos.

No hay duda de que entre 2008-2009, el sistema capitalista en Europa y los Estados Unidos sufrió un duro golpe que sacudió los cimientos de su sistema financiero y amenazó con la quiebra de sus principales sectores.

Sin embargo, voy a argumentar que la crisis del capitalismo se convirtió en una crisis del trabajo. El capital financiero, el detonador de la crisis, se recuperó, la clase capitalista ha salido reforzada, y lo más importante es que se aprovecha de las nuevas condiciones políticas, sociales e ideológicas creadas como consecuencia de la crisis para consolidar aún más su dominio y explotación sobre el resto de la sociedad.

En otras palabras, la crisis del capital se ha convertido en una ventaja estratégica para promover los interés del capital: ampliación de beneficios, consolidación de la dominación capitalista, mayor concentración de la propiedad, profundización de las desigualdades entre el capital y mano de obra y la creación de enormes reservas de mano de obra para aumentar aún más sus ganancias.

Además, la noción de una crisis global homogénea del capitalismo pasa por alto diferencias profundas en rendimiento y condiciones, entre países, clases, y grupos de edad.

Tesis de las crisis globales: argumentos sociales y económicos

Los defensores de las crisis globales argumentan que a partir de 2007, y continuando hasta hoy en día, se ha producido un colapso del sistema capitalista mundial y que la recuperación es un espejismo. Dicen que el estancamiento y la recesión continúa en América del Norte y en la zona euro. Ofrecen datos del PIB, señalando que el crecimiento es nulo o con un saldo negativo. Su argumento lo respaldan con las cifras del desempleo, que se ha doblado en estas regiones. Con frecuencia corrigen los datos oficiales, que subestiman el porcentaje de desempleados excluyendo a los empleados a tiempo parcial y los desempleados de larga duración, y otros. Fortalecen el argumento de la crisis citando a los millones de personas que han visto sus viviendas de nuevo en manos de los bancos, por el incremento del nivel de pobreza, precariedad en el trabajo, reducción de salarios y la eliminación o reducción de los servicios sociales. Las crisis también se asocia con el incremento de medianas y pequeñas empresas y de bancos regionales.

Crisis globales: pérdida de legitimidad

Los críticos, especialmente en la prensa financiera, hablan de una «crisis de legitimidad del capitalismo» citando encuestas que muestran una mayor y creciente desigualdad, de las reglas impuestas por los bancos, que se aprovechan de su tamaño («demasiado grandes para quebrar»), atacando las arcas públicas a expensas de los programas sociales.

En resumen, los defensores de la tesis de la “crisis del Capitalismo Global” se agarran a estos datos, demostrando los efectos destructivos profundos y generalizados del sistema capitalista en la vida de la gran mayoría de la humanidad.

El problema es que una crisis de la humanidad (más concretamente de los trabajadores asalariados y de los salarios) no es lo mismo que una crisis del sistema capitalista. De hecho, como vamos a sostener a continuación – una creciente adversidad social, disminución de ingresos y el empleo – han sido los factores principales facilitar una recuperación rápida y un aumento de los márgenes de ganancia de las corporaciones.

Por otra parte, la tesis de una crisis del capitalismo hace una amalgama muy dispar de economías, países, clases y grupos de edad, con actuaciones marcadamente divergentes en diferentes momentos históricos.

¿Crisis globales o desigualdades y desarrollo desigual?

Disparidades regionales: Es absolutamente absurdo argumentar en favor de una «crisis global» cuando varias de las principales economías no han sufrido recesión alguna. Incluso durante los peores años para el euro y la economía estadounidense, los gigantes asiáticos crecieron a un promedio del 8% anual. Las economías de América latina, sobre todos los principales países exportadores (Brasil, Argentina y Chile), con mercados diversificados, especialmente en Asia, experimentaron un breve estancamiento (en 2009) antes de iniciar de nuevo un rápido crecimiento ( desde el 3% al 7%) en 2010-2012.

