El ascenso de la extrema derecha, una reacción contra la derecha neoliberal

 Por James Petras, 30 de mayo de 2014

Dissident Voice

extrema_derecha_europa2Las elecciones al Parlamento Europeo han sido testigos de un gran avance de los partidos de extrema derecha en toda la región. El ascenso de la extrema derecha se extiende desde los países nórdicos, el Reino Unidos, los países Bálticos, los Países Bajos, hasta la Europa Central y el Este del Mediterráneo.

La mayoría de estos partidos de extrema derecha, si no todos, marcan una ruptura con los actuales gobiernos neoliberales de socialdemócratas y democristianos, que han presidido una década de crisis.

La extrema derecha no se puede entender simplemente etiquetándola de fascista, racista y antisemita, sino que su ascenso se debe entender en el contexto de una desintegración de las instituciones políticas, sociales y económicas, el descenso generalizado de los anteriores niveles de vida y la desintegración de los lazos comunitarios y de solidaridad de clase. Todo el edificio político construido por los partidos neoliberales tiene una gran responsabilidad en la crisis sistémica y en la decadencia de una forma de vida. De este modo se puede entender que un creciente número de trabajadores voten por la extrema derecha.

La llamada izquierda radical, que por lo general hace referencia a los partidos que se encuentran a la izquierda de los partidos socialdemócratas, con la excepción de SYRIZA en Grecia, no han podido sacar provecho de la decadencia de los partidos neoliberales. Hay varias razones que explican la falta de una polarización izquierda-derecha. La mayor parte de la izquierda radical acabó finalmente por dar un apoyo crítico a uno u otro partido laborista o socialdemócrata, y suavizaron los desastres políticos y económicos que se han perpetrado. En segundo lugar, las posturas de la izquierda radical sobre algunas cuestiones eran irrelevantes u ofensivas para algunos trabajadores, por ejemplo, el tema del matrimonio homosexual y las políticas de identidad. En tercer lugar, la izquierda radical reclutó en sus filas a destacadas, y desacreditadas, personalidades de los partidos laboristas y socialdemócratas, levantando sospechas de que se trataba de los mismos engaños anteriores con otro ropaje. En cuarto lugar, la izquierda radical ha realizado declaraciones contundentes a favor de cambios estructurales, pero carece de organizaciones que sí posee la extrema derecha, como los comedores populares y clínicas para tratar los problemas del día a día.

Mientras que la extrema derecha pasa por encima de las constituciones neoliberales, desafiando los amplios poderes de las élites de Bruselas, la posición de la izquierda es ambigua: su apoyo a una Europa social implica el compromiso de reformar unas estructuras desacreditadas y moribundas. La extrema derecha propone un capitalismo nacional ajeno a Bruselas; la izquierda propone un socialismo manteniendo la Unión Europea. Los partidos de izquierda, los partidos comunistas y grupos de aparición más reciente, como Syriza en Grecia, han tenido unos resultados irregulares. En general se han estancado o han perdido apoyo a pesar de la crisis económica. Algunos han hechos progresos, como Syriza, pero no pudieron romper la barreta del 30%, y carecen de aliados electorales. Como resultado de todo esto, el reto más inmediato frente al status quo neoliberal viene de los partidos de extrema derecha y de los movimientos sociales extraparlamentarios y sindicatos. En lo inmediato, la crisis de la Unión Europea se juega entre el asentamiento neoliberal y la extrema derecha.

La naturaleza de la extrema derecha

La extrema derecha ha ganado apoyos en gran medida porque ha denunciado los cuatro pilares del establishment neoliberal: la globalización, control financiero externo, el control por decreto de la Troika de Bruselas y la afluencia de la mano de obra barata de los inmigrantes.

El nacionalismo, abrazado por la extrema derecha, está ligado al capitalismo nacional: productores locales, minoristas y agricultores que se oponen a los partidarios del libre comercio, de las fusiones y la intromisión de la Banca internacional y las grandes multinacionales. La extrema derecha tiene sus prosélitos entre las élites provinciales y las pequeñas empresas, así como entre trabajadores que se han visto arrinconados por el cierre de empresas o deslocalizaciones.

El nacionalismo de la extrema derecha es proteccionista, buscando establecer barreras arancelarias y regulaciones estatales para proteger la industria nacional y a los trabajadores de la competencia desleal de los conglomerados extranjeros y de la mano de obra barata inmigrante.

El problema es que ese proteccionismo limita las importaciones de bienes de consumo baratos que se venden en muchas tiendas pequeñas y que son asequibles para los trabajadores y la clase media baja. El sueño de la extrema derecha es un modelo corporativista, donde los trabajadores y las industrias de un país se opongan al Capitalismo liberal y a los sindicatos de clase. Ante el retroceso de la lucha de clases, la política de la derecha neoliberal se reconfigura con una extrema derecha que incluye al capital nacional y a un Estado paternalista.

En definitiva, el nacionalismo de la extrema derecha evoca un pasado mítico de armonía donde el capital nacional y el trabajo se unen bajo una identidad comunitaria común para hacer frente a los capitales extranjeros y la mano de obra inmigrante barata.

