La filtración de documentos sobre el TTIP revela el menoscabo de las leyes de protección de la salud y del ambiente

Por Alexander Hagelüken y Alexander Mühlauer, 1 de mayo de 2016

international.sueddeutsche.de

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El Gobierno de Estados Unidos está ejerciendo una mayor presión sobre la Unión Europea de lo que se pensaba en el trascurso de las negociaciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP por sus siglas en inglés). Esto se ha hecho más evidente al conocer el contenido de los documentos confidenciales (zip) que han sido filtrados y puestos a disposición de  Süddeutsche Zeitung y las emisoras de radio y televisión alemanas WDR y NDR. El material, que consta de 240 páginas, fue proporcionado por Greenpeace y será publicado el próximo lunes [se refiere a este pasado lunes]. Varias personas familiarizadas con las negociaciones han confirmado que los documentos presentados son actuales.

De acuerdo con estos documentos, Washington amenaza con poner trabas a las exportaciones de la Industria Europea de Automóvil con el fin de obligar a Europa a comprar más productos agrícolas de Estados Unidos. El Gobierno de Estados Unidos también ha realizado una crítica al Principio Fundamental de Precaución al que se acoge el Centro Europeo del Consumidor, que protege a 500 millones de europeos frente a los alimentos transgénicos y la carne tratada con hormonas. También se ha sabido que Estados Unidos se opone al intento de la Unión Europea de sustituir los Tribunales Privados de Arbitraje (ISDS), que resolverían las demandas de las Corporaciones, por otro modelo estatal. En su lugar, Washington ha realizado una propuesta en esta materia que hasta ahora no se ha hecho pública.

La publicación de estos documentos del TTIP ofrece a los ciudadanos una visión más clara de las negociaciones entre Estados Unidos y Europa. Desde el inicio de las negociaciones, la gente sólo ha podido adivinar qué se estaba discutiendo, lo que ha llevado a muchas personas a salir a la calle en señal de protesta contra el TTIP, negociaciones que se han mantenido en secreto hasta el momento. Se utiliza esta táctica para garantizar un ámbito más amplio en las negociaciones. La divulgación de estos documentos de negociación, ofrece ahora una mayor transparencia para los 800 millones de personas de los dos continentes que se verían afectadas en su vidas por este acuerdo bilateral, que de ser firmado sería el mayor acuerdo comercial registrado hasta ahora.

Las pretensiones de Washington de no facilitar las exportaciones de la Industria Europea del Automóvil, se basarían en la importancia que este sector juega en la economía de Europa. Uno de esos documentos confidenciales muestra que el Gobierno de Estados Unidos “se apresuró a señalar que tendría que consultar con su Industria en relación con algunos productos y que el progreso en las negociaciones con las partes relacionadas con la Industria del Automóvil sólo sería posible si la UE mostraba avances en la discusión de los aranceles agrícolas”.

Sin embargo, la exportación de productos agrícolas no es el principal foco de atención de Estados Unidos. Washington ha puesto su mirada en los polémicos alimentos transgénicos que están prohibidos en la mayoría de países de la Unión Europea. Ambas partes habrían subrayado que hasta ahora Estados Unidos habría respetado las preocupaciones europeas en este sentido, y que los ciudadanos europeos no tenían por qué preocuparse por este problema. Pero los documentos clandestinos ofrecen una imagen muy distinta de la situación. “Resulta muy interesante ver las demandas que los estadounidenses han realizado. Examinando los documentos se demuestra que casi todos los temores que teníamos respecto a las intenciones estadounidense sobre el mercado de alimentos estaban justificados”, dijo Klaus Müller, presidente de la Federación Alemana de las Organizaciones de Consumidores.

Estados Unidos, por ejemplo, exige que las prohibiciones legales sobre ciertos productos con objeto de proteger la salud humana sólo se deberían aprobar si ha sido demostrado científicamente que son productos realmente perjudiciales. La Unión Europea prohíbe productos tales como la carne tratada con hormonas o los alimentos transgénicos, basándose en el principio de precaución, de existir el mínimo indicio de riesgo, mientras que Estados Unidos sólo los prohíbe si se han producido daños como consecuencia del consumo de tales productos.

Los documentos de las negociaciones también revelan, por primera vez, con qué frecuencia se producen desencuentros entre ambas partes. Estados Unidos solicita en un capítulo que hace referencia a la protección de los consumidores, entre otras cosas, que antes de aprobar una prohibición por parte de la UE, se evalúen “alternativas para lograr el nivel adecuado de protección”, lo que significaría que ninguna ley se debería aprobar sin su visto bueno. Además, la UE también debería explicar públicamente “si alguna de esas alternativas es significativamente menos restrictiva para el comercio”. La UE se opone a ello, a que la otra parte decida si los controvertidos alimentos estadounidenses pasen sus fronteras, ya que “el nivel de protección sanitaria debe incumbir sólo a la parte importadora”.

Otro motivo de controversia está relacionado con la cooperación legislativa. Tanto Estados Unidos como Europa dieron la impresión de que estaban de acuerdo en lo que se refiere a la materia legislativa. Pero los documentos de la negociación sugieren algo muy diferente. Mientras que la UE insiste en su derecho a la independencia legislativa, Estados Unidos quiere restringir el alcance de la legislación europea en lo que respecta a las decisiones económicas, como se desprende de las varias sugerencias recogidas. Un ejemplo es la demanda estadounidense de que “ambas partes mantendrán procedimientos que promuevan la consideración de los factores implicados en una evaluación con impacto normativo (RIA)”. Lo que quiere decir que la UE tendría que introducir un proceso que evalúe “la necesidad del reglamento que se propone” en conjunción con un análisis de “los costes y beneficios (cuantitativos, cualitativos, o ambos) de las alternativas previstas”.

Se va a complicar mucho la legislación en materia medioambiental y de los consumidores si atendemos a las pretensiones estadounidenses”, dijo Markus Krajewski, profesor de Derecho Público en Erlangen.

La legislación estadounidense es fundamentalmente diferente de la de la UE. En la UE, por ejemplo, 1308 productos químicos cosméticos están prohibidos, debido a la sospecha de que pueden ser cancerígenos. La legislación estadounidense, por el contrario, de acuerdo con las organizaciones de defensa de los consumidores, sólo prohíbe 11 de ellos.

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Procedencia del artículo:

http://international.sueddeutsche.de/post/143690739565/ttippapiere

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Solicitud de Greenpeace:

No queremos carne hormonada o transgénicos: paremos el TTIP


Para profundizar:

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