De lo que no nos hablan en la campaña electoral: el agotamiento del petróleo y nuestro modo de vida

por Tina Lynn Evans, 12 de noviembre de 2011

Imagen obtenido en: http://www.newclearvision.com/2011/09/07/nowhere-to-run-nowhere-to-hide/

 Nuestro estilo de vida se basa en el petróleo. Éste es un concepto ampliamente aceptado por todos. Pero no se acepta de igual manera que las reservas de petróleo se están agotando, de modo que se está produciendo un aumento significativo de su precio y está afectando a la Economía. Y tampoco es idea muy aceptada que en un mundo con poco petróleo no podemos simplemente sentarnos y esperar al siguiente avance tecnológico para solucionar nuestros problemas energéticos: es preciso cambiar nuestra forma de vivir.

Inevitablemente no dentro de mucho la demanda mundial de petróleo y gas natural excederá a la extracción y oferta mundial. Quizás a algunos esto no les suene tan grave, ya que piensen que es un problema a largo plazo. Llevo estudiando el tema de la energía desde hace algunos años y he dado clases en la Universidad sobre este tema. He tratado de comprender la complejidad de las fuentes de energía y sus interrelaciones con la economía global, la geopolítica,la producción de alimentos, el transporte, y todo me lleva a una conclusión preocupante: el agotamiento del petróleo produce un cambio radical en la modernas sociedades industriales. Como lo demuestran las recientes protestas, en todas partes ya se está experimentando el impacto de los problemas económicos que se derivan, en parte, del agotamiento del petróleo, y esto es sólo el principio.

Los altos precios del petróleo se han traducido históricamente en una recesión económica, porque el petróleo no es como cualquier otro producto, sino el motor del mundo industrial. Si se produce la recuperación de la Economía Mundial, también traerá consigo una mayor demanda de petróleo, aumentando los precios y acarreando una nueva crisis económica. Cuando nos acercábamos al colapso económico de otoño de 2008, la producción de petróleo estaba en su pico más alto. No había mayor capacidad de producción, aún así los precios de dispararon y colocaron en una situación aún más difícil a una economía muy endeudada, contribuyendo a la crisis económica. Teniendo en cuenta que va a persistir la volatilidad de los precios del petróleo, estamos ante un viaje lleno de baches.

Pero, ¿por qué no podemos simplemente buscar más petróleo o sustituirlo por otras fuentes de energía? Por un lado, se ha esperado demasiado para afrontar los problemas que esto acarreaba, y sustituirlo o buscar nuevos pozos de petróleo no es algo que se pueda hacer de una forma fácil. Comprender esto implica comprender el sistema energético en su conjunto y en el contexto de la sociedad en general.

Vamos a empezar con el agotamiento del petróleo. Este es un hecho documentado. El geólogo Dr. M. King Hubbert ya predijo en los años 1970 el pico en la producción de petróleo en los Estados Unidos, con 40 años de antelación. Mirando hacia atrás, hablar de un pico de producción tiene sentido. El petróleo es una fuente no renovable y está sometido a enorme presión por las rocas que rodean los yacimientos. Es un líquido que está dispuesto a salir a través de cualquier grieta u orificio que se produzca en la capa donde se encuentra, lo que significa que los esfuerzos para extraerlo no son muy altos, al principio. A medida que se perforan más pozos, aumenta la producción (pero se reduce la presión en el yacimiento) y llega un momento en el que se produce el pico en la producción, tras el cual la producción disminuye a medida que el petróleo cada vez es más difícil de alcanzar. Actualmente Estado Unidos tiene que importar aproximadamente la mitad del petróleo que consume. Antes de las crisis económica se situaba en torno al 60%, y hay que tener en cuenta que una parte del suministro de combustible se debe a los biocombustibles, principalmente etanol, que se obtiene sobre todo a partir del maíz. Muchos geólogos especializados en la estimación de las reservas de petróleo creen que ya hemos pasado el pico de la producción mundial.

Portada del libro de Ramón Fernández Durán sobre el colapso en la producción de petróleo

Ramón Fernández Durán: El crepúsculo de la era trágica del petróleo. Pico del oro negro y colapso financiero (y ecológico) mundial (PDF – 1,5 MB)

Tenemos un problema y las soluciones que pretender aplicar los optimistas tecnológicos no ofrecen una solución completa. Simplemente la búsqueda de más petróleo no es una opción. Los descubrimientos de nuevos yacimientos de petróleo alcanzaron un máximo a mediados de los años 1960. Si esta tendencia puede revertirse debido a los avances tecnológicos todavía no se ha dado a conocer por ahora. El mundo entero ha sido explorado por los geólogos, y los nuevos hallazgos no son tan importantes como lo fueron los anteriores.

