Un nuevo estudio afirma que no deberíamos preocuparnos por la seguridad de los transgénicos porque la batata (boniato o camote) ha sido manipulada genéticamente por la propia naturaleza.
GMWatch, 6 de mayo de 2015
El artículo publicado en arstechnica.com lleva el título de “¿Cultivos modificados genéticamente? La naturaleza lo hizo primero: el boniato ha sido modificado genéticamente por bacterias”. El artículo hace una revisión del estudio publicado en PNAS, y explica:
“Uno de los temas de mayor preocupación en relación con los alimentos transgénicos es el de la inserción en las plantas de genes de especies muy lejanas a ellas. Pero un equipo internacional de biólogos ha descubierto ahora que esto ya ha ocurrido de forma natural en una importante planta de cultivo: la batata. Las cepas que actualmente cultivamos de batata tienen insertados en su genoma un conjunto de genes de bacterias, las mismas bacterias que se utilizan para desarrollar muchas de las plantas transgénicas”.
La NPR (National Public Radio) también lo publicita: “El primer cultivo transgénico no fue desarrollado por una Corporación, ni un por científico de la Universidad tratando de diseñar un tomate que dure más. No, lo hizo la naturaleza, por lo menos hace unos 8.000 años. En realidad fueron las bacterias presentes en el suelo los ingenieros. Y esta obra fruto de las bacterias está presente en las batatas de todo el mundo”.
La bacteria en cuestión es la Agrobacterium. Es la misma bacteria que se usa para transportar el gen transgénico (transgén) en la planta huésped. El estudio muestra que los genes de Agrobacterium se transfirieron a la batata mediante transferencia horizontal. Esto significa que los genes se transfieren por un medio distinto al de la reproducción sexual ( también llamada a veces transferencia vertical de genes).
Los autores del estudio tienen la esperanza de que con la publicación de este trabajo “se acabe con la desconfianza de los consumidores hacia los alimentos transgénicos, al descubrir que la propia naturaleza ha producido una batata transgénica, un alimento tradicional y de amplio consumo, y también terminar con esa percepción de la opinión pública de que los cultivos transgénicos son antinaturales”.
¿Está justificada esta esperanza? La naturaleza ha diseñado genéticamente la batata mucho antes de que los humanos inventaran esta tecnología, y si es así, ¿debería tranquilizarnos en cuanto a la seguridad de los transgénicos? GMWatch ha solicitado la aclaración de varios científicos.
Una cosa está clara: el Jefe de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, estaría muy orgulloso de volver a su antiguo puesto de trabajo.
Lejos de tranquilizarnos con estas alegaciones de que los transgénicos son seguros, el descubrimiento que se ha hecho con la batata confirma lo que algunos científicos sabían desde hace mucho tiempo: que la transferencia horizontal de genes se produce en la naturaleza, y también en la Ingeniería Genética.
Pero la diferencia fundamental es que en la naturaleza esto se produce durante el proceso evolutivo, de modo que las posibles consecuencias negativas de estos cambios son desconocidas por los científicos que realizaron este reciente estudio y también para los demás. Un período largo de coevolución limita y localiza los daños, mientras que los consumidores sean humanos o animales han de aprender por sí mismos qué es seguro para comer y cuál tóxico o peligroso.
Con los transgénicos, la transferencia horizontal de genes se realiza en un corto período de tiempo en una extensa área mundial de cultivo, sin la ventaja de un largo período de coevolución.
La ironía es que los críticos de los transgénicos ya habían incidido en la cuestión de la transferencia horizontal de genes, señalando que eso significaba que los genes introducidos deliberadamente por la Ingeniería Genética en un organismo podían pasar a otro. Esta preocupación fue rechazada por los defensores de los transgénicos, diciendo que era algo de escasa importancia. Ahora han adoptado la estrategia inversa y ahora dicen que la transferencia horizontal de genes es mucho más corriente de lo que se pensaba, y que la Ingeniería Genética es un proceso natural y, por tanto, totalmente seguro.
A continuación los comentarios de los científicos.
Michael Hansen, científico de la Unión de Consumidores:
“Con este trabajo se consolida lo que los críticos de los transgénicos venían diciendo desde un principio: que la transferencia horizontal de genes es un riesgo potencial de los transgénicos y debe ser considerada como parte de la evaluación de riesgos. Sin embargo, se presenta este descubrimiento para demostrar que los transgénicos son seguros.
Históricamente, las Empresas de semillas transgénicas han negado la existencia de la transferencia horizontal de genes o que ésta era poco importante, ya que no querían aceptar las consecuencias no deseadas debido a la mutagénesis de inserción asociada con la transferencia horizontal de genes.
De hecho, escribí un Informe, “La Ingeniería Genética no es una extensión de la fitogenética convencional”, en enero de 2000 para llamar la atención sobre los riesgos por las consecuencias involuntarias debido a la mutagénesis de inserción asociada a la transferencia horizontal de genes.
