Atentados del 11 de septiembre: ¿Qué ha pasado con el periodismo de investigación? (I)

Investigando la destrucción de los tres rascacielos del World Trade Center el 11 de septiembre

Por Frances T. Shure

Global Research, 1 de enero de 2018

“ El propósito fundamental de recabar y distribuir noticias y opiniones es servir al bienestar general informando a la gente y permitiéndole emitir juicios sobre los temas de actualidad” .(1) – Declaración de principios de la Sociedad Estadounidense de Editores de Periódicos (American Society of Newspaper Editors)

¿En qué han fallado los medios de comunicación occidentales? ¿Por qué no han aprovechado la oportunidad para informar sobre la primicia del siglo: las abundantes evidencias que demostrarían que el Gobierno ha estado mintiendo sobre los ataques del 11 de septiembre de 2001 durante los últimos 16 años?

Esa es una pregunta con la que muchos de nosotros de la Truth Community del 11 de septiembre hemos luchado -incluso hasta la extenuación- desde ese día trágico y que cambió radicalmente el mundo.

Considere, pues, cuántos periodistas de investigación, preparados para profundizar en lo ocurrido y cumplir con los principios de su profesión antes mencionados, han estado consternados -no sólo desde el 11 de septiembre, sino durante décadas- por la desastrosa degradación de la prensa. Algunos de ellos han escrito volúmenes sobre su frustración y desilusión, y en esos volúmenes han analizado las causas de esa ruptura.

Ahora que he leído sus profusos y abundantes análisis sobre el actual estado de la prensa occidental, ¿cómo puedo resumir las conclusiones de estos periodistas de investigación para que mis lectores entiendan la enormidad del problema?

El periodista y crítico británico Nick Davies resume mi dilema con esta astuta observación:

«. . . hay una dificultad más acuciante que, puesto que estamos hablando del fracaso de los medios de comunicación a escala mundial, el problema es simplemente tan enorme como para que se pueda evaluar con precisión. Es como si una hormiga intentase medir a un elefante». (2)

Precisamente.

Sin embargo, debido a que el papel de los medios de comunicación sea posiblemente la razón más poderosa por la que la buena gente se queda en silencio – o peor aún – sobre el 11 de septiembre, de modo haré todo lo que pueda para medir y describir a este elefante.

Abordaré el tema como si nosotros – mis lectores y yo – estuviéramos asistiendo a una audiencia en la judicatura, escuchando el testimonio de un testigo tras otro. En esta sala de audiencia, todos nuestros testigos son periodistas premiados y/o denunciantes, convertidos en periodistas. Cada uno de ellos tiene un distinguido historial de intentar contar la verdad. Después de escucharles y presentar sus pruebas, que han expuesto en numerosos libros, artículos y entrevistas, intentaré resumir este testimonio en un breve resumen, destacando las razones fundamentales de la censura mediática que observamos hoy.

Volviendo y concluyendo a nuestra reflexión sobre los resultados de la encuesta Gallup, la confianza en los medios de comunicación está disminuyendo constantemente, pero un tercio de los estadounidenses sigue manteniendo a los medios de comunicación tradicionales en alta estima, a pesar del doloroso deterioro obvio de los estándares del periodismo en las últimas décadas. Se aferran a la noción tradicional de que los medios de comunicación están manteniendo siempre sus ojos vigilantes, y dirigiendo sus preguntas siempre escépticas a todas las ramas y capas del gobierno para mantener el control sobre nuestros responsables políticos. Tales mitos sagrados y creencias superadas presentan una inercia enorme, como hemos visto con el urbanita en la fiesta de inauguración de la casa mi amiga. Sufren una muerte prolongada, como descubrimos en la Parte 8 sobre investigación del cerebro. Pero al menos acaban muriendo, como confirman las encuestas de Gallup, a veces cuando la gente cambia su punto de vista para adaptarse a los nuevos hechos, y otras veces, desafortunadamente, por la muerte de miembros de la actual generación de más edad. Las personas más jóvenes no están tan calcificadas en su visión del mundo, por lo que el cambio puede ocurrir a menudo cuando ocupan su lugar como adultos en la sociedad, hecho que también se refleja en estas encuestas.

Lo anterior demuestra que si los medios de comunicación sacaran a relucir los chanchullos del gobierno, se pusieran del lado de la verdad, recobrarían así la admiración que se ganaron a mediados de los años setenta, de modo que el público volvería a confiar en las investigaciones realizadas por periodistas respetados en prestigiosas publicaciones. El público incluso confiaría en las noticias que realmente desafían los pronunciamientos presidenciales, si cualquier periodista de investigación fuera lo suficientemente audaz como para escribirlas.

