La complicidad de Occidente con Israel: acuerdos económicos preferenciales y ayuda militar

Por Salena Tramel, 17 de julio de 2014

Common Dreams

Palestinos en una playa de la Franja de Gaza (Foto: Salena Tramel)
Palestinos en una playa de la Franja de Gaza (Foto: Salena Tramel)

Los nombres de los cuatro niños sobresalían como puñales en la lista de muertos que aparecía en mi pantalla de ordenador, nombres que me traían recuerdos. Recuerdos de niños riendo mientras volaban sus cometas en una playa de Gaza. Todo ello inundó mi mente: ¿ son esos niños los que conocía y ahora están entre la lista de los 211 muertos en Gaza?

No importa si fueron o no sus risas, las de Ahed (10 años), Zakaria (10 años), Mohammed (11 años) o Ismail (9 años), con los que pasé un tiempo y su familia de Bakr, una comunidad pesquera de Gaza. Sus padres y sus seres queridos recordarán de memoria sus risas, y es probable que las recuerden toda su vida, todo lo que de inocente había en ellas.

Mi trabajo me ha hecho recorrer todo el mundo, pero ha sido entre los palestinos de Gaza, como los de Bakr, quienes más me han abierto los ojos. He visitado este territorio viarios veces durante los últimos años, como encargada del Programa Grassroots international.

El más desgarrador de esos viajes lo hice en el año 2009, pocas semanas después de que murieran más de 1300 palestinos, la mayoría civiles, en la Operación Plomo Fundido del Ejército israelí. Los activistas palestinos de derechos humanos y líderes de movimientos populares querían que viésemos el daño causado y que todo el mundo se enterase de aquello: la destrucción era evidente.

En el año 2010 visité Haití tras el devastador terremoto de 2010. Lo que vi en Gaza era semejante a la destrucción causada por un terremoto, y al igual que el terremoto, la operación militar no paró en mientes de si eran o no personas vulnerables: habían sido arrasados hospitales, escuelas y viviendas.

Esta vez no es diferente

Mi mamá me explicó lo que se siente cuando un tsunami destruye un barrio”, escribió Safa ‘Abdel Rahman-Madi de Ramallah en el periódico Voces Judías por la Paz. El Gobierno israelí niega de forma continua a Safa el permiso para visitar a su familia de Gaza. Los telefonea varias veces al día para saber cómo se encuentran. “Pensé que si se trataba de un tsunami, tal vez la comunidad internacional actuase de forma rápida para salvar vidas inocentes”, decía Safa.

La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), señala que el 76% de los muertes en esta operación militar del Ejército israelí son civiles. También dice en su Informe que desconocen la identidad de un 12%, por lo que fácilmente el número de civiles muertos supere el 80%.

La semana pasada un amigo escribía que seis de los miembros de su familia habían sido asesinados por el ataque de Israel, tres de ellos mujeres, y entre las mujeres una abuela. “Nos siguen bombardeando desde todas las partes. Quiero gritar con toda mi corazón”, decía sólo 30 minutos después de enterarse de lo ocurrido.

A principios de esta semana, el Ejército de Israel atacó un centro de personas discapacitadas, matando a tres pacientes y una enfermera. Estos ataques, como el que mató a los cuatro niños de Bakr, continúan a pesar de la insistencia de la Fuerzas Armadas de Israel ( que tienen la complacencia de casi todos los medios de comunicación occidentales) que se esforzarían en causar el menor daño posible a los civiles. Por supuesto, Hamas y otros grupos no están libres de culpa porque mataron a un israelí, la primera víctima desde que comenzó la Operación Margen de Protección.

Por mi experiencia en Gaza, y por la información que recibo de forma constante de mis amigos palestinos, me ha obligado a salir para informar mejor frente a las noticias de los medios dominantes. Como ciudadana estadounidense que vive en Europa, veo que existe una complicidad cada vez que un misil israelí sale disparado, ya que recibe financiación militar y se firman acuerdos comerciales preferenciales, enmarcando la crisis actual como un nuevo ciclo de violencia o de venganza israelí, se hace un periodismo poco ético, con consecuencias indeseables para todos los involucrados.

Los palestinos que conozco en Gaza son incansables, incluso en esta terrible situación. Viendo los vídeos que se capturan mediante los teléfonos móviles desde las ventanas de los edificios, donde se ve el infierno en que se ha convertido o los cortejos fúnebres que discurren por las calles, hay un atisbo de esperanza, algo de humanidad.

Mi madre quiere donar sangre para los heridos, y le preguntamos que dónde quería ir”, decía alguien en Facebook, una joven médico, que ofrecía asesoramiento y cuándo era el mejor momento para que la gente acudiera a los hospitales: “Por la mañana, entre las 8 y las 10”, sugería.

Un viejo colega ha subido una foto donde se le ve con su hijo de pie en la playa, ambos sonriendo, con las olas al fondo. “Son tiempos difíciles para Gaza, pero no deja de haber momentos de alegría, de amor y estar en familia”.

Me gustaría que ustedes también pudieran conocer a todas estas increíbles personas.

Este artículo se puede compartir libremente.

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Salena Tramel es periodista, consultora de Política Internacional y de Desarrollo, e Investigadora.

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Procedencia del artículo:

http://www.commondreams.org/view/2014/07/17

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Imágenes del bombardeo israelí de Gaza: http://cryptome.org/2014-info/gaza-bomb/gaza-bomb.htm

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