John Pilger / 30 de septiembre de 2010
Se dice que Gran Bretaña se acerca al Momento Berlusconi. Es decir, si Rupert Murdorch llega a controlar Sky tendrá bajo su dominio la mitad del mercado televisivo y de los periódicos, amenazando lo que se conoce como servicio público. Aunque haya sonado la alarma, es bastante improbable que algún gobierno puede pararle los pies mientras tenga a sus partidarios políticos bien situados.
El problema con este asunto y otros relacionados con Murdoch es que si bien se conoce su gravedad, se desvía como algo insidiosa la información que pudiera ser veraz. A pesar de su poderío, los medios de comunicación de Murdoch no son nada creíbles. Considere el caso de las actuales guerras coloniales. En Estados Unidos, la Fox de Murdoch es una caricatura en su actitud belicista. En el mes de agosto, The New Tork Times, el mayor periódico del mundo, y el en otro tiempo célebre The Washington Post, que habían dado crédito a las contorsiones morales de la guerra contra el terror, ahora se retractan diciendo que es una guerra perpetua.
En Gran Bretaña, el liberal Observer anduvo metido en la tarea de fabricar unas mentiras a la medida de Tony Blair en lo relacionado con la guerra de Iraq. Más importante aún, también lo hizo la BBC, cuya reputación es su poder. A pesar de los intentos de un periodista rebelde por descubrir estas mentiras, la BBC continuó con sus sofismas y engaños.
Todo esto quedó al descubierto en un estudio de la Universidad de Cardiff y German-based Media Tenor. La cobertura de la BBC, dijo el estudio de Cardiff, era demasiado comprensiva con la posición del gobierno. Según Media Tenor sólo se permitió en torno al 2% del tiempo a la intervención de voces discrepantes. Comparado con las cadenas principales de Norteamérica, sólo la CBS tenía posición más favorables a la guerra.
El director general de la BBC, Mark Thompson, utilizó el reciente Festival de Televisión de Edimburgo para atacar a Murdoch, cuya hipocresía era evidente. Thompson es la reencarnación de la elite directiva financiada por los contribuyentes, para quien las connivencias políticas han dejado de lado el servicio público. Incluso ha establecido en su propia corporación un estilo Murdoch, que tacha de pesadamente izquierdista. Se refiere a la etapa de su precursor de los años 1960, Hugh Greene, que permitió la libertad periodística y de información para el florecimiento de la BBC. Thomson está enfrente de Greene; sus difamaciones sobre el pasado están en consonancia con el modelo empresarial de la BBC, que se refleja en la petición de beneficios por los de arriba. Dieron a Thompson 834.000 libras el pasado año de los fondos públicos, y 50 de sus altos ejecutivos ganan más que el primer ministro, junto a periodistas como Jeremy Paxman y Fiona Bruce.
Murdoch y la BBC comparten el corporativismo, por ejemplo, en lo esencial de su política. Antes de ser elegido, Blair y su esposa viajaron en primera clase a la Isla de Hayman en Australia, financiado por Murdoch, donde estuvieron en Newscorp, donde prometió que habría una administración laborista obediente. Sus mensajes en clave abrieron un camino para la supremacía de Murdoch, en la que ahora está
Blair fue querido por la nueva clase empresarial de la BBC, que le consideraba con méritos y no sujeto a ideologías… Pocos hicieron tanto como Andrew Marr para articular la visión de Blair, convirtiéndose luego en periodista principal de la BBC y en la voz ubicua de la clase media. Como The Sun de Murdoch declarara en 1995 que compartía los altos valores morales de un Blair en ascenso, y Marr escribió en el Observer en 1999 alabando el coraje moral de nuevo primer ministro, y la claridad en su mente para proteger con prudencia su base de operaciones y usar su poder con un objetivo moral muy alto. Lo que impresionó a Marr era la carencia de cinismo por parte de Blair en lo referente al bombardeo de Yugoslavia, que salvaría vidas.
En marzo de 2003, Marr era el redactor político de la BBC. Durante la noche en la que se inició el bombardeo de Iraq, se alegró de las palabras de Blair, que había dicho que se tomaría Bagdad sin provocar una matanza y que al final los iraquíes se alegrarían. En ambos puntos Blair habría tenido razón y por eso esa noche estaba de pie como el hombre más grande del mundo. En realidad, la invasión de Iraq cuarteó una sociedad, matando a un millón de personas, expulsando a otros cuatro millones fuera de sus casas, contaminando ciudades como Fallyjah con sustancias radiactivas que causan cáncer y abandonando a los niños desnutridos, en un país que fue descrito por la Unicef como modelo.
A la vista está que era lo adecuado, que Blair hiciese propaganda de su libro seleccionando a Marr para una entrevista de TV exclusiva de la BBC. El titular de Observer decía: El que ríe el último. Debajo a una fotografía en la que se ve a Blair compartiendo una amplia sonrisa con Marr.
Durante la entrevista ni una sola de las preguntas supuso un desafío para Blair. Le permitieron repetir: “ ¿ era absolutamente clara e inequívoca la razón para derribar a Saddam Hussein, por la violación de las resoluciones sobre WMD, verdad? No, falso. Hay gran cantidad de pruebas que nos dicen que Blair actuó en secreto con Bush para atacar Iraq. De esto no se dijo nada. En ningún momento se dijo que se evitó persuadir al Consejo de Seguridad de la ONU para iniciar conjuntamente la invasión. Bush y Blair fueron solos. Las leyes internacionales fueron violadas. ¿ No era usted consciente de que estaban a punto de cometer un crimen contra la humanidad?
En cambio, Blair utilizó de nuevo la entrevista para seguir mintiendo, promoviendo un ataque contra Irán, provocando un ultraje. La Fox de Murdoch sólo se habría diferenciado en el estilo. El público británico se merece algo mejor.
John Pilger es un periodista investigador internacionalmente renombrado y director de documentales. Su última película es La guerra contra la Democracia. Su libro más reciente es la Libertad la Próxima Vez (Bantam/Random House, 2006)
http://dissidentvoice.org/2010/09/why-murdoch-and-the-bbc-are-on-the-same-side/