Algunos de nosotros recordamos los días en que a los periodistas detectives alguna vez sus jefes les permitieron buscar, encontrar y compartir la verdad, sin importar los inconvenientes. Llevaban el manto de esta terrible y maravillosa responsabilidad con orgullo. ¿Qué ha pasado con esos estimados miembros del cuarto estado?

Entonces, basándome en este resumen, explicaré por qué no ha habido una búsqueda por parte de los medios de comunicación de lo ocurrido aquel 11 de septiembre de 2001. Desafortunadamente, lo mismo ha podido ocurrir, desgraciadamente, por la incapacidad de descubrir la verdad en muchos de los medios alternativos. Mi atención se centrará en los medios de comunicación estadounidenses, pero habrá referencias ocasionales a los medios de comunicación internacionales, que también se han negado a violar el tabú contra el cuestionamiento de la versión oficial del 11 de septiembre.

Las próximas cuatro entregas -o «actos» – de esta serie se centrarán en los medios de comunicación. (Los términos «medios» y «prensa» se utilizarán indistintamente a lo largo de todo el texto):

– ¿Quiénes y cuáles son los obstáculos para informar sobre la historia más crucial del siglo XXI?

– ¿Existe alguna posibilidad de que el tema del 11 de septiembre sea tratado seriamente e investigado honestamente por los medios de comunicación en un futuro cercano?

– ¿Cuál es la realidad de los medios de comunicación?

– ¿Cómo han cambiado con el tiempo las instituciones encargadas de difundir las noticias?

– ¿Cómo reconocemos la propaganda y la desinformación?

– ¿Cómo podemos descubrir la verdad en un mundo donde la mendacidad y la calumnia son la norma?

– Por último, ¿cuáles son las soluciones a este triste fracaso de los medios de comunicación para cumplir con su deber primordial -a saber, informar la verdad- de modo que los ciudadanos puedan tomar decisiones informadas?

Para ilustrar la magnitud del problema, contaré una historia sobre mi encuentro con un estadounidense bien socializado que confía firmemente en la libertad sin restricciones de la prensa de este país.

Un urbanita en el patio

Fue un hermoso día de verano del año 2005. Estaba en la fiesta de inauguración de una casa en las faldas de las Montañas Rocosas de Denver, Colorado, charlando amistosamente con un urbanita que acababa de conocer en el patio de piedra roja de la hermosa casa de mi amiga. Entre bocados de aperitivos y sorbos de bebidas, nos encontramos inadvertidamente en el sensible tema del 11 de septiembre. Así que mencioné que estaba leyendo un artículo que indicaba que nuestro gobierno al menos podría haber cooperado con los que nos atacaron.

Sus ojos se abrieron de par en par cuando replicó sin dudarlo:

«¡Nunca había oído hablar de esto y leo The New York Times! Seguramente, si hubiera habido algo relacionado con lo que me dices, habríamos oído hablar de ella en nuestros medios de comunicación liberales. El Times está constantemente atacando a Bush, de modo que un periodista liberal habría informado de tales hechos, si fueran creíbles «.

En esos momentos yo todavía era bastante ingenuo sobre los medios de comunicación, pero al menos era consciente de que no eran nada «liberales» (3). De haberlo sido, habríamos visto a expertos políticos al menos cuestionando la cordura de bombardear e invadir Irak. En lugar de ello, los columnistas y periodistas estuvieron alentando las invasiones tanto de Afganistán como de Irak.

Respondí a su comentario describiendo las impresionantes evidencias del fracaso de la defensa aérea que había visto en el documental de Barrie Zwicker, «The Great Conspiracy: The 9/11 News Special You Never Saw». (4) (La Gran Conspiración: Las Noticias del 11 de septiembre que nunca viste). También mencioné la falta de informes de los servicios de inteligencia como se describe en el libro de Nafeez Mossadeq Ahmed, «The War on Freedom: How and Why America was Attacked, 11 de septiembre de 2001″(5). Luego concluí señalando que parecía haber un apagón mediático en las evidencias que contradecían la versión oficial.

