Por un movimiento social europeo de resistencia a las políticas neoliberales

Por un intelectual comprometido

Un texto inédito de Pierre Bordieu, febrero de 2002

Desde las huelgas de noviembre y diciembre de 1995 en Francia, las intervenciones de Pierre Bordieu fueron objeto de crítica, a menudo violenta, sobre todo por parte de periodistas e intelectuales mediáticos que analizaban el papel social. Parecía haberles sorprendido que un “erudito” interviniese de forma activa en política. La participación de los sociólogos en la esfera pública se remonta, sin embargo, a principios de 1960, a propósito de la guerra de Argelia.

Dispuesto a “pensar en la política sin pensar políticamente”, Pierre Bordieu buscó demostrar que, lejos de ser opuestas, las ciencias sociales y el activismo pueden ser las dos caras de una misma obra, el análisis y crítica de la realidad social para contribuir a una transformación social. Este texto fue leído por el autor durante una reunión celebrada en Atenas en mayo de 2001, con investigadores y sindicalistas, sobre temas como Europa, la cultura y el periodismo y aparecerá en un próximo libro en primavera: Intervenciones (1961-2001). Ciencias Sociales y Política (Agone, Marsella).

Es hoy en día importante, si no necesario, que una serie de investigadores independientes se unan al movimiento social, en el momento en que nos enfrentamos a una política de mundialización. (Cuando digo una “política de mundialización”, no hablo de “mundialización” como si fuera un proceso natural). Esta política es en su mayor parte mantenida en secreto en su producción y en su difusión. Y es necesario realizar todo un trabajo de investigación para descubrirla antes de que sea aplicada. En segundo lugar, esta política tiene efectos que se pueden prever gracias a los recursos de las ciencias sociales, pero a corto plazo siguen siendo invisibles para la mayoría de las personas. Otra característica de esta política: está en parte producida por los propios investigadores. La pregunta es si los que se anticipan a partir de sus conocimientos científicos y conocen las consecuencias fatales de esta política pueden seguir mateniendo silencio. Hay una especie de dejadez en torno a las personas en peligro. Mientras que el planeta está amenzado por graves calamidades, aquellos que creen conocer de antemano estas calamidades, ¿no tienen la obligación de salir de su tradicional reserva que se impone a sus conocimientos?

Hay en la mayoría de las personas cultas, especialmente en las ciencia sociales, un dicotomía que parece fatal: la dicotomía entre la erudición y el compromiso – entre los que se consagran al trabajo científico, que se realiza según los métodos aprendidos de otros estudiosos, y quienes se comprometen y dan a conocer sus conocimientos. Esta oposición es artificial y, de hecho, es preciso ser un académico independiente que trabaja según las reglas de la erudición para generar un conocimiento comprometido, es decir una erudición con compromiso. Es necesario ser un verdadero erudito comprometido, legítimamente comprometido, participando en el aprendizaje. Y este conocimiento sólo se adquiere en el trabajo erudito, sujetándose a las normas de la comunidad científica.

En otras palabras, es necesario hacer estallar una serie de oposiciones que se encuentran en nuestra cabeza, y que es una forma de emprender renuncias: los eruditos plegados en su torre de marfil. La dicotomía entre compromiso y erudición asegura al investigador tener la conciencia tranquila, ya que recibe la aprobación de la comunidad científica. Es como si los investigadores se creyeran doblemente sabios porque no hacen nada de su ciencia. Pero cuando se trata de biólogos, esto puede ser un acto criminal. Pero también es grave cuando se trata de criminólogos. Esta reserva, esta huida hacia la pureza, tiene consecuencias sociales muy graves. La gente como yo, pagada por el Estado por hacer investigación, ¿debería ocultar los resultados de sus investigaciones a sus colegas? Es fundamental dar prioridad a que lo que se cree que es un descubrimiento sea expuesto a la crítica de sus colegas, pero ¿por qué ocultar el conocimiento colectivamente adquirido y controlado?

Me parece que el investigador no tiene otra opción hoy en día: si considera que existe una correlación entre las políticas neoliberales y la tasa de criminalidad, una correlación entre las políticas neoliberales y la tasas de delincuencia, una correlación entre las políticas neoliberales y todas las señales de lo que Durkheim hubiera llamado anomia, ¿cómo no decirlo? No sólo no habría que lanzarle ningún reproche, sino que habría que falicitarle (Pido disculpas por hacer una apología de mi propia posición…).

Ahora, ¿qué debe hacer el investigador en los movimientos sociales? En primer lugar no debe dar lecciones, como hicieron algunos intelectuales orgánicos que, al no ser capaces de imponer sus productos en el mercado de la ciencia, donde la competencia es dura, iban a hacer de intelectuales cerca de los no intelectuales, diciendo que el intelectual no existía. El investigador no es un profeta ni un gurú. Debe inventar un nuevo papel que es muy difícil: debe escuchar, debe buscar e inventar; debe tratar de ayudar a las organizaciones que tienen una misión – en voz cada vez más baja, por desgracia, incluidos los sindicatos- para resistir frente a las políticas neoliberales, y su tarea consiste en ayudar proporcionando los instrumentos. Instrumentos en particular contra el efecto simbólico que ejercen los “expertos” involucrados con las grandes empresas multinacionales. Simplemente llamando a las cosas por su nombre. Por ejemplo, la actual política educativa está determinada por la UNICE, por el Instituto Transatlántico, etc. Basta con leer el informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los servicios para conocer la política educativa en los próximos cinco años. El Ministerio de Educación sólo transmite estas instrucciones redactadas por abogados, sociólogos, economistas, y que cuando se las da forma jurídica se ponen en circulación.

