Por Mae Chan, 17 de abril de 2015
La dieta occidental y nuestro estilo de vida, comidas rápidas y procesadas, llevan aparejados una menor diversidad de bacterias en el intestino, dicen los investigadores.
Las bacterias beneficiosas del intestino atacan a los agentes patógenos, sintetizan vitaminas e incluso actúan como agentes contra el cáncer. Recientes investigaciones han ido descubriendo el papel de los microbios que viven en el intestino y cómo pueden afectar a lo que sucede en nuestro cuerpo.
Cada persona alberga una colección única y variada de bacterias, que es el resultado de lo que ha ido sucediendo en su vida, de sus interacciones con el medio ambiente, con su dieta y con los medicamentos que se haya administrado.
Los nuevos hallazgos, que provienen de un análisis de la diversidad de especies en el microbioma intestinal de personas de Estados en comparación con las personas que viven en zonas rurales de Papúa Nueva Guinea, vienen a reforzar anteriores descubrimientos que relacionan las dietas y el estilo de vida occidental con una reducción de la diversidad en el microbioma.
“La comprensión de la diversidad de comunidades y los mecanismos por los cuales cada individuo tiene una en particular, nos permitirá usar su comunidad en particular para evaluar las enfermedades”, dice el autor Patrick D. Schloss, profesor asociado de microbiología e inmunología de la Escuela de Medicina de la UM (Universidad de Michigan).
“En Papúa Nueva Guinea existen comunidades con mayor diversidad bacteriana, con una menor variación entre los individuos, con muy diferentes perfiles en cuanto a su abundancia y con linajes bacterianos que no se encuentran entre los residentes de Estados Unidos”, dijeron los autores en la revista Cell.
Los estudios anteriores han sido poco claros en cuanto a la influencia del estilo de vida occidental en la diversidad bacteriana, este nuevo análisis sugiere que la diversidad de especies podría estar relacionada con la capacidad para transmitir especies entre unas personas, que cada vez estaría más limitada.
“Hay varios aspectos del estilo de vida occidental que se ha visto pueden alterar el microbioma intestinal y disminuir la diversidad”, dijo el autor principal, Jens Walter del Departamento de Agricultura, Alimentación y Ciencias Nutricionales de la Universidad de Alberta. “Esto incluye la dieta, las instalaciones sanitarias, las prácticas clínicas, tales como el uso de antibióticos o las cesáreas, pero carecemos de una comprensión conceptual de cómo alteran nuestro microbioma”.
“Estos descubrimientos sugieren que un determinado estilo de vida influye en la dispersión bacteriana, específicamente las instalaciones sanitarias y el tratamiento del agua potable, que podría causar una importante alteración del microbioma”, agregó Walter. “Proponemos un modelo basado en una teoría ecológica que proporcione una explicación de la disminución de la diversidad de la microbiota en las sociedades urbanas industrializadas”.
Detalles de la investigación
Walter y sus colegas compararon las bacterias fecales de los adultos de dos regiones rurales no industrializadas de Papúa Nueva Guinea con las de los residentes en Estados Unidos. Papúa Nueva Guinea sigue siendo unos de los países menos urbanizados del mundo y los individuos que fueron estudiados llevaban un estilo de vida tradicional, basado en la agricultura de subsistencia.
El equipo de investigación encontró que en Papúa Nueva Guinea las personas tienen un microbioma con mayor diversidad bacteriana, las variaciones entre los individuos son menores, y su composición tiene un perfil muy diferente de los residentes en Estados Unidos.
Los residentes en Estados Unidos carecen aproximadamente de 50 tipos de bacterias que sí se encuentran en Papúa Nueva Guinea.
Análisis posteriores sugieren la importancia relativa de los procesos ecológicos en la estructuración de la microbiota intestinal, lo que establece una diferencia entre las sociedades occidentalizadas y las no industrializadas, señalando específicamente que la dispersión de bacterias o la capacidad de las bacterias para pasar de un individuo a otro parece ser el proceso dominante para dar forma a la población de bacterias intestinales en los habitantes de Papúa Nueva Guinea, pero no en los residentes en Estados Unidos.
Walter y sus colegas sugieren que estos resultados tienen implicaciones en la dieta y la salud humana, y añaden que un microbioma alterado asociado al modo de vida occidental podría estar contribuyendo al aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles, como pasa en los países industrializados.
Mientras que los estilos de vida y las modernas dietas occidentales pueden estar afectando a la microbiota e influir en el riesgo de padecer ciertas enfermedades, el equipo sin embargo se cuida de no cuestionar las formas de vida moderna, señalando que en general, la salud y la esperanza de vida es mayor en las sociedades occidentalizadas.
“Sin embargo, debemos pensar en cómo podemos reducir los daños colaterales fruto de las prácticas del estilo de vida moderno y su influencia en el microbioma intestinal, sin perjuicio de los beneficios que aporta”, dijo uno de los coautores del estudio, Andrew Greenhill, de la Federación Universitaria de Australia.
“Los resultados de este estudio proporcionan una información que podría ser utilizada para desarrollar estrategias para prevenir y corregir el impacto de la occidentalización y apoyar la dispersión y la transmisión de bacterias de las que ya nos hemos desprendido”, dijo.
Las bacterias presentes en nuestro cuerpo son sus amigas, no sus enemigas. No luche contra ellas, sino déjelas, simplemente, en paz.
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