Al oírme cuestionar la integridad de los medios de comunicación, los ojos de mi conocido se entrecerraron con sospechas. Su lenguaje corporal me hizo saber que no quería darme más de su valioso tiempo en esta hermosa y soleada tarde. Se dirigió bruscamente hacia la bandeja de los bocadillos del otro lado del patio, dejándome allí solo. Claramente, su fe en la «prensa libre» de los Estados Unidos era inquebrantable.

Los escépticos de la historia oficial del 11 de septiembre somos dolorosamente conscientes de la naturaleza mitológica de nuestra «prensa libre y liberal». Esta conciencia, sin embargo, no es algo único de nosotros. Tampoco poseemos la distinción de ser los únicos que recibimos un trato de silencio y ridiculización por parte de la corriente dominante, así como de muchos de los llamados medios de comunicación alternativos, como se verá en los siguientes relatos de nuestros «testigos». Se impuso una censura similar a los primeros opositores de la esclavitud y a los sufragistas. Al estudiar estos ejemplos históricos, puede alentarnos a pensar que la burla de los medios de comunicación no puede impedir el éxito final de aquellos que se esfuerzan por revertir políticas y prácticas atroces. (6)

Un paso atrás

Pero retrocedamos un momento. Un lector novato de este asunto puede preguntarse si los periodistas deberían publicar material que contradiga la narrativa oficial del 11 de septiembre. Después de todo, ¿hay realmente pruebas suficientemente sólidas para justificar su desviación de la versión autorizada de estos acontecimientos catastróficos?

Mi respuesta es un sí incondicional. Por un lado, muchos de los familiares de las víctimas del atentado del 11 de septiembre plantearon preguntas que nunca fueron respondidas por la Comisión del 11 de Septiembre, a pesar de sus promesas a estas familias afligidas. Por otra parte, una gran cantidad de libros, DVDs y sitios web ya han abordado la evidencias contradictorias, que son voluminosas. Un libro que refuta hábilmente la línea oficial sobre el 11 de septiembre es «Towers of Deception: The Media Cover-up of 9/11», escrito por el periodista y crítico canadiense Barrie Zwicker. Dedica un capítulo completo a la lista de 26 «pruebas» del 11 de septiembre que, a su juicio, justifican una investigación por parte de los periodistas. Si se hubiera permitido escribir y publicar estos artículos, observa Zwicker, los periódicos en los que aparecían se habrían vendido como rosquillas (7).

Remito a los lectores a varias «notas precipitadas» sobre estudios prácticos en las anotaciones finales (8).

La razón por la que las buenas gentes se callan

Reiterando, el papel de los medios de comunicación es la razón principal por la que las buenas gentes se quedan en silencio – o peor – sobre los sucesos del 11 de septiembre. El protagonismo de los medios de comunicación está tan arraigado en nuestra cultura que no debe subestimarse su influencia. Como se señala en la Parte 2, son los primeros que influyen en la población para considerar -o no considerar- la realidad de una nueva idea. En la nuestra, no es ni el chamán, ni el jefe tribal, ni el sabio anciano cuyos edictos, opiniones e ideas tenemos en tan alta estima.

Más bien, en las sociedades occidentales modernas, si una nueva idea se aborda de manera seria en la televisión o en el periódico, entonces, y sólo entonces, se considera «real». Bueno, al menos se puede discutir en compañía educada.

Pero, en el momento de escribir este artículo, 16 años después del 11 de septiembre, la idea de qué elementos dentro del gobierno de los Estados Unidos podrían llevar a cabo una operación tan inmensa de falsa bandera como el 11 de septiembre todavía no es discutible en compañía educada. Para muchos estadounidenses, la noción misma es chocante y desagradable, o al menos desconcertante. Es como para empañar cualquier fiesta.

Imaginemos que, poco después del 11 de septiembre, algunos de los principales medios de comunicación hubieran comenzado a investigar y cuestionar cuidadosamente aspectos del relato oficial de los acontecimientos del día. Es justo decir que los lectores y oyentes se habrían dado cuenta de que ellos también tenían permiso para cuestionar la narrativa sancionada por el gobierno, incluso en compañía educada. De haber sido así, la historia oficial no habría logrado tal consenso.

Pero eso no es lo que pasó. En cambio, los medios de comunicación se convirtieron en taquígrafos leales del relato del gobierno, lo que resultó en que la historia oficial se afianzó firmemente en la mente del público (9).

En otras palabras, si, al principio, los medios de comunicación hubieran investigado y cuestionado honestamente los pronunciamientos oficiales sobre el 11 de septiembre, y hubieran seguido siendo honestos, muchos de nosotros no habríamos estado tan fuertemente atrapados en la trampa de las dinámicas psicológicas que se explican en los pasajes anteriores de esta serie.