La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) ya reconoció explícitamente este riesgo en 2001, cuando se propuso exigir a las Empresas que notificasen con al menos 120 días de antelación la comercialización de una variedad vegetal transgénica y señalaba la mutagénesis como un problema en potencia. Decía: “Algunos cambios involuntarios inducidos por el ADNr (ADN recombinante) son específicos de un evento de transformación ( por ejemplo, los que resultan de la mutagénesis de inserción). La FDA cree que se debe informar de todos los eventos de transformación, aún cuando se haya dado información a la Agencia sobre los alimentos procedentes de plantas modificadas genéticamente por inserción de ADNr y aunque no se tenga ninguna duda sobre tales alimentos. En cambio, la Agencia no cree que necesite recibir información sobre los alimentos procedentes de plantas derivadas usando los métodos tradicionales”.
En otras palabras, la FDA admitía que hay diferencias entre la modificación genética y los métodos tradicionales de hibridación, y que las consecuencias no deseadas asociadas a la mutagénesis de inserción debían ser evaluadas. A pesar de todo esto, la FDA todavía sigue la política de 1992 ( la de que no hay diferencia entre modificación genética y mejoramiento tradicional, una política que salió del Consejo de Competitividad de la Casa Blanca y que introdujo en una reunión Biotecnológica el entonces Vicepresidente Dan Quayle, como una iniciativa de desregulación), en lugar de la nueva política de 2001.
La idea de que esta ingeniería natural de las batatas es una muestra de que la tecnología de modificación genética es segura, es falsa, ya que no podemos documentar la historia reciente de las batatas, y no tenemos ni idea de si causaron problemas o no.
Vamos a suponer que la primera batata transgénica natural, además de tener ADN de la bacteria Agrobacterium, también, como un efecto de la mutagénesis de inserción, produjese que un gen se activase causando defectos de nacimiento, esterilidad o reducción de la fertilidad. En las generaciones posteriores habría distintos niveles de esta toxina en las batatas. Las personas que comiesen las batatas con altos niveles de la toxina tendrían menor descendencia viable, por lo que el proceso de selección natural ( la coevolución de los seres humanos y las plantas que cultivaba para su alimentación) daría lugar a una disminución en los niveles de toxina en las batatas, debido a la fuerte presión de la selección en contra de los niveles altos de esta toxina.
Dado que el ADN de Agrobacterium no tiene relación directa con la toxina, no se produciría ningún proceso de selección para eliminar el ADN de Agrobacterium. Así que persistiría en las variedades tradicionales modernas desarrolladas a partir de la batata inicial modificada, permitiendo que el equipo de científicos llegase a obtener sus conclusiones y redactase el documento objeto de discusión. Pero lejos de tranquilizarnos de que la Ingeniería Genética es segura, lo que se puede concluir de este nuevo estudio es que los científicos no tienen ni idea de cuál es la historia del desarrollo de esta batata, o qué efectos podría haber tenido sobre los seres humanos o los animales durante su evolución.
Argumentos similares se han esgrimido respecto del arroz dorado transgénico. El arroz dorado debe evaluarse para comprobar si los niveles de ácido retinoico ( un conocido teratogénico), o cualesquiera otros retinoides potencialmente tóxicos, se han incrementado en el arroz dorado como efecto no deseado. Los defensores de los transgénicos argumentan que si los altos niveles de betacaroteno pueden conducir a altos niveles de ácido retinoico y por lo tanto a un aumento de los defectos de nacimiento, ¿por qué no se han observado estos problemas en las personas que consumen zanahorias y otros alimentos ricos en betacarotenos? La respuesta es que los seres humanos han coevolucionado con las plantas que les sirve de alimento, de manera que si algunas variedades de zanahorias hubiesen causado estos problemas, se habría producido una selección negativa en contra de esas características, por lo que el nivel de toxina disminuiría con el tiempo. Con el arroz dorado no se ha producido ningún tipo de coevolución, y esta es la razón por la cual deben revisarse los potencialmente mayores niveles de retinoides potencialmente tóxicos.
Los científicos que escribieron el artículo sobre la batata no conocen la historia de los problemas de mutagénesis de inserción debidos a la transferencia horizontal de genes de forma natural, por lo que puede resultar ingenuo asegurar que la Ingeniería Genética es segura”.
Dr. Michael Antoniou, Genetista Molecular, Londres:
“Tal vez los genes de Agrobacterium se insertasen en el genoma de la batata. Pero en este caso, la alteración genética resultó en una ventaja en cuanto a la selección, y lo más importante, se hizo seguro su consumo para los seres humanos y los animales a través del proceso evolutivo. Esto es algo que no ocurre con los cultivos transgénicos. El descubrimiento de que las secuencias de genes de Agrobacterium se encuentran en las batatas no se puede equiparar con una recombinación artificial de secuencias de ADN, que se componen de unidades de genes transgénicos que se introducen en los cultivos transgénicos. Así que los procesos naturales no pueden ser comparados con la Ingeniería Genética”.
