Una tormenta perfecta llegando a Santiago

Aunque el maquinista del tren siniestrado hubiera intentado cometer una imprudencia, ninguno de los sistemas se lo hubiera permitido si hubieran funcionado correctamente.

Por Txarlie Axebra, 25 de julio de 2013

Santiago1

Debo aclarar al comenzar este artículo que no soy un experto en trenes. Aunque estudié ingeniería, cambié la asignatura de Transportes de mi facultad por una asignatura sobre areonáutica durante mi Erasmus. Sin embargo, he crecido oyendo hablar de trenes, ya que mi padre, tío y abuelo fueron ferroviarios toda su vida. Gracias a internet y las redes sociales he podido mantenerme al día sobre el mundo ferroviario en el estado, pero no deja de ser un hobbie ocasional. No es de buen gusto hablar de accidentes y menos con tantas víctimas como éste, al menos para mí, pero algunos comentarios en Twitter me hicieron estar más activo en el tema de lo que me hubiera gustado.

Hay muchos comentarios en las redes sociales o en los medios que intentan culpar del accidente a los maquinistas, el sistema de frenado o incluso los recortes presupuestarios. Otros incluso culpan a un plus que Renfe da a los maquinistas por ser puntuales con los trenes. Ninguna de estas hipótesis por sí sola es capaz de provocar un accidente como el del 24 de julio. De momento sólo sabemos que el accidente se ha debido a la velocidad a la que el tren tomó la curva, pero eso sólo ha valido para crear dos posibles teorías mayoritarias: o la culpa ha sido del maquinista según los medios afines al Gobierno o la culpa ha sido del sistema de señalización del tramo según sus opositores. Mi objetivo en este artículo es desmontar ambas.

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