Por Sonali Kolhatkar, 27 de junio de 2014
El fútbol es el deporte más popular a nivel mundial. ¿Le puede a uno gustar el fútbol y al mismo tiempo odiar la celebración de la Copa del Mundo?
La Copa del Mundo de Brasil 2014 ha atraído a un número inusitado de espectadores estadounidenses, y se habla de que unos 23 millones de estadounidenses vieron el partido entre Estados Unidos y Portugal. A nivel mundial, los números son más impresionantes: ya la mitad del planeta vio el Mundial de Fútbol de 2010.
Aún así me niego a verlo, y he aquí las razones:
1.- Es un frenesí de publicidad Corporativa
Debido a que son miles millones de personas las que ven el Mundial de Fútbol, las Grandes Corporaciones se glorifican mediante la publicidad, Corporaciones como Coca-Cola, Visa, Budweiser, Microsoft, Volkswagen, Adidas, Marriot y Johnson & Johnson. La FIFA (Asociación Internacional de Fútbol), la principal organizadora del Mundial de Fútbol ha sido objeto de una intensa polémica, por el enfoque dado al multimillonario negocio del fútbol. Se espera que el Mundial de Fútbol de este año genere unos ingresos de 4 mil millones de dólares, la mayoría de ellos provenientes de la comercialización de los derechos televisivos. Eso supone un 66% más que la anterior Copa del Mundo.
Los anunciantes están echando espuma por la boca, ya que “ es el tema del que más se habla en los medios de comunicación”, según un representante de Johnson & Johnson. Como decía un ejecutivo de Coca-Cola en The New York Times, que sus planes publicitarios empezaron a concebirse hace tres años, debido a la oportunidad que se les ofrecía, “ya que la Copa del Mundo es el mayor evento deportivo a nivel mundial”. Coca-Cola está tratando de esquivar las críticas que se le han hecho de que su bebida azucarada induce la diabetes a través del fútbol, porque al parecer “Coca-Cola es la bebida de todo el mundo, y el fútbol es un deporte que se practica en todo el mundo”.
Incluso los propios jugadores también se han convertido en vehículos para la publicidad, ocupando el primer lugar el jugador brasileño Neymar, que es considerado el más vendible a nivel mundial. Marriot ha firmado acuerdos con los jugadores Omar González y Alexi Lalas, calificándolos de “Defensores del viajar”.
2.- Es extremadamente caro, agudizando la pobreza, fomentando el desplazamiento masivo de personas y acarreando la muerte de muchos trabajadores
Como la mayoría de los grandes acontecimientos deportivos internacionales, la Copa del Mundo exigen unas grandes inversiones en infraestructuras, desplazando a miles de personas. Las prioridades del Gobierno se vuelven del revés, ya que todo está al servicio del Complejo Deportivo Industrial Internacional.
En ninguna parte ha sido esto más evidente que en Brasil, donde las protestas se han convertido en algo cotidiano. The Guardian informó que más de un millón de brasileños se manifestaron en 80 ciudades de todo Brasil. Una gran huelga del metro en la metrópoli de Sao Paulo amenazó con colapsar todo el sistema de transporte. En The Guardian se decía: “Muchos manifestantes están enfurecidos porque el Gobierno esté gastando 31 mil millones de reales (más de 15 mil millones de dólares) para celebrar un torneo que sólo se va a celebrar aquí una vez, mientras que no se han abordado los problemas cotidianos”. Además, cientos de miles de brasileños han sido expulsado de sus hogares, las favelas, en nombre de la Copa del Mundo. Y un total de 9 trabajadores murieron en Brasil en esa locura de construcción de estadios para cumplir los requisitos de la FIFA.
Mientras tanto, ya están en marcha los planes para la Copa del Mundo en 2022, que se celebrarán en un Estado del Golfo de Arabia, Qatar. La mano de obra para las construcciones de Qatar está formada por cientos de miles de trabajadores inmigrantes, procedentes sobre todo del sur de Asia. Teniendo en cuenta la gran cantidad de trabajadores que mueren cada año en la año en las obras de Qatar, una investigación calcula que podrían ser unos 4000 los que podrían morir en la construcción de los estadios que exige la FIFA. En la revista The Nation, Dave Zirin en su nuevo libro, dice que el Mundial de Fútbol se ha convertido en “una herramienta para el saqueo neoliberal”.