Los investigadores también pueden hacer algo más nuevo, más difícil: favorecer la aparición de las condiciones de organización de producción colectiva con el objeto de inventar un proyecto político y, en segundo lugar, las condiciones de organización para el éxito en la invención de tal proyecto político, que obviamente será un proyecto colectivo. Después de todo, la Asamblea Constituyente de 1789 y la Asamblea de Filadelfia estaban formadas por personas como tú y como yo, que tenían un bagaje jurídico, que habían leído a Montesquieu y que inventaron estructuras democráticas. Del mismo modo, hoy en día tenemos que inventar cosas… Obviamente, podremos decir: “Hay parlamentos, una Confederación Europea de Sindicatos, todo tipo de instituciones que debieran hacer esto”. No voy a hacer aquí una demostración, pero se puede constatar que no lo hacen. Esto significa que debemos crear las condiciones para esta invención. Se deben eliminar los obstáculos para que se produzca esa invención, obstáculos que están en parte en los movimientos sociales que son los responsables de levantarlos – particularmente en los sindicatos…

¿Por qué podemos ser optimistas? Creo que podemos hablar de perspectivas razonables de éxito, ese momento es el kairos, el momento oportuno. Cuando uno piensa que de haber dado este discurso en 1995, no habríamos sido escuchados y además de ser tachados de tontos. Personas que, como los desastres de Casandra, que al anunciarlos se rieron de ellos, periodistas atacados e insultados. Ahora, algo menos. ¿Por qué? Porque se ha hecho el trabajo. Se ha producido lo de Seattle y otra serie de acontecimientos. Y las consecuencias de las políticas neoliberales que nosotros entreveíamos están empezando a aflorar. Y ahora la gente va comprendiendo… Incluso el periodista más limitado y tozudo sabe que una empresa que no obtiene un 15% de beneficios despide. Las profecías más catastróficas de los profetas de la fatalidad (que simplemente estaban mejor informados que otros) están empezando a hacerse realidad. No es demasiado pronto, pero tampoco es demasiado tarde. Debido a que esto sólo es el comienzo, porque los desastres no han hecho más que empezar. Todavía hay tiempo para sacudir a los Gobiernos socialdemócratas, donde los intelectuales tienen los ojos de Jimena, sobre todo cuando reciben todo tipo de beneficios sociales en todos los órdenes…

Un movimiento social europeo, en mi opinión, puede ser eficaz si reúne estos tres componentes: sindicatos, movimientos sociales e intelectuales -siempre, claro está, que estén para integrar, no sólo para yuxtaponer. Decía ayer a los sindicalistas que entre los movimientos sociales y los sindicatos de todos los países europeos existen profundas diferencias con respecto a los contenidos y los medios de acción. Los movimientos sociales han existido desde que los objetivos políticos de los sindicatos y partidos han sido abandonados, olvidados o reprimidos. Por otro lado, los movimientos sociales han adquirido los métodos de acción que los sindicatos, poco a poco, una vez más, han ido olvidando, ignorando o reprimiendo. Y en particular los métodos de acción personal: las acciones de los movimientos sociales recurren a la eficacia simbólica, y esta eficacia simbólica depende, en parte, del compromiso personal de los que se manifiestan, un compromiso personal que también es un compromiso físico.

Tenemos que asumir riesgos. Esto no quiere decir que marchemos del brazo, como tradicionalmente hacen los sindicalistas el 1 de mayo. Hay que realizar acciones, ocupar edificios, etc. Se requiere imaginación y coraje. Pero también voy a decir: “ Atención, nada de sindicalofobia”. Hay una lógica del aparato sindical que es preciso entender. ¿Por qué digo a los sindicalistas estas cosas que están más próximas a los puntos de vista de los movimientos sociales y por qué voy a decir a los movimientos sociales cosas que están más cerca del modo de actuar de los sindicalistas? Porque es a condición de que cada uno de los grupos vea cómo ve a los otros, para así superar las divisones que contribuyen a debilitar a grupos ya de por sí muy débiles. El movimiento de resistencia a las políticas neoliberales es muy débil globalmente y está debilitado por sus divisones: es un motor que gasta el 80% de su energía en calor, es decir, en forma de tensiones, en fricciones, en conflictos, etc. Y se podría ir mucho más rápidamente y más lejos si…

Los obstáculos para la creación de un movimiento social eurpeo unificado son varios. Existen barreras lingüísticas, que son muy importantes, por ejemplo en la comunicación entre los sindicatos y los movimientos sociales – los propietarios y gerentes hablan idiomas extranjeros, los sindicalistas y activistas mucho menos. De hecho, la internacionalización de los movimientos sociales y los sindicatos se hace muy difícil. Luego están las barreras de los hábitos, del modo de pensar, de las fuerzas que estructuran la sociedad, de las estructuras sindicales. ¿Cuál es el papel de los intelectuales en todo esto? El de trabajar en la invención colectiva de unas estructuras colectivas de invención que favorezcan el nacimiento de un nuevo movimiento social, es decir, de nuevos contenidos, de nuevas metas y nuevas formas de acción internacionales.

Fuente: Blog de Jacques Lacaze

Texto en francés: http://ddata.over-blog.com/xxxyyy/1/77/25/21/Pour-un-savoir-engage.pdf

Traducción: noticias de abajo