También debemos considerar la energía neta. El petróleo que se extrae al principio de un yacimiento requiere poco esfuerzo, pero posteriormente estos aumentan cuando va disminuyendo la cantidad de petróleo presente. Con el tiempo, en lugar de obtener energía se pierde (es mayor la empleada en extraerlo que la que se obtiene del petróleo extraído). Por otro lado, se cita al hidrógeno como una fuente alternativa, pero su balance energético neto es bastante pobre. El hidrógeno debe se obtenido a partir del gas natural o por electrólisis del agua. De conformidad con las leyes de la termodinámica, el hidrógeno resultante da menos energía que la electricidad o el gas natural utilizado para producir ese hidrógeno. Mientras que el hidrógeno puede ser útil para almacenar el excedente de energía producido por las fuentes renovables, apenas puede considerarse una fuente de energía.

Los optimistas citan tecnologías avanzadas para el descubrimiento y producción de petróleo como respuesta a los problemas de suministro. Pero no reconocen que estas inversiones tienen también un elevado coste energético, y cuanto más se las emplea menos energía neta se obtiene. En cualquier caso, aunque aumentase la cantidad de petróleo utilizando estas técnicas, esto no haría otra cosa que retrasar unos años la crisis energética, al mismo tiempo que estaríamos consumiendo más rápidamente el petróleo de que disponemos.

Algunos hablan de aumentar la eficiencia energética como camino para resolver los problemas energéticos, teniendo en cuenta que a lo largo del tiempo hemos aprendido a aprovechar mejor los recursos, hacer más con menos. Pero la eficiencia no significa nada si no se reduce el consumo total. En un contexto de aumento de la población mundial y de crecimiento económico, la cantidad de energía que se consume se eleva rápidamente. Tal vez la razón principal por la que no reconocemos tan fácilmente la crisis energética en la que estamos sumergidos es porque la crisis económica (Gran Recesión) ha tenido como consecuencia una reducción en la producción y el consumo, a veces por el doloroso camino del desempleo. En el terreno de la energía, un aumento de la eficiencia se correlaciona con una densidad energética mayor (más energía por unidad de material utilizado). Una mayor eficiencia será más difícil de alcanzar si se intenta impulsar una economía globalizada utilizando las energías renovables y el carbón -las cuales dan menos energía por unidad que el petróleo.

Algunos citan el gas natural como sustituto del petróleo y los depósitos de gas de esquisto, que se encuentran sobre todo en el noreste de los Estados Unidos, como respuesta a los problemas energéticos (Véase extracción del gas de esquisto mediante la fractura hidráulica). El geólogo Arthur Berman ha señalado, en relación con el Barnett Shale de Texas, que la tasa de agotamiento de los yacimientos de gas de esquisto es muy rápido y las estimaciones que se hacen del potencial de producción de gas son muy exageradas. Además, la liberación del gas atrapado en la roca requiere de las técnicas de fractura hidráulica, un proceso que utiliza, literalmente, millones de libros de agua junto a sustancias químicas tóxicas que pueden contaminar el agua potable a través ve derrames accidentales, así que habría que pensar en todo caso en otras formas de extracción.

 ¿Realmente queremos apostar por una nueva fuente de energía no renovable que tiene el potencial de dañar de manera irreversible las reservas de agua? Potencialmente podemos vivir sin petróleo, pero no podemos vivir sin agua, nadie. Algunos sugieren que se podría enviar el gas natural en barcos a través del océano. Esta propuesta requiere una infraestructura ( y por tanto energía) y elevadas inversiones, por no citar el proceso de enfriamiento para transportar el gas, con un impacto muy negativo en la tasa neta de energía. El gas natural es una fuente eficiente de energía siempre y cuando se transporte a través de gaseoductos, no cuando se hace con barcos cisternas a grandes distancias.

El esquisto bituminoso y las arenas bituminosas son ineficientes en términos de energía neta en comparación con el petróleo. Las arenas bituminosas ya están siendo explotadas como un suministro convencional de petróleo, pero no compensan al petróleo convencional. Es más, la minería y procesamiento de las arenas bituminosas requiere la destrucción de los ecosistemas, por la minería a cielo abierto, utilizando grandes cantidades de agua dulce, emitiendo grandes cantidades de dióxido de carbono, lo que agrava el cambio climático. ¿Queremos ir realmente en esta dirección? En cuanto a las pizarras bituminosas, petróleo que todavía no ha formada en su totalidad en la corteza terrestre, no hay muchas expectativas. En recientes experimentos en el procesamiento in situ del petróleo de esquisto se ha utilizado energía para calentar la roca madre durante dos o tres años para finalizar el proceso de formación. En un esfuerzo para evitar la contaminación de las aguas subterráneas, hubo que rodear la zona con una capa de suelo helado. El valor neto de la energía obtenida a través de este proceso no se aproxima ni remotamente al del petróleo convencional.

