Haciendo frente a los retos del calentamiento global

Por Robert Hunziker, 5 de febrero de 2015

Dissident Voice

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Para aquellos que se pasan las noches sin dormir, o se despiertan en medio de ella gritando, y están somnolientos durante el día, debido a sus preocupaciones sobre el calentamiento global, hay un remedio: leer Aventuras en el Antropoceno: un viaje al corazón del planeta que hemos ido modelando, Ediciones Milkweed, 2014, de Gaia Vince.

Gaia Vince, exditora de la revista Nature Climate Change, editora de noticias de Nature y de la revista New Scientist, abandonó su vida profesional en Londres para viajar por el mundo en busca de respuestas a lo que está pasando y lo que estamos haciendo con él.

Su libro es una obra maestra en dos aspectos: por un lado explora con habilidad cómo interfieren las actividades humanas en el clima; y por otro, descubre la pericia del ingenio humano ante un cambio climático radical. Hay que destacar que las personas que están resultando más afectadas por el calentamiento son también las que destacan por soluciones más ingeniosas. Toda una lección para el mundo desarrollado. La gente que vive en los márgenes de la civilización moderna está haciendo frente y buscando soluciones ante las enormes adversidades que se les echa encima. Es una historia maravillosa, extraordinaria, pero desgarradora.

La gran habilidad de Gaia para la escritura hace que resulte más vívida para el lector la vida en la montaña, en el desierto, u otros lugares del planeta, una experiencia de vida real, el relato de un viaje difícil, algo que pocos se atreven a considerar.

Viaja a Ladakhi, en la India, a la meseta más alta del estado de Cachemira, a casi 3000 metros de altura, donde se encuentra con el hombre al que se conoce como el Hombre del glaciar, Chewang Norphel, de 74 años de edad, que está luchando contra la fusión de los glaciares, que antes proporcionaban agua potable para la comunidad y para el riego de los cultivos: “Ha construido hasta ahora diez glaciares artificiales desde que dejó su trabajo como ingeniero del Gobierno, en 1995, y el agua que suministran sostiene a 10.000 personas”. Hay una foto de uno de los glaciares de Norphel en la página 146 del libro: es un maravilloso ejemplo del empleo de una sencilla técnica ante la peor pesadilla a la que nos enfrentamos, un cambio climático radical.

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Pero antes de ofrecernos este ejemplo notable, Gaia nos presenta una visión general de la situación de los hielos en todo el mundo, destacando los desafíos a los que se enfrentan personas como Norphel. El servicio mundial de control de los glaciares dice que, de promedio, desde 1970 casi todos los glaciares se han retirado unos 14 metros. Estos gigantescos almacenamientos de agua proveen de riego, de agua potable y proporcionan energía eléctrica, siendo también cabeceras de algunos de los ríos más importantes del mundo, como el Lancang, el Danubio de Oriente, en China, cuyos científicos afirman que el 70% de los glaciares de cabecera ya han desaparecido (1).

El calentamiento global está afectando de manera inquietante la vida en Ladakhi, donde el blanco de las montañas se transforma en los colores ocres de la tierra. Los habitantes han visto desaparecer glaciares enteros; sólo los más altos permanecen todavía blancos. Las precipitaciones han disminuido, y ahora lo hacen de manera errática e impredecible, no como antes que se seguían los ritmos de la naturaleza, con la lluvia presente en determinadas estaciones ayudando a completar el agua necesaria para las actividades humanas. Eso ha desaparecido, alterado ya el curso de los ritmos naturales.

Este aumento de las temperaturas se está haciendo sentir en todo el planeta: los desiertos de todo el mundo están creciendo; el agua se evapora más rápidamente. La desertificación se come cada año millones de hectáreas de suelo cultivable. En China se está construyendo un enorme muro verde, un cinturón de árboles, con la esperanza de poder detener el desierto de Kubuqi, que se propaga hacia el este. Es el Dust Bowl de China, la mayor cuenca de polvo del mundo. Hace sólo cincuenta años esta área eran pastizales, cultivos, se criaba ganado vacuno y ovino. Hoy en día, las tormentas de viento en el desierto de Kubuqi forman enormes penachos de polvo que atraviesen el Pacífico y llegan a la costa este de Estados Unidos.

El noroeste de China está al borde de un gran colapso ecológico” (2)

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Gaia viaja también a Lima, Perú (con una población de 9 millones de habitantes), para comprobar cómo hace frente la gente a la desertificación. Lima tiene menos de 15 mm anuales de precipitaciones. Es la segunda mayor ciudad situada en zona desértica. Con los años, la ciudad ha ido aprovechando el agua del río Rimac, alimentado por los glaciares de los Andes. Más del 70% de los glaciares situados en zonas tropicales se encuentran en Perú. Pero desde la década de 1970, dos tercios de los glaciares que abastecen al río Rimac han desaparecido por el calentamiento global producido por las actividades humanas. Hoy en día, Lima tiene escasez de agua, con períodos de ausencia de agua corriente en las casas, en una ciudad donde viven nueve millones de personas.

En las afueras de Lima, dos millones de inmigrantes viven en la pobreza, y es aquí, en un barrio pobre, el de Bellavista, donde la gente tienen apenas unas pocas pertenencias, un hombre llamado Javier Torres Luna está luchando contra los estragos de la desertificación.