Los fans del fútbol dicen que se puede ser crítico con la FIFA y gustarle la Copa del Mundo, lo cual es un razonamiento similar a los que les gusta el circo y odian Ringling Bros y Barnum & Bailey. Son los fans los que hacen de la Copa del Mundo una institución parasitaria, y asistiendo o viendo los partidos se sigue legitimando. No se hace solamente un favor al fútbol en sí.
3.- Es un espectáculo nacionalista, y por extensión, racista
Como la mayoría de los eventos deportivos internacionales, la Copa del Mundo se basa en la identificación de los aficionados por su nacionalidad, muchos de los cuales se pintan la cara con los colores de sus banderas nacionales. Cuando era niña, el deporte favorito de mi familia y de mis amigos era el cricket, un deporte que también está teñido con un fervor nacionalista similar. Amigos de diferentes países ven socavada su amistad, por ejemplo de la India y Pakistán, por la rivalidad nacionalista cuando asisten a los partidos. Siempre he odiado esta rivalidad en el contexto del cricket, y no es menos odioso ver a las gentes que asisten a la Copa del Mundo en disputas similares.
Es cierto que en algunos casos el orgullo nacionalista puede ayudar a superar problemas políticos internos, como ocurrió el año pasado con el equipo de fútbol de Afganistán. Pero ¿desde cuándo un equipo de fútbol es un sustituto para la paz después de décadas en guerra, que ha destruido las instituciones, fomentado la miseria y favoreciendo la violencia?
Entre los aficionados al fútbol de diferentes países también asoman las diferencias históricas, que se dirimen como un reto en el campo. En Política Exterior se dice: “El fútbol internacional tiene entre una de sus características más definitorias el ajuste de cuentas, donde parecen dirimirse las enemistades históricas”. Aunque pueda ser gratificante que una antigua colonia venza a su antiguo amo colonial, un partido de fútbol no reemplaza la justicia, sólo es un sustituto.
El nacionalismo se basa en la supremacía de un país frente a otro, un sentimiento coherente con el racismo. No es ninguna sorpresa, por tanto, que se hayan visto conductas racistas, como en el partido entre Rusia contra Corea del Sur, o en el de Croacia contra Brasil. Durante estos dos partidos los neonazis mostraron símbolos fascistas. Dos aficionados argentinos fueron detenidos por burlarse de los jugadores brasileños, a los que calificaron de “pequeños monos”. Y quizás lo más vergonzante sea el caso de los aficionados alemanes que se pintaron la cara de negro para imitar a los jugadores de Ghana en el partido entre los dos países. En todos estos casos se ha dicho que los responsables son los aficionados, no la FIFA, que dice tener una política de tolerancia cero contra el racismo.
4.- Es una celebración de la masculinidad, generando sexismo y homofobia
Es algo obvio, pero merece la pena recordarlo. Miles de millones de mujeres, hombres y niños de todo el mundo están viendo a 736 hombres (32 equipos con 23 jugadores cada uno) patear la pelota en el campo de juego. Sí, entre las mujeres también es muy popular el fútbol, aunque no tanto como entre los hombres. De hecho, cabe destacar que Copa del Mundo hace referencia a la que juegan los hombres, mientras que la femenina en el mismo deporte es calificada como tal por la consideración de género.
Un periodista decía en The Guardian: “A los hombres les gusta el fútbol porque los jugadores son hombres, y a los hombres les gusta ver jugar a otros hombres, y a lo que los hombres les gusta hacer y ver es ya de por sí culturalmente importante. Incluso por el hecho de que la Copa del Mundo no haga referencia a que es masculina, ya quita del medio a las mujeres”.
Son tres sólo las mujeres que forman parte del Comité Ejecutivo de la FIFA, de 28 miembros, y en una encuesta realizada entre mujeres que trabajaban en el mundo del fútbol se encontró que los dos tercios de ellas dijeron que habían experimentado discriminación de género en el lugar de trabajo.
Este deporte es de dominio casi absoluto de los hombres, patriarcal y sexista. La publicidad de la Copa del Mundo se centra casi exclusivamente en los hombres y sus estereotipos sexistas. En The Independent se decía: “campañas reaccionarias de marketing, volviendo a las de los años 1950; una toalla de playa hablando de los diminutos bikinis de las mujeres y fomentando la lascivia entre los hombres; las mujeres apareciendo como gruñonas o como objetos de escaparate”.