Estrategia política: política electoral y extraparlamentaria

Actualmente, la extrema derecha se orienta principalmente a la política electoral, sobre todo a medida que va ganando apoyo entre las masas. Ha aumentado la participación de su electorado mediante la combinación de una movilización de masas y la organización de sus grupos en el período electoral, sobre todo en las zonas deprimidas. Han atraído a votantes de la clase media de la derecha neoliberal y a votantes de la clase trabajadora de la vieja izquierda. Mientras que algunos sectores de la extrema derecha, al igual que Amanecer Dorado en Grecia, hacen alarde abiertamente de símbolos fascistas, banderas y uniformes, provocando peleas callejeras, otros presionan a la derecha neoliberal para que acepten algunas de sus demandas, especialmente en relación con la inmigración y la deportación de ilegales. De momento, la mayor parte del nuevo enfoque de la extrema derecha está en hacer avanzar su agenda y ganar partidarios mediante agresivos llamamientos dentro del orden constitucional, manteniendo a los grupos más violentos bajo control. Por otra parte, el clima político actual no es propicio para abrir una lucha callejera extraparlamentaria, donde la extrema derecha sería aplastada fácilmente. La mayoría de los estrategas de extrema derecha creen que en el actual contexto es mejor la acumulación de fuerzas a través de métodos pacíficos.

Condiciones que han facilitado el auge de la extrema derecha

Hay varios factores estructurales que explican el crecimiento de la extrema derecha en Europa:

– En primer lugar, hay un retroceso en el poder democrático de las instituciones resultantes de la centralización del poder ( el poder legislativo en mano de la élite autoproclamada en Bruselas). La extrema derecha sostiene que la Unión Europea se ha convertido en una Institución política autoritaria que priva de sus derechos a los votantes e impone duros programas de austeridad sin un mandato popular.

– En segundo lugar, los intereses nacionales se han subordinado en beneficio de la élite financiera, a la que se identifica como responsable de las duras políticas que han socavado los niveles de vida y devastado la industria local. La nación de la extrema derecha es un contrapeso a la Troika de Bruselas (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea).

– En tercer lugar, la liberalización ha erosionado la industria local y las comunidades, acabando con la legislación laboral que les daba protección. La extrema derecha denuncia las políticas de inmigración que permiten la entrada de mano de obra barata en un momento en el que el desempleo es muy elevado debido a la profunda depresión. La crisis del capitalismo se combina con la gran fuerza de la mano de obra barata de los inmigrantes, lo que constituye uno de los llamamientos de la extrema derecha a los trabajadores, especialmente a aquellos que se encuentran en situación precaria o desempleados.

 

Extrema derecha: contradicciones y doble discurso

La extrema derecha, al tiempo que critica el desempleo en los estados neoliberales, centra su crítica principalmente en los inmigrantes que compiten contra los trabajadores nacionales por el mercado de trabajo, más que en su crítica a los capitalistas, de cuyas decisiones de inversión dependen los niveles de trabajo y desempleo.

La extrema derecha ataca la naturaleza autoritaria de la Unión Europea, pero su propia estructura, su ideología y su historia previa hablan de un Estado represivo.

La extrema derecha propone poner límites al control que ejercen las multinacionales de las economías nacionales, pero su propia visión de Estado nacional, sobre todo uno vinculado a la OTAN, las corporaciones multinacionales y las guerras imperialistas, no proporcionan ninguna base para la reconstrucción de las economías nacionales.

La extrema derecha habla de las necesidades de los desposeídos y de la necesidad de poner fin a la austeridad, pero evita el único mecanismo eficaz en la lucha contra las desigualdades: la organización de clase y la lucha de clases. Su visión de la colaboración entre el capital productivo y el trabajo se contradice con la agresiva ofensiva capitalista para reducir los salarios, los servicios sociales, las pensiones y las condiciones de trabajo. Señalan a los inmigrantes como la causa del desempleo, mientras que se olvidan del papel de los capitalistas en contratar y despedir, que invierten en el extranjero, deslocalizando las empresas e introduciendo tecnología que sustituye la mano de obra.

Centran su ira contra los inmigrantes, en lugar de mirar hacia arriba, hacia los propietarios de los medios de producción, de financiación y distribución, que en última instancia manipulan el mercado laboral.

Mientras tanto, la defensa a ultranza de la izquierda radical de la inmigración ilimitada en nombre de una abstracta solidaridad internacional de los trabajadores, expone un sesgo liberal arrogante, como si nunca hubieran consultado a los trabajadores que tienen que competir con los inmigrantes por los escasos puestos de trabajo, cada día en unas condiciones más desfavorables.

La izquierda radical, bajo la bandera de la solidaridad internacional, ignora el hecho histórico de que el internacionalismo se debe construir sobre una sólida base nacional y la organización de los trabajadores.

La izquierda ha permitido que la extrema derecha explote y manipule unas reivindicaciones nacionales justas. La izquierda radical contrapone nacionalismo a socialismo, en lugar de verlos entrelazados, especialmente en el actual contexto de una Unión Europea dominada por el imperialismo.