Encuestas y tercera vía

Para una perspectiva más amplia, vamos a explorar por un momento dos instituciones en las que los estadounidenses están dispuestos a confiar: los medios de comunicación y nuestros líderes políticos, a quienes hemos elegido para que sean nuestros representantes. Ambas son figuras con autoridad, y en la Parte 3 de esta serie, aprenderemos que dos tercios de nosotros creemos y obedecemos a las autoridades, aun cuando al hacerlo traicionamos algunos de nuestros valores más sagrados.

Pero en los últimos años los límites de esa confianza se han desvanecido. La encuesta Gallup ha estado examinando las opiniones de los encuestados sobre los medios de comunicación desde 1972. En 2016, los encuestadores descubrieron que «la confianza de los estadounidenses en los medios de comunicación ‘ que informan de las novedades, precisa y justamente’ estaban. . . en su nivel más bajo en la historia de las encuestas Gallup, con un 32% que decían tener mucha o bastante confianza en los medios de comunicación (10).

Ese porcentaje, si se compara con los máximos del 72% en 1976, tras la difusión de noticias sobre la guerra de Vietnam y el escándalo de Watergate, cuando los estadounidenses apreciaron claramente la honestidad de los medios de comunicación y los altos estándares profesionales, es muy bajo (11).

Si analizamos los resultados de la encuesta de 2016, nos enteramos de que la confianza en los medios de comunicación se desplomó entre los votantes más jóvenes y los republicanos -probablemente impulsada por la controvertida elección presidencial. En las mismas encuestas, sólo hubo una disminución marginal de la confianza en los medios de comunicación entre los votantes mayores y los demócratas. Esa brecha no debe sorprender, considerando que durante los últimos 20 años, la confianza de los demócratas en el cuarto estado ha superado sistemáticamente la de los republicanos (12).

Según Gallup:

«Antes de 2004, era común que la mayoría de los estadounidenses profesara por lo menos algo de confianza en los medios de comunicación, pero desde entonces, menos de la mitad de los estadounidenses piensan lo mismo. Ahora, sólo alrededor de un tercio de los Estados Unidos tiene alguna confianza en el Cuarto Estado, una evolución impresionante para una institución diseñada para informar al público.” (13)

En 2016, los medios de comunicación impresos se comportaron peor que los medios de comunicación en general. Como lo expresó Gallup:

«El 20% de los estadounidenses que confían en los periódicos como institución alcanzó su mínimo histórico este año, marcando el décimo año consecutivo en que más estadounidenses expresan poca o ninguna confianza en la institución, en lugar de una alta confianza»(14).

Gallup ha estado comprobando el nivel de confianza de los estadounidenses en 14 instituciones durante más de tres décadas. Encontraron que entre 2006 y 2016, la confianza en los bancos, la religión organizada, los medios de comunicación y el Congreso cayó más bruscamente que las otras 10 instituciones – y más que en las dos décadas anteriores. Teniendo la confianza de sólo el 9% del público en 2016, «el Congreso tiene la ignominiosa distinción de ser la única institución que genera poca o ninguna confianza en una mayoría de estadounidenses», declaró Gallup. De hecho, la empresa de encuestas afirmó: «Incluso cuando los estadounidenses recuperan la confianza en la economía. . . siguen siendo reacios a poner mucha fe en [la mayoría de estas 14] instituciones situadas en el centro de la sociedad estadounidense.” (15).

La confianza en el poder ejecutivo del gobierno federal fluctúa mucho, dependiendo de las circunstancias. En tiempos de guerra, el Comandante en Jefe generalmente recibe altas calificaciones. Por ejemplo, en marzo de 1991, poco después de que Irak fuera expulsado de Kuwait en la Guerra del Golfo, George H. W. Bush disfrutó de la mayor confianza que ningún presidente haya recibido jamás: 72%. De manera similar, inmediatamente después del 11 de septiembre de 2001, las calificaciones de George W. Bush aumentaron al 58%, antes de descender al 25% en su séptimo año de mandato, un récord sin precedentes para cualquier presidente de los EE. UU (16). Las encuestas semanales de «aprobación de la labor realizada» indican, sin embargo, que al final de su mandato, el presidente Donald Trump podría establecer un nuevo mínimo en la confianza de los estadounidenses en el poder ejecutivo (17).

