Nuestro hombre en Bilderberg: casi pierdo el control, pero solo casi

Entrega 5

Quiero hablar sobre Bilderberg 2009. Pero que no sea un simple “sí, está sucediendo, es real , los líderes del mundo amarrados aquí este fin de semana”. ¿Qué puedo decir?. Es una reunión privada.

Miguel Ángel Moratinos, miembro del gobierno ¿Qué hacía este hombre en la reunión del Club Bilderberg?

No sé si están discutiendo la unificación financiera mundial o el final de temporada de la “Anatomía de Grey”, mientras se toman un cóctel con camarones. No sé cuál será la opción de los vegetarianos, ¿calabaza?

Me van a tener que perdonar por especular, pero es todo lo que puede hacer. No soy un buen reportero. No tengo ahora el mínimo derecho a andar por ciertos caminos públicos y usar la cámara. Ni siquiera tengo una cámara adecuada. Sólo tengo la sensación de que algo podrido se cuece en el Estado de Grecia, de que no hay un olor saludable flotando en el Astir Palace. O tal vez esto sea por el rollo de huevo y pimienta que me tomé en el desayuno. Quizás.

Siento si me equivoco en las especulaciones, pero es la primera vez que especulo y la primera que intento sacudirme la escolta policial. Lo siento por el sonido estridente y petulante, o si mis percepciones se inclinan por el enfado… lo siento, lo siento, lo siento. Y perdone usted Sr. Bilderberg por molestarle. Llevo tres días pidiendo disculpas a todos. Perdón al personal del hotel por tener agentes de paisano merodeando por el vestíbulo. Perdón a los agentes de paisano por tener que acompañarme en una búsqueda inútil (les llevé un poco de agua fría). Perdón al sargento por molestarle por mi comportamiento: “Estoy siendo seguido como un criminal, ¿no podría parar ya esta situación? No estoy haciendo nada malo.. y la persecución es un tanto molesta.”

Pedro Solbes, ¿también cool?

Pero ya voy a dejar de disculparme. Daré sentido a mis experiencias. No es fácil, y no quiero pasar por debilidad mental, pero me siento en un callejón sin salida, sin reconocer nada, la gente mirándome. Estoy nervioso. Creo que alguien ha estado en mi habitación y se ha llevado mi ordenador portátil. Suena a locura, pero tomé una foto del ordenador antes de salir de la habitación y ahora no está allí.

Llevo tres días y ya me he convertido en un sospechoso, un alborotador, un indeseado, incómodo, cansado y con miedo. Y eso que ni siquiera he caminado por la carretera que lleva hasta el hotel Bilderberg, desde el momento del incidente con el coche. Ya no quiero más problemas, pero los problemas me han seguido a mí.

Para darle sentido voy a empezar por aquí: una cara de carne en Bilderberg, fue la primera que vi. Yo estaba tratando, sin convicción, de conseguir algo de algunos delegados, cuando oigo silbar a las limusinas, en las que se reflejan los jinetes vestidos de civil en motocicleta y las escoltas policiales. Llevaba la ventana abierta. Estaba tan emocionado que se me olvidó apuntar la cámara a la cara y saqué un foto de los tapacubos. Lo que vi no lo olvidaré. Un hombre de unos 40, con la cabeza echada hacia atrás, riendo y riendo. La imagen perfecta para no olvidar.

No es de extrañar que estuviera feliz, yendo por las calles abiertas por una sirena y cubierta la parte posterior a salvo de cualquier incidente. Había sido invitado el chico más cool a pasar un rato en el hotel durante el fin de semana.

¡Enciende las sirenas! ¡Estamos llegando!¡Guauuuuuuuu!
Su vida es bastante cool. Tiene un periódico, un grupo de expertos o quizás sea el Secretario de Estado británico, o el presidente de la Reserva Federal o la mismísima reina de los Países Bajos, o el presidente de Shell. Ejecuta cosas. Tiene grandes ideas. Tiene el control de todo. Y tener el control es divertido.
En Bilderberg está todo bajo control. ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Que hay que correr un poco más? ¿Qué sea más fácil ejecutar las cosas? Ser más eficientes. La eficiencia es buena. Más fácil con un solo banco, una sola moneda, un mercado único, un solo gobierno. ¿Que tal un solo ejército? Es genial. No habría guerras. Ese cóctel de gambas es uno de los más logrados. ¿Qué tal una sola forma de pensar? ¿Qué tal controlar todo Internet?

¿Qué os parece? ¿Que no?

No me importa si el grupo Bilderberg tiene la intención de salvar al mundo o de meterlo en una batidora y luego beberse su jugo, lo que creo es que la política no se hace así. Mejor que organizaran una partida benéfica de billar. Si quieren curan el cáncer, pues que lo hagan con luz y taquígrafos. Si son pensamientos inocentes, que consten en acta.

Tengo una confesión. Mi confesión es que hice cola en una cafetería para comprar agua, cuando de repente veo que Eddie Murphy envía el servicio de habitaciones a su coche. Esto es muy emocionante. Si creen que hacer cola fue emocionante y divertido, están equivocados. Ya sé que suena patético, pero estuve un poco lloroso cuando en la comisaría le decía al sargento que no soy mala persona, que no amenazo a nadie, y que me gustaría que me quitasen a los matones de encima. Estoy en una posición que yo no me merezco.
Bilderberg es control de posiciones. Estoy a menos de media milla y de repente estoy controlado, seguido, vigilado, registrado, detenido, encarcelado de nuevo.

Los delegados de Bilderberg ocupan una posición de poder en base a la ignorancia de la gente, que juegan al balón en la playa. Yo llevo mi cámara de mierda y una mala apreciación de la ciudadanía. No soy muy bueno dando testimonio de lo que aquí ocurre, pero hago lo que puedo. Podía trepar el muro y sacar una foto del Rockefeller, pero no quiero caer de un disparo en la frente.

Un pensamiento para terminar el día. En la fábula, hay hombres que actúan como el ciego, pero al menos buscan a tientas al elefante para tratar de describirlo. Veo un Mercedes S600 con las luces apagadas empujando como un elefante, círculos de guardias fuertemente armados, helicópteros, un martini en la mano… y la policía que hostiga, detiene… Esto, amigo, es la bestia que es Bilderberg 2009.

guardian.co.uk, Friday 15 May 2009 17.22 BST

Charlie Skelton