Agregando los datos económicos de la zona Euro en su conjunto, los defensores de la crisis global, pasan por alto las enormes disparidades dentro de la zona. Mientras que el sur de Europa se sumerge en una profunda depresión sostenida a pesar de las medidas tomadas desde 2008, las exportaciones alemanas, en 2011, alcanzaron un récord de un billón de euros; su superávit comercial llegó a los 158 mil millones de euros, después de un superávit de 155 mil millones de euros en 2010. (BBC News, 8 de febrero de 2012).

Mientras que el desempleo total en la zona euro alcanza un 10,4%, las diferencias internas desafían cualquier noción de una «crisis global». El desempleo en Holanda es del 4,9%, 4,1% en Austria y el 5,5% en Alemania, reclamando mano de obra calificada en sectores clave de crecimiento. Por otro lado, en el sur de Europa el desempleo llega a njveles de depresión: Grecia 21%, España 22,9%, Irlanda 14,5%, y Portugal un 13,6% (FT 1/19/12, p.7). En otras palabras, «la crisis» no afecta negativamente a algunas economías, que de hecho sacan ganancia de su dominio de mercado y solidez financiera sobre países dependientes, deudores y económicamente más atrasados. Hablar de una ‘crisis global’ obscurece las relaciones dominantes y de explotación fundamentales que facilitan ‘la recuperación’ y el crecimiento de los sistemas económicos de la elite y contra sus competidores y estados cliente. Los teóricos de las crisis globales además mezclan incorrectamente la crisis financiera especulativa (Estados Unidos y el Reino Unido) con sistemas económicos de exportación muy dinámicos (Alemania, China).

Diferencias entre los grupos de edad: El segundo problema con la tesis de una «crisis global» es que se pasan por alto las profundas diferencias internas entre los grupos de edad. En varios países europeos, el desempleo juvenil (16-25) se extiende entre el 30 al 50% (España 48,7%, Grecia 47,2%, Eslovaquia 35,6%, Italia 31%, Portugal 30,8% e Irlanda del 29%), mientras que en Alemania, Austria y Holanda el desempleo juvenil alcanza en Alemania un 7,8%, 8,2% en Austria y en los Países Bajos un 8.6% (Financial Times (FT) 2/1/12, p2).

Solidaridad y acción: Estas diferencias explican por qué no hay un movimiento mundial de jóvenes indignados y de ocupación. Unas diferencias tan grandes entre la juventud no son propicias para la solidaridad ‘internacional’. La concentración de las altas cifras de desempleo juvenil explican el desarrollo desigual de las protestas en la calle, centradas especialmente en el sur de Europa. También se explica por qué el movimiento de «antiglobalización» de Europa y América del Norte es principalmente un foro inerte que atrae pontificación académica sobre las «crisis del capitalismo global» y la impotencia de los «foros sociales» para atraer a millones de jóvenes desempleados del sur de Europa. Responden mejor a la acción directa.

Los teóricos de la Globalización pasan por alto el modo específico en que se explotan a la masa de jóvenes desempleados en los países endeudados. Ignoran la manera específica en que se rigen y son reprimidos por los partidos capitalistas de centro-izquierda y de derecha. El contraste es más evidente en este invierno de 2012. Los trabajadores griegos se ven presionados a aceptar un recorte del 20% en los salarios mínimos, mientras que en Alemania los trabajadores están exigiendo un aumento del 6%.

Si las ‘crisis’ del capitalismo se manifiesta en regiones específicas, también afecta a diferentes edades y sectores de la clase de los asalariados. Las tasas de desempleo de los jóvenes con respecto a los trabajadores de más edad varía enormemente: en Italia es de 3,5/1, Grecia 2,5/1, Portugal 2.3/1, España 2.1/1 y Bélgica 2,9/1, en Alemania es de 1,5/1 (FT 01/02/12). En otras palabras, debido a los altos niveles de desempleo entre los jóvenes, están más predispuestos a la acción directa «contra el sistema», mientras que los trabajadores de más edad con mayores niveles de empleo (y subsidios de paro) han mostrado una mayor propensión en confiar en las urnas y tomar parte en huelgas limitadas y el pago de cuestiones conexas. La gran concentración de desempleados entre los trabajadores jóvenes significa que van a formar parte de una acción sostenida; pero también significa que sólo pueden lograr una limitada unidad de acción con los obreros de más edad, que sólo tienen niveles de paro de un dígito.

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