El transporte es un asunto especialmente complicado. Estados Unidos ha apostado por el automóvil y los camiones como pilares para el transporte. El sistema ferroviario está subdesarrollado. Con una flota de 700 millones de vehículos, cada uno de los cuales requiere de 90 barriles de petróleo para su fabricación, y con una inexistente infraestructura para los combustibles alternativos, nos enfrentamos a graves problemas. Algunos citan el carbón como combustible para el transporte. El carbón puede ser licuado para producir petróleo sintético. Pero Estados Unidos no dispone de la infraestructura para hacer esto, ni tampoco la hay en el resto del mundo. La dependencia del transporte del carbón requería extracciones masivas, siendo una fuente energética menos densa que la del petróleo (por no señalar que sellaría nuestro destino en términos de un desastre climático).

Los vehículos diésel pueden quemar biodiésel o vegetales, pero el crecimiento a gran escala en la producción de biocombustibles plantea desafíos. No es probable que todos nuestros automóviles puedan funcionar con biocombustibles, incluso si todos los motores fueran diésel. La energía neta de la producción de biocombustibles no se acerca a la energía neta del petróleo. Como vimos después del aumento del precio del petróleo en la última década, los cultivos de biocombustibles compiten por la tierra con los cultivos de alimentos, cuando supone una ventaja en el precio para cultivar combustibles. La energía renovable generada a partir de la energía eólica y solar se obtiene en forma de electricidad, que no se utiliza demasiado en el transporte. Si tuviéramos que mover nuestros vehículos con electricidad, convirtiendo toda la flota mundial de vehículos en eléctricos, todavía tendríamos el problema del transporte a gran escala.

En la actualidad la energía generada por las fuentes renovables distinta de la hidroeléctrica ( en su mayor parte grandes presas) y la biomasa (madera, estiércol, residuos vegetales, etc) representa menos del 1% de la energía utilizada en todo el mundo. Para producir suficiente energía a partir de las fuentes renovables y poder mover la economía mundial, requeriría esfuerzos extraordinarios, a nivel tecnológico, político y en el sector empresarial, por no hablar de las grandes cantidades de energía que serían necesarias. No me malinterpreten, necesitamos más energía obtenida de las fuentes renovables, tanta como sea posible. Hay países y comunidades que lo saben y actúan en consecuencia, y que por lo tanto serán menos dependientes en los próximos años, pero todavía tenemos que cambiar nuestra forma de vida.

Con respecto a la oferta global, el petróleo no es probable que desaparezca de repente. Es probable una disminución gradual de su disponibilidad, pero la creciente demanda global intensifica la escasez. La creciente población mundial, el mayor consumo, la difusión de la industrialización, y las economías emergentes, requieren cada vez más petróleo. Es más, un estancamiento de la economía mundial causado por la crisis energética podría provocar una recesión y efectos económicos en cascada. La Gran Recesión y sus consecuencias sociales son tal vez una oportuna anticipación de los efectos económicos y sociales de agotamiento del petróleo, por no hablar de la destrucción del medio natural y el cambio climático producido por la utilización de combustibles fósiles por la sociedades humanas.

Nuestras opciones son claras: intentar con todas nuestras fuerzas detener el vacío energético que se presenta frente a nosotros, desarrollando nuestra creatividad y, al hacerlo, cambiar la forma en que vivimos. ¿Podemos cambiar nuestras mentes y nuestro sistema energético al mismo tiempo que creamos un mundo mejor? ¿Qué mejoras energéticas podemos hacer en nuestro entorno? ¿Cómo podemos rediseñar nuestra economía y nuestras comunidades para suavizar el agotamiento del petróleo? ¿Cómo podemos reinventar nuestra vida familiar y de la comunidad en un contexto de escasez de petróleo? Estas son preguntas que nos debemos hacer. De la respuesta que demos a ellas depende el futuro, la seguridad de las personas y la conservación del medio.

Las respuestas se deben dar a nivel individual y colectivo, lo cual seguramente va a limitar nuestros sueños y nuestra forma de vida no se acerque a la de los ricos y famosos. Las limitaciones que nos impone el petróleo no implica una limitación en la creatividad humana, ni limitaciones en las relaciones con los otros y con la naturaleza, o con un crecimiento personal. Los desafíos a los que nos enfrentamos en el ámbito energético representan una oportunidad para un cambio profundo y amplio en la sociedad, y necesitamos ese cambio. Actualmente hay una insatisfacción por parte de las personas, que se manifiesta en las protestas. Y esta insatisfacción se tiene que traducir en un cambio en nuestra forma de vida. Hay que acabar con el hiperindividualismo y aquello de que la codicia es buena, y todo esto puede acabar aflorando con el problema del cénit del petróleo. ¿Intentaremos conseguir una vida más plena a partir de una vida con poco petróleo?

• Este artículo apareció inicialmente en New Clear Vision.

Tina Lynn Evans, Ph.D., imparte cursos de licenciatura y posgrado sobre sistemas de energía y sostenibilidad socio-ecológica en Prescott College y Fort Lewis College, Obtuvo su doctorado en Educación en Sostenibilidad en el Prescott College, y actualmente reside con su marido y su gato en la ciudad de Durango, Colorado, donde cultiva y recoge una buena parte de su propia comida y enseña y escribe sobre temas de sostenibilidad.

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