La lucha por la independencia nacional y la desintegración de la Unión Europea, es esencial para la lucha por la democracia y la profundización de la lucha de clases, en favor del empleo y el bienestar social. La lucha de clases es más potente y eficaz en el terrero familiar nacional, en lugar de enfrentarse a los distantes supervisores de Bruselas.

La idea de muchos líderes de la izquierda radical de una UE en una Europa social, o la de convertir a la Unión Europea en una Unión Europea de Estados socialistas, simplemente lo que hace es prolongar el sufrimiento de los trabajadores y seguir subordinando las naciones a los banqueros no electos que dirigen la UE. Nadie cree seriamente que por la compra de acciones de Deutsch Bank y de participar en las asambleas anuales de accionistas se va a transformar en un banco popular. Sin embargo, el Banco de los Bancos, la Troika, establece todas las políticas de cada Estado miembro de la Unión Europea. Cautivado en una especie de metafísica europea, la izquierda ha olvidado su papel en el avance de la lucha de clases a través de las luchas nacionales contra los oligarcas de la UE.

Resultados y perspectivas

La extrema derecha está avanzando rápidamente, aunque de forma muy desigual en toda Europa. Su apoyo no parece algo efímero, sino algo estable, por lo menos a mediano plazo. Las causas son estructurales y el resultado de explotar la crisis socieconómica provocada por los Gobiernos de la derecha neoliberal y la denuncia de las políticas autoritarias antinacionales de la oligarquía no electa de la UE.

La extrema derecha está en oposición. Sus protestas resuenan lejos de los centros de mando de la economía capitalista y estatal.

¿Serán capaces de pasar de la oposición al poder? Los neoliberales intentarán diluir y disgregar su base social actual.

Las contradicciones se profundizan cuando los movimientos de extrema derecha van desde la oposición a compartir el poder con la derecha neoliberal. Las redadas masivas y deportaciones de trabajadores inmigrantes no van a cambiar las políticas capitalistas de empleo, ni van a restablecer los servicios sociales o mejorar los niveles de vida. Promover el capital nacional sobre el extranjero a través de algún sindicato corporativista del capital y el trabajo, no va reducir los conflictos de clase. Es poco realista imaginar un capital nacional que rechazase a socios extranjeros en interés de su mano de obra.

Las divisiones dentro de la derecha nacionalista, entre los sectores corporativistas y los abiertamente fascistas, se intensificarán. El establecimiento de un capital nacional, los procedimientos democráticos y las desigualdades sociales, probablemente traigan consigo una nueva oleada de conflictos de base, exponiendo la farsa de la extrema derecha nacionalista. Una izquierda comprometida, incrustada en el terreno nacional, orgullosa de sus tradiciones nacionales y de clase, capaz de unir a los trabajadores independientemente de su identidad étnica o religiosa, puede recuperar partidarios y volver a convertirse en una alternativa real frente a las dos caras de la derecha, la derecha neoliberal y la extrema derecha nacionalista. La prolongada crisis económica, el retroceso en los niveles de vida, el desempleo y la inseguridad personal, propulsa el ascenso de la extrema derecha nacionalista, lo que también podría conducir a la aparición de una izquierda ligada a la realidad nacional, de clase y con lazos dentro de la comunidad. Los neoliberales no tienen ya soluciones que ofrecer a los desastres que han creado; los movimientos de extrema derecha han provocado una respuesta reaccionaria. ¿Tiene la izquierda la solución? Sólo mediante el derrocamiento del Gobierno despótico e imperial de Bruselas se puede comenzar a abordar las cuestiones nacionales de clase.

Observaciones finales

En ausencia de una alternativa de izquierdas, los votantes de la clase trabajadora han optado por dos alternativas: la abstención masiva y la huelga. En las recientes elecciones al Parlamento Europeo, el 60% del electorado francés se abstuvo, con cerca de un 80% de abstención en los barrios de clase trabajadora. Este patrón se ha repetido, o incluso superado, por toda la UE. En las semanas y días anteriores a la votación, los trabajadores salieron a las calles. Se han producido grandes huelgas de funcionarios y de los astilleros, y de otros sectores y enormes manifestaciones por parte de las clases populares en paro, a los que especialmente afecta los recortes impuestos por la UE en los servicios sociales, la educación, la salud, las pensiones, el cierre de fábricas. La abstención de los votantes y las manifestaciones generalizadas en la calle, apuntan a que una gran parte de la población rechaza tanto a la derecha neoliberal de la Troika como a la extrema derecha.

James Petras, ex profesor de Sociología de la Universidad de Binghamton, Nueva York, lleva 50 años en el asunto de la lucha de clases; es asesor de los Campesinos sin Tierra y sin trabajo en Brasil y Argentina, y coautor de Globalización desenmascarada (Zed Books), siendo su libro más reciente Sionismo, Militarismo y la Decadencia del Poder estadounidense (Clarity Press, 2008). Se le puede escribir a la siguiente dirección: jpetras@binghamton.edu. Otros artículos de James Petras

Procedencia del artículo: http://dissidentvoice.org/2014/05/the-rise-of-the-european-right-reaction-to-the-neoliberal-right/#more-54378

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