Entonces, ¿en qué instituciones confían más los estadounidenses? Bueno, tanto los medios de comunicación como el Congreso se encuentran en sus niveles más bajos, pero la respuesta real depende de las circunstancias así como de las circunstancias en las que se pregunte a los estadounidenses. Por ejemplo, una persona mayor que vota a la candidatura demócrata, cuando un republicano es presidente probablemente confiará más en los medios de comunicación durante esos años. Un republicano que apoya a Donald Trump, por otra parte, probablemente tendrá una visión muy pobre de los medios de comunicación, que lo han despreciado, pero un alto grado de confianza en el presidente (18).

Al igual que los ciudadanos de otros países, los ciudadanos de los Estados Unidos quieren creer que sus líderes son dignos de confianza. Después de todo, están ostensiblemente allí para protegernos y representarnos. Esta podría ser una de las razones por las que, en tiempos de guerra, la mayoría de los estadounidenses se reúnen en torno al Comandante en Jefe.

A pesar de su escasa confianza en los medios de comunicación, los lectores todavía parecen estar influidos por la decisión monolítica de esa institución en lo que dice o deja de decir. ¿Alguna vez se ha dado cuenta de que sólo cuando una fuente de noticias reconocible publica una historia sobre un tema, siente que en cierto sentido se le ha dado permiso para discutir el tema con seguridad? Si, por otro lado, una historia es omitida por los medios de comunicación tradicionales, ¿se muestran reacios a discutirla por temor a ser rechazados? Y si esa historia también es ignorada por los medios de comunicación alternativos, ¿se muestran aún más reacios a compartirla, excepto con conocidos de ideas afines?

Veo pruebas de primera mano de ese fenómeno cuando participo en protestas callejeras en Colorado. Cuando el tema del 11 de septiembre surge por parte de algunos de los visitantes a nuestro stand de la Feria Popular, por ejemplo, no es una sorpresa escucharlos exclamar: «¡Oh, sí, vi algo sobre eso en la televisión!». Hacen referencia a alguno de los varios programas emitidos en los últimos años en el Canal 12 de la Televisión Pública de Colorado (CPT12) – quizás 9/11: Blueprint for Truth o 9/11: Explosive Evidence – Experts Speak Out. Mi punto de vista: El tema se puede discutir gracias a la valiente decisión de la emisora de tratar el muy popular tema del 11 de septiembre.

El término «tercera vía» es una metáfora que se refiere al tercer raíl de alta tensión en algunos sistemas ferroviarios eléctricos. Por lo tanto, las cuestiones políticas de la tercera vía son aquellas que se consideran «con una fuerte carga» e «intocables», prometiendo que cualquier responsable público o medio de comunicación que se atreva a abordar seriamente estos temas sufrirá. Esta es una lección que la valiente ex congresista estadounidense Cynthia McKinney (D-GA) aprendió por las malas cuando cuestionó la narrativa oficial del 11 de septiembre en el Congreso. En teoría, un grupo de políticos podría, no obstante, escapar a la «electrocución» si trabajasen juntos, especialmente si quisieran recibir un tratamiento mínimamente serio por parte de la prensa.

Volviendo y concluyendo a nuestra reflexión sobre los resultados de la encuesta Gallup, la confianza en los medios de comunicación está disminuyendo constantemente, pero un tercio de los estadounidenses sigue manteniendo a los medios de comunicación tradicionales en alta estima, a pesar del doloroso deterioro obvio de los estándares del periodismo en las últimas décadas. Se aferran a la noción tradicional de que los medios de comunicación están manteniendo siempre sus ojos vigilantes, y dirigiendo sus preguntas siempre escépticas a todas las ramas y capas del gobierno para mantener el control sobre nuestros responsables políticos. Tales mitos sagrados y creencias superadas presentan una inercia enorme, como hemos visto con el urbanita en la fiesta de inauguración de la casa mi amiga. Sufren una muerte prolongada, como descubrimos en la Parte 8 sobre investigación del cerebro. Pero al menos acaban muriendo, como confirman las encuestas de Gallup, a veces cuando la gente cambia su punto de vista para adaptarse a los nuevos hechos, y otras veces, desafortunadamente, por la muerte de miembros de la actual generación de más edad. Las personas más jóvenes no están tan calcificadas en su visión del mundo, por lo que el cambio puede ocurrir a menudo cuando ocupan su lugar como adultos en la sociedad, hecho que también se refleja en estas encuestas.

