¿Estamos hipnotizados por la demagogia de los partidos?

por Dennis Rahkonen / 25 de mayo 2010

Esto se parece a los Toyota Runaway, que se desbocan y ya no se puede mantener el control sobre ellos.

La explosión de una mina de carbón, un pozo petrolífero en llamas, desencadenándose un desastre medioambiental de características nunca conocidas hasta ahora.

Los empleos no dejan de disminuir, dejando a las familias a la intemperie, ya sea aquí o en Grecia, sólo que los banqueros siguen mostrando su espíritu codicioso.
En EE.UU las calles están llenas de baches, están cerrándose las bibliotecas o reduciendo sus horas de funcionamiento, las escuelas están en ruinas, la policía y los servicios de protección contra incendios van de mal en peor, a causa de la insolvencia de los gobiernos locales.

Los ricos, de forma obscena, no pagan impuestos, y los trabajadores no reciben unos salarios justos de acuerdo con la riqueza social que crean.

El dinero que se debiera invertir en las necesidades de los hombres, se malgasta en guerras sin fin y en las cerca de 800 bases militares de que dispone EE.UU repartidas por todo el mundo, que están generando justificadamente cada vez mayor odio global hacia nuestro país.

Estamos frente a la iniquidad y una asombrosa injusticia, aunque echan la culpa a los inmigrantes, porque dicen que no tienen documentación, sin tener en cuenta que tienen sus estómagos vacíos sintiendo lo que ellos aún no han experimentado, necesitándose una unidad sin fisuras de toda la clase trabajadora.

¿Esta paja presente en el viento tendrá que convertirse en el tamaño de ramas de árbol sacudidas por un huracán para que veamos lo que está ocurriendo? ¿Deben hacerse estas señales de alarma del tamaño de balones medicinales? ¿O es que estamos irremediablemente hipnotizados por las distracciones de los partidos y su demagogia?

El capitalismo se ha desbocado. Es el fin de una forma de vida.

Este sistema que adoctrina desde la Escuela Primaria para la veneración ciega, ha demostrado ser un implacable saqueo, un asalto especulativo sobre el bienestar, el bien común y la Madre Tierra.

Nuestra única salvación es frenar los monopolios, las corporaciones, promulgar la protección de los trabajadores y del consumidor, además de fomentar una mentalidad en la que prevalezca la defensa del ambiente, clave para la supervivencia universal.

Si eso no puede lograrse en este contexto capitalista, que se hace más evidente cada día que pasa, ¿entonces no estamos obligados a avanzar hacia una democracia liberadora para todos los estadounidenses y sus pares extranjeros, y a pedir un salario digno?

Los empleos, el bienestar de las familias, las pensiones, todo ello es cruelmente sacrificado en el impío altar del Dow Jones.
Tenemos que lanzar todos una voz unánime para que no pueda ser acallada ni ignorada.

Nos enfrentamos ante la eventual posibilidad de que el pueblo mismo tome las minas, las fábricas, los medios de producción, en consonancia con el derecho revolucionario en casos de extrema necesidad.

Es una triste y cruda realidad  en lo que esta intolerable situación actual se ha convertido. La verdad, en sentido literal, es que algo siniestro lame nuestros tobillos mientras paseamos por las playas de la Costa del Golfo de México.

Es la crisis del capitalismo.

¿Se puede cambiar su carácter destructivo, o son los trabajadores los que se hagan con el control de la situación?

http://dissidentvoice.org/2010/05/its-crunch-time-for-capitalism/