No debería ser ninguna sorpresa que ante la fiebre del Mundial de Fútbol se aliente en las redes sociales cosas como “Reglas para las mujeres durante la Copa del Mundo”, entre las que se incluye: “Son bienvenidas a ver el partido conmigo siempre y cuando estén en silencio”. Un estudio realizado durante los tres últimos torneos de los Mundiales de Fútbol, encontró que los incidencias por violencia doméstica aumentaron de forma significativa, sobre todo cuando los equipos favoritos de los hombres perdieron. Suzanne Martin, profesora de la Universidad del Londres, escribió: “Debe existir una versión especial de la masculinidad que se muestra durante las experiencias futbolísticas. El fútbol ofrece un contexto en el que predomina la cultura de pandillas y las mujeres son vistas como trofeos y objetos”.
Sólo hay que observar que los operadores de cámara del Mundial de Fútbol están a la caza y captura entre las multitudes de mujeres de perfil atractivo, como se dice en este blog de deportes: “Los operadores de cámara del Mundial de Fútbol de la FIFA tienen dos trabajos; documentar el torneo de fútbol para los aficionados de todo el mundo, y escoger a las mujeres más atractivas de entre las gradas, porque si bien el deporte ya es de por sí un entretenimiento no hace daño tirar un poco de queso de vez en cuando”.
De la mano de una cultura cargada de testosterona del Mundial de Fútbol es la homofobia, como se puso en evidencia de forma dramática en el reciente partido entre México y Camerún, cuando los aficionados mexicanos corearon insultos homofóbicos contra la selección de Camerún, que gritaron “puto” al portero. Sin embargo, el entrenador del equipo mexicano dijo que “no era algo tan malo” y que es un término que debe ser aceptado porque “es algo que hacen los aficionados para presionar al portero del equipo contrario”.
5.- Es una distracción de las cosas que importan
En los centros de trabajo, en los bares, restaurantes e incluso en los centros médicos no se habla de otra cosa durante estos días que el Mundial de Fútbol. En mi lugar de trabajo, se oyen gritos por los pasillos mientras se juegan los partidos. En el bar, el televisor está constantemente conectado con el Mundial, mientras los clientes miran hacia la pantalla y levantan sus manos en señal de acierto o error de los jugadores. Los mensajes en las redes sociales están dominados por los últimos goles que se han metido.
Mientras tanto, Irak sigue en una espiral de violencia; Israel ha lanzado ataques aéreos contra Siria; el Gobierno de Nigeria ha renunciado a la búsqueda de las niñas secuestradas; las elecciones en Afganistán se han mostrado como un fraude; miles de niños indocumentados procedentes de los países de América Central son hacinados en condiciones horribles en Estados Unidos; tres personas han sido ejecutadas en Georgia, Missouri y Florida en las últimas 24 horas; miles de residentes de Detroit han visto mermadas sus reservas de agua.
Pero la mayor parte de las gentes del mundo solo existe el Mundial de Fútbol. Esto no quiere decir que reflexionarían sobre las injusticias sociales si no hubiese Mundiales de Fútbol. Sin embargo, este tipo de circo es un bálsamo que calma, aunque lo peor que puede pasar es que tu equipo favorito pierda. La Copa Mundial de Fútbol no es más que una extravagancia comercial que infunde altas dosis de nacionalismo, racismo, y misoginia, y es honesto reconocer que pone en una perspectiva necesaria a este espectáculo.
Por estas razones me niego a ver el Mundial de Fútbol. Algunas de estas razones que aquí enumero son similares a las que aduzco para no ver los Juegos Olímpicos, o la Super Bowl, o cualquiera de otros eventos deportivo-dinerarios del mundo. En base a las respuestas que he recibido de amigos que son fervientes sugeridores del Mundial, espero que no genere aullidos de rabia y estridentes defensas del torneo. Lo que no parece es que esta manía del fútbol decaiga en cercanos tiempos venideros: el sueño es demasiado fuerte, los riesgos emocionales demasiado elevados.
Sonali Kolhatkar es productor ejecutivo de Uprising, un programa de radio que se emite todos los días en Pacific Radio. Tambien es directora de la Misión de Mujeres Afganas, una organización sin ánimo de lucro con sede en Estados Unidos, que apoya a las activistas a favor de los derechos de la mujeres en Afganistán. Es coautora de «Bleeding Afghanistan: Washington, Warlords, and the Propaganda of Silence.«
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Procedencia del artículo: http://www.commondreams.org/view/2014/06/27-6