Lo anterior demuestra que si los medios de comunicación sacaran a relucir los chanchullos del gobierno, se pusieran del lado de la verdad, recobrarían así la admiración que se ganaron a mediados de los años setenta, de modo que el público volvería a confiar en las investigaciones realizadas por periodistas respetados en prestigiosas publicaciones. El público incluso confiaría en las noticias que realmente desafían los pronunciamientos presidenciales, si cualquier periodista de investigación fuera lo suficientemente audaz como para escribirlas.

Algunos de nosotros recordamos los días en que a los periodistas detectives alguna vez sus jefes les permitieron buscar, encontrar y compartir la verdad, sin importar los inconvenientes. Llevaban el manto de esta terrible y maravillosa responsabilidad con orgullo. ¿Qué ha pasado con esos estimados miembros del cuarto estado?

Notas:

1 See “ASNE Statement of Principles,” http://asne.org/content.asp?pl=24&sl=171&contentid=171.

Also see Elizabeth Woodworth, “Ethical Reflections on the 9/11 Controversy: The Responsibility of the Media to Tell the Truth,” https://www.globalresearch.ca/ethical-reflections-on-the-9-11-controversy-the-responsibility-of-the-media-to-to-tell-the-truth/21156.

2 Nick Davies, Flat Earth News: An award-winning reporter exposes falsehood, distortion and propaganda in the global media (Vintage, 2009), 32.

3 Edward S. Herman, The Myth of the Liberal Media: An Edward S. Herman Reader (Peter Lang Inc., International Academic Publishers, November 1999).

Also, see the documentary “The Myth of the Liberal Media: The Propaganda Model of News.” For a summary of the points made in this documentary, see http://hope.journ.wwu.edu/tpilgrim/j190/mythlibmediavidsum.html.

4 This DVD can be found within the covers of Canadian journalist and media-critic Barrie Zwicker’s seminal book Towers of Deception: The Media Cover-up of 9/11 (New Society Publishers, 2006). Towers of Deception remains at the time of this writing the only book dedicated to analyzing the media cover-up of evidence that challenges the official 9/11 account. Find more information about this DVD at https://en.wikipedia.org/wiki/Barrie_Zwicker or at https://www.amazon.com/Towers-Deception-Media-Cover-up-11/dp/0865715734.

5 Nafeez Mosaddeq Ahmed, The War on Freedom: How and Why America Was Attacked on September 11, 2001 (Tree of Life Publications, 2002).

6 For an example, see J. R. Thorpe, “How Were Suffragettes Treated by the Media?” at https://www.bustle.com/p/how-were-suffragettes-treated-by-the-media-55319.

7 Barrie Zwicker, Towers of Deception: The Media Cover-up of 9/11(New Society Publishers, 2006), chap. 2.

8 Be aware that there are many websites, books, and DVDs that, while glitzy in their appearance and seductive in their allure, appear to be misinformation or disinformation, disseminated perhaps malevolently, perhaps innocently. The following are a few of the credible resources for your perusal and further study. The information contained in them is accessible to a wide range of readers, from the layperson to the scientifically minded:

9 The “anchoring effect” refers to the common human proclivity to rely heavily on the first piece of information offered (“the anchor”) when making a decision or judgment. There is a cognitive bias toward interpreting other information in relation to the anchor.

10 See http://www.gallup.com/poll/195542/americans-trust-mass-media-sinks-new-low.aspx.

11 For research on what makes people trust and rely on news, see https://www.americanpressinstitute.org/publications/reports/survey-research/trust-news/single-page.

12 See http://www.gallup.com/poll/195542/americans-trust-mass-media-sinks-new-low.aspx.

13 Ibid.

14 See http://www.gallup.com/poll/192665/americans-confidence-newspapers-new-low.aspx?g_source=position2&g_medium=related&g_campaign=tiles.

15 See http://www.gallup.com/poll/192581/americans-confidence-institutions-stays-low.aspx?g_source=position1&g_medium=related&g_campaign=tiles.

16 See http://www.gallup.com/poll/183605/confidence-branches-government-remains-low.aspx?g_source=position3&g_medium=related&g_campaign=tiles.

17 See http://www.gallup.com/poll/203207/trump-job-approval-weekly.aspx and http://www.gallup.com/poll/202811/trump-sets-new-low-point-inaugural-approval-rating.aspx.

18 See https://www.forbes.com/sites/brettedkins/2017/02/23/poll-finds-that-more-americans-trust-the-media-than-donald-trump/#1cf5af01105d.

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