Javier está intentando reforestar las dunas de arena, pero con una ausencia casi total de agua de lluvia es difícil. Sin embargo, durante los meses de mayo y noviembre, se produce una humedad atmosférica muy alta, una espesa niebla que se cierne de manera constante sobre la ciudad. Se debe a la inversión térmica. Esta niebla es vapor de agua.

En las redes se condensa el vapor de agua. Es lo mismo que hace la secoya de California, que retiene las gotas de agua de la niebla.

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Este agua captada fluye a través de tuberías y pasa por unos filtros de arena, almacenándose en unos depósitos. Este agua se utiliza para beber, lavar o el riego de los árboles más jóvenes.

Dentro de cuatro años, los árboles podrán retener la niebla, generando una escorrentía hacia el suelo que podría reponer los antiguos pozos, por primera vez en 500 años, desde que los conquistadores españoles costaron los viejos bosques que allí había.

Una tras otra, Gaia va recogiendo las soluciones que da el ingenio humano para luchar contra el calentamiento global. Sin embargo, sus páginas se tiñen de posibles extinciones:

Si bien la extinción de especies es un fenómeno natural y común, de los aproximadamente 4 mil millones de especies que han habitado la tierra, el 99% ya ha desaparecido, sin embargo, la tasa de extinción se compensa generalmente por la aparición de nuevas especies. Pero esa extinción se está produciendo tan rápidamente que la naturaleza no puede seguir ese ritmo… La tasa actual de extinción es de 1.000 a 10.000 veces la tasa natural de reposición. Esto es lo que se denomina la Quinta gran extinción” ( pág. 239).

Una cosa es leer que la tasa de extinción es de 1.000, pero otra cosa es imaginarlo. Considere por ejemplo que el borde del Sistema Solar está 1.000 veces más lejos que Plutón. O imagine multiplicar su sueldo por mil. Pero no hablamos de 1.000 veces, sino incluso de 10.000 veces, como se sugiere en el libro de Gaia.

En el Archipiélago de las Galápagos: “…en los últimos 150 años, la duración de la vida de las tortugas más viejas, estas islas han experimentado mayores cambios y más rápidos que en sus 5 millones de años de historia anteriores” (página 252). Esto podría ser una tasa de 10.000 veces.

Y hablando de cambios rápidos: “…mientras avanzamos en el Antropoceno, las selvas tropicales se están talando a un ritmo de 1,5 hectáreas por segundo, penetrando la deforestación incluso en el interior de las últimas selvas vírgenes que quedan” (pág. 267). Eso supone 23.310 hectáreas al día, o 8,5 millones de hectáreas al año.

La deforestación de 8,5 de hectáreas al año tiene consecuencias incalculables: “…la mayor selva tropical del mundo, la gran selva Amazónica, que establece los patrones climáticos y de lluvia de todo el continente, está ahora amenazada y en proceso de convertirse en una sabana, y luego en un desierto” (pág. 267).

En las últimas décadas están desapareciendo los bosques tropicales, que establecen los regímenes pluviométricos o climáticos de todo el continente.

El año 2100

Epílogo del libro de Gaia: El Mundo que hemos modelado es un maravilloso libro, muy bien escrito, que merece la pena leer. Al final se adelante al 10 de octubre del año 2100, cuando su hijo Kipp tenga 87 años, describiendo el mundo que le rodea, una descripción llena de sorpresas y del cumplimiento de algunas expectativas. El mundo decididamente ha cambiado mucho para aquel entonces…

Tal vez entonces pueda dormir un poco mejor gracias a la pericia del ingenio humano, de personas que viven en los lugares más remotos del mundo, donde pocas personas han podido viajar, una de ellas Gaia, que ha recorrido los confines de la tierra, y donde se hace notar el cambio climático inducido por el hombre.

Postdata: “Sin embargo, nada es comparable con la escala y la velocidad de nuestro impacto en la tierra desde la Segunda Guerra Mundial… la Gran Aceleración… Se tardaron 50.000 años para que el ser humano alcanzase una población de 1000 millones de personas, pero sólo en los últimos diez años hemos añadido otros 1000 millones. La Gran Aceleración es una actitud básicamente suicida” Gaia Vance.

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(1).-Wang Guanqun, ed., “Glaciers on China’s Qinghai-Tibet Plateau Melting Fast due to Global Warming”, China Weekly, Global Edition, (xinhuanet.com), October 21, 2011. [↩]

(2).-Lester R. Brown, The World’s Biggest Dust Bowl: China is Losing the War on Advancing Deserts,” The New York Times, August 13, 2013. [↩]

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Robert Hunziker, que anteriormente era encargado de la gestión de fondos, es un profesional independiente que se ocupa de las transacciones mundiales de materiales y un escritor free lance que publica en varios diarios de negocios. Hunziker obtuvo el título de MA en Historia Económica por la Universidad de DePaul, Chicago, y reside actualmente en Los Ángeles. Puede ponerse en contacto con él en la siguiente dirección de correo: rlhunziker@gmail.com. Lea otros artículos de Robert Hunziker.

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Procedencia del artículo:

http://dissidentvoice.org/2015/02/meeting-the-challenges-of-global-warming/

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