Sigue creciendo la preocupación por las sustancias que alteran el sistema hormonal

Los científicos insisten en buscar una solución a nivel internacional

Por Kristen Monaco, 23 de diciembre de 2016

medpagetoday.com

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El pasado mes de septiembre, el Dr. Andrea C. Gore, de la Universidad de Texas, Austin, publicó una revisión clínica de la Segunda Declaración Científica de la Sociedad Endocrina sobre Productos Químicos que Alteran el Sistema Hormonal (EDC-2) en la revista Jama Internal Medicine, en la que llamaba la atención sobre la cuestión de los disruptores endocrinos y sus vínculos con varias enfermedades y trastornos. A continuación examinamos la evolución de estas sustancias.

Las sustancias que alteran el sistema hormonal son motivo de una creciente preocupación, asunto al que se ha dedicado mucho espacio durante 2016. Después de que Gore publicase su revisión, se han publicado más investigaciones sobre las preocupaciones de la salud y las iniciativas políticas relacionadas con estos productos químicos.

Siguiendo la publicación de Gore, un importante estudio, de Trasande et al., fue publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology. El estudio de Trasande informaba que la exposición a los disruptores endocrinos supone para la economía estadounidense unos costes totales en gastos sanitarios de 340.000 millones de dólares anuales, lo que representa más del 2% del PIB total de los Estados Unidos. En la UE el coste sanitario sería de unos 217.000 millones de dólares, una diferencia que los autores achacan a una regulación más estricta de los disruptores endocrinos en Europa. Los autores estiman que la pérdida de ingresos pueden atribuirse a enfermedades relacionadas con los disruptores endocrinos, tales como la obesidad, la diabetes, el cáncer y otros trastornos, como el TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) y autismo.

El pasado mes de junio, la Comisión Europea publicó una propuesta para identificar los productos químicos que alteran el sistema hormonal, pero no logró satisfacer las esperanzas de la comunidad científica.

El pasado noviembre, la Comisión Europea publicaba una propuesta revisada que sugería en nuevo criterio para definir los disruptores endocrinos, una propuesta que los críticos veían insuficiente como para permitir un control o regulación razonable de estos productos químicos. Además, esta versión exigía dejar al margen los plaguicidas, lo cual ha supuesto un enfrentamiento con muchas ONGs, entre ellas CHEM Trust y The Health and Environment Alliance (HEAL).

En noviembre, la Sociedad Endocrina respondió con una declaración acusando a la Comisión Europea de establecer un “nivel de evidencias científicas irrelevante” para la identificación de los disruptores endocrinos, “limitando la capacidad para identificarlos y regularlos”. Se espera un último borrador revisado por parte de la Comisión Europea para la clasificación de los disruptores endocrinos a finales de este mes.

A finales del mes pasado, un grupo de unos 100 científicos, entre ellos Gore y Trasande, firmaron un editorial en el diario francés Le Monde, titulado “Dejemos de manipular la Ciencia”. En esta editorial se pedía a las Naciones Unidas que actuaran en apoyo de los reglamentos propuestos por la Unión Europea.

La preocupación por los disruptores endocrinos sigue aumentando a medida que aumentan las evidencias. Por ejemplo, a principios de diciembre, en un estudio publicado en Reproducción Humana se vinculaba la exposición a los disruptores endocrinos, especialmente los ftalatos que encuentran sobre todo en los plásticos, con una disminución en la calidad del esperma, lo que afecta negativamente a los embriones de Fecundación in Vitro (FIV). Del mismo modo, la Sociedad Americana de Química publicó un estudio este mes en la revista Environment Science & Tecnology en el que se señalaba la presencia de bisfenol-A (BPA) en los plásticos para bebés, a pesar de que casi todos ellos se comercializan como libros de BPA.

En una entrevista realizada por MedPage Today a Andrea Gore, éste expresó su esperanza de que haya avances en este campo el próximo año. “Espero que los científicos que están llevando a cabo la investigación sobre los disruptores endocrinos y los médicos que están tratando a un número creciente de pacientes enfermos con enfermedades crónicas sean reconocidos como los expertos que están llamados a desarrollar e implementar políticas sobre seguridad química. Los expertos que guían las políticas reguladoras deben estar libres de cualquier conexión con la Industria Química para asegurar que no haya conflictos de interés”.

En términos de mejorar en las políticas en 2017, Gore explicó:

Debe de producirse un significativo aumento de la transparencia y de información a los consumidores, que quieren saber qué es lo que hay exactamente en sus alimentos y bebidas, en los envases que los contienen, en los productos de higiene personal, en los tejidos que tocan nuestra piel, en los productos para bebés, en los aerosoles y otros. Si los fabricantes de productos químicos insisten en que sus productos son seguros, no hay razón para que no puedan proporcionarnos esta información.

Esto permitirá a los consumidores inteligentes tomar decisiones que mejor se adaptan a sus necesidades individuales y de seguridad”.

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