Dr. Jack Heinemann, Profesor de Genética en la Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda:
“Este es un ejemplo de transferencia horizontal de genes. No hay nada nuevo en este descubrimiento, pues este proceso se conoce desde hace décadas y muchos otros procesos de transferencia horizontal de genes de las bacterias a los organismos pluricelulares se han descubierto en el laboratorio. De modo que conocemos la transferencia horizontal de genes desde hace más de medio siglo, incluso entre diferentes reinos. La presencia del ADN de Agrobacterium en la batata no le convierte en un transgénico natural, sino que es resultado de un proceso natural.
Irónicamente, sobre todo en la década de 1990, muchos de los que estaban desarrollando o vendiendo cultivos transgénicos intentaban minimizar los efectos de la transferencia horizontal de genes. Incluso trataron de hacer una definición tan restrictiva e inusual que resultase difícil su comprobación. Cuando aparecieron, inevitablemente, las primeras contradicciones en torno a este punto de vista, se dijo que la transferencia horizontal de genes era algo corriente y que por tanto la esa transferencia desde o hacia los cultivos transgénicos no era diferente de cualquier otra transferencia horizontal de genes. Y al ser eventos equiparables no representaba ningún riesgo.
Lo cierto es que cuando transferimos genes creamos organismos de los que no se puede decir que sean seguros, no hay antecedentes, de conformidad con los acuerdos internacionales. Cuando se insertan genes a las plantas, insertamos construcciones que se han armado a partir de un promedio de 8 especies diferentes, de forma simultánea. En mis 25 años de trabajo en la transferencia horizontal de genes, no he visto ningún precedente de una transferencia horizontal tan rápida. Cuando esta transferencia sucede en la naturaleza, ésta tiene la oportunidad de reaccionar, responder y ajustarse a lo largo de milenios, a partir de las iniciales y pequeñas poblaciones de descendientes. Cuando lo hacemos nosotros, la naturaleza es bombardeada en millones de hectáreas por nuevos organismos y en muy poco tiempo.
Por supuesto que también la naturaleza puede crear nuevos organismos, por transferencia horizontal de genes o por otros medios, que son capaces de causarnos daño. Pero este no es motivo para hacernos daño a nosotros mismos, sin darnos cuenta. La naturaleza nos puede aplastar con una piedra procedentes del espacio, causando lesiones que no podríamos distinguir de un accidente de automóvil. Ésta no es razón para que no se realicen pruebas de seguridad de los vehículos a motor y recomendar la eliminación del cinturón de seguridad”.
Dr. Ignacio Chapela, Profesor asociado de la Universidad de California, Berkeley:
“No hay nada nuevo, no hay sorpresas. Esto se sabe desde hace casi cuarenta años.
Lo que los autores de este estudio, y lo que los periodistas escriben sobre él, tratan como una sorpresa se basa en la existencia de una secuencia constituida en el genoma de la planta durante el proceso evolutivo . Esta introgresión implica largos procesos de ensayo y error en un contexto complejo que no puede ser reproducido en un laboratorio mediante Ingeniería Genética. Quizás lo que resulta al final pueda parecer similar, pero el proceso y el contexto a través del cual ha aparecido esa nuevo cosa es lo que realmente importa.
Las personas que han realizado este estudio no saben nada acerca de los procesos que han llevado a la transformación genómica que encontraron. Tampoco saben nada acerca de los procesos ( ecológicos, evolutivos, sociales) que pueden haber influido en estos procesos.
Están contentos con lo que han obtenido, no fijándose en los procesos. A este nivel, tienen razón, al igual que los defensores de la Ingeniería Genética, en dar por válidos sus argumentos, pero resultan irrelevantes para evitar evaluar la seguridad de sus productos. Dicen el ADN es ADN que es ADN, como si la realidad química de la molécula fuera todo lo que necesitamos saber, sin reconocer el papel desempañado por otros muchos aspectos, tales como la secuencia de ADN.
Según esta lógica, una obra de Shakespeare sería equivalente a un artículo de prensa sensacionalista, argumento que ambos se componen de letras. Es una tontería. Es la secuencia de letras, las palabras, las frases, los párrafos y el contexto en el que está todo colocado lo que hace que una obra sea diferente de otra, lo que le da su identidad y la función específica de cada una.
Esta confusión entre el producto y el proceso lleva ya dándose desde hace mucho tiempo y se trata de una decisión política de Estados Unidos, una definición por decreto y contra la razón de que los transgénicos son sustancialmente equivalentes a los cultivos no modificados genéticamente, sobre la base de su composición química, no por la biología de la